C-144-09

    Sentencia C-144-09  

(Marzo 4, Bogotá D.C.)  

CODIGO     NACIONAL     DE     TRANSITO  TERRESTRE-Normas que confieren potestad discrecional a  autoridades  de  tránsito para ordenar medidas de prevención de accidentalidad  y  control de velocidad no vulneran prohibición de arbitrariedad ni derechos de  los ciudadanos   

DEMANDA  DE INCONSTITUCIONALIDAD-Requisitos   

DEMANDA  DE INCONSTITUCIONALIDAD-Concepto    de    violación/DEMANDA   DE  INCONSTITUCIONALIDAD-Razones  por  las  cuales  textos  acusados se estiman violados   

La   acción  de  inconstitucionalidad  por  tratarse  de  una  acción  pública, le permite al ciudadano actuar sin mayores  exigencias  de técnica jurídica ordinaria. No obstante, dada la presunción de  constitucionalidad  de  que  gozan  las normas legales, al ciudadano se le exige  como  carga  mínima  que  sustente  de  manera  específica  el  concepto de la  violación,  con  el  fin  de  que  pueda  existir  una  verdadera  controversia  constitucional.  El  concepto  de  la violación no se limita a citar las normas  constitucionales  violadas  ni  afirmar  que  determinada  ley es contraria a la  Constitución,  sino,  ante  todo,  exige  manifestar  las razones específicas,  inteligibles,  pertinentes  y  suficientes  para iniciar, al menos, un análisis  que  conduzca  a  desvirtuar  la  presunción de constitucionalidad. Por eso, el  demandante  debe  formular  y  sustentar  un  cargo concreto contra la norma que  demanda.   

DEMANDA  DE  INCONSTITUCIONALIDAD-No   procede   para   solicitar   sustitución   de  expresión  en  disposición   

PRINCIPIO   PRO   ACTIONE   EN  DEMANDA  DE  INCONSTITUCIONALIDAD-Finalidad/PRINCIPIO        PRO        ACTIONE        EN       DEMANDA       DE  INCONSTITUCIONALIDAD-Aplicación   

Si  bien  en el escrito de demanda se sugiere  sustituir  la disposición demandada por expresiones que no tengan el sentido de  arbitrariedad  o  de discrecional que alegan los actores, lo cual, en principio,  no  es  susceptible  de  solicitarse  en  la acción de inconstitucionalidad, el  cargo,  que  en  estricto  sentido  se  formula,  pretende  la  declaratoria  de  inexequibilidad   de  la  expresión  “podrán”  por  considerar  que  dicha  competencia  no  puede  ser  discrecional  sino  de ejercicio obligatorio. Estas  razones    constituyen    una    directa    e    inequívoca    pretensión   de  inconstitucionalidad  de  una norma de rango legal, por contradecir precisamente  las  disposiciones  superiores contenidas en el Preámbulo y el artículo 2º de  la  Constitución.  Es  así  que  la Corte, al interpretar la demanda según el  principio pro accione, encuentra que ésta no es inepta.   

TRANSPORTE     TERRESTRE-Concepto/TRANSPORTE TERRESTRE-Ejercicio      incide     sobre     derechos     fundamentales     y  colectivos/    TRANSPORTE    TERRESTRE-Justificación de amplia intervención del Estado   

El  transporte  terrestre  es  una  actividad  social  y  económica  que  facilita  la  realización del derecho de libre  movimiento  y  circulación,  así  como  de derechos vinculados con la libertad  económica  y  la iniciativa privada relacionada con la prestación del servicio  público  de  transporte.  Su  ejercicio  arriesga derechos fundamentales de los  ciudadanos  a la vida, la integridad y la seguridad, por el peligro que entraña  la  movilización  a  través  de  vehículos  – velocidad de la movilización y  contundencia  de  los  mismos -. También impacta en derechos colectivos como el  medio  ambiente  y  el  uso  del  espacio público (vgr. vías, calles, bahías,  publicidad  exterior, contaminación del aire, etc.). Como consecuencia de ello,  es  objeto  de  una fuerte regulación por el Legislador, al punto tal de que la  Corte  ha  reconocido  que es “legítima una amplia intervención policiva del  Estado  [en  estas  materias], con el fin de garantizar el orden, y proteger los  derechos” de los ciudadanos.   

CODIGO   NACIONAL  DE  TRANSITO-Seguridad de los usuarios y seguridad vial como fines   

ACTIVIDAD    DE    CONDUCIR    VEHICULOS  AUTOMOTORES-Implica riesgos   

El  Legislador, al expedir la Ley 769 de 2002  -Código  Nacional  de Tránsito Terrestre-, consagró como uno de sus fines, la  seguridad  de  los  usuarios,  por  cuanto  la  actividad de conducir vehículos  automotores  ha  sido  considerada  por  la  jurisprudencia  nacional  y  por la  doctrina  extranjera  como  una  actividad riesgosa, que rompe el equilibrio que  debe  existir  entre  los  asociados  y  que pone a la comunidad, ante inminente  peligro  de  recibir  lesión  y determinó la promoción de la seguridad de las  personas  y  la  seguridad  vial  en  su  conjunto, como principio rector de los  preceptos  en  materia  de  tránsito  en  general,  habida cuenta del deber que  tienen  las autoridades de la República de proteger a todas las personas, en su  vida,  honra,  bienes, derechos y libertades, y para asegurar el cumplimiento de  los  deberes  sociales  del  Estado  y  de  los  particulares (…), pues, si no  existiera  una  regulación adecuada de la circulación de personas y vehículos  sobre  las  vías  públicas,  los  derechos  de  los particulares, así como el  interés colectivo, se verían gravemente afectados.   

TRANSITO      AUTOMOTOR-Legitimidad  de  la  intervención  policiva del Estado/TRANSITO  AUTOMOTOR-Control constitucional  sobre las regulaciones   

TRANSITO  TERRESTRE  AUTOMOTOR-Regulación  incluye  ejercicio de competencias de distintos niveles  territoriales   con   preeminencia   de   disposiciones   generales   del  orden  nacional   

AUTORIDADES   PUBLICAS   EN  REGULACION  DE  TRANSITO-Facultadas  para  promover  cumplimiento  de  disposiciones    y   decretar   sanciones/AUTORIDADES  PUBLICAS  EN  REGULACION DE TRANSITO-Doble carácter de  atribuciones: preventivo y sancionatorio   

La  regulación  del tránsito, faculta a las  autoridades  para  promover  el  cumplimiento  de  las disposiciones que fije el  legislador  y  para  decretar  las  sanciones  a quienes infrinjan tales normas,  sobre  la  base de su finalidad de proveer por la seguridad de las personas. Por  eso,  dentro  de  las  funciones  de  policía  establecidas a nivel nacional en  materia  de tránsito terrestre, existen claramente atribuciones “de carácter  preventivo,  de  asistencia  técnica  y humana a los usuarios de las vías y de  carácter sancionatorio, para quienes infrinjan las normas.   

DISCRECIONALIDAD/ARBITRARIEDAD  

ARBITRARIO-Concepto   

POTESTAD     DISCRECIONAL     DE     LA  ADMINISTRACION-Decisión    sujeta   a   condiciones  de oportunidad y conveniencia  dentro de límites   

FACULTAD    DISCRECIONAL   DE   AUTORIDAD  ADMINISTRATIVA-Sometida   a  reglas  de  derecho  preexistentes,     deberes    del    Estado    y    responsabilidad    de    las  autoridades   

POTESTAD     DISCRECIONAL-Concepto/POTESTAD  DISCRECIONAL-Condiciones que debe cumplir   

La  potestad  discrecional es una herramienta  jurídica   necesaria   en   ciertas   situaciones   para   lograr   una   buena  administración   pública,   por   cuanto  le  brinda  al  gestor  público  la  posibilidad  de  decidir  lo  que  le  corresponde, para superar o enfrentar una  situación   específica, permitiéndole a la autoridad apreciar libremente  la  oportunidad o conveniencia de la acción, dentro de los límites fijados por  el  legislador.  Las  facultades  discrecionales,  están  sometidas a reglas de  derecho  preexistentes  en  cabeza  del  órgano o funcionario competente, a los  deberes  del  Estado,  y  las responsabilidades genéricas de las autoridades en  cuanto  a  la   protección de la vida, honra y bienes de los asociados. La  Corte  al respecto ha reiterado que una potestad de esa naturaleza, siempre debe  entenderse  circunscrita  a la realización de los fines específicos que le han  sido  encomendados  por  el  ordenamiento  jurídico, y condicionada por: (i) la  existencia   misma   de  la  potestad,  definida  por  el  legislador;  (ii)  la  competencia  para  ejercerla  -otorgada a unas autoridades y no a otras -; (iii)  la  obtención  de  una finalidad específica, derivada del sistema normativo al  que   la   norma   pertenece;   (iv)   el   acatamiento   de  las  disposiciones  constitucionales  que  regulan  el  ejercicio  de  la función pública; (v) las  normas  particulares que permiten la expedición del acto administrativo; y (vi)  los  elementos fácticos del caso concreto y la proporcionalidad de la decisión  respecto de ellos.   

ACTO DISCRECIONAL-No  puede  apartarse  de  finalidad  del  buen  servicio o propósitos del Estado de  Derecho/ACTO         DISCRECIONAL-Sujeto   a   control   jurisdiccional/ACTO  DISCRECIONAL-Motivado  y  justificado  por razones del  servicio   

MATERIA      AMBIENTAL-Competencia concurrente   

ESPACIO       PUBLICO-Regulación       varia      según      circunstancias/ESPACIO  PUBLICO-Regulación por parte del  Legislador   debe   limitarse   a   señalar   criterios   básicos/ESPACIO     PUBLICO-Regulación     por  autoridades administrativas locales en términos discrecionales   

La  regulación  del  espacio público varía  según  las circunstancias de cada caso, está muy ligada a lo local, y  en  ella  intervienen  derechos  ciudadanos  a  la  libertad de expresión, al medio  ambiente  y naturalmente a la seguridad. Por ello, el respeto a la autonomía de  las  autoridades  locales  y  la  naturaleza  técnica  del  manejo  del espacio  público,  que se admite que el legislador no se puede ocupar en detalle de esta  materia,  sino  señalar criterios básicos de limitaciones razonables, en tanto  las   autoridades   administrativas   competentes   disponen  de  un  margen  de  valoración  para  expedir regulaciones que preserven el espacio público y a su  vez  garanticen  la  seguridad, en los términos discrecionales de la expresión  acusada del artículo 114 de la Ley 769 de 2002.   

AUTORIDADES      LOCALES-Discrecionalidad  para  adoptar  medidas  en zonas de alto riesgo de  accidentalidad   

En  relación  con el tema de la seguridad en  las   carreteras,   le  corresponde  a  las  autoridades  locales,  esto  es  al  alcalde   o  las  Secretarías  de  Tránsito  municipales:  (i) determinar  cuándo  una  situación  o  una  zona  es  peligrosa, y (ii)  disponer las  mejores  medidas  para lograr una seguridad de las vías óptima. De ahí que la  facultad  de  poner  resaltos  o reducidores de velocidad, frente a otro tipo de  señal  o  restricción  vehicular,  no  significa  una  omisión en el deber de  cuidado   de   la   autoridad  administrativa,  sino  una  oportunidad  de   valoración  de  la  peligrosidad  de  la  zona  y  de la  idoneidad de las  medidas  a  imponer,  apreciación  que  debe estar técnicamente fundamentada y  dirigida  hacia  la  finalidad  descrita,  y que no puede ser impuesta desde una  órbita nacional.   

Referencia:  Expediente D-7376   

Demanda  de inconstitucionalidad:  de  los  artículos 114 -parcial-  y 120 -parcial- de la Ley  769  de  2002,  en ejercicio de la acción pública prevista en el artículo 241  de la Constitución Política.   

Actores:  Daniel  Eduardo Linares Castro y Aníbal Carvajal Vásquez.   

             

Magistrado Ponente:  Mauricio González Cuervo.   

I. ANTECEDENTES.  

1. Normas demandadas.  

Las  expresiones  acusadas  se  subrayan  en  el  texto de los artículos 114 y 120 de la Ley 769 de  2002     (Diario    Oficial    No.    44.893     de     2002,     del     7     de     agosto):   

“LEY 769 DE 2002  

Por la cual se expide el Código Nacional de  Tránsito Terrestre y se dictan otras disposiciones   

(…)  

CAPITULO XII.  

SEÑALES DE TRÁNSITO.  

(…)  

ARTÍCULO  114. DE LOS PERMISOS. No podrán  colocarse  señales  o  avisos en las vías sin que medie permiso o convenio con  las  autoridades competentes, quienes tendrán en cuenta las disposiciones sobre  contaminación visual.   

   

Las  autoridades  de tránsito podrán  ordenar  el  retiro  de vallas,  avisos,  pasacalles, pendones u otros elementos que estén en la vía pública y  que obstaculicen la visibilidad de las señales de tránsito.   

   

Las señales y otros elementos reguladores o  indicadores  de  tráfico  en  las ciudades no podrán ser dañados, retirados o  modificados por los particulares, so pena de incurrir en multa.   

PARÁGRAFO.  Será  sancionado  con  multa  equivalente  a  tres  (3)  salarios  mínimos  legales  mensuales  vigentes,  el  particular  u  organismo  estatal  que  dañe, retire o modifique las señales u  otros    elementos    reguladores    o   indicadores   del   tráfico   en   las  ciudades.   

   

[…]  

CAPÍTULO XIII.  

PROCEDIMIENTOS    DE    CONTROL    DE  TRÁNSITO.   

[…]  

ARTÍCULO 120. COLOCACIÓN DE RESALTOS EN LA  VÍA  PÚBLICA.  Los  Alcaldes  o  las  Secretarías  de Tránsito donde existan  podrán colocar reducidores  de   velocidad   o   resaltos   en  las  zonas  que  presenten  alto  riesgo  de  accidentalidad.”   

2. Demanda y pretensión.  

2.1. Los accionantes en el escrito de demanda  consideraron,   en   primer   término,   que   la   expresión  “podrán”,  contenida  en  los artículos  parcialmente  acusados,  contraría  el  Preámbulo  y  el  artículo  2º de la  Constitución   Política   por   lo   que   se   hace   necesario  declarar  su  inexequebilidad.  Como  fundamento  de  lo anterior sostuvieron que la adopción  de    medidas   encaminadas   a   “aminorar  la  presencia  de  riesgo  de  accidentalidad  en  las  vías  públicas”  –  eliminación  de obstáculos que obstruyan la visibilidad de  las  señales  de  tránsito  en las vías públicas y colocación de resaltos o  reductores  de  velocidad  -,  no  puede ser una competencia discrecional, menos  aún  tratándose de zonas de alta accidentalidad. Aceptando que sea facultativo  de  la autoridad de tránsito clasificar una situación como peligrosa y decidir  la  medida  idónea para precaver el peligro, no es dable al legislador dejar al  arbitrio de la autoridad de tránsito su implementación.   

2.2. Por otro lado los accionantes advirtieron  que  dejar dichas medidas a la conveniencia  de  estas  autoridades,  equivale  a  supeditar  la protección de  derechos  de  primer  orden,  como la vida y la integridad física, a razones de  carácter   logístico,  técnico,  administrativo  o  presupuestal,  cuando  la  protección  de  la  vida,  integridad  y  bienes  de  las  personas es un deber  prioritario  de  rango  constitucional.  Por lo que señalaron que la expresión  “podrán”  en  las  normas  acusadas  podría  sustituirse por la expresión  “ordenarán”.  De  igual  forma, en relación con el artículo 120 de la Ley  769  de  2002,  la  expresión  acusada  se  debería  sustituir  por  el  verbo  “colocarán”,   a   fin   de   que  se  asegure  su  constitucionalidad.  La  implementación  de  medidas preventivas para reducir la accidentalidad debe ser  a  su  juicio,  prioritaria,  inmediata  e  imperativa  toda  vez que es deber y  finalidad   del  Estado  “proteger  a todas las  personas  residentes en Colombia en su vida…”. (CP,  preámbulo y art 2).   

3. Intervenciones.  

3.1. Ministerio de Transporte.  

–  Los  demandantes  confunden  la  función  constitucional  del  Congreso, con la autonomía de las entidades territoriales:  los  asuntos concernientes al tránsito no son exclusivamente locales, ya que en  procura  de  la  eficacia de intereses nacionales, el legislador está facultado  para   señalar   a  los  Alcaldes  y  a  las  Secretarías  de  Tránsito  unos  lineamientos  en  materia  de retiro de vallas, avisos, pasacalles y pendones, y  de colocación de reductores de velocidad.   

– El legislador aplicó en las normas acusadas  el  principio de coordinación, al facultar a las autoridades locales  para  retirar  los elementos que obstruyan la visibilidad de las señales de tránsito  y  para  colocar  reductores  de  velocidad  en  las  zonas  de  alto  riesgo de  accidentalidad,  por  lo  que  las  normas  se  ajustan  a  las  determinaciones  constitucionales  y  garantizan  el  derecho  a  la  vida  y la distribución de  competencias, entre entidades del orden nacional y territorial.   

–  No  se  está  impidiendo  o  coartando la  obligación  de  adoptar medidas preventivas de carácter esencial para asegurar  la  vida  y  la  integridad  física  de los ciudadanos, colocando esta función  sólo  bajo  la  conveniencia  de  los  Alcaldes o Secretarías de Tránsito; lo  anterior,  porque  el  servicio  público  de  tránsito  es  un  asunto  que no  corresponde  exclusivamente  a  las entidades territoriales y se inscribe dentro  de  una  competencia  nacional.  Dichas  funciones deben ser coordinadas por los  diferentes niveles de autoridades.   

– En consecuencia, las expresiones acusadas en  los  artículos  demandados,  sean  consideradas  constitucionales  y declaradas  exequibles por esta Corporación.   

3.2.  Intervención de la Academia Colombiana  de Jurisprudencia.   

– La “seguridad de  los  usuarios”  es uno de los principios rectores del  Código   de  Tránsito  Terrestre  (artículo  1º)   y  que  en   la  exposición  de  motivos  del  proyecto,  consta  que su expedición se encamina  a   prevenir  la  accidentalidad, y sus consecuencias nocivas para la vida,  la integridad personal y los bienes de los ciudadanos.   

–    Las    expresiones    “podrá”       y      “podrán”   deben   entenderse   como  “la   facultad   expedita   o   potencia  de  hacer  algo”  que  es uno de los significados etimológicos  que  aquél  documenta. Por lo que la autoridad cuenta con una facultad que debe  entenderse  ejecutable  sobre  la  base  de  la diligencia y la prudencia que se  deriva  de  las  disposiciones  de  tránsito.  De esta forma, la autoridad debe  ejercer  esa  facultad  para  garantizar  que  las  señales  de  tránsito sean  fácilmente   visibles  y  colocar  resaltos  o  reductores  de  velocidad  para  minimizar   el   riesgo   de   accidentalidad   y  cumplir  con  la  obligación  constitucional de preservar la vida e integridad de las personas.   

–   Por   lo  anterior,  solicita  que  las  expresiones  acusadas  de  los  artículos  114 y 120 de la Ley 769 de 2002 sean  declaradas exequibles.   

4.  Concepto  del  Procurador  General  de la  Nación.   

–  El  Legislador  facultó  al  Ministerio  de  Transporte  para reglamentar todo lo relativo a la  ubicación  y  colocación  de  vallas publicitarias y promocionales, letreros y  avisos,  sus  características  y  medidas  de  tal  forma  que  no  afecten  la  visibilidad  y  concentración  del conductor, conforme a lo dispuesto en la Ley  140  de 1994  “Por la cual se reglamenta la Publicidad Exterior Visual en  el   territorio  nacional”  (Artículo  5º,  Código  Nacional  de  Tránsito  Terrestre).   

– La Ley 140 también erige la seguridad vial  en  uno  de  sus  principales  objetivos  (artículo  2º).  De  esta forma, las  autoridades  de  tránsito que en un momento determinado adviertan la existencia  de  elementos  de  publicidad  exterior  que  no  permitan  ver  las señales de  tránsito,  tienen  la  obligación de disponer el retiro de las mismas, pues su  actuar  en  este  campo  está  orientado  a  los  fines  del Estado, en general  consagrados  en  la Carta y en el Código de Tránsito Terrestre, en particular.   

–  Del  contenido  semántico  de  las  disposiciones   acusadas  se  permite  inferir  que el  Legislador  otorgó  a  los organismos de tránsito y a los Alcaldes Municipales  una  potestad  discrecional para realizar las actividades descritas en ellas, lo  cual  no  implica  que ellas puedan ejercerse de manera caprichosa o arbitraria,  pues  en  su  ejercicio  deben  someterse  a lo dispuesto en el artículo 36 del  Código   Contencioso   Administrativo,   según   el   cual   “(e)n  la  medida  en  que  el  contenido  de  una  decisión, de  carácter  general o particular, sea discrecional, debe ser adecuada a los fines  de  la  norma  que  la  autoriza,  y  proporcional a los hechos que le sirven de  causa”.   

– Las disposiciones acusadas no contravienen  los  preceptos  constitucionales  invocados  por los demandantes y debe la Corte  Constitucional declarar exequibles las expresiones acusadas.   

II. CONSIDERACIONES.  

1. La Competencia.  

En virtud de lo dispuesto por el artículo 241  numeral  4º  CP, la Corte Constitucional es competente para conocer la presente  demanda.   

2. Examen del cargo  

Como  se  anotó en el resumen de la demanda,  los   actores   consideraron   que   la   expresión   “podrán”  viola  dos  disposiciones   constitucionales,  el  Preámbulo  y  el  artículo  2°  de  la  Constitución  Política, al otorgar una facultad que autoriza a las autoridades  de       tránsito      de      manera      tradicional      a      “escoger”  el retiro o no de una valla  que  comprometa  la  seguridad  de  las  personas o a decidir si se colocan o no  resaltos  de  seguridad  en  zonas  de  alta accidentalidad, lo que determina su  inconstitucionalidad.  Sin embargo, los accionantes sugirieron que la expresión  “podrán”  podría  ser  sustituida  por  “ordenarán”  y  respecto  del  artículo  120  de  la  Ley  769  de  2002,  la  expresión acusada por el verbo  “colocarán”, a fin de que se asegure su constitucionalidad.   

El primer asunto que debe abordar la Corte es  si  la  acción  de  inconstitucionalidad  y las solicitudes específicas de los  actores  en  el  presente  caso  cumplen  con los requisitos que debe tener toda  demanda  de  inconstitucionalidad,  los cuales son exigidos por el artículo 2º  del  Decreto  2067  de  1991  y  han sido interpretados por la Corte1:   (i)   el  señalamiento  de  las  normas  constitucionales  que se consideran infringidas;  (ii)  las razones por las cuales dichos textos se estiman violados; (iii) cuando  fuere  del  caso,  el  señalamiento  del trámite impuesto por la Constitución  para  la  expedición  del  acto  demandado y la forma en que fue quebrantado; y  finalmente,  (iv)  la  razón por la cual la Corte es competente para conocer de  la demanda.   

La   acción  de  inconstitucionalidad  por  tratarse  de una acción pública que le permite al ciudadano actuar sin mayores  exigencias  de técnica jurídica ordinaria. No obstante, dada la presunción de  constitucionalidad  de  que  gozan  las normas legales, al ciudadano se le exige  como  carga  mínima  que  sustente  de  manera  específica  el  concepto de la  violación2,  con  el  fin  de  que  pueda  existir  una verdadera controversia  constitucional.  El  concepto  de  la violación no se limita a citar las normas  constitucionales  violadas  ni  afirmar  que  determinada  ley es contraria a la  Constitución,  sino,  ante  todo,  exige  manifestar  las razones específicas,  inteligibles,  pertinentes  y  suficientes  para iniciar, al menos, un análisis  que  conduzca  a  desvirtuar  la  presunción de constitucionalidad. Por eso, el  demandante  debe  formular  y  sustentar  un  cargo concreto contra la norma que  demanda3.   

En  el  escrito  de  demanda  los accionantes  advirtieron  que  la  disposición  “podrán”  contenida  en el inciso 2 del  artículo  114  y  en  el artículo 120, respectivamente, de la Ley  769 de  2002  “deja a la libre voluntad y disposición de las  autoridades  de  tránsito, por un lado, el establecer o no medidas que eliminen  los  obstáculos  que  impiden la visibilidad de las señales de tránsito en la  vía  pública  y  ,  por  otro,  el  establecer  o  no  medidas  que impidan la  ocurrencia  de  accidentes  de  tránsito  en zonas que presenten alto riesgo de  accidentalidad.  El legislador torno en facultativo lo que para el constituyente  es   una   obligación”.  Entre  tanto  “el   legislador   al   expedir  esta  ley  sobrepaso  el  mandato  constitucional   estatuido   en   el   Preámbulo  y  el  artículo  2°  de  la  Constitución,   toda   vez   que   deja  al  arbitrio  de   las   autoridades   de   tránsito  el  realizar  actividades    que    tiendan    a   evitar   accidentes   en   las   carreteras  colombianas”   

En el mismo sentido los actores señalaron que  “las   precitadas   expresiones  atacadas  en  esta  demanda,  ,  disponen  de manera facultativa o discrecional, para los Alcaldes o  las  Secretarías de Transito (autoridades de tránsito), la función de adoptar  medidas  preventivas  de  carácter  esencial para asegurar la vida e integridad  física  de  los ciudadanos y decimos que son de carácter esencial o primordial  porque  lo  que  se  deja  al libre criterio de las mentadas autoridades es nada  más  y  nada  menos que el acogimiento de una medida consistente en aminorar la  presencia  de  riesgo  de  accidentalidad  en  las  vías  públicas que así lo  representen,  eso  por  medio de colocar resaltos o reducciones de velocidad y/o  ordenar  el  retiro de todo aquello que impida la visibilidad de las señales de  tránsito en la vía pública”.   

De  lo  anterior  se  concluye que si bien es  cierto  en  el escrito de demanda se sugiere sustituir la disposición demandada  por  expresiones que no tengan el sentido de arbitrariedad o de discrecional que  alegan  los  actores, lo cual, en principio, no es susceptible de solicitarse en  la  acción  de  inconstitucionalidad  el  cargo,  que  en  estricto  sentido se  formula,   pretende   la   declaratoria  de  inexequibilidad  de  la  expresión  “podrán”  por  considerar  que  dicha competencia no puede ser discrecional  sino   de  ejercicio  obligatorio.  Estas  razones  constituyen  una  directa  e  inequívoca  pretensión  de  inconstitucionalidad  de una norma de rango legal,  por  contradecir  precisamente  las  disposiciones  superiores  contenidas en el  Preámbulo  y  el  artículo  2º  de la Constitución. Es así que la Corte, al  interpretar   la   demanda  según  el  principio  pro  accione,  encuentra que ésta no es inepta. En efecto,  la  demanda  cumple  con los requisitos formales exigidos por el Decreto 2067 de  1991   y   expresa  los  motivos  de  la  violación.   

3. La cuestión constitucional.  

Corresponde  a  la  Corte  determinar  si  la  expresión  “podrán”  –  contenida  en el inciso segundo del artículo 114 y  en el artículo 120 de  la  Ley  769 de 2002 -, en cuanto facultad atribuida  a  las autoridades territoriales de tránsito, compromete  los  derechos  a  la  vida  e  integridad  física de las personas al dejar a su  arbitrio  la  adopción  de  medidas  de  prevención  de  la  accidentalidad  y  movilización  segura  en  vía  pública,  con vulneración del Preámbulo y el  artículo  2º  de  la  Constitución Política que imponen a las autoridades el  deber  de  proteger  la  vida,  la  integridad  física  y  los  bienes  de  las  personas.   

4. Las facultades atribuidas a las autoridades  de  tránsito  en  las  normas  demandadas en el marco del régimen de tránsito  terrestre.   

4.1. El transporte terrestre es una actividad  social  y  económica  que  facilita  la  realización del derecho de libre  movimiento  y  circulación,  así  como  de derechos vinculados con la libertad  económica  y  la iniciativa privada relacionada con la prestación del servicio  público  de  transporte.  Su  ejercicio  arriesga derechos fundamentales de los  ciudadanos  a la vida, la integridad y la seguridad, por el peligro que entraña  la  movilización  a  través  de  vehículos  – velocidad de la movilización y  contundencia  de  los  mismos -. También impacta en derechos colectivos como el  medio  ambiente  y  el  uso  del  espacio público (vgr. vías, calles, bahías,  publicidad  exterior, contaminación del aire, etc.). Como consecuencia de ello,  es  objeto  de  una fuerte regulación por el Legislador, al punto tal de que la  Corte  ha  reconocido  que  es  “legítima una amplia  intervención  policiva del Estado [en estas materias], con el fin de garantizar  el   orden,  y  proteger  los  derechos”4   de   los  ciudadanos5.   

4.2. Las normas que contienen las expresiones  demandadas  facultan  a  las  autoridades  de  tránsito para ordenar medidas de  prevención  de  accidentalidad  y  movilización  segura.  Con  base  en dichos  preceptos,  pueden:  (i)  ordenar  el  retiro  de  elementos que obstaculicen el  avistamiento  de  las señales de tránsito en la vía pública (art 114, inciso  2,  Ley  769 de 2002); (ii) disponer la ubicación de reducidores de velocidad o  de   resaltos   en   zonas   de   alta  accidentalidad  (art  120,  Ley  769  de  2002).   

La   primera  facultad  se  encamina  a  la  protección  física  y  visual  de  las  señales de tránsito. Siendo, éstas,  dispositivos  o marcas indicativos de la forma correcta de movilización por una  vía  pública  (Ley 769/02, art 2), son de obligatoria observancia por todos lo  usuarios  y su cuidado se considera asunto de interés público: la ley prohíbe  poner  señales  en  las  vías sin el consentimiento de la autoridad competente  (Ley  769/02,  art  114,  inciso  1)  y, además, veda y multa  su retiro o  manipulación  (Ley  769/02,  art  114,  inciso  3  y  parágrafo).  Así,  esta  disposición  demandada contribuye a la protección, en este caso visual, de las  señales  de tránsito. La segunda facultad se dirige al control de la velocidad  de  los  automotores,  uno  de  los  factores  incidentes en el mayor número de  accidentes  de tránsito; por eso la Ley 769 de 2002 dedica varias disposiciones  al  establecimiento  de  límites máximos y mínimos a la velocidad de tráfico  en  toda  clase  de  vías, en zonas rurales o urbanas. De este modo, Así, esta  otra  disposición  demandada se inscribe en la prevención de la accidentalidad  por  causa  de velocidad automotriz. Ambas disposiciones normativas apuntan a la  realización  del  primer  principio  rector  del  Código Nacional de Tránsito  Terrestre:  la  seguridad  de  los  usuarios  del  transporte terrestre en vías  pública o privadas abiertas al público.   

4.3.  De  acuerdo  con  las  leyes  105  de  19936,        276        de        19967,   336   de  19968  y  769  de  20029-,   la  organización  general  del  tránsito y transporte en  Colombia  se  rige  por  unos  principios  rectores  ligados a los fines de esta  actividad,   cuyo   objetivo   fundamental   es   garantizar   la   seguridad      de     las     personas.  Específicamente,  el  Legislador,  al  expedir  la  Ley  769  de  2002 -Código  Nacional  de Tránsito Terrestre-, consagró como uno de sus fines: la    seguridad    de   los   usuarios10.   Esto,   por   cuanto   la  actividad  de  conducir  vehículos  automotores  ha  sido  considerada  por  la  jurisprudencia  nacional  y  por  la  doctrina  extranjera  como  una  actividad  riesgosa,  que  rompe  el  equilibrio que debe existir entre los asociados y que  pone  a  la  comunidad,  “ante  inminente peligro de  recibir                  lesión”11,   como   se   indicó   en  sentencia  C-1090  de  2003  (M.P.  Clara  Inés Vargas Hernández). En el mismo  sentido,   el   Estatuto   Nacional  de  Transporte12   en   su   artículo  2º,  sostiene  que  la  seguridad,  especialmente  la relacionada con la protección de los  usuarios,      constituye     una     prioridad  esencial  en  la actividad del  Sector y del Sistema de Transporte.   

4.4.  La  promoción  de  la seguridad de las  personas  y  la  seguridad  vial  en  su  conjunto, como principio rector de los  preceptos  en  materia  de  tránsito  en  general, ha sido considerado por esta  Corporación    como   un   fin   constitucionalmente  válido.  Al  tenor  de  lo mencionado en la sentencia  C-1090  de 2003 (M.P. Clara Inés Vargas Hernández)13,   ese fin “se  encuentra acorde con lo previsto en la Constitución respecto  del  deber  que  tienen las autoridades de la República de proteger a todas las  personas,  en  su vida, honra, bienes, derechos y libertades, y para asegurar el  cumplimiento  de  los  deberes  sociales  del Estado y de los particulares (…)  (C.P.  art.2º),  pues,  <si  no  existiera  una  regulación  adecuada de la  circulación  de  personas  y vehículos sobre las vías públicas, los derechos  de  los  particulares,  así  como  el interés colectivo, se verían gravemente  afectados:  la  descoordinación  de  las  fuerzas  físicas  que  actúan en el  escenario  del  tránsito  vehicular  y  peatonal, provocaría la accidentalidad  constante      de      sus      elementos>”14.  La  Corte, en la sentencia  C-355  de  2003  (M.P.  Marco  Gerardo  Monroy  Cabra),  también consideró que  constituye  un  fin constitucional válido propender por la seguridad vial, pues  se  persigue  la realización de los principios constitucionales de protección,  por  parte  de  las  autoridades  públicas,  de  la vida y de los bienes de las  personas  residentes  en  Colombia y de la promoción de la prosperidad general,  en los términos del artículo 2 Superior.   

4.5.   La  regulación  del  tránsito,  en  consecuencia,  faculta  a  las  autoridades para promover el cumplimiento de las  disposiciones  que  fije  el  legislador y para decretar las sanciones a quienes  infrinjan  tales  normas,  sobre  la  base  de  su  finalidad  de proveer por la  seguridad  de las personas15.  Por  eso,  dentro  de  las  funciones  de  policía  establecidas  a  nivel nacional en materia de tránsito  terrestre,   existen   claramente  atribuciones  “de  carácter  preventivo,  de  asistencia  técnica  y humana a los usuarios de las  vías    y    de   carácter   sancionatorio,   para   quienes   infrinjan   las  normas”16.   En   este   marco  se  inscriben  las  facultades legales demandadas.   

4.6. Por otro lado, la circulación terrestre  en   “vía   abierta   al   público”,  por  abarcar  todo  el  territorio  de  la  Nación, es asunto de  interés  tanto  del  ámbito  local  como  del  nivel  nacional. Su regulación  jurídica   incluye   el   ejercicio   de   competencias  en  distintos  niveles  territoriales,  aunque supone la preeminencia de las disposiciones generales del  orden                    nacional17.   

5. Las facultades discrecionales y las normas  demandadas.   

5.1.  Según  las  razones  de  la  demanda, la expresión “podrán”  contenida en el inciso segundo  del  artículo  114  y   en  el   120  de  la  Ley 769 de 2002, es una  facultad  que  autoriza a las autoridades de tránsito – por ser una potestativa  y   no   imperativa   –   a  “escoger”  el  retiro  o  no  de una valla que comprometa la seguridad de las  personas  o   a  decidir  si  se colocan o no resaltos de seguridad en  zonas  de  alta accidentalidad, lo que determina su inconstitucionalidad. Aunque  algunos  apartes  de  la demanda sugieren que la expresión demandada autoriza a  las   autoridades   a  actuar  arbitrariamente,  otros  insisten  en  que  dicha  expresión   consagra   una  facultad  discrecional  que,  para  el  efecto,  es  inconstitucional.  Esta  Corte  no  se  pronunciará,  en  el  caso concreto, en  relación   con  los  cargos  que  suponen  la  consagración  de  una  potestad  arbitraria,  porque  dicha lectura proviene de una interpretación subjetiva del  demandante.  En  cambio,  hará  referencia  a los que se refieren a la facultad  discrecional de la administración.   

5.2.  Ha  señalado  esta  Corporación  en  múltiples  oportunidades,  que  la  potestad  discrecional  es  una herramienta  jurídica   necesaria   en   ciertas   situaciones   para   lograr   una   buena  administración  pública.  Lo anterior, por cuanto le brinda al gestor público  la  posibilidad  de  decidir  -bajo  alternativas  de  ponderación-,  lo que le  corresponde  hacer  en  la situación en que se requiera superar o enfrentar una  situación              específica18.  De hecho, la razón de ser  de  estas  normas  es  el  de  permitir  a  la  autoridad apreciar libremente la  oportunidad  o conveniencia de la acción, dentro de los límites fijados por el  legislador19.  Con  todo,  la  toma  de  una decisión de esta naturaleza por la  autoridad  administrativa,  no  significa  arbitrariedad  en  el ejercicio de la  función                   pública20:  lo  arbitrario  es aquello  que  se  funda  en el capricho individual de quien ejerce el poder, con desmedro  de  la  ley. Las facultades discrecionales, por el contrario, están sometidas a  reglas   de   derecho   preexistentes   en  cabeza  del  órgano  o  funcionario  competente21,  a  los  deberes del Estado, y las responsabilidades genéricas de  las  autoridades  en cuanto a la  protección de la vida, honra y bienes de  los    asociados   (C.P.   artículos   2º,   12322     y     20923).  En  este  sentido,  el artículo 36 del Código Contencioso Administrativo, prescribe como  condición  de  la  expedición  de actos administrativos discrecionales, que el  contenido  de  la  decisión  sea  “adecuad[o] a los  fines   de  la  norma  que  la  autoriza  y proporcional a los hechos que le sirven de causa”.24   

5.3. La Corte al respecto ha reiterado que una  potestad   de   esa  naturaleza,  siempre  debe  entenderse  circunscrita  a  la  realización  de  los  fines  específicos  que  le han sido encomendados por el  ordenamiento                jurídico25,  y condicionada por: (i) la  existencia  misma de la potestad – no se trata de una discrecionalidad al margen  de  la  ley  sino  de  una  potestad  definida  por  el  legislador  -;  (ii) la  competencia  para  ejercerla – otorgada a unas autoridades y no a otras -; (iii)  la   obtención   de   una   finalidad  específica26   derivada   del   sistema  normativo  al  que  la norma pertenece; (iv) el acatamiento de las disposiciones  constitucionales  que  regulan  el  ejercicio  de  la función pública; (v) las  normas  particulares que permiten la expedición del acto administrativo; y (vi)  los  elementos fácticos del caso concreto y la proporcionalidad de la decisión  respecto             de             ellos27.   

5.4.  Los actos discrecionales, están por lo  tanto  sometidos  al  control  jurisdiccional,  ya  que la potestad conferida no  faculta     al     funcionario    a     actuar    con     desviación  de  poder  al apartarse de la  finalidad  del buen servicio o de los propósitos propios del Estado de Derecho.  De   hecho,   de  conformidad  con  el  artículo  84  del  Código  Contencioso  Administrativo,  una  actuación  administrativa  fundada  en  tales  supuestos,  constituye  una  de  las  causales de procedencia de la acción de nulidad de la  misma28.  Además,  los  requisitos  de  racionalidad y razonabilidad deben  acompañar  todo acto discrecional. El acto en consecuencia, debe ser motivado y  la  discrecionalidad  de  las  autoridades debe estar justificada en las razones  del  servicio29.   

5.5.   De  acuerdo  con  las  disposiciones  previamente  expuestas,  el  objetivo  central  de  la regulación en materia de  tránsito  y  transporte  es el de garantizar la seguridad de los ciudadanos. De  esta  forma,  la  interpretación de las facultades discrecionales señaladas en  el  artículo  114  y  120  que  los actores promueven, es una aproximación que  desconoce  la  interpretación  teleológica  y sistemática que debe hacerse de  tales  facultades,  conforme a las precisiones expuestas en esta providencia. De  hecho,  los  artículos  114 y 120 de la Ley 769 de 2002 persiguen el incremento  de  los  niveles  de seguridad en las vías del país, ya que su finalidad no es  otra  que  la  de  asegurar  que las señales de tránsito no sean afectadas por  vallas   o   pendones   autorizados   por   las   autoridades   en   materia  de  publicidad   exterior visual, – o no autorizados -, cuando estos artículos  puedan  llegar  a  ser  ajenos  a  la  seguridad  vial.  Lo  mismo ocurre con la  autorización  de  colocación de reductores de velocidad o resaltos en zonas de  alta  peligrosidad. El objetivo de estas normas, es entonces, la realización de  principios  constitucionales  como  la protección por parte de las autoridades,  de  la vida y los bienes de las personas residentes en Colombia (Art. 2º C.P.).  Revisando  la  Ley  769  de  2002,  de  hecho,  el  mismo  artículo 7° reza lo  siguiente:   

“(…)   Las  autoridades  de  tránsito velarán por la seguridad de las personas y las cosas  en  la  vía pública y privadas abiertas al público.  Sus  funciones  serán  de  carácter  regulatorio  y sancionatorio y  sus  acciones  deben ser orientadas a la prevención  y la asistencia técnica y humana a los usuarios de las vías”.  (Subrayas fuera del original).   

5.6. Por otra parte, el diseño del sistema de  tránsito  y  transporte,  supone  una  asignación  directa  de funciones a los  organismos  territoriales  de  tránsito,  como  una  condición  de  eficiencia  administrativa  orientada  a  facilitar  la armonización del principio unitario  con  el  de  autonomía  territorial,  en  los  términos enunciados30. En el caso  sub-examine,  la  potestad   administrativa  discrecional  conferida  a las  autoridades  de  tránsito en  las  normas  acusadas,  les  confiere  un  margen  de  apreciación local, en materia de espacio público y de  necesidades  del  servicio  de  tránsito y transporte, que lejos de comprometer  las  garantías  y derechos de los asociados, asegura también el respeto por la  autonomía  constitucional conferida a esas entidades territoriales (C.P. 287) y  un  margen  de  discreción   que  le  permite  al  funcionario que toma la  decisión,  reconocer  criterios  de  oportunidad,  conveniencia,  y derechos de  terceros31.  En  otras  palabras,  la discrecionalidad que las normas acusadas  promueven  es  razonable, en atención al ejercicio de otros derechos ciudadanos  derivados   de  esas disposiciones, que justifica que la ley confiera a las  autoridades  descritas una mayor libertad para tomar, dentro de los marcos de la  ley,  la  decisión  más  conveniente  para  enfrentar  las dificultades que en  cuanto a seguridad se presenten.   

5.7. Lo anterior es particularmente pertinente  para  el  caso  del  artículo  114  de  la  Ley  769  de 2002, que como se  recordará  en  su  inciso  primero, prohíbe  colocar señales o avisos en  las  vías,  sin  que medie permiso o convenio con las autoridades, de acuerdo a  las  normas sobre contaminación visual. Ello supone que habrá ocasiones en que  exista  una  tensión  entre una autorización previa de la autoridad local para  la  colocación de un aviso en el espacio público y una situación de amenaza a  la  seguridad  vial,  en cuyo caso el conflicto se resuelve de acuerdo al inciso  segundo  del artículo, esto es, autorizando a las autoridades el retiro de esas  vallas  o  publicidad.  En  tales  casos  se  requerirá  de una ponderación de  derechos,  ya  que  la  ubicación  de  vallas  autorizadas  se  basa en poderes  legítimos  como  la  libertad  de  expresión  y  el  uso colectivo del espacio  público,  no   siendo  fácil  que  la  ley  pueda  predeterminar en forma  abstracta    las    medidas    que    legítimamente    susceptibles    de   ser  adoptadas32   en   tales   situaciones.   Ello  justifica  claramente   la  discrecionalidad de estas medidas.   

5.8. Según el artículo 5º de la Ley 769 de  2002,  es  al  Ministerio  de Transporte a quien le compete reglamentar, todo lo  referente   a   la   ubicación   y   colocación   de  vallas  publicitarias  y  promocionales,  letreros  y avisos, sus características y medidas de tal manera  que  no  afecten  la  visibilidad  y concentración del conductor, conforme a lo  dispuesto            en            la           Ley 140 de 199433.   Esta  disposición  supone,  de un lado, la protección constitucional a la integridad  del  espacio  público,  así  como  un  acceso  a ese espacio en condiciones de  igualdad;  a  la  vez,   el  ejercicio de derechos constitucionales como la  libertad           de           expresión34.  A  la  ley  140 de 1994 se  refiere  también  el  inciso  primero  del  artículo 114 de la Ley 769 de 2002  parcialmente  acusado,  cuando  habla  de contaminación visual, dado que es una  normatividad  pensada  para  la  protección del espacio público, que dentro de  sus  objetivos  también promueve la garantía de la seguridad vial (art. 2º de  la  Ley  140)35.   

En estas materias, la sentencia C-535 de 1996.  (M.P.  Alejandro  Martínez  Caballero)  señaló  que  la  publicidad  exterior  visual,  era  un  asunto  relacionado con el medio ambiente y con la obligación  estatal  de  preservarlo.  En  particular, se consideró parte del paisaje, como  recurso  natural  renovable.  Debido  al  carácter global e integrado del medio  ambiente  y  a  la interdependencia de los distintos ecosistemas, se dijo que su  regulación    competía    prima   facie  al  poder  central.  No  obstante,  dicha  jurisprudencia también  reconoció  que existían otras disposiciones en el Estatuto Superior, que   indicaban  que  el asunto de la regulación del medio ambiente era un tema en el  que   concurrían   las   competencias   nacional,  departamental  y  municipal,  precisando   que   había  temas  de  interés  nacional  y  otros  meramente locales. La sentencia determinó  entonces  que  la  Constitución  atribuía  a  los  concejos  municipales, como  competencia  propia,  la  facultad  de dictar las normas para la protección del  patrimonio  ecológico  municipal (CP art. 313 ord. 9º), por lo cual consideró  que   existían  unos  fenómenos  ambientales  que  terminaban  en  el  límite  municipal,  y  que  por  ello mismo podían ser regulados autónomamente por las  autoridades  municipales,  como  era la contaminación  visual  del  paisaje  por  efecto de la colocación de  publicidad  exterior  visual.  Sin  embargo,  no concluyó que la anterior circunstancia dejara por fuera de la  competencia   del   legislador   la   protección   del   patrimonio  ecológico  estrictamente   municipal,   sino   que   afirmó   lo  siguiente:  “La  competencia de los municipios y las autoridades indígenas en  relación  con  el  patrimonio  ecológico  local  no es entonces exclusiva sino  concurrente  con  la  normatividad básica nacional que el Congreso expida sobre  la  materia.”  De  esta  manera, la Corporación fue  precisa  al establecer que la competencia concurrente del legislador en el tema,  no  podía  ser  tan  exhaustiva  que vaciara de contenido la de las autoridades  locales  mencionadas,  porque de ser así, se afectaría el núcleo esencial del  principio   de   autonomía  reconocido  a  los  entes  municipales  en  materia  ambiental36.   

“Articulo   29.  Propaganda  en  espacios  públicos.  Corresponde  a  los  Alcaldes y Registradores Municipales regular la  forma,  característica,  lugares  y  condiciones para la fijación de carteles,  pasacalles,  afiches  y vallas destinadas  a difundir propaganda electoral,  a  fin  de  garantizar  el  acceso  equitativo  de  los  partidos y movimientos,  agrupaciones  y candidatos a la utilización de estos medios, en armonía con el  derecho  de  la  comunidad  a  disfrutar  del  uso  del espacio público y de la  estética.  También  podrán,  con  los  mismos  fines,  limitar  el número de  vallas,  afiches  y  elementos  publicitarios  destinados  a difundir propaganda  electoral.   

“Los   Alcaldes  señalarán  los  sitios  públicos   autorizados  para  fijar   esta  clase  de  propaganda,  previa  consulta   con  un  comité  integrado  por  representantes  de  los  diferentes  partidos,  movimientos  o grupos políticos que participen en la elección a fin  de asegurar una equitativa distribución.   

“Los   partidos,   movimientos  o  grupos  políticos,  no  podrán  utilizar  bienes  privados para desplegar este tipo de  propaganda sin autorización del dueño.   

“El  Alcalde  como  primera  autoridad  de  policía  podrá  exigir  a  los  representantes  de los partidos, movimientos y  candidatos   que   hubieren   realizado  propaganda  en  espacios  públicos  no  autorizados,  que  los  restablezcan  al estado que se encontraban antes del uso  indebido.  Igualmente  podrá exigir que se garantice plenamente el cumplimiento  de   esta   obligación  antes  de  conceder  las  respectivas  autorizaciones”.  (Negrillas fuera de texto original).   

5.10.  En  suma,  la  regulación del espacio  público  varía  según  las circunstancias de cada caso, está muy ligada a lo  local,  y   en  ella  intervienen  derechos  ciudadanos  a  la  libertad de  expresión,  al  medio  ambiente  y naturalmente a la seguridad. No es razonable  que  se  le  imponga  al  legislador  determinar  lo  que  debe hacerse en estas  materias   en  cada  situación.  Así,  el  respeto  a  la  autonomía  de  las  autoridades  locales y la naturaleza técnica del manejo del espacio público en  los  términos descritos, apuntan a admitir que el legislador no se puede ocupar  en  detalle  de  esta  materia, sino señalar criterios básicos de limitaciones  razonables.  El  Legislador,  de  hecho,  propone como solución a una colisión  eventual  de  estos  derechos  con la seguridad, el retiro de los obstáculos en  favor  de  la  seguridad  vial.  De  esta  forma las autoridades administrativas  competentes  disponen  de un margen de valoración para expedir regulaciones que  preserven  el  espacio  público  y  a  su  vez  garanticen la seguridad, en los  términos  discrecionales  de  la expresión acusada del artículo 114 de la Ley  769  de  200238.   

5.11.  Lo  mismo  puede  predicarse  de  la  expresión                     discrecional                    “podrán”  del artículo 120 de la Ley  769  de  2002.   En  efecto,  la  Sentencia  T-258  de  1996, (M.P. Eduardo  Cifuentes  Muñoz)  analizó  el deber del Estado en el tema de preservación de  la   seguridad   en  las  carreteras  y  manifestó  sobre  el  particular  que:   

“Los    organismos    gubernamentales  competentes  están  llamados  a prever los peligros del tránsito automotor y a  tomar  las  medidas  que  consideren  pertinentes  para evitarlos. Los asociados  pueden  colaborar  con  ellos,  hacerles  sugerencias y peticiones, denunciarles  situaciones,  etc.,  pero han de partir de la base de  que  estos  organismos  son  los  entes facultados para catalogar una situación  como  peligrosa  y para decidir cuál es la fórmula indicada para, en la medida  de     lo    posible,    eliminar    o    reducir    los    peligros.”39   

Esto es particularmente cierto con respecto al  artículo  en  mención,  en  la  medida  en  que  corresponde a las autoridades  locales,  esto  es al alcalde  o las Secretarías de Tránsito municipales:  (i)  determinar  cuándo  una  situación  o una zona es peligrosa, y (ii)   disponer   las   mejores   medidas  para  lograr  una  seguridad  de  las  vías  óptima40.  La  facultad de  poner  resaltos  o  reducidores de velocidad, no significa entonces una omisión  en  el  deber  de  cuidado  de la autoridad administrativa, sino una oportunidad  de   valoración  de  la peligrosidad de la zona y de la  idoneidad de  las  medidas  a imponer. De esta manera, una autoridad municipal puede llegar al  convencimiento  de  que  para  proteger en mejor forma la vida y la seguridad de  las  personas  en  materia  vial en una zona de alta peligrosidad, es mejor otro  tipo  de  señal  u  otro tipo de restricción vehicular, y no los resaltos. Esa  apreciación,  que  debe  estar  técnicamente  fundamentada y dirigida hacia la  finalidad  descrita,  es  una  valoración  local  que  no  puede  ser  impuesta  naturalmente desde una órbita nacional.   

5.12. En los términos del artículo 5º de la  Ley  769  de  2002, relacionado con la demarcación y señalización vial, es al  Ministerio  de  Transporte  a  quien  le  corresponde  definir  las características    técnicas    de   la  demarcación  y señalización de toda la infraestructura vial. La aplicación y  cumplimiento,  no  obstante,   será  responsabilidad  a  cada  uno  de los  organismos  de  tránsito  en  su  respectiva  jurisdicción,  conforme  con  la  Constitución  y  la  ley,  por  lo  que  no es una facultad que le permita a la  autoridad  desprenderse  de  su objetivo superior relacionado con la protección  de la vida, integridad y bienes de los ciudadanos.   

6.  Conclusión:  la constitucionalidad de la  expresión  “podrán” contenida en los artículos 114 y 120 de la Ley 769 de  2002.   

6.1. Una interpretación como la que hacen los  actores   de   la   expresión   “podrá”,  es  ajena  al  marco de referencia normativo al que pertenecen  las  disposiciones  enunciadas, que protegen y garantizan la seguridad vial y de  las  personas  y  garantizan la protección de los derechos ciudadanos  por   parte   de  las  autoridades  públicas.  Por  lo  tanto,  las  facultades  discrecionales  que  los  artículos  acusados  confieren  a  las autoridades de  tránsito,  no implican per se  el  desconocimiento  del derecho a la vida de los ciudadanos ni de su seguridad.  El   funcionario   está   obligado  a  ejercer  las  potestades  discrecionales  conferidas,   respetando los principios que rigen los actos administrativos  y  las normas que rigen el transporte y el tránsito en nuestro país, junto con  las  demás normas legales que gobiernan la función pública,  por lo cual  sus  actuaciones  deben  ser  adecuadas  a  los  fines  de la norma, razonables,  proporcionadas,  y  deben  servir a los intereses generales, sin desconocer  los   principios   de   igualdad   e  imparcialidad  que  presiden  la  función  administrativa41.   

6.2. La interpretación que los ciudadanos dan  a  la  expresión  “podrán”,  desconoce también que uno de sus fundamentos  reside  en  las  competencias territoriales y la necesidad de garantía de   una  coordinación  estructural  de  los  diferentes  sectores territoriales que  intervienen  en  el  tráfico  de  vehículos  y  personas  y  en  el transporte  público,  en los diversos niveles del Estado. Igualmente desconoce la necesidad  de  discrecionalidad  en  la  valoración  del  peligro  local, de las medidas a  implementar  y  de  la autonomía territorial, en materia de publicidad exterior  visual.    

Por  lo tanto, la interpretación pertinente,  esto  es,  conforme  a  derecho,  debe  hacerse contextualizada con las normas y  objetivos  generales  del  ordenamiento  jurídico  en la materia. Una camisa de  fuerza  como  la  que  proponen  los demandantes a partir de una reglamentación  impositiva  en  lo  local,  puede  llegar  a  vaciar  las  competencias  de  las  autoridades    territoriales    en    esas    áreas   o   incluso   a   limitar  desproporcionadamente  un  derecho,  por  ejemplo,  del uso del espacio público  o   la  libertad  de  expresión de los ciudadanos en materia de publicidad  exterior  visual,  porque  es  a las autoridades locales a quienes, en los casos  concretos,  les  corresponde  ponderar  entre  el  ejercicio  de  derechos  a la  libertad   de   expresión  mediante  la  publicidad  exterior  y  la  seguridad  ciudadana,  prevaleciendo naturalmente la segunda opción, con fundamento en los  fines constitucionales descritos, cuando ello sea del caso.    

6.3.   Las  consideraciones  anteriores  no  significan   que   la   interpretación   propuesta  por  los  actores  sea  una  interpretación  plausible,  entre  muchas,  y  que  exija por ese hecho, que se  justifique  el  retiro  de  las  expresiones del ordenamiento jurídico o que se  escoja   un   condicionamiento   para   asegurar   una  interpretación  de  las  disposiciones   acusadas,   acorde   con   la   Carta.  Lo  cierto,  es  que  la  interpretación  realizada  por  los actores, sólo obedece a una mirada literal  de  la  expresión acusada, descontextualizada de los alcances de las facultades  discrecionales y del ordenamiento jurídico.   

Por  lo  tanto,  como  el entendimiento de la  norma   no  puede  ser  otro  que  el  que exija a la autoridad pública el  cumplimiento  de  la  Constitución y la ley, y dado que al funcionario no le es  posible  elegir  entre  quebrar  la  Carta,  – omitiendo su deber de asegurar la  protección   de   la   vida   de   los   ciudadanos-  y  cumplirla,  la  única  interpretación   de   las   normas  acusadas  posible  es  la  que  asegura  un  reconocimiento  sistemático  y  teleológico  de  ellas  con los principios que  subyacen  a  las  disposiciones  relacionadas  con  el  transporte  y  tránsito  terrestre y con la Constitución.   

6.4. En consecuencia, la Corte no puede hacer  cosa  distinta  que  entender que los apartes demandados de los artículos 114 y  120  de  la  Ley 769 de 2002 se encuentran ajustados a la Carta y no vulneran ni  la  prohibición constitucional de la arbitrariedad, ni los derechos a la vida o  integridad  personal  de  los  ciudadanos.  Por las razones anteriores, la Corte  declarará  la  constitucionalidad  de  las  expresiones  parcialmente  demandadas.   

III. DECISION.  

En   mérito   de  lo  expuesto,  la  Corte  Constitucional,  administrando  justicia,  en nombre del pueblo y por mandato de  la Constitución,   

RESUELVE:  

Primero.-  Declarar  EXEQUIBLE  la  expresión  “podrán”  contenida  en  el  inciso segundo del artículo 114 de la Ley 769 de  2002  y  en  el  artículo 120 de la misma ley, por los cargos examinados.    

NILSON PINILLA PINILLA  

Presidente  

MAURICIO  GONZÁLEZ CUERVO   

Magistrado  

            

JUAN CARLOS HENAO  PÉREZ   

Magistrado  

GABRIEL  EDUARDO MENDOZA MARTELO   

Magistrado  

            

JORGE IVÁN PALACIO  PALACIO   

Magistrado  

Magistrada  

CLARA  ELENA REALES GUTIÉRREZ   

Magistrada  

HUMBERTO  ANTONIO  SIERRA PORTO   

Magistrado  

Salvamento de voto            

LUIS  ERNESTO VARGAS SILVA   

Magistrado  

Salvamento de voto  

MARTHA     VICTORIA     SÁCHICA     DE  MONCALEANO   

Secretaria General  

    

1 Corte  Constitucional,  Sentencia  C-131-93, MP: Alejandro Martínez Caballero. En este  fallo,  la  Corte  hace  un  estudio  minucioso  del  sentido  de los requisitos  señalados por el artículo 2 del Decreto 2067 de 1991.   

2 Corte  Constitucional,  Sentencia  C-447-97, MP: Alejandro Martínez Caballero. En esta  sentencia,  la  Corte  reitera  la necesidad de que el demandante formule cargos  concretos,   pues   “el   ataque   indeterminado   y   sin   motivos   no   es  razonable”.   

3 Corte  Constitucional,    Sentencia   621   de   2001,   M.P.   Manuel   José   Cepeda  Espinosa.   

4  Sentencia  C-309  de 1997. M.P. Alejandro Martínez Caballero. En esta sentencia  se  acusó  el artículo 178 del Decreto 1344 de 1970, tal y como fue modificado  por  el  artículo  1º  del  Decreto  1809  de  1990,  norma  que consagraba la  obligatoriedad del cinturón de seguridad.   

5  Sentencia C-530 de 2003. M.P. Eduardo Montealegre Lynett.   

6 Por  la   cual   se  dictan  las  disposiciones  básicas  sobre  el  transporte,  se  redistribuyen   competencias  y  recursos  entre  la  Nación  y  las  Entidades  Territoriales,  se reglamenta la planeación en el sector transporte y se dictan  otras disposiciones.   

7 Por  la  cual se modifican los artículos quinto y sexto de la Ley 105 de 1993.   

8 Por  la cual se adopta el Estatuto Nacional de Transporte.   

9  Código Nacional de Tránsito.   

10  Artículo 1º de la Ley 769 de 2002.   

11  Corte  Suprema  de  Justicia,  Sala  Civil, sentencia del 25 de octubre de 1999.   

12 La  Ley  336  de  1996  o  “Estatuto  General  de  Transporte”  dispone  que  el  transporte  gozará  de  la  especial  protección  estatal  y en su artículo 5  establece  “El carácter de servicio público esencial bajo la regulación del  Estado  que  la  ley  le  otorga  a  la  operación  de las empresas de servicio  público,  implicará  la  prelación  del  interés  general  sobre  el particular, especialmente en cuanto  a   la   garantía   de   la  prestación  del  servicio  y  a  la  protección  de  los usuarios, conforme a  los  derechos  y  obligaciones  que  señale  el  Reglamento para cada Modo” (  Subrayados fuera de texto ).   

14  Sentencia  C-355  de  2003.  M.P.  Marco  Gerardo  Monroy Cabra. Ver a su vez la  sentencia C-577 de 2006 M.P. Humberto Sierra Porto.   

15  Sentencia   C-530   de   2003    M.P.   Eduardo  Montealegre Lynett.   

16  Sentencia  T-026  de  2006.  M.P.  Alfredo  Beltrán  Sierra.   

17  Sentencia C-931 de 2006 M.P. Rodrigo Escobar Gil.   

18 Ver  sentencia C-318 de 1995 M.P. Alejandro Martínez Caballero.   

19  Sentencia C-031 de 1995. M.P. Hernando Herrera Vergara.   

20 En  la  sentencia  C-429 de 2001 esta Corporación señaló lo siguiente: “Que una  facultad  sea  discrecional  no  significa  que  esté  exenta  de  cumplir  los  principios  y  reglas  establecidas  en la Constitución ni los fines esenciales  del  Estado,  lo  cual excluye de plano la arbitrariedad. No se olvide que en el  Estado  de  derecho  las  competencias son regladas y, por tanto, las facultades  discrecionales  son  excepcionales y restringidas. De manera que el ejercicio de  ellas  debe  dirigirse a obtener una mejor calidad y la eficiente prestación de  la   función   pública   asignada,  como  la  norma  acusada  expresamente  lo  señala”.     

21  Sentencia  C-318 de 1995 M.P. En el mismo sentido ver la Sentencia C-918 de 2002  M.P. Eduardo Montealegre Lynett.   

22 El  artículo  123  de  la  Carta  establece  que los servidores públicos están al  servicio  del  Estado  y de la comunidad, y ejercerán sus funciones en la forma  prevista en la Constitución, la ley y el reglamento.   

23 El  artículo  209  define  los principios que orientan la función administrativa y  señala  que  ésta  se  encuentra al servicio de los intereses generales y debe  ser ejercida de manera igualitaria e imparcial.   

24  Cfr. Sentencia T-377 de 2007. M.P. Jaime Córdoba Triviño.   

25  Cfr.   Sentencia   No.   C-318  de  1995  M.P.  Alejandro  Martínez  Caballero.   

26  Cfr.  Sentencia C-179 de 2006 y sentencia T-199 de  2008 M.P. Marco Gerardo  Monroy Cabra.   

27  Cfr. Sentencia T- 377 de 2007. M.P. Jaime Córdoba Triviño.   

28  Sentencia C-031/95 (MP Hernando Herrera Vergara).   

29  Cfr. Sentencia C-525 de 1995. Vladimiro Naranjo Mesa.   

30  Sentencia C-931 de 2006 M.P. Rodrigo Escobar Gil.   

31  Sentencia No. C-318 de 1995 M.P. Alejandro Martínez Caballero.   

32  Sentencia No. C-318 de 1995 M.P. Alejandro Martínez Caballero.   

33   por  el  cual  se  reglamenta la  Publicidad exterior Visual en el territorio nacional   

34  Sentencia C-568  de 2003  M.P. Álvaro Tafur Gálvis.   

35  Artículo  2°.  “Objetivos.  La presente Ley tiene  por  objeto  mejorar la calidad de vida de los habitantes del país, mediante la  descontaminación  visual  y  del paisaje, la protección del espacio público y  de  la  integridad  del  medio  ambiente, la seguridad  vial   y   la   simplificación   de  la  actuación  administrativa  en relación con la Publicidad Exterior Visual. //La ley deberá  interpretarse  y  aplicarse  teniendo en cuenta los anterior objetivos.” En la  sentencia  C-064  de  1998  se  declararon exequibles algunos artículos de esta  ley,   incluyendo   el   que   se   resalta,   de   manera  condicionada,  así:  “Así  las  cosas,  la  Corte estima que las normas  acusadas  contenidas en los artículos 2°, 4°, 5°, 7°, 9, 13, 14, 16 y 17 de  la  Ley  son  exequibles,  en  el  entendido de que se trata de una legislación  nacional  básica de protección al medio ambiente, que, de acuerdo al principio  de  rigor  subsidiario,  puede  ser desarrollada de manera más estricta por los  concejos  distritales  y  municipales,  y por las autoridades de los territorios  indígenas,  en  virtud de sus competencias constitucionales propias para dictar  normas  para  la  protección  del  paisaje,  conforme  a  lo  señalado por los  artículos 313 y 330 de la Carta, y así lo declarará”.   

36  Sentencia C-064 de 1998 (M.P. Vladimiro Naranjo Mesa)   

37  Sentencia   T-317   de   1994    M.P.   Vladimiro   Naranjo   Mesa,  Vallas  publicitarias. Publicidad electoral.   

38  Sentencia C-265/02 M.P. Manuel José Cepeda Espinosa.   

39  Citada  por  la  sentencia  C-355  de  2003  M.P.  Marco  Gerardo  Monroy Cabra.   

40  Artículo  110  de  la  Ley  769  de 2002.  Clasificación  y  definiciones. Clasificación y definición de  las  señales de tránsito: //Señales reglamentarias: Tienen por objeto indicar  a  los  usuarios  de  las  vías las limitaciones, prohibiciones o restricciones  sobre  su  uso  y cuya violación constituye falta que se sancionará conforme a  las  normas  del  presente  código.  //Señales  preventivas: Tienen por objeto  advertir  al  usuario  de la vía la existencia de un peligro y la naturaleza de  éste.  //Señales informativas: Tienen por objeto identificar las vías y guiar  al  usuario,  proporcionándole  la información que pueda necesitar. //Señales  transitorias:  Pueden ser reglamentarias, preventivas o informativas y serán de  color  naranja. Modifican transitoriamente el régimen normal de utilización de  la  vía.  (…)  //Parágrafo  2°.  Es  responsabilidad  de las autoridades de  tránsito  la  colocación  de  las  señales  de  tránsito  en los perímetros  urbanos  inclusive  en  las vías privadas abiertas al público. Las autoridades  locales  no  podrán  ejecutar  obras  sobre  las  vías  públicas  sin permiso  especial  de  las  autoridades  de  tránsito que tendrán la responsabilidad de  regular  los  flujos  de  tránsito  para  que  no se presenten congestiones. //  Artículo  115  de  la  ley  769  de 2002.  Reglamentación  de  las  señales.  El Ministerio de Transporte  diseñará  y  definirá  las  características de las señales de tránsito, su  uso,  su  ubicación  y  demás  características  que estime conveniente. Estas  señales  serán  de  obligatorio cumplimiento para todo el territorio nacional.  //  Parágrafo  1°. Cada organismo de tránsito responderá en su jurisdicción  por  la  colocación  y  el  mantenimiento  de  todas y cada una de las señales  necesarias  para  un  adecuado  control  de  tránsito  que  serán determinadas  mediante  estudio  que  contenga  las  necesidades y el inventario general de la  señalización en cada jurisdicción.   

41Sentencia    No.   C-318   de   1995   M.P.   Alejandro   Martínez  Caballero.     

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