T-101-09

Tutelas 2009

    Sentencia  T-101-09   

Referencia: expediente T-2014726  

Acción  de  tutela  instaurada  por  Arturo  Velásquez  Gallo  contra  la  Fiscalía  General  de  la  Nación  y la Sala de  Decisión  del  Tribunal  Administrativo  de Antioquia.   

Magistrada Ponente:  

Dra.  CLARA  INÉS  VARGAS  HERNÁNDEZ.    

Bogotá,  D.C.,  diecinueve  (19) febrero de dos mil nueve  (2009).   

La  Sala  Novena  de  Revisión  de la Corte  Constitucional,  integrada  por  los  Magistrados CLARA INÉS VARGAS HERNÁNDEZ,  JAIME  ARAÚJO  RENTERÍA  y  CLARA ELENA REALES GUTIÉRREZ, en ejercicio de sus  competencias  constitucionales  y  legales,  en particular las contenidas en los  artículos  86  y 241, numeral 9, de la Constitución y el Decreto 2591 de 1991,  profiere la siguiente   

SENTENCIA   

dentro  del  proceso  de revisión del fallo  dictado  por  el  Consejo  de  Estado,  Sala  de  lo  Contencioso Administrativo  –Sección  Cuarta-,  en el  trámite  de  la  acción  de  tutela  interpuesta,  por Arturo Velázquez Gallo  contra  la  Fiscalía  General de la Nación y la Sala de Decisión del Tribunal  Administrativo de Antioquia.   

I.                ANTECEDENTES.   

Mediante  escrito  presentado  el día 08 de  julio   de  2008,  el  señor  Arturo  Vázquez  Gallo  presentó  solicitud  de  protección  de  sus derechos fundamentales al debido proceso, trabajo y mínimo  vital,  presuntamente vulnerados por la entidad demandada.  Como sustento a  la solicitud de amparo, invoca los siguientes:   

1. Hechos:  

Señala  que  se encontraba vinculado con la  rama  judicial  desde  el  03  de  junio  de  1982, habiéndose incorporado a la  Fiscalía  General de la Nación, el 01 de junio de 1992, en el cargo de Jefe de  la Secretaría Común grado 14.   

Indica  que  mediante resolución No. 019 de  1993  fue  nombrado  por  el  Director Regional de Fiscalías de Antioquia en el  cargo  de  Fiscal  Regional  grado  27,  tomando posesión en provisionalidad de  dicho cargo, el 01 de febrero de 1993.   

Agrega  que  mediante resolución No. 0-0534  del   05   de  marzo  de  1998,  se  le  comunicó  que  había  sido  declarado  insubsistente    del    cargo    de    Fiscal    Delegado    ante   los   Jueces  Regionales.   

Al   respecto   advierte   que  la  citada  resolución   no  contiene  motivación  alguna  que  justificara,  siquiera  sumariamente,  las  razones por  las  cuales  fue  desvinculado  del  cargo,  por  lo  que  considera  se  están  vulnerando  sus  derechos fundamentales, atendiendo la línea jurisprudencial en  la   materia,   respecto   de   la  desvinculación  de  personas  nombradas  en  provisionalidad en cargos de carrera.   

Agrega  que  agotó los medios ordinarios de  defensa  judicial,  ante  la  jurisdicción de lo contencioso administrativo, la  cual,  por  medio  de  la  Sala  de  Decisión  del  Tribunal  Administrativo de  Antioquia,  desconoció  la  jurisprudencia constitucional vigente y denegó las  pretensiones  invocadas  en la demanda de nulidad y restablecimiento del derecho  presentada en contra de la Fiscalía.    

Por último señala que el Tribunal lesionó  su  derecho  al  acceso  a  la  administración  de  justicia,  al abstenerse de  conceder    el   recurso   de   apelación   interpuesto   contra   la   aludida  sentencia.   

En  consecuencia  solicita,  se protejan sus  derechos  fundamentales  al  debido  proceso,  trabajo  y  mínimo vital, y como  consecuencia  de lo anterior se ordene  la Fiscalía General de la Nación,  que  en el término de 48 horas, motive la resolución por la cual fue declarado  insubsistente,  y  en  caso  de  no  cumplir  con  dicha  orden  se proceda a su  reintegro,  en  un  cargo  equivalente  a aquel que venía desempeñando y en el  mismo lugar donde ejercía dichas funciones.   

Además,   pide   dejar   sin  efectos  la  providencia  por  la Sala de Decisión del Tribunal Administrativo de Antioquia,  por  constituir  una  vía  de  hecho,  en  atención  al  desconocimiento de la  jurisprudencia constitucional vigente.   

2.           Trámite procesal.   

La  Sala  de  lo  Contencioso Administrativo  –Sección   Cuarta-  del  Consejo  de Estado, avocó el conocimiento de la acción de tutela mediante auto  de  fecha  15  de julio de 2008.  En ese mismo auto ordenó correr traslado  tanto  a  la  Fiscalía  General  de  la  Nación  como  al Tribunal Contencioso  Administrativo  de  Antioquia,  para  que  se pronunciaran sobre la solicitud de  amparo.   De  cara  a lo anterior el Tribunal Administrativo de Antioquia a  través  del  magistrado  Rafael  Darío Restrepo Quijano emitió respuesta a la  acción  de amparo en los términos que se exponen a continuación.  Por su  parte el Fiscal General de la Nación guardó silencio.   

3.  Respuesta del Tribunal Contencioso Administrativo  de Antioquia.   

El  Tribunal  se  opone a la pretensión del  amparo,  al  estimar  que la Sala de Decisión rechazó el recurso de apelación  interpuesto  por  el  actor,  al considerar que no existía cuantía para que el  proceso  fuera  a  la doble instancia, de conformidad con la ley 446 de 1998, la  cual  se  encontraba  vigente al momento de interponer el recurso y por medio de  la  cual  se  readecuó  las  competencias  para  conocimiento de los asuntos en  primera    instancia    de    los    Juzgados    Administrativos    y   de   los  Tribunales.   

Al  respecto advirtió que el artículo 134B  del  Código  Contencioso  Administrativo dispone que los jueces administrativos  conocerán  en  primera  instancia de las acciones de nulidad y restablecimiento  del   derecho,  cuya  cuantía  no  exceda  de  100  salarios  mínimos  legales  mensuales.   En ese orden de ideas señala, que en los proceso de nulidad y  restablecimiento    del    derecho    –laboral-  resulta procedente el recurso de alzada cuando la cuantía  exceda  de  100  salarios  mínimos,  de  acuerdo  a  las pretensiones hechas al  momento  de  la  presentación de la demanda, esto es la suma de $20’382.600.oo  y  que  para  el  caso  del  actor,  se  tuvo  en  cuenta  el  último salario devengado, así como el tiempo  transcurrido  entre  la   fecha de retiro y fecha de la presentación de la  demanda,      lo      que      arrojó     como     resultado     $5’087.156.82.   

Expone que contra la providencia que rechazó  la  apelación  no  se  interpuso  recurso  alguno y como consecuencia, pasó el  expediente  al archivo.  Aclara que contra ese auto procedía el recurso de  reposición y subsidiariamente el de queja ante el superior.   

De  manera  adicional  indica  que  resulta  inadmisible  que el doctor Velásquez Gallo, sólo se  percate    después    de    18   meses      de      la     hipotética     violación     de     derechos  fundamentales.   Por  tanto,  considera no existe  inmediatez  en  la  presentación de la acción de tutela, lo que hace nugatorio  su   ejercicio,   por   no  ser  necesaria  la  actuación  inmediata  del  juez  constitucional.    

  II.   DECISIONES  JUDICIALES OBJETO DE REVISIÓN    

1.     Sentencia    de    Primera  Instancia   

La  Sala  de  lo  Contencioso Administrativo  –Sección   Cuarta-  del  Consejo  de Estado, mediante sentencia del veinticuatro (24) de julio de dos mil  ocho  (2008),  rechazó  por  improcedente  la  acción de tutela incoada por el  señor  Arturo  Velázquez Gallo, contra la Fiscalía General de la Nación y el  Tribunal  Contencioso Administrativo de Antioquia, por estar enfilada contra una  providencia  judicial.   Al  respecto advierte que en su momento contó con  los  mecanismos  de  defensa  judiciales,  de  los  que  hizo  uso  oportuno, no  resultando  favorables  a  sus  intereses,  en  consecuencia  en  procura  de la  seguridad  jurídica,  la  tutela  no  se puede convertir en un instrumento para  atacar  las  providencias,  pues  se  estaría  relevando  al  juez  a  quien la  Constitución y la Ley ha asignado competencia sobre un caso.   

  III.  PRUEBAS      

En  el  trámite  de la acción de tutela en  comento obran las siguientes pruebas relevantes:   

    

* Copia  de  la  resolución  No.  0-0534  del  03  de  marzo de 1998,  proferida  por  la  Fiscalía  General  de  la  Nación, por medio de la cual se  declara  insubsistente  el  nombramiento  efectuado  al señor Arturo Velázquez  Gallo (folio 9 del cuaderno de principal de tutela).     

    

* Copia  de  sentencia del 02 de mayo de 2006, por medio de la cual el  Tribunal  Contencioso  Administrativo  de Antioquia negó las pretensiones de la  demanda  presentada  por  el  señor Arturo Velázquez Gallo contra la Fiscalía  General   de   la   Nación   (folios   22   a  31  del  cuaderno  principal  de  tutela).     

    

* Copia  del salvamento de voto respecto de la sentencia proferida por  el  Tribunal  Contencioso  Administrativo  de  Antioquia, el 02 de mayo de 2006,  presentado  por  el  magistrado Jorge Octavio Ramírez Ramírez. (folios 32 y 33  del cuaderno principal de tutela).     

    

* Copia  del  Edicto,  por  medio  del  cual se notificó a las partes  interesadas  la  sentencia  del  02  de  mayo de 2006, proferida por el Tribunal  Contencioso  Administrativo  de  Antioquia  (folio  34 del cuaderno principal de  tutela).     

    

* Copia  del  auto  proferido  por  la  Sala de Decisión del Tribunal  Contencioso  Administrativo de Antioquia, por medio del cual negó el recurso de  apelación  interpuesto  por  el señor Arturo Velázquez Gallo, al considerarlo  improcedente  en  razón a la cuantía (folios 36 a 38 del cuaderno principal de  tutela).     

    

* Copia  del  salvamento  de voto presentado por el magistrado Gonzalo  Zambrano  Velandia,  respecto  del  auto  que negó el recurso de apelación por  improcedente (folios 39 a 45 del cuaderno principal de tutela).     

IV.   CONSIDERACIONES  Y  FUNDAMENTOS  JURÍDICOS    

1.           Competencia   

Es  competente  esta Sala de Revisión de la  Corte  Constitucional para revisar los fallos mencionados, de conformidad con lo  establecido  en  los  artículos  86, inciso tercero, y 241 numeral noveno de la  Constitución  Política  y  en  los  artículos  31  a  36  del Decreto 2591 de  1991.   

2.    Presentación   del   caso   y  planteamiento del problema jurídico.   

2.1.  El  actor  considera  que  tanto  la  Fiscalía  General  de la Nación como el Tribunal Contencioso Administrativo de  Antioquia,  vulneraron  sus  derechos fundamentales al debido proceso, trabajo y  mínimo  vital,  la  primera  de  las  instituciones  accionadas  al proferir la  resolución  No.  0-0534  del  03  de  marzo  de  1998,  por medio de la cual lo  declaró  insubsistente sin motivación alguna y el citado Tribunal, al proferir  la   sentencia   de   mayo   02  de  2006,  dentro  del  proceso  de  nulidad  y  restablecimiento  del  derecho por él adelantado contra la Fiscalía General de  la  Nación,  en  la cual asegura se incurrió en vía de hecho. Lo anterior por  cuanto  se  desconoció el precedente jurisprudencial en la materia, respecto de  la  motivación  de  los  actos  de  desvinculación  de funcionarios que ocupan  cargos de carrera en provisionalidad.   

Señala   que   el   Tribunal   negó  las  pretensiones  de  su  demanda  apartándose de la reiterada jurisprudencia de la  Corte   Constitucional,  relativa  a  la  necesidad  de  motivar  los  actos  de  desvinculación  de funcionarios que ocupan en provisionalidad cargos de carrera  administrativa,  estimando por el contrario, que éstos pueden ser separados del  cargo mediante acto que no requiere motivación.   

Por  último  expone que el Cuerpo Colegiado  lesionó  su  derecho a la administración de justicia al no conceder el recurso  de apelación interpuesto en contra de la mentada providencia.   

2.2.    Por  su  parte,  el  Tribunal  accionado,   a  través  del  Magistrado  Ponente  de  la  providencia  atacada,  considera  que  en la misma no se incurrió en vía de hecho en la medida que se  negó  el  recurso  de  alzada  conforme  a  la  ley  vigente  al  momento de su  interposición  y las pruebas obrantes en la foliatura.  Providencia que no  fue  objeto  de  recurso  alguno,  lo  que  obligó  a  su  archivo  definitivo.  Advirtiendo  que  procedía  el  recurso de reposición y subsidiariamente el de  queja ante el superior.    

Agrega  que resulta inadmisible que el actor  acuda  a  la  acción  de  tutela,  pretendiendo  atacar una decisión judicial,  dentro  de la cual se adoptó una decisión definitiva hace 18 meses.   Por  tanto,  considera no existe  inmediatez  en  la  presentación de la acción de tutela, lo que hace nugatorio  su   ejercicio,   por   no  ser  necesaria  la  actuación  inmediata  del  juez  constitucional.    

La  Fiscalía  General de la Nación guardó  silencio.   

2.3.   El Juez de de tutela rechazó la  acción,  al  considerar  que  la  tutela  es  improcedente  contra providencias  judiciales,  en virtud de los principios de cosa juzgada, de seguridad jurídica  y de desconcentración de la administración de justicia.   

2.4. Conforme a lo anterior, corresponde a la  Sala  de  Revisión  establecer  si  la  Fiscalía  General  de  la Nación y el  Tribunal  Administrativo  de  Antioquia  vulneraron  los  derechos fundamentales  invocados  por  el  señor  Arturo  Velázquez  Gallo,  la primera al declararlo  insubsistente  mediante  acto  sin  motivación  y  el  segundo  al  proferir la  sentencia  de  mayo  02 de 2006 dentro del proceso de nulidad y restablecimiento  del  derecho,  en  la  que  se  consideró  que  el  acto  administrativo que lo  desvinculó   del   cargo   que  ocupaba  en  provisionalidad  no  requería  de  motivación,   desconociendo   lo  señalado  por  la  Corte  Constitucional  en  reiteradas sentencias de tutela.   

Para  dar  respuesta  al  anterior  problema  jurídico,   la  Sala  previamente  hará  referencia  a  (i)  los  presupuestos  generales  establecidos  por  esta Corporación para la procedencia de la tutela  contra  providencias  judiciales;  posteriormente, se hará referencia a (ii) el  principio  de  inmediatez  como requisito sine qua non  de  procedibilidad, para finalmente abordar el estudio  del caso concreto.   

3.  Procedibilidad excepcional de la acción  de    tutela    contra    providencias    judiciales.     Reiteración   de  Jurisprudencia.  Análisis de cara al caso objeto de estudio.   

Esta  Corporación  en Sentencia     C-543     de     19921,   declaró  inexequibles  los  artículos  11  y  40 del decreto 2591 de 1991, y en la misma  decisión,  señaló  su  procedencia excepcional de la acción de tutela contra  providencias  judiciales,  sujeta  a  criterios  precisos que la Corte ha venido  fijando  a lo largo de su jurisprudencia, todos ellos, claro está, ligados a la  vulneración   explícita  de  derechos  fundamentales.   La  sentencia  en  comento expresó lo siguiente:   

“Ahora bien, de  conformidad  con  el  concepto  constitucional de autoridades públicas, no cabe  duda  de  que  los  jueces  tienen  esa  calidad  en  cuanto  les corresponde la  función   de administrar justicia y sus resoluciones son obligatorias para  los  particulares  y  también para el Estado.  En esa condición no están  excluidos  de  la acción de tutela respecto de actos u omisiones que vulneren o  amenacen  derechos fundamentales, lo cual no significa que proceda dicha acción  contra  sus  providencias.   Así,  por ejemplo, nada obsta para que por la  vía  de la tutela se ordene al juez que ha incurrido en dilación injustificada  en  la  adopción  de  decisiones  a su cargo que proceda a resolver o  que  observe  con  diligencia  los  términos  judiciales, ni riñe con los preceptos  constitucionales  la  utilización  de  esta  figura  ante  actuaciones de hecho  imputables  al funcionario por medio de las cuales se desconozcan o amenacen los  derechos   fundamentales,  ni  tampoco  cuando  la  decisión  pueda  causar  un  perjuicio      irremediable,     (…).    En  hipótesis  como  estas  no  puede  hablarse  de  atentado  alguno  contra  la seguridad jurídica de los asociados, sino que  se  trata  de  hacer  realidad  los  fines  que persigue la justicia”.   

Es  así  como,  atendiendo  a  la  fuerza  vinculante   de   los  fallos  de  constitucionalidad,  en  sentencia  T-079  de  19932,  con base en una decisión tomada por la Corte Suprema de Justicia  en  donde  concedió  una  acción  de  tutela  contra  una sentencia judicial y  respetando  el  precedente  judicial contenido en la sentencia C-543 de 1993, se  comenzarían  a  construir  y  desarrollar los criterios de procedibilidad de la  acción  de tutela contra providencias judiciales, los cuales constituyen pautas  objetivas  a  partir  de  las  cuales  se  puede  derivar la vulneración de los  derechos   fundamentales   dentro   de  un  proceso  judicial.   Éstas  se  desprenden  de  la  aplicación  y desarrollo de los derechos fundamentales a la  cotidianidad  de  todas las prácticas judiciales y como tal, han sido objeto de  madurez, racionalización y sistematización.   

Al  comienzo,  en las primeras decisiones de  esta  Corporación,  se  enfatizó  y  definió que el punto en el que giraba la  viabilidad  del  examen  de  las decisiones judiciales a través de la tutela lo  constituía    la    vía    de   hecho,    definida    como    el    acto   absolutamente   caprichoso   y  arbitrario3    producto    de    la    carencia   de   fundamentación   legal,  constitucionalmente   relevante.    Actualmente,   la   jurisprudencia   ha  rediseñado     tal     enunciado     dogmático4  para  dar  cuenta de un grupo  enunciativo  de  los criterios de procedibilidad de la  acción  de  tutela contra decisiones judiciales.   Al   respecto,   en  la  sentencia  T-949  de  20035, la Sala Séptima de Revisión  señaló lo siguiente:   

“Esta Corte en  sentencias    recientes   ha   redefinido   dogmáticamente   el   concepto   de  procedibilidad  de  la  acción  de  tutela contra providencias judiciales. Esta  redefinición  ha  operado  a  partir del poder de irradiación del principio de  eficacia  de  los  derechos fundamentales (art. 2 C.P.) y de una interpretación  sistemática  de diversas disposiciones de la Constitución (arts. 1, 2, 13, 86,  228 y 230 C.P.).    

“En esta tarea  se  ha reemplazado el uso conceptual de la expresión “vía de hecho” por la  de  “causales  genéricas  de  procedibilidad”. Lo anterior ha sido inducido  por  la  urgencia  de una comprensión diferente del procedimiento de tutela con  tal   de   que  permita  “armonizar  la  necesidad  de  proteger  los  intereses  constitucionales  que  involucran la autonomía de la actividad jurisdiccional y  la  seguridad  jurídica,  sin  que estos valores puedan desbordar su ámbito de  irradiación  y  cerrar  las  puertas  a  la  necesidad de proteger los derechos  fundamentales  que  pueden  verse  afectados  eventualmente  con  ocasión de la  actividad  jurisdiccional  del Estado.” (Sentencia T-462 de 2003).   

La  sistematización  de  los  criterios  o  causales  a  partir  de  los  cuales es posible justificar la procedencia de una  acción  de tutela contra una decisión judicial, ha generado la obligación del  operador  de  respetar  los precedentes y de guardar respeto y armonía entre su  discrecionalidad  interpretativa  y  los  derechos fundamentales previstos en la  Constitución6.   En este punto es necesario advertir, que la Corporación ha  definido  e  identificado dentro del ejercicio jurisdiccional, la obligación de  argumentar  suficientemente  cada  una de sus decisiones y también, de ponderar  con  claridad  los derechos fundamentales que se encuentren en disputa.  El  principio  de  eficacia de los derechos fundamentales y el valor normativo de la  Constitución  obligan  al juez a acatar las normas legales aplicables a un caso  concreto  pero  también,  a  justificar y ponderar las pugnas que se llegaren a  presentar   frente  a  los  derechos  fundamentales7.   

Pues   bien,  la  jurisprudencia  de  esta  Corporación  ha  señalado distintos de requisitos de procedencia de la acción  de  tutela impetrada contra sentencias judiciales, las que se constituyen en los  motivos  que ameritarían conceder la acción de tutela que ha sido intentada en  contra  de  una providencia judicial acusada de constituir vías de hecho.   Sobre  este  asunto,  en  la Sentencia C-590 de 20058,  se  hizo  referencia  a  los  requisitos  generales  de  procedencia  de  la  acción,  cuyo  cumplimiento  es  condición  para  que el juez de tutela pueda examinar si en determinado caso se  presenta  una  causal  específica  de  procedibilidad  de  la acción de tutela  contra  providencias  judiciales.   Así en la citada sentencia, se hizo un  ejercicio  de  sistematización  sobre  la  materia,  haciendo  referencia a los  requisitos  generales  de  procedencia  de  esta  acción.   Al respecto se  indicó:   

24.   Los  requisitos  generales  de  procedencia  de  la  acción  de  tutela  contra  decisiones  judiciales son los  siguientes:   

a.  Que la cuestión que se discuta resulte  de   evidente   relevancia   constitucional.  Como  ya  se  mencionó,  el  juez  constitucional  no  puede entrar a estudiar cuestiones que no tienen una clara y  marcada  importancia  constitucional  so  pena  de  involucrarse  en asuntos que  corresponde   definir   a   otras   jurisdicciones9.  En consecuencia, el juez de  tutela  debe  indicar  con toda claridad y de forma expresa porqué la cuestión  que  entra a resolver es genuinamente una cuestión de relevancia constitucional  que afecta los derechos fundamentales de las partes.   

b.   Que   se  hayan  agotado  todos  los  medios    -ordinarios  y  extraordinarios-   de  defensa  judicial  al  alcance  de la persona afectada, salvo que se trate de evitar la consumación de  un    perjuicio    iusfundamental    irremediable10.   De  allí que sea un  deber  del  actor  desplegar  todos  los mecanismos judiciales ordinarios que el  sistema  jurídico  le  otorga  para la defensa de sus derechos.  De no ser  así,  esto  es,  de  asumirse  la  acción  de  tutela  como  un  mecanismo  de  protección  alternativo,  se  correría el riesgo de vaciar las competencias de  las   distintas  autoridades  judiciales,  de  concentrar  en  la  jurisdicción  constitucional  todas  las  decisiones  inherentes  a  ellas  y  de propiciar un  desborde  institucional  en  el  cumplimiento  de las funciones de esta última.   

c.  Que  se  cumpla  el  requisito  de  la  inmediatez,  es  decir,  que  la  tutela  se  hubiere interpuesto en un término  razonable    y    proporcionado   a   partir   del   hecho   que   originó   la  vulneración11.   De  lo  contrario,  esto es, de permitir que la acción de  tutela  proceda  meses  o  aún  años  después  de  proferida la decisión, se  sacrificarían  los  principios  de  cosa  juzgada  y seguridad jurídica ya que  sobre  todas  las  decisiones judiciales se cerniría una absoluta incertidumbre  que  las desdibujaría como mecanismos institucionales legítimos de resolución  de conflictos.   

d.  Cuando  se  trate  de una irregularidad  procesal,   debe   quedar  claro  que  la  misma  tiene  un  efecto  decisivo  o  determinante  en  la  sentencia  que  se  impugna  y  que  afecta  los  derechos  fundamentales     de     la     parte     actora12.    No  obstante,  de  acuerdo  con  la  doctrina  fijada en la Sentencia C-591-05, si la irregularidad  comporta  una  grave  lesión de derechos fundamentales, tal como ocurre con los  casos  de  pruebas  ilícitas  susceptibles  de imputarse como crímenes de lesa  humanidad,  la  protección de tales derechos se genera independientemente de la  incidencia  que  tengan  en  el litigio y por ello hay lugar a la anulación del  juicio.   

e. Que la parte actora identifique de manera  razonable  tanto  los  hechos  que  generaron  la vulneración como los derechos  vulnerados  y  que  hubiere  alegado  tal  vulneración  en  el proceso judicial  siempre    que    esto    hubiere   sido   posible13.   Esta  exigencia  es  comprensible  pues,  sin  que  la  acción  de  tutela llegue a rodearse de unas  exigencias   formales   contrarias  a  su  naturaleza  y  no  previstas  por  el  constituyente,  sí  es  menester  que  el  actor  tenga  claridad  en cuanto al  fundamento  de  la  afectación  de derechos que imputa a la decisión judicial,  que  la  haya planteado al interior del proceso y que dé cuenta de todo ello al  momento de pretender la protección constitucional de sus derechos.   

f.  Que  no  se  trate  de  sentencias  de  tutela14.   Esto  por  cuanto  los debates sobre la protección de los  derechos  fundamentales  no  pueden prolongarse de manera indefinida, mucho más  si  todas  las  sentencias  proferidas  son  sometidas  a un riguroso proceso de  selección  ante esta Corporación, proceso en virtud del cual las sentencias no  seleccionadas  para  revisión,  por  decisión de la sala respectiva, se tornan  definitivas.    

“…  para  que proceda una tutela contra  una  sentencia  se  requiere  que  se  presente,  al  menos, uno de los vicios o  defectos que adelante se explican.   

a. Defecto orgánico, que se presenta cuando  el   funcionario  judicial  que  profirió  la  providencia  impugnada,  carece,  absolutamente, de competencia para ello.   

b.  Defecto  procedimental absoluto, que se  origina  cuando  el  juez  actuó  completamente  al  margen  del  procedimiento  establecido.   

c.  Defecto fáctico, que surge cuando  el  juez  carece  del  apoyo  probatorio que permita la aplicación del supuesto  legal en el que se sustenta la decisión.   

d.  Defecto material o sustantivo, como son  los   casos   en   que   se   decide   con   base   en   normas  inexistentes  o  inconstitucionales15   o   que   presentan  una  evidente  y  grosera  contradicción  entre  los  fundamentos  y  la  decisión.   

f. Error inducido, que se presenta cuando el  juez  o  tribunal fue víctima de un engaño por parte de terceros y ese engaño  lo    condujo    a    la   toma   de   una   decisión   que   afecta   derechos  fundamentales.   

g.   Decisión  sin  motivación,  que  implica  el  incumplimiento  de  los  servidores judiciales de dar cuenta de los  fundamentos  fácticos  y  jurídicos  de  sus  decisiones  en  el entendido que  precisamente   en   esa   motivación   reposa  la  legitimidad  de  su  órbita  funcional.   

h.   Desconocimiento  del  precedente,  hipótesis  que  se  presenta,  por  ejemplo,  cuando  la  Corte  Constitucional  establece  el  alcance  de un derecho fundamental y el juez ordinario aplica una  ley  limitando  sustancialmente  dicho alcance. En estos casos la tutela procede  como   mecanismo   para   garantizar   la   eficacia   jurídica  del  contenido  constitucionalmente  vinculante  del  derecho  fundamental vulnerado16.   

i.    Violación   directa   de   la  Constitución.   

Estos  eventos en que procede la acción de  tutela  contra  decisiones  judiciales involucran la superación del concepto de  vía  de  hecho  y  la  admisión de específicos supuestos de procedibilidad en  eventos  en los que si bien no se está ante una burda trasgresión de la Carta,  si    se    trata    de    decisiones    ilegítimas    que   afectan   derechos  fundamentales.”   

De este modo, para que resulte procedente un  pronunciamiento  de  fondo  por parte del juez de tutela respecto de la eventual  afectación   de  los  derechos  fundamentales  con  ocasión  de  la  actividad  jurisdiccional,  es  preciso  que, de manera previa se haya determinado si en el  caso  concreto  se  satisfacen  los  presupuestos generales de procedencia de la  acción de tutela frente a providencias judiciales.   

En  ese  orden  de  ideas, conviene hacer un  estudio  del requisito de inmediatez, atendiendo a que fue uno de los argumentos  esbozados por el Tribunal accionado.   

4. El principio de inmediatez como requisito  sine    qua    non   de  procedibilidad     de     la     acción     de    tutela.    Reiteración    de  jurisprudencia.   

La   jurisprudencia   constitucional   ha  establecido  que  aunque no existe término expreso de caducidad para la acción  de  tutela,  la  inmediatez  en  su  interposición  constituye  un requisito de  procedibilidad  de  la  acción,  que  equivale  a  que ésta deba ser intentada  dentro  de  un plazo razonable y oportuno, que se mide por el fin buscado con la  tutela   y   la   urgencia   manifiesta   de  proteger  el  derecho  fundamental  conculcado.   Lo  que  debe ser ponderado en cada caso concreto17.   

Esta    concepción    del   intérprete  constitucional,  se deriva del artículo 86 Superior que señala como una de las  características  y  objeto  de  la  tutela,  la  protección  inmediata  de los  derechos  constitucionales  fundamentales  cuando  quiera  que  éstos  resulten  vulnerados  o  amenazados, siendo por tanto inherente a la acción, la   protección   actual,   inmediata   y   efectiva  de  aquellos  derechos18.  Con su exigencia se pretende evitar que este mecanismo de defensa  judicial  se  emplee  como  herramienta  que  premia  la  desidia, negligencia o  indiferencia  de  los  actores,  o  se  convierta  en  un  factor de inseguridad  jurídica19.   

Sobre el particular, en la sentencia C-543 de  199220 expresó la Corporación:   

“(…)  la  Corte ha señalado que dos de  las  características  esenciales  de  esta  figura en el ordenamiento jurídico  colombiano    son    la    subsidiariedad    y    la  inmediatez:  …la  segunda, puesto que la acción de  tutela  ha sido instituida como remedio de aplicación  urgente  que se hace preciso administrar en guarda de  la  efectividad  concreta y actual del derecho objeto  de  violación  o  amenaza.  Luego no es propio de la  acción  de  tutela  el sentido de medio o procedimiento llamado a remplazar los  procesos  ordinarios o especiales, ni el ordenamiento sustitutivo en cuanto a la  fijación  de  los  diversos  ámbitos  de  competencia  de los jueces, ni el de  instancia  adicional  a  las  existentes,  ya  que  el  propósito   específico  de  su  consagración,  expresamente  definido  en  el  artículo  86 de la Carta, no es otro que el de brindar a la persona protección  efectiva,  actual y supletoria en orden a la garantía  de  sus  derechos  constitucionales  fundamentales”.  (Subrayas fuera de texto).   

Posteriormente, la Corporación al referirse  en  forma  más  extensa  al  término  de  presentación  de  la  tutela, en la  sentencia        SU-961        de        199921   reitera   ese  fundamento  jurídico  para  exigir  la razonabilidad en el término de interposición de la  acción,   formulando  los  siguientes  planteamientos,  que  en  la  actualidad  conservan plena vigencia:   

“La  razonabilidad  de  este  plazo está  determinada  por la finalidad misma de la tutela, que debe ser ponderada en cada  caso  concreto.   De  acuerdo  con  los  hechos,  entonces,  el  juez está  encargado  de  establecer  si  la  tutela  se  interpuso  dentro  de  un  tiempo  prudencial  y  adecuado, de tal modo que no se vulneren derechos de terceros. Si  bien  el  término  para  interponer  la  acción de tutela no es susceptible de  establecerse  de  antemano de manera afirmativa, el juez está en la obligación  de  verificar cuándo ésta no se ha interpuesto de manera razonable, impidiendo  que  se  convierta  en  factor  de  inseguridad,  que de alguna forma afecte los  derechos   fundamentales  de  terceros,  o  que  desnaturalice  la  acción.  En  jurisprudencia  reiterada,  la  Corte ha determinado que la acción de tutela se  caracteriza      por      su      ‘inmediatez’.  (…)  Si  el elemento de la inmediatez es consustancial a la protección que la  acción  brinda  a  los  derechos  de  los  ciudadanos,  ello  implica  que debe  ejercerse  de conformidad con tal naturaleza.  Esta condiciona su ejercicio  a  través  de  un  deber  correlativo: la interposición oportuna y justa de la  acción.   

[…]  

Si  la  inactividad  del  accionante  para  ejercer  las  acciones ordinarias, cuando éstas proveen una protección eficaz,  impide  que  se  conceda  la  acción  de  tutela,  del mismo modo, es necesario  aceptar  que  la  inactividad  para  interponer  esta última acción durante un  término  prudencial,  debe  llevar a que no se conceda.  En el caso en que  sea  la  tutela  y  no otro medio de defensa el que se ha dejado de interponer a  tiempo,  también  es  aplicable el principio establecido en la Sentencia arriba  mencionada  (C-543/92),  según  el  cual  la falta de ejercicio oportuno de los  medios  que  la  ley  ofrece  para  el  reconocimiento  de sus derechos no puede  alegarse  para beneficio propio, máxime en los casos en que existen derechos de  terceros involucrados en la decisión”.   

Así,  la  Corte  en los pronunciamientos en  sede  de Revisión, ha sido consistente en requerir razonabilidad en el plazo de  presentación  de  la  tutela,  exponiendo  diversos  criterios  que ayudan a su  determinación.   Por   ejemplo,  en  la  sentencia  T-730  de  200322,    se  consideró  que  la inmediatez se refleja en el prudencial transcurso del tiempo  entre  la  acción u omisión lesiva de los derechos y la interposición de este  mecanismo  que  va  dirigido al suministro de una protección inmediata para que  la  vulneración cese o desaparezca, encontrando en ello de paso, explicación a  los  aspectos  de  informalidad  y brevedad de la actuación tutelar. Se dice en  ese fallo:   

“2.  Por una parte, si la acción de  tutela  pudiera  interponerse varios años después de ocurrido el agravio a los  derechos   fundamentales,   carecería   de   sentido   la  regulación  que  el  constituyente  hizo  de ella.  De esa regulación  se  infiere  que  el  suministro  del  amparo  constitucional  está  ligado  al  principio  de  inmediatez,  es  decir,  al  transcurso  de  un  prudencial lapso  temporal  entre la acción u omisión lesiva de los derechos y la interposición  del   mecanismo  de  protección.   Nótese  que  el   constituyente,   para   evitar  dilaciones  que  prolonguen  la  vulneración  de  los  derechos  invocados  y para propiciar una  protección  tan  inmediata  como  el  ejercicio  de  la acción, permite que se  interponga  directamente  por  el  afectado, es decir,  sin  necesidad  de  otorgar  poder  a  un  profesional  del  derecho; orienta el  mecanismo    al    suministro    de    protección    inmediata;    sujeta    su    trámite    a   un   procedimiento   preferente   y  sumario;  dispone  que  la  decisión  se  tome en el  preclusivo  término  de  diez  días;  ordena que el  fallo  que  se  emita  es de inmediato cumplimiento y,  cuando  se  dispone  de otro medio de defensa judicial, permite su ejercicio con  carácter transitorio para evitar un perjuicio irremediable.   

De    acuerdo    con   ello,  el  constituyente  asume  que  la acción de tutela configura un  mecanismo   urgente   de   protección   y   lo   regula   como  tal.   De  allí  que  choque  con esa  índole  establecida por el constituyente, el proceder de quien sólo acude a la  acción  de  tutela varios meses, y aún años, después de acaecida la conducta  a    la    que    imputa    la    vulneración   de   sus   derechos.   Quien  así  procede,  no  puede pretender ampararse en un  instrumento  normativo  de trámite sumario y hacerlo con miras a la protección  inmediata  de  una  injerencia  a  sus derechos fundamentales que data de varios  años.”(Subrayas fuera de texto).   

Aplicando  este  criterio,  esta  Sala  de  Revisión  en  la  sentencia  T-  678  de  2006,  al resolver negativamente unas  tutelas  acumuladas en que el actor acusaba a la Administración Nacional Postal  de  vulnerarle  su derecho fundamental de petición porque no le dio respuesta a  unas  solicitudes por él presentadas en el año 2001, al confrontar la Sala que  las  acciones  constitucionales  se  interpusieron  por  cada uno de esos hechos  después  de  4  y  5  años  desde las fechas de las posibles vulneraciones que  correspondían  al  término  legal  con  que  contaba  el  ente  accionado para  proferir  las  respuestas  a  los  derechos  de  petición,  y  que no se había  justificado  por  el  actor  los excesivos lapsos temporales entre aquellos y el  ejercicio    de    las    acciones    de   amparo   constitucional.   Allí   se  concluyó:   

“[…]  dado que en el presente caso no  existe  la menor noticia sobre la ocurrencia de un suceso de fuerza mayor o caso  fortuito;  o  sobre  la  incapacidad  del  actor  para  ejercer oportunamente la  defensa  de sus derechos; o sobre la existencia de una amenaza grave e inminente  que   resulte   urgente   conjurar  de  manera  inmediata  mediante  la  acción  interpuesta;   o,  sobre  la  ocurrencia  de  un  hecho  completamente  nuevo  y  sorpresivo  que hubiere cambiado drásticamente las circunstancias previas y que  justifique  la  tardanza  en  el  ejercicio  de  los derechos, no puede la Corte  adoptar  una decisión distinta a la de declarar la improcedencia de las tutelas  por  la  inacción  oportuna  del  actor,  esto  es,  por  el incumplimiento del  presupuesto de la inmediatez.”   

Ahora  bien, tratándose de los casos en que  se  acude  a  la tutela para atacar una decisión judicial, esta Corporación ha  indicado  de  manera específica el presupuesto de la inmediatez como uno de los  requisitos  generales  de  la  procedibilidad  excepcional que se reconoce en la  materia23,  pretendiendo  con su consagración como tal, resolver la tensión  existente  entre orden y seguridad, entre protección efectiva de los derechos y  estabilidad24;  por  lo  que,  previamente a abordar el fondo del asunto, el juez  constitucional  debe efectuar una estricta verificación de cuándo la tutela no  se  ha  interpuesto  en  un término razonable, para impedir que se convierta en  factor  de  inseguridad  frente a decisiones en las que mientras no se enerve la  presunción    de    constitucionalidad   de   la   providencia,   ésta   surte  efectos25.    Respecto  de  la seguridad jurídica y la efectividad  de  los  derechos fundamentales de los asociados como fundamento para establecer  dicha exigencias, ha expuesto la Corte:   

“3.   Por  otra  parte,  no  pueden  desconocerse  las  profundas  implicaciones  que  en  el ámbito de la seguridad  jurídica  produciría la procedencia de la acción de tutela sin consideración  a  la  fecha  de ocurrencia del agravio.  Esto es  así  por cuanto el Estado, lejos de promover la impugnabilidad atemporal de las  decisiones  de  sus agentes, debe generar certeza en cuanto al momento en el que  un    asunto   sometido   a   su   consideración   se   soluciona   de   manera  definitiva.   La  capacidad de articulación que  el  derecho  ejerce  sobre  las  relaciones  sociales se desvertebraría ante la  incertidumbre  generada por la posibilidad de cuestionar cualquier decisión sin  límite temporal alguno.   

De  allí que, si  bien  no  existen  límites  temporales  expresos  para  la interposición de la  acción  de tutela, ello deba hacerse en un término razonable pues de lo que se  trata  es  de  procurar  amparo  inmediato a derechos vulnerados y no de generar  incertidumbre  en  el  conglomerado  social  acerca del efecto vinculante de una  decisión    judicial    varios    años    después    de   emitida”26.   

La Corporación reafirma que la tutela contra  providencias  judiciales  debe ser entendida como un último recurso para evitar  la  vulneración  de  derechos  fundamentales,  por  lo  que  resulta  de  vital  importancia  la  actuación  diligente  por la parte interesada, la cual se debe  presentar  de  manera  oportuna  a  fin  de  evitar  que  las decisiones se vean  envueltas  por un manto de inseguridad jurídica, a la espera de la controversia  constitucional.  Al respecto se sostuvo:   

“La  Corte  ha  entendido  que  la tutela  contra  una  decisión judicial debe ser entendida, no como un recurso último o  final,  sino  como  un  remedio  urgente  para evitar la violación inminente de  derechos  fundamentales.  En  esta  medida,  recae  sobre la parte interesada el  deber  de  interponer, con la mayor diligencia, la acción en cuestión, pues si  no  fuera  así  la  firmeza  de las decisiones judiciales estaría siempre a la  espera  de  la controversia constitucional que en cualquier momento, sin límite  de  tiempo,  pudiera  iniciar  cualquiera de las partes. En un escenario de esta  naturaleza  nadie  podría  estar seguro sobre cuales son sus derechos y cual el  alcance  de  éstos,  con  lo  cual se produciría una violación del derecho de  acceso      a      la      administración      de     justicia     –  que incluye el derecho a la firmeza  y      ejecución      de     las     decisiones     judiciales     –  y  un clima de enorme inestabilidad  jurídica.   En  consecuencia,  la  tensión  que  existe  entre  el  derecho  a  cuestionar  las decisiones judiciales mediante la acción de tutela y el derecho  a  la  firmeza  de  las  sentencias  y  a la seguridad jurídica, se ha resuelto  estableciendo,  como condición de procedibilidad de la tutela, que la misma sea  interpuesta,    en    principio,    dentro    de    un    plazo    razonable   y  proporcionado”.27   

Incluso, la Corte ha indicado que en el caso  de  las acciones de tutela contra providencias judiciales, el análisis sobre la  inmediatez  debe  ser  más estricto. En la sentencia T-1140 de 200528 se expuso al  respecto:   

“De  lo  anterior, puede inferirse que la  razonabilidad  del  término  de  interposición  de  la  acción de tutela debe  estudiarse   en  cada  caso  concreto.  Sin  embargo,  tratándose  de  procesos  judiciales  y  de  providencias  ejecutoriadas, el juicio sobre la razonabilidad  del  término  ha  de  ser  riguroso  en comparación con los otros casos que se  llevan  ante la justicia constitucional. En efecto, en este caso debe analizarse  las  posibilidades  de  defensa  en el mismo proceso judicial, la diligencia del  accionante  en el mismo, y los posibles derechos de terceros que se han generado  por el paso del tiempo.”   

Ahora bien, cuando se dice que debe haber una  mayor  atención  al  análisis  de  la  inmediatez  de  la tutela que va contra  decisiones  judiciales,  se  alude  a  que  debe efectuarse una verificación de  factores  adicionales  a  la  sola  finalidad  de  la  acción,  tales  como las  consecuencias  que  genera  la inacción del demandante de cara a la afectación  de  los  derechos de terceras personas, y a la caducidad de las vías judiciales  ordinarias29.  En esta dirección la Corte ha indicado que para determinar si la  tutela  se  interpuso  o  no  dentro  de  un  término  razonable,  el juez debe  constatar:  1)  si  existe  un motivo válido para la  inactividad  de los accionantes; 2) si esta inactividad injustificada vulnera el  núcleo  esencial de los derechos de terceros afectados con la decisión y 3) si  existe  un  nexo  causal  entre  el  ejercicio  inoportuno  de  la  acción y la  vulneración  de  los  derechos de los interesados.”  30   

Con  todo,  la  jurisprudencia  ha dicho que  puede  resultar  admisible  que transcurra un extenso espacio de tiempo entre el  hecho  que  genera  la  vulneración  y la presentación de la acción de tutela  bajo  dos  circunstancias  específicas: Cuando se demuestra que la vulneración  es       permanente      en      el      tiempo31   y  cuando  se  pueda  establecer  que  “…  la  especial  situación  de  aquella  persona  a  quien  se  le  han  vulnerado  sus  derechos fundamentales,  convierte  en  desproporcionado  el hecho de adjudicarle la carga de acudir a un  juez;  por  ejemplo el estado de indefensión, interdicción, abandono, minoría  de   edad,  incapacidad  física,  entre  otros”.32   En  este  sentido  en  sentencia         T-055        de        200833 se dijo:   

De este modo, para que, no obstante que haya  transcurrido  un  tiempo  prolongado desde la ocurrencia del hecho lesivo, pueda  resultar  procedente  la  acción  de  tutela, se requiere que la afectación de  derechos  fundamentales  que  se  busca  subsanar  sea actual, que es uno de los  factores que se argumenta por el actor en el presente caso.   

La   jurisprudencia   constitucional   ha  señalado  que  para  que se mantenga la actualidad del daño, es preciso acudir  de  manera  oportuna  a  la  acción  de tutela, porque lo contrario podría dar  lugar  a  un hecho consumado no susceptible de amparo constitucional, o a que se  desvirtúe la afectación de derechos fundamentales.   

Como   se   ha   dicho,   tratándose  de  providencias  judiciales  el  anterior  aserto  tiene  particular relevancia, en  virtud  de la presunción de legalidad y acierto de la que están revestidas las  sentencias  judiciales  una  vez ejecutoriadas, al punto que sólo de manera muy  excepcional  pueden  controvertirse  por la vía de la acción de tutela, cuando  se  cumplan  los  estrictos  y precisos presupuestos que se han establecido para  ello,   y  entre  los  cuales  se  cuenta  precisamente  el  de  la  inmediatez.   

De este modo, cuando sin que exista razón  que  lo  justifique, una persona deja pasar el tiempo sin acudir a la acción de  tutela  para  cuestionar  una  providencia  judicial que considera lesiva de sus  derechos  fundamentales,  su  propia  inactividad  conduce  a  que se afiance la  presunción  de  legitimidad  que ampara a tales providencias, de manera que los  efectos  lesivos  que considera se derivan de ellas no podrían, hacia adelante,  atribuirse  a  una  actuación  contraria  a la Constitución, sino que deberán  tenerse   como   la   consecuencia   legítima  de  una  decisión  judicial  en  firme.   

En  otras  palabras,  cuando  una  persona  considere  que un fallo judicial es equivocado, y con mayor razón si estima que  es  contrario a sus derechos fundamentales, debe acudir de manera oportuna a las  instancias  que  el  ordenamiento  haya  previsto  para  impugnar  la decisión,  incluida  la  acción  de tutela. Si no lo hace así, la eventual afectación de  sus  derechos que en el futuro pueda señalarse como una consecuencia del fallo,  no   podrá   ser  considerada  como  una  violación  actual  de  sus  derechos  fundamentales,  sino  como  la consecuencia legitima de una providencia judicial  en firme.   

En  ese  orden,  con el fin de reafirmar lo  expuesto,  cabe  recordar  lo  manifestado  en  sentencia  T-519  de julio 7 del  200634:   

“En  efecto,  la permisión del paso del  tiempo  hace  presumir  que  el  actor  de la tutela no se ha sentido abatido en  grado  tal  que  haya  sido  imposible  continuar  conviviendo con la amenaza de  vulneración  o la vulneración y que, en esa medida, o bien no existe perjuicio  u  otros  medios  existentes  en  el ordenamiento jurídico, los cuales toman un  tiempo  razonable pero mayor que la tutela, serán los idóneos para conocer del  caso.”            

Es  preciso entonces, como se dijo, en cada  caso  concreto, el análisis de la inmediatez dentro de la cual se haya ejercido  la   acción  de  tutela,  o  verificar  la  existencia  de  alguna  motivación  importante  que permita establecer por qué no se actuó con la prontitud que el  caso  en particular requiere; en el evento de no concurrir dicha razón, el Juez  de tutela se encontraría facultado para denegar el amparo.   

5.   Caso  concreto.   Requisito  de  inmediatez de la acción.   

En  el  presente caso se impugna por vía de  acción  de tutela el fallo en virtud del cual la Sala de Decisión del Tribunal  Contencioso  Administrativo  de  Antioquia,  avaló la decisión adoptada por la  Fiscalía  General  de  la Nación de desvincular de dicha institución al actor  mediante  acto  sin  motivar.   Ahora  bien,  partiendo  de  la base que la  decisión   atacada   obedece   a   una  providencia  judicial,  conforme  a  la  jurisprudencia  referida,  los  hechos  y las pruebas obrantes en el proceso, la  Sala  evaluará  el  presente asunto a fin de determinar si existen o no motivos  para   la   protección   de   los   derechos  fundamentales  invocados  por  el  actor.   

En ese orden de ideas, encuentra la Corte que  el  señor  Velázquez  Gallo  interpuso  la presente acción de tutela hasta el  día      08      de      julio      de     200835,   con   el  propósito  de  invalidar  la  providencia  del  02  de  mayo  de 2006, proferida por la Sala de  Decisión  del  Tribunal  Contencioso  Administrativo  de Antioquia, que como se  sabe,  fue  desfavorable  a  sus  intereses, contra la cual interpuso recurso de  apelación,  el  cual  fue  negado  mediante  providencia del 13 de diciembre de  2006,  siendo  ésta la última actuación que reposa en el proceso de nulidad y  restablecimiento del derecho, iniciado por el accionante.   

En  ese  orden  de  ideas, se destaca que el  actor  presentó  la  acción de tutela un (1) año y seis (6) meses después de  dictado  el  último acto judicial que considera lesivo de sus derechos, sin que  exista  en  el  expediente razón o causa válida que justifique la demora en el  ejercicio de la acción de amparo constitucional.   

Como  ya se ha mencionado, en casos como el  presente  el  juez  debe  evaluar las razones aportadas por la parte actora para  justificar  su  inacción.  Estas razones podrían ser suficientes para entender  justificada  la tardanza siempre que se refirieran, por ejemplo, a la existencia  de  sucesos de fuerza mayor o caso fortuito, o a la imposibilidad absoluta de la  parte    afectada    de    ejercer    sus    propios    derechos    –  por  ejemplo,  por  tratarse  de  una  persona  mentalmente  discapacitada  y  en situación de indigencia –  o con la ocurrencia de un hecho nuevo  que  justifique  la  acción  o,  finalmente,  con  la urgencia de satisfacer de  inmediato  las  necesidades  vitales  mínimas  de  la  parte  actora amenazadas  directamente  por  un  fallo  judicial  evidentemente injusto y arbitrario. Todo  esto   podría,  como  lo  ha  sostenido  la  Corte36,      justificar      la  interposición de la tutela fuera de un plazo razonable.   

Sin  embargo, la mera inacción de la parte  afectada,   por   desidia,  desinterés  o  cualquier  otra  consideración,  no  justifica  la  afectación  del  principio  de seguridad jurídica y del derecho  fundamental  de  acceso  a la administración de justicia, que se produce cuando  se  afecta una decisión judicial adoptada, años antes, por el juez competente.  En  estos  casos,  si  la  persona  interesada dejó, por su propia voluntad, de  acudir  a  los medios de defensa que tenía a su alcance para proteger de manera  inmediata  el derecho vulnerado o amenazado, debe asumir las consecuencias de su  inacción.   

En ese orden de ideas, podría pensarse que  el  actor  no  se  ha  visto  abatido  por la decisión adoptada por el Tribunal  accionado,  en  la  medida  que con su inacción ha demostrado que no le ha sido  imposible  continuar  conviviendo  con la eventual amenaza o vulneración de sus  derechos  fundamentales,  de  donde se puede inferir, que no existe un perjuicio  que  afecte  sus  derechos  fundamentales,  sino  como  una  simple consecuencia  legítima de la decisión judicial en firme.   

Así  pues, dado que en el presente caso no  existe  la menor noticia sobre la ocurrencia de un suceso de fuerza mayor o caso  fortuito;  o  sobre  la  incapacidad  del  actor  para  ejercer oportunamente la  defensa  de sus derechos; o sobre la existencia de una amenaza grave e inminente  que   resulte   urgente   conjurar  de  manera  inmediata  mediante  la  acción  interpuesta;   o,  sobre  la  ocurrencia  de  un  hecho  completamente  nuevo  y  sorpresivo  que hubiere cambiado drásticamente las circunstancias previas y que  justifique  la  tardanza  en  el  ejercicio  de  los derechos, no puede la Corte  adoptar  una decisión distinta a la de denegar la acción debido a la inacción  oportuna  del  actor,  esto  es,  por  el  incumplimiento  del presupuesto de la  inmediatez.   

No sobra destacar que el propio accionante es  abogado  y fue el mismo quien presentó la demanda de nulidad y restablecimiento  del  derecho  en contra del acto no motivado, que conllevó a su desvinculación  de  la  Fiscalía  General  de  la  Nación,  quien  además fungió como Fiscal  Delegado  ante  los  Jueces  Regionales  y ocupó otros cargos al interior de la  mencionada  institución,  lo  que  lo  califica como una persona conocedora del  derecho  y  de  las consecuencias jurídicas que conlleva en el ámbito judicial  sus  acciones  u  omisiones.   Por  tanto, no es dable que ahora en sede de  tutela  se pretenda cuestionar la misma después de haber dejado pasar un tiempo  prudente  entre  su  última  actuación  y  la  acción  constitucional  que se  estudia.   

En   conclusión,   siguiendo   la  línea  jurisprudencial     reseñada     en     la    parte    dogmática    de    esta  providencia,  se  encuentra  que   en   el   asunto   bajo   estudio:  1)  no  se  evidencia una justa causa que explique los motivos por  los  cuales  el  peticionario  no  acudió  a  la  acción  de  tutela de manera  oportuna,  dentro de un término razonable, prudencial y adecuado, ni se infiere  la  ocurrencia  de  hechos  nuevos  que  impongan la protección de los derechos  fundamentales  invocados; 2) la inactividad no involucra el derecho de terceros,  pues  sólo  a  quien  interesa  interponer  la  acción  es  al  señor  Arturo  Velázquez  Gallo  y; 3) no existe una relación de causalidad entre la falta de  interposición  oportuna  de  la  acción, en la medida de que se desconocen los  motivos  de  inactividad,  y  la  presunta  vulneración  de  los  derechos  del  actor.   

Por  todo lo anterior, concluye la Corte que  ante  el  incumplimiento  del  accionante  del  deber  de  actuar prontamente en  procura  de  asegurar  la  estabilidad del orden jurídico, no pueden protegerse  los  derechos  fundamentales  invocados  por  el  actor.  Por  estas  exclusivas  razones,  y  sin  que sean necesarias disertaciones adicionales, se denegará la  solicitud de amparo interpuesta.   

Dado  a  que  el  juez  de instancia en esta  oportunidad  de  manera  imprecisa decidió rechazar37  la  acción  de  tutela, la  Sala  revocará tal determinación para en su lugar denegar la misma, conforme a  las razones expuestas.   

V.   DECISIÓN    

En mérito de lo expuesto, la Sala Novena de  Revisión  de  Tutelas  de  la  Corte  Constitucional, administrando justicia en  nombre  del  pueblo  y  por  mandato  de la Constitución Política,     

Primero.- REVOCAR la  sentencia  proferida  por  la  Sección  Cuarta  de  la  Sala  de lo Contencioso  Administrativo  del  Consejo  de  Estado,  que  resolvió rechazar la acción de  tutela   en   el   proceso  de  la  referencia,  y  en  su  lugar,  DENEGAR  la  tutela interpuesta por Arturo  Velázquez  Gallo  contra  la  Fiscalía  General  de  la  Nación  y la Sala de  Decisión del Tribunal Contencioso Administrativo de Antioquia.   

Segundo.   Por  secretaría  General  líbrese  la comunicación prevista en el artículo 36 del  Decreto 2591 de 1991.    

Notifíquese,  comuníquese, publíquese en  la Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase.   

CLARA INÉS VARGAS HERNÁNDEZ  

Magistrada Ponente  

JAIME ARAÚJO RENTERÍA  

Magistrado  

CLARA  ELENA  REALES  GUTIÉRREZ   

Magistrada (e)  

MARTHA VICTORIA SACHICA  MENDEZ   

Secretaria  General   

    

1 MP.  José Gregorio Hernández Galindo.   

2 MP.  Eduardo Cifuentes Muñoz.   

3   Ver sentencia T-008 de 1998.   

4  Al  respecto      pueden      consultarse      las      sentencias     T–441,           T–462,           T–589       y       T–949 de 2003.   

5   M.P. Eduardo Montealegre Lynett   

6   Sentencia T-1031 de 2001, argumento jurídico número 6.   

7   Sobre  el  papel actual que juega el juez en un Estado Social de Derecho véanse  las  sentencias C-037/00 M.P. Vladimiro Naranjo Mesa,  C-366/00 y SU-846/00  M.P. Alfredo Beltrán Sierra.   

8 M.P.  Jaime  Córdoba  Triviño.  La  Sentencia  C-590/05  encontró  contraria  a  la  Constitución       la      expresión      “ni  acción”   incluida  en el artículo 185 de la  Ley  906  de  2004, Código de Procedimiento Penal, pues implicaba la exclusión  de  la  procedencia de la acción de tutela contra sentencias de casación de la  Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Penal.   

9   Sentencia 173/93.   

10  Sentencia T-504/00.   

11 Ver  entre otras la reciente Sentencia T-315/05   

12  Sentencias T-008/98 y SU-159/2000   

13  Sentencia T-658-98   

14  Sentencias T-088-99 y SU-1219-01   

15     Sentencia  T-522/01  M.P.  Manuel  José Cepeda  Espinosa   

16   Cfr.  Sentencias  T-462/03;  SU-1184/01;  T-1625/00 y   T-1031/01.   

17  Cfr.  Sentencias  T-  01  y   T-  418  de  1992,  T-392  de 1994, T- 575 de  2002.    

18  Sentencia  T-900 de 2004, M.P. Jaime Córdoba Triviño, reiterada  por esta  Sala  en  sentencias   T-  541,  T-  675  y  T-  678  todas  de 2006, entre  otras..   

19  Sentencia T- 678 de 2006., M.P. Clara Inés Vargas Hernández.   

20  M.P. José Gregorio Hernández Galindo   

21  M.P. Vladimiro Naranjo Mesa.   

22  M.P. Jaime Córdoba Triviño   

24  Sentencia 541 de 2006, M.P. Clara Inés Vargas Hernández.   

25  Ibídem.   

26  Sentencia 730 de 2003, M.P. Jaime Córdoba Triviño.   

27  Sentencia  T-315  de  2005 , M.P. Jaime Córdoba Triviño, reiterada entre otras  en la T-541 de 2006.   

28  M.P. Marco Gerardo Monroy Cabra.   

29 En  sentencia T-1229 de 2000 se recoge esta línea de jurisprudencia.   

30  Sentencia T-173 de 2002 M.P. Marco Gerardo Monroy Cabra.   

31  Ver, por ejemplo la Sentencia T- 1110 de 2005, entre otras.   

32  Sentencia T-158 de 2006   

33 MP.  Rodrigo Escobar Gil.   

34 MP.  Marco Gerardo Monroy Cabra   

35 A  folio   7  del  expediente  reposa  el  sello  de  recibido  de  la  demanda  de  tutela.   

36  Cfr.  Sentencia  T-315  de  2005.   

37 En  esta  oportunidad  no se configuró ninguna de las causales taxativas de rechazo  contenidas   en   el   decreto  2591  de  1991:  Art.  17.       Inciso       1°:       “Corrección  de la solicitud. Si no pudiere determinarse el hecho o  la  razón  que  motiva la solicitud de tutela se prevendrá al solicitante para  que  la  corrija  en  el  término  de tres días los cuales deberán señalarse  concretamente  en  la  correspondiente  providencia.  Si  no  la  corrigiere, la  solicitud  podrá  ser rechazada de plano”. (…) Art.  38.    Inciso   1°:   “Cuando,   sin   motivo  expresamente  justificado,  la  misma  acción  de  tutela sea presentada por la  misma   persona   o  su  representante  ante  varios  jueces  o  tribunales,  se  rechazarán o decidirán desfavorablemente todas las solicitudes”.     

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