C-134-09

    Sentencia C-134-09  

(Bogotá DC, febrero 25)  

Referencia:  Expediente No. D-7371   

Demanda  de  inconstitucionalidad:  de  los  artículos  87 (parcial) y 111 (parcial) del Decreto-ley  356  de  1994  “por el cual se expide el estatuto de  vigilancia y seguridad privada”.   

Demandante:  Miguel  Andrés Ariza Abril.   

Magistrado  Ponente:  Mauricio González Cuervo.   

I. ANTECEDENTES.  

1. Norma demandada.  

El demandante solicita la inexequilidad de las  siguientes                   normas1   (los   apartes  demandados,  subrayados):   

DECRETO 356 DE 1994  

(febrero 11)  

“Por el cual se  expide el Estatuto de Vigilancia y Seguridad Privada”.   

El  Presidente de la República de Colombia,  en  ejercicio de las facultades extraordinarias conferidas por el literal j) del  artículo         1º         de         la        Ley 61 de 1993, y oído el  concepto  de  la  Comisión  Parlamentaria  de  que trata el artículo 2º de la  misma Ley,   

DECRETA:  

(…)  

ARTICULO  87. CREDENCIAL DE IDENTIFICACIÓN.  El  personal  de  los servicios de vigilancia y seguridad privada, portará para  su  identificación  personal una credencial expedida por la Superintendencia de  Vigilancia   y   Seguridad   Privada,  cuyo  valor  y  especificaciones  será  determinado  por esa entidad y  se expedirá por el término de un (1) año.   

 Dicha credencial será solicitada por cada  servicio   de   vigilancia  y  seguridad  privada  para  el  personal  directivo  vigilante, escolta y tripulante.   

   

La solicitud de credencial de identificación  implica  que  el  respectivo  servicio  de  vigilancia  y  seguridad privada, ha  verificado  la  idoneidad  del  personal  para desempeñar las funciones para la  cual solicita la credencial.   

   

Para  obtener la credencial el representante  legal  deberá  enviar  solicitud  escrita a la Superintendencia de Vigilancia y  Seguridad  Privada, adjuntando el certificado de capacitación respectivo según  la  modalidad  en la que se desempeñará y de idoneidad para el manejo y uso de  armas.   

   

PARÁGRAFO  1o.  En  caso  de pérdida de la  credencial  imputable  al  personal  de  vigilancia  su  costo será asumido por  éste.   

   

PARÁGRAFO   2o.  La  Superintendencia  de  Vigilancia  y Seguridad Privada exigirá el certificado de capacitación y el de  idoneidad  para  el  manejo  y  uso  de armas, sesenta (60) días después de la  expedición   de   este   Decreto,   al   personal   que   solicite   o  renueve  credencial.   

(…)  

ARTICULO    111.   PAGOS.   Las  sumas  por concepto de credenciales, licencias y multas serán  establecidas  por  resolución por la Superintendencia de Vigilancia y Seguridad  Privada  y depositadas por los servicios de vigilancia  y seguridad privada en la Dirección General del Tesoro.   

2. Demanda.  

El  demandante basa la inexequibilidad de las  disposiciones  demandadas  de  los  artículos  87 -parcial- y 111 -parcial- del  Decreto  Ley  356  de 1994, en la vulneración de los artículos 150.10 y 338 de  la Constitución Política.   

2.1.  Violación del artículo 150 numeral 10  de la Constitución Política.   

Los temas contenidos en las normas demandadas  hacen  referencia  a  los  elementos del impuesto (sujeto activo, sujeto pasivo,  hecho  y base gravable, tarifa) y no son susceptibles de regulación por vía de  facultades  extraordinarias, pues la Constitución Política – el artículo 150,  numeral  10  – prohíbe conferirlas para “decretar impuestos”. Por tanto, al  exceder  el  alcance  constitucional  de  las  facultades  extraordinarias,  son  inconstitucionales.   

2.2.  Violación  del  artículo  338  de  la  Constitución Política   

Aun si se admitiera estar en presencia de una  contribución   legalmente   decretada,   las   expresiones  demandadas  serían  inconstitucionales  al  no  fijar  en  la  norma  con  fuerza de ley los sujetos  activos  y  pasivos,  así  como  los  hechos y bases gravables y los métodos y  sistemas  para determinar las tarifas por parte de las autoridades respectivas –  atendiendo  a los costos de prestación de los servicios o a los beneficios para  los  contribuyentes,  y  la  forma  legal  de distribuirlos -, como lo ordena el  articulo  338  Superior.  Las  normas impugnadas no prevén estos elementos: los  hechos  gravables  y  materia  imponible  son  de  tal  vaguedad,  que no pueden  considerarse  que  estén  determinados;  y  de las normas acusadas no se colige  criterio objetivo  alguno de fijación de las tarifas.   

El  Presidente  de  la  República  no  puede  delegar  lo delegado por el Congreso de la República, y menos aún encomendarlo  a  la  Superintendencia de Vigilancia y Seguridad Privada, sin señalarle algún  tipo  de  sistema  y  método  para definir los costos por la expedición de las  credenciales, licencias y multas ni la manera de hacer su reparto.   

3. Intervenciones.  

3.1.     Ministerio     de     Defensa  Nacional.   

La  apoderada  del  Ministerio  de  Defensa  Nacional  intervino  en el presente proceso, solicitando a la Corte no   acceder   a   las   pretensiones   del  actor  y  declarar  la  exequibilidad  de  los  artículos  87 (parcial) y 111  (parcial) del Decreto-ley 356 de 1994.   

Inicia   el   análisis   comentando   los  antecedentes  del mismo, en especial la ley de facultades No. 61 de 1993, la que  otorgó  al  Presidente  de  la República la atribución de regular una materia  como  la  vigilancia  y  la  seguridad privada, tal y como lo hizo a través del  decreto  356 de 1994, y al expedir la norma habilitante el legislador se ajustó  a  los  requisitos da temporalidad y precisión exigidos por el artículo 150-10  de la Carta.   

Manifiesta  que  al expedir el decreto 356 de  1994,  el  Presidente  de  la  República  se ajustó al marco de las facultades  señaladas  en  la  ley  61  de 1993, que le autorizaba para dictar normas sobre  armas,  municiones  y  explosivos,  y para reglamentar la vigilancia y seguridad  privada,    sin    que   al   hacerlo   invadiera   órbitas   que   le   están  constitucionalmente vedadas.   

Recuerda   que   esta  Corporación  se  ha  pronunciado  de  fondo  respecto de algunas disposiciones del Decreto Ley 356 de  1994,  mencionando  entre  ella  las  sentencias  C-572  de  1997, M.P.  Jorge  Arango  Mejía  y  Alejandro  Martínez  donde  la Corte declaró la exequibilidad del numeral 4 del artículo  4o,  y  los  artículos 23, 24, 25, 26, 27, 28, 29, 40, 41, 42, 43, 44, 45 y 46,  también  en  dicha  providencia  se  declaró  exequible  el  artículo  39 del  mencionado  decreto,  salvo  el  parágrafo del mismo artículo, que se declaró  inexequible;  C-199  de  2001  M.P.  Gil  la  Corte  que declaró exequibles los  artículos  67, 68, 69. 70, 71 y 72 del 356 da 1994 por los cargos formulados en  la  demanda;  C-760  de  2002  M.P.  Clara Inés Vargas Hernández, que declaró  exequible  el  artículo  82  del  Decreto Ley 356 de 1994, que se refiere a las  tarifas  que se establezcan para la prestación de los servicios de vigilancia y  seguridad  privada  y  la  sentencia  C  -186  de  2003  M.P. Clara Inés Vargas  Hernández  que declaró exequibles el literal j) del artículo 1° de la Ley 61  de  1993,  y del Decreto Ley 356 de 1994, sólo en relación con el cargo global  analizado  en  esa  providencia consistente en acusar al legislativo de conferir  al   ejecutivo   facultades   para   expedir   un  código,  naturaleza  que  no  correspondía   a   las   normas  expedidas  mediante  el  Decreto  Ley  citado.   

Precisa  que  el valor de las credenciales es  una  tasa  y  que  no  se opone a la Constitución que la tarifa de la misma sea  fijada  por la administración como lo pretende el demandante, pues la exigencia  de  fijar  métodos  y  sistemas se refiere es a los impuestos y resalta que los  cobros  exigidos  en  los  artículos 87 y 111 del Decreto 356 de 1994 “no son  ingresos tributarios”.   

Concluye  que  no  se  observa contradicción  alguna  entre  las  normas  atacadas  y  los artículos 150-10 y 338 de la Carta  Política.   

3.2.   Instituto   Colombiano   de  Derecho  Tributario.   

El  concepto  presentado  por  el  Instituto  Colombiano  de  Derecho  Tributario  considera  que  las  normas  demandadas son  inexequibles.   

Para  fundamentar  su  criterio,  empieza por  establecer  que  el  punto en discusión es si el monto o valor que debe pagarse  por  la  expedición  de  credenciales  por  parte  de  la  Superintendencia  de  Vigilancia  y  Seguridad  Privada  constituye  una  tasa,  que podía crearse en  ejercicio  de  facultades  extraordinarias  y  si,  además,  es  posible que se  atribuyera   a   dicha   entidad  la  facultad  de  señalar  la  tarifa  de  la  misma.   

Descarta  que  se  trate  de  un  impuesto  o  contribución,  pues  se  trata  del  valor  que  debe  pagar  un particular que  solicita  la  expedición de la credencial que identifica al personal que presta  servicios de vigilancia y seguridad privada.   

Precisa   que   el   artículo  338  de  la  Constitución  Política,  admite  que  las autoridades fijen las tarifas de las  tasas  que  se  cobren a los contribuyentes, como recuperación de los costos de  los  servicios  que  les  presten  o  participación  en  los beneficios que les  proporcionen,  pero  exige que la ley, las ordenanzas o los acuerdos, determinen  el  sistema  y  método  para  establecer tanto los costos y beneficios, como la  forma de hacer su reparto.   

Siguiendo el análisis, estima que conferir a  la  Superintendencia de Vigilancia y Seguridad Privada la facultad de determinar  el  valor  de  las credenciales, señalando directamente el método y el sistema  que  le permita determinar los costos de expedición de las mismas y la forma de  hacer  su  reparto,  corresponde  a  una  ley expedida por el Congreso y no a un  decreto proferido en uso de facultades extraordinarias.   

Concluye  que  “En  ausencia  de  una ley que creara la tasa y autorizara su cobro de acuerdo con un  método  y  un  sistema  señalado  por  la  propia  ley,  las normas demandadas  resultan   inconstitucionales   por   violación   del   artículo   338  de  la  Constitución Política”.   

4.  Concepto  del  Procurador  General  de la  Nación.   

El  Procurador  General  de  la  Nación, en  concepto  número  4617 del  22  de  septiembre  de  2008,  solicita  a  la Corte Constitucional declarar    INEXEQUIBLES    las  palabras  “valor”  y  “credenciales”  contenidas en los  artículos 87 y 111 del Decreto Ley No. 356 de 1994.   

Estima   la   vista   fiscal  que   ,  si  bien  en  ocasiones  se  confunden  los  conceptos de  impuesto  y  tasa,  es evidente que el tributo a que se  refieren  los  artículos  87  y  111  del Decreto-Ley 356 de 1994, “es     una     tasa”,   pues   reviste  las  características  propias  de esta modalidad tributaria, en tanto quienes deben sufragarla son los  particulares  que  solicitan  al  Estado  la expedición de credenciales para el  personal    vinculado    a    los    servicios   de   vigilancia   y   seguridad  privada.   

Establece   que,   en   tanto“las   disposiciones   acusadas   establecen  una  tasa  que  debe  sufragarse  por los particulares, para la cual el establecimiento de la tarifa y  la  forma  de  reparto  fue  delegada  por  el  legislador  extraordinario  a la  Superintendencia  de  Vigilancia  y  Seguridad  Privada, es pertinente seguir el  criterio  jurisprudencial,  según  el  cual,  en  virtud  de  los principios de  reserva  legal  para  el  establecimiento de los tributos y de la separación de  los  poderes  públicos,  es el legislador quien debe fijar el sistema a través  del  cual  se  establece  su  régimen  tarifario  y  el método y forma para su  reparto,  en  consideración  a  los  beneficios  que reciben los particulares a  quienes  la  norma tiene como destinatarios, ello a efecto de que dicha función  y  cobro  no  queden  al  arbitrio  de la autoridad pública, con la consecuente  desnaturalización  o desconocimiento de los referidos principios (artículo 338  de la Constitución Política)”   

Recuerda  que sobre  este  aspecto,  en  la  Sentencia  C-1371  de  20002   la   Corte   Constitucional  señaló    que    la    facultad   impositiva   del   legislador   “comprende,  igualmente,  la materia de las tarifas de las tasas y  contribuciones   que   las   autoridades   cobren  a  los  contribuyentes,  como  recuperación   de   los  costos  de  los  servicios  que  les  presten  o  como  participación   en   los   beneficios  que  les  proporcionen.  En  este  caso,  corresponde  al  legislador,  a  las  asambleas  o a los concejos, según sea el  caso,  fijar el sistema y el método para definir tales costos y beneficios y la  forma de hacer su reparto (C.P., art. 338)”.   

Estima además que la argumentación del cargo  se  halla  referida  sólo  a  las  tarifas  relacionadas  con  las credenciales  expedidas  por la Superintendencia de Vigilancia y Seguridad Privada, y no a las  licencias  y  multas  a  que  se refiere el aparte acusado del artículo 111, en  cuanto:       “(I)      tales      –licencias y multas- no hacen parte del  género  de  los  tributos;  y,  (II)  su  fijación se regula por ordenamientos  especiales,  el  cargo  propuesto  no puede hacerse extensivo a la totalidad del  segmento  acusado”.  Manifiesta al respecto que, como  lo  expuso en una ocasión anterior “las licencias de  funcionamiento  y  el  régimen de sanciones dependen de las funciones públicas  de  inspección,  vigilancia  y  control,  que  se  apoyan  a  su  vez en normas  administrativas que tienen su base en el código de la materia”   

Igualmente  señala  que no se observa que la  expresión      “especificaciones”  del  artículo  87, demandado, vulnere el Ordenamiento Superior al  otorgar  a  la  Superintendencia  de  Vigilancia y Seguridad Privada la facultad  para  fijar las especificaciones de la credencial, porque se trata de un aspecto  técnico que puede ser delimitado por la autoridad administrativa.   

II. CONSIDERACIONES.  

1. Competencia.  

Por   dirigirse   la   demanda  contra  una  disposición  que forma parte de una normatividad con fuerza de ley, corresponde  a   la   Corte   Constitucional  decidir  su  constitucionalidad  (el  artículo  241-53, Constitución Política).   

2. Cuestión de constitucionalidad.  

2.1.  La  demanda  en  cuestión  sugiere dos  problemas   de   constitucionalidad:  (i)  puede  el  legislador  extraordinario  (Decreto  Ley  365/94,  art 87) establecer  el  cobro  de  credenciales, licencias y multas a los servicios de  vigilancia   y  seguridad  privada?  (ii)  Puede  el  legislador  extraordinario  facultar     a     la  Superintendencia  de  Vigilancia  y Seguridad Privada para determinar el valor y  las  sumas  por  concepto de tales credenciales, licencias y multas (Decreto Ley  365/94, arts 87 y 111)?   

2.2.  Para  decidir  lo  anterior,  la  Corte  analizará:  (i)  la  naturaleza  tributaria  o  no  tributaria  del valor de la  credenciales,  licencias  y  multas  en cuestión; (ii) la titularidad del poder  tributario  de  la Nación; (iii) el principio de legalidad de los tributos y la  fijación  de  las  tarifas  de  tasas  y contribuciones. Finalmente, concluirá  respecto de la demanda planteada.   

3.  Naturaleza  jurídica  de  los cobros por  concepto de “credenciales”, “licencias” y “multas”.   

3.1. El Estado exige cargas económicas a los  particulares   en   función   de   la   realización   de   sus   cometidos  y,  específicamente,  prestaciones avaluables en dinero como medio financiero de la  actividad    estatal.   Así,   en   términos   generales,   son   tributos   las  prestaciones  pecuniarias  establecidas  por  la  autoridad  estatal,  en ejercicio de su poder de imperio,  para  el  cumplimiento  de  sus  fines.  Los  tributos  consisten  en impuestos,  contribuciones  y tasas (como se desprende del artículo 338 de la Constitución  Política),  según  la  intensidad  del  poder  de  coacción  y  el  deber  de  contribución implícito en cada modalidad.   

3.2.  La doctrina ha fijado los elementos que  deben   concurrir   en   un   tributo   para   ser  definido  como  tasa,  así:  (i)  prestación  tributaria  establecida  por  norma  legal  o  con  fundamento en ella; (ii) titularidad del  Estado,  directa  o  indirecta;  (iii) cuantificación referenciada al costo del  servicio  o  del  bien de que se trate; (iv) relación directa del contribuyente  con  una actividad de interés público o un bien de dominio público, a través  de  su solicitud4.   

3.3. En Sentencia      C-475     de     20045  la  Corte  señaló  algunos  criterios  relativos a las tasas: (i) el Estado puede trasladar a los ciudadanos  el  costo de prestar determinados servicios mediante la fijación de tasas; (ii)  el  establecimiento  de  tasas  que  no consultan la capacidad económica de los  contribuyentes   contradice   la   Carta   Fundamental;  (iii)  las  autoridades  administrativas  pueden  fijar  las tarifas de tasas y contribuciones, a través  de  métodos  y  sistemas  claros  y  precisos.  Y  en   el fallo C-1171 de  20056,  la Corte refiere a las tasas con las siguientes características:  “constituyen  el  precio  que el Estado cobra por un  bien  o  servicio  y,  en  principio,  no  son  obligatorias,  toda  vez  que el  particular  tiene  la  opción  de  adquirir o no dicho bien o servicio, pero lo  cierto  es  que una vez se ha tomado la decisión de acceder al mismo, se genera  la  obligación  de  pagarla.  Su  finalidad  es  la de recuperar el costo de lo  ofrecido  y  el  precio que paga el usuario guarda una relación directa con los  beneficios derivados de ese bien o servicio (…).   

3.4.  Con base en los conceptos doctrinarias  y  jurisprudenciales, es preciso concluir que el valor  por  concepto  de  licencias y credenciales expedidas por la Superintendencia de  Vigilancia  y  Seguridad  Privada, previsto en el Decreto Ley 365 de 1994 (arts.  87   y   111)   corresponde   a  una  tasa.  En efecto, (i) se trata de una prestación pecuniaria exigida por  la  ley o con fundamento en ella, pues en las normas demandadas se alude al pago  de  las  “las  sumas” por  dichos  conceptos;  (ii)  se  halla  establecido  a favor de la Nación, como se  desprende    de    la   obligación   de   depósito   del   pago   “en  la  Dirección General del Tesoro”  fijada  en  el  artículo  111  del Decreto Ley mencionado; (iii) corresponde su  pago   a   las  empresas  de  servicios  de  vigilancia  y  seguridad  privadas,  interesadas  en  desarrollar este tipo de actividades de interés público, para  cuya    operación    deben    obtener    la    correspondiente    licencia   y,  consecuencialmente,  las credenciales respectivas; (iv) la obligación de asumir  el  valor  de  estas  licencias  y  credenciales  surge  de  la decisión de los  servicios  de  vigilancia  y  seguridad,  a partir de la solicitud de los mismos  interesados;  (v)  las  sumas  definidas  por  estos  conceptos  deben tener una  relación  costo beneficio con los bienes que se retribuyen al contribuyente. En  suma,  el  cobro  de  las  credenciales  de  identificación  y las licencias de  funcionamiento  y  renovación  de  empresas  de vigilancia y seguridad privada,  corresponde al concepto de tasa, como modalidad de tributo.    

3.5. La multa, en cambio, no participa de los  elementos  de  un  tributo. En lo relativo a su naturaleza, el artículo 27 del  Decreto  No.  111  de 1995 – normas orgánicas de presupuesto – prescribe que se  trata  de  un  ingreso  no  tributario.  Así  lo  ha  contemplado  también  la  jurisprudencia   de   la   Corte   al   precisar   que  “(…)   Las  multas  son  sanciones  pecuniarias que derivan del poder punitivo del Estado, por lo cual se  distinguen  nítidamente  de  las  contribuciones  fiscales y parafiscales, pues  estas   últimas   son  consecuencia  del  poder  impositivo  del  Estado.  Esta  diferencia  de naturaleza jurídica de estas figuras jurídicas se articula a la  diversidad  de  finalidades  de  las mismas. Así, una multa se establece con el  fin  de  prevenir  un  comportamiento  considerado  indeseable, mientras que una  contribución  es  un medio para financiar los gastos del Estado”.7   

4.     La     potestad     tributaria:  titularidad.   

4.1.  La  Constitución  Política  radica la  potestad  tributaria  en  los  cuerpos  representativos  de  elección  popular:  “En  tiempo  de  paz,  solamente  el  Congreso,  las  asambleas  departamentales  y  los  concejos  distritales  y municipales podrán  imponer    contribuciones    fiscales    o   parafiscales   (…)”  (Constitución  Política,  art.  338,  inciso  1). Tratándose de  tributos   del   orden  nacional,  corresponde  al  Congreso  de  la  República  “establecer   contribuciones    fiscales,   y  excepcionalmente,  contribuciones parafiscales (…)”  (Constitución Política, art. 150, numeral 12).   

4.2.    La    expresión    “contribuciones   fiscales”   ha   de  entenderse  en  un  sentido  lato,  como  sinónimo  del  concepto  genérico de  tributo,   fuente  de  los  denominados  ingresos  tributarios;  lo  mismo,  tratándose la voz impuesto, cuyo alcance  corresponde a  la  noción  de  tributo. En  ambos  casos,  la  Carta  Política  incurre  en  la impropiedad de confundir el  género   y   la   especie.   Pero   una   interpretación  sistemática  de  la  Constitución,   fundada  en  los  principios  de  legalidad  y  representación  (nullum tributum sine legge),  conduce  a  concluir  que  sólo a través de ley pueden establecerse impuestos,  tasas y contribuciones.   

4.3.  En  situaciones  extraordinarias,  el  Gobierno  Nacional  tiene  facultad  para  fijar  tributos a través de decretos  legislativos:   bajo   Estado   de   Conmoción  Interior,  puede  imponer   contribuciones   fiscales  o  parafiscales  (Constitución  Política,  art  213;  Ley  137  de  1994,  art.  38, literal l); y en Estado de  Emergencia,    establecer   o   modificar   tributos  (Constitución  Política,  art.  215). Así, durante los estados de excepción,  el  Gobierno  Nacional  es  titular  del  poder  impositivo que, ordinariamente,  corresponde al Congreso de la República.    

4.4.  No  ocurre  igual  con la habilitación  legislativa  de  que  puede  ser  objeto  el  Ejecutivo  nacional por el órgano  Legislativo.  Según  la  Constitución  Política, el Congreso de la República  puede  revestir  al  Presidente  de  la  República  de  facultades  precisas  y  temporales  –  hasta por seis meses – para expedir normas con fuerza de ley, mas  no    “para    decretar   impuestos”  (Constitución  Política,  art. artículo 150, numeral 10, inciso  final).  Al  respecto,  ha  dicho la Corte Constitucional, en sentencias 1040 de  1993        y       C-1067       de       20028:   

“  (…)  Este  artículo,  encuentra  su  fundamento  en  el principio de legalidad de los tributos, en virtud del cual no  hay  gravamen  sin  representación.  Por  esta  razón y en consonancia con los  mandatos  del  artículo  338 de la Carta, el concepto  ‘impuestos’ es utilizado en sentido amplio, vale  decir,  involucra  tasas  y  contribuciones,  pues  no  tendría  sentido alguno que se impidiera el traspaso de la facultad legislativa  de  imponer  impuestos y se dejare abierta una posible delegación con el objeto  de   crear   tasas   o   contribuciones”.   (C   40/93,   MP   Ciro   Angarita  barón)   

“   (…)  El  Congreso   no   puede  delegar  en  el  Gobierno  la  facultad  para  establecer  gravámenes;  la  excepción  a la regla general de la  determinación  de la tarifa por la ley, consistente en la posibilidad de que la  autoridad  pueda  fijarla,  es  de  aplicación  restrictiva  y sólo se predica  respecto  de  las  tasas y de las contribuciones; y en estos eventos la ley, las  ordenanzas  o  los  acuerdos  deben fijar en forma clara el método y el sistema  para su determinación. (…)”. (C 1067/02, MP Jaime Córdoba)   

4.5. Así, la norma constitucional prohíbe al  Legislador  investir  de  poder  tributario  al  Ejecutivo,  mediante una ley de  facultades  extraordinarias.  En  consecuencia,  no  puede  el Gobierno Nacional  decretar   impuestos,   tasas   o  contribuciones  a  través  del  Decreto-Ley.   

4.6. En el caso concreto, la ley de facultades  extraordinarias  (Ley  61  de  1993)  no  estableció  las tasas por concepto de  credenciales  y  licencias, imponibles a las empresas de servicios de vigilancia  y   seguridad   privadas.  Aludió  a  la  constitución,  a  las  licencias  de  funcionamiento  y  renovación,  y  en  general  al  régimen  del  servicio  de  vigilancia  y  seguridad privada, sin especificar los sujetos activos y pasivos,  ni  el  hecho  y  las  bases  gravables,  ni los parámetros para determinar las  tarifas9.  Fue  el  Decreto  Ley 356 de 1994, en sus artículos 87 y 111, la  norma     que     previó     la     existencia     de    dichas    tasas, lo que conduce a la inexequibilidad  del  cobro  autorizado  a la Superintendencia de Vigilancia y Seguridad Privada,  por  contravenir  el artículo 150.10 de la Constitución Política que prohíbe  decretar  tributos  por  la  vía  de  la  habilitación legislativa, esto es, a  través de decretos-leyes.   

5.   El   principio  de  legalidad  de  los  tributos.   

5.1.  El  artículo  338  de la Constitución  Política  afirma  el  principio de legalidad de los tributos al expresar, en el  inciso  primero:  (…) “La ley, las ordenanzas y los  acuerdos   deben   fijar,   directamente,  los  sujetos activos y pasivos, los hechos y las bases gravables,  y  las  tarifas  de  los impuestos (…)”.  Como  se expresó atrás (punto 4.2. de  ‘Consideraciones’),  esta regla de legalidad de los elementos del tributo se extiende  a los impuestos, las tasas y las contribuciones.   

5.2.  Por  excepción, tratándose de tasas y  contribuciones,   el   elemento  “tarifa”   de   estos  tributos  puede  ser  definido  por  la  autoridad  administrativa.   El  inciso  2  del  artículo  338  dice  que  “La   ley,   las  ordenanzas  y  los  acuerdos  pueden  permitir  que  las   autoridades   fijen   la   tarifa  de  las  tasas  y  contribuciones que cobren a los contribuyentes,  como   recuperación   de  los  costos  de  los  servicios  que  les  presten  o  participación en los beneficios que les proporcionen (…)”.   

5.3.  En gracia de discusión, aún si la ley  habilitante  –  y  no el Decreto Ley -hubiera establecido las tasas por concepto  de  licencias  y  credenciales, la autorización a la Superintendencia contenida  en  los  artículos  87  y  111  del  Decreto  356  de 1994 para cuantificarlos,  estaría    viciada    de    inconstitucionalidad,    al   omitir   “el    sistema”    y    “el  método” de cálculo de la tarifa.  Y  esto,  porque  la Constitución faculta al Legislador para fijar la tarifa de  las  tasas  y  contribuciones,  pero le exige reglar esa atribución, so pena de  inconstitucionalidad.   

6. Las multas.  

6.1. Visto que las multas no son tributos ni  los  recursos  percibidos  con  ellas  se  consideran recursos tributarios de la  Nación,  no  le  son aplicables las restricciones constitucionales previstas en  los  artículos  150.10  y 338 de la Constitución, en cuya vulneración se basa  la demanda.   

6.2. Las sentencia C-1052 de 2001 (M.P. Manuel  José  Cepeda  Espinosa)  y  C-1256  de 2001 (M.P. Rodrigo Uprimny Yepes), entre  otras  muchas,  puntualizan  lo  que  ha  entenderse  por  razones  claras,      ciertas,     específicas,         pertinentes       y      suficientes”10          así:  (i) Claras,  cuando  son  comprensibles y siguen un hilo conductor argumental, que permite al  lector  entender  el  contenido  de la demanda y las justificaciones que esgrime  el    ciudadano   en   contra   de   la   norma   que  acusa.  (ii)  Ciertas,  si  recaen  indudablemente  sobre  una  proposición  jurídica  real  y  existente;  es  decir, se refieren  verdaderamente  al  contenido  de la disposición acusada, y no hacen alusión a  otras  normas  vigentes  que  no  son  objeto  de  la  demanda  o a otras normas  simplemente    deducidas    por   el   actor.   (iii)  Específicas,  es decir, que reflejan de forma concreta  la  manera  como  la  disposición acusada vulnera la Carta, a fin de evidenciar  la   oposición  objetiva  que  se  alega entre el contenido de la ley y el  texto  de  la  Constitución. En ese orden de ideas, los argumentos “vagos,      indeterminados,      indirectos,     abstractos     y  globales”11  que  no se relacionan de manera concreta con las disposiciones que  se  acusan,  resultan  inadmisibles, porque impiden la confrontación propia del  juicio  de  constitucionalidad.  Además,  la especificidad de los motivos de la  violación  exige “la formulación de por lo menos un  cargo        constitucional        concreto”12,  en  contra  de  una  norma  demandada.     (iv)    Pertinentes,    lo  que  supone  que  las  razones  que se formulan en contra de una  norma  acusada,  deben ser de naturaleza constitucional, esto es, fundadas en la  apreciación  y  comparación del contenido de la norma Superior con el precepto  demandado,  y  no  en argumentos simplemente legales, doctrinarios, subjetivos o  fundados  en   consideraciones  de  conveniencia que son ajenas a un debate  constitucional.    Y    finalmente,   (v)  Suficientes, es  decir,  aquellas  razones  que incluyen todos los elementos de juicio necesarios  para  iniciar  el  estudio de constitucionalidad respecto del precepto objeto de  reproche  y  que  despiertan  una duda mínima sobre la constitucionalidad de la  norma                    impugnada13.   

6.3.   En  materia  de  multas  encuentra  la  Corte  que la demanda no  desarrolla  los  cargos  con  el alcance exigido en el artículo 2º del Decreto  2067  de  1991  y de la jurisprudencia de esta Corporación. Las razones en ella  expuestas  carecen de especificidad, pertinencia y suficiencia, por cuanto en el  libelo  no  se  exponen  claramente  las razones por las que la norma atacada es  inconstitucional,   al   limitarse  a  hacer  afirmaciones  generales  sobre  el  contenido  de  la misma. Los argumentos planteados, en relación con la presunta  trasgresión  de  normas  superiores,  se refieren a las características de los  tributos,   y   las  multas  no  hacen  parte  de  esta  categoría.   En   consecuencia  los  argumentos  planteados  no  revisten  un  carácter  constitucional,  de manera que la ineptitud  de  los  cargos  formulados impide a la Corte pronunciarse de fondo sobre ellos,  ante lo cual se declarará inhibida.   

En  este  punto la Corte observa que desde el  punto  de  vista  de  las  facultades  extraordinarias  era exequible (art. 1°,  literal  j),  Ley  61  de  1993),  pero no respecto del método y criterios para  establecer  su  valor.  No  obstante,  el actor no ha formulado materialmente un  cargo,  vale  decir,  una  acusación  de  inexequibilidad  susceptible  de  ser  analizada  y  evaluada  en  el  ejercicio  del  control  de  constitucionalidad.   

7. Conclusión.  

7.1. El Decreto Ley  356  de  1994  establece la obligación de obtener licencias de funcionamiento y  renovación   -artículo   3-   para   quienes  pretendan  desarrollar  acciones  relacionadas  con la vigilancia y seguridad privada; también prevé el porte de  credenciales  de identificación del personal de las empresas. En sus artículos  87  y 111, faculta a la Superintendencia del ramo para determinar el valor o las  sumas    de   tales   credenciales   y   licencias,   como   por   concepto   de  multas.   

7.2. Al expedir el Decreto Ley 356 de 1994, el  Gobierno  carecía de potestad para imponer pagos por concepto de credenciales y  licencias  de  funcionamiento,  esto es, de decretar tasas o tributos, por doble  razón:  (i)  porque  la  ley  habilitante  de  facultades  legislativas  no  lo  autorizó  para   establecerlas  –  Ley  61,  artículo  1,  literal  j  -,  excediendo  con  ello  las facultades legislativas otorgadas; (ii) y sobre todo,  porque  la  Constitución  Política – artículo 150.10 – prohíbe al Legislador  delegar  la  potestad tributaria, por la vía de las facultades extraordinarias,  en  el  Ejecutivo.  Sólo  durante  los estados de excepción, puede el Gobierno  Nacional decretar tributos.   

7.3.   También   amerita   reproche   de  constitucionalidad  el  que  la autorización dada a la autoridad administrativa  en  las  normas  demandadas,  para señalar el valor y las sumas por concepto de  credenciales  y  licencias,  carezca  del  marco  legal  que  debe acompañar la  fijación   de   las   tarifas   de  las  tasas  y  las  contribuciones  por  la  Administración.  Así, al ejercicio inconstitucional de la potestad tributaria,  a  través  de  un  Decreto-Ley,  se  suma  la  omisión en el señalamiento del  “sistema”,  el  “método”  y  la  “forma”  de cuantificación de las  tarifas  en función de sus costos y beneficios y del reparto de las mismas, con  desconocimiento del artículo 338 de la Constitución Política.   

7.5. Adicionalmente, acogiendo el criterio del  Procurador   General   de   la  Nación,  la  expresión  “especificaciones”  contenida  en  el aparte atacado del artículo 87 del Decreto ley 356 de 1994 no  merece  objeción  constitucional,  por  referirse  a un aspecto técnico que se  entiende    incluido    en    las    facultades    conferidas    por    la   ley  habilitante.   

7.6.   Por   consiguiente,  se  declararán  inexequibles  las  expresiones  “valor”  contenida  en  el  artículo  87  del  Decreto  Ley 356 de 1994, y  “licencias”     y  “credenciales” contenidas  en  el  artículo  111 demandado, por violar los artículos 150,  numerales  10 y 12, y 338 de la Constitución.   

III. DECISIÓN.  

En mérito de lo expuesto, la Sala Plena de la  Corte  Constitucional, administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato  de la Constitución,   

RESUELVE:  

Primero.  Declarar  EXEQUIBLE el artículo 87 del  Decreto  Ley  356  de  1994  por  los  cargos  formulados  por  violación a los  artículos  150-10  y  338  de  la Constitución Política, con excepción de la  expresión “valor” que se declara inexequible.   

Segundo.        Declarar        EXEQUIBLE  el  artículo  111  del  Decreto  Ley  356  de 1994 por los cargos  formulados  por  violación  a  los  artículos 150-10 y 338 de la Constitución  Política,    con    excepción    de    las   expresiones   “licencias”   y  “credenciales” que se declaran inexequibles.   

Tercero.         Declararse     INHIBIDA    en  relación con las multas, por cuanto no se ha planteado un cargo  de constitucionalidad contra dicha expresión.   

Notifíquese,   comuníquese,   cópiese,  publíquese  e  insértese  en la Gaceta de la Corte Constitucional, cúmplase y  archívese el expediente   

NILSON PINILLA PINILLA  

Presidente  

JAIME ARAUJO RENTERÍA  

Magistrado  

Con Aclaración de Voto  

            

   

CLARA ELENA REALES GUTIERREZ  

JAIME  CÓRDOBA  TRIVIÑO   

Magistrado             

MAURICIO GONZÁLEZ  CUERVO   

Magistrado  

GABRIEL EDUARDO MENDOZA MARTELO  

Magistrado  

            

   

MARCO GERARDO MONROY CABRA  

Magistrado  

HUMBERTO  ANTONIO  SIERRA PORTO   

Magistrado  

            

CLARA INÉS VARGAS  HERNÁNDEZ   

Magistrada  

MARTHA VICTORIA SÁCHICA MÉNDEZ  

Secretaria General  

    

1  Diario Oficial No 41.220 de 1994   

3  “ARTICULO  241. A la Corte  Constitucional  se  le  confía  la  guarda de la integridad y supremacía de la  Constitución,  en los estrictos y precisos términos de este artículo. Con tal  fin, cumplirá las siguientes funciones:   

(…)  

5.   Decidir   sobre   las   demandas   de  inconstitucionalidad  que  presenten  los  ciudadanos  contra  los  decretos con  fuerza  de  ley  dictados  por  el Gobierno con fundamento en los artículos 150  numeral  10 y 341 de la Constitución, por su contenido material o por vicios de  procedimiento en su formación”.   

4 Ver  “Derecho  de  la  Hacienda  Pública  y  el Derecho tributario”, de Mauricio  Plazas Vega (edit Temis, Bogotá, segunda edición, 2005).   

5 M.P.  Marco Gerardo Monroy Cabra.   

6 M.P.  Álvaro Tafur Galvis.   

7  Sentencias  C-280  de  1996,  M.P.  Alejandro Martínez Caballero, C-495 de 1998  M.P. Alejandro Barrera Carbonell.   

8  M.P. Jaime Córdoba Triviño.   

9  Mediante  el  literal  j)  del  artículo  1º de la Ley 61 de 1993, el Congreso  concedió  al ejecutivo facultades extraordinarias por el término de seis meses  para:  “Expedir  el  estatuto de vigilancia y seguridad privada, concretamente  sobre los siguientes aspectos:   

– principios generales,  

– constitución,  

–  licencias  de  funcionamiento   y   renovación   de   empresas  de  vigilancia privada y departamentos de seguridad,   

– régimen laboral;  

–  régimen  del  servicio  de  vigilancia y  seguridad privada y control de las empresas;   

–  seguros,  garantías  del  servicio de la  vigilancia privada;   

– reglamentación sobre adquisición y empleo  de armamento;   

– reglamento de uniformes;  

–  regulación  sobre  equipos electrónicos  para  vigilancia  y  seguridad privada y equipos de comunicaciones y transporte;   

–  mecanismos  de  inspección  y control a la industria de la vigilancia  privada;   protección,   seguridad   y   vigilancia   no   armada,  asesorías,  consultorías en seguridad privada e investigación privada;   

– colaboración de la vigilancia y seguridad  privada con las autoridades;   

–     régimen     de     sanciones,   

–   regulación   de  establecimientos  de  capacitación   y   entrenamiento   en  técnicas  de  seguridad  de  vigilancia  privada”.   

10  Cfr.,  entre  varios,  el  Auto  de  Sala Plena 244 de 2001 (M.P. Jaime Córdoba  Triviño).  En  dicha  oportunidad  la Corte, al resolver el recurso de súplica  presentados  por  los actores correspondientes a ese caso, confirmó las razones  del  rechazo  de  la  demanda  por no presentar razones “específicas, claras,  pertinentes y suficientes”.    

11Cfr.  los  autos  097 de 2001 M.P. Marco Gerardo Monroy Cabra y 244 de 2001 M.P. Jaime  Córdoba  Triviño y las sentencias C-281 de 1994 M.P. José Gregorio Hernández  Galindo,   C-519   de   1998   M.P.   Vladimiro   Naranjo   Mesa,  entre  varios  pronunciamientos.   

12  Cfr.  Corte  Constitucional  Sentencia  C-568  de  1995  M.P.  Eduardo Cifuentes  Muñoz.   La  Corte  se  declara  inhibida  puesto  que  la  demandante  no  estructuró  el  concepto  de  la  violación  de los preceptos constitucionales  invocados.    

13 Ver  Sentencia C-618 de 2008 M.P. Mauricio González Cuervo.     

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *