C-325-09

    Sentencia C-325-09  

-Sala Plena-  

Referencia:  expediente D-7458   

Asunto:  Demanda de  inconstitucionalidad  contra  el  numeral 5 (parcial) del artículo 33 de la Ley  617  de 2000, “Por la cual se reforma parcialmente la  Ley  136  de  1994,  el  Decreto Extraordinario 1222 de 1986, se adiciona la ley  orgánica  de  presupuesto,  el  Decreto  1421  de  1993, se dictan otras normas  tendientes  a  fortalecer  la  descentralización,  y  se  dictan normas para la  racionalización del gasto público nacional”.   

Demandante:  

Rafael Robles Solano  

Magistrado Ponente:  

Dr.     GABRIEL     EDUARDO    MENDOZA  MARTELO   

Bogotá  D.C., trece (13) de mayo de dos mil  nueve (2009).   

La Sala Plena de la Corte Constitucional, en  cumplimiento  de  sus  atribuciones  constitucionales  y  de  los  requisitos  y  trámites   establecidos   en   el   Decreto  2067  de  1991,  ha  proferido  la  siguiente   

SENTENCIA  

I.           ANTECEDENTES   

En  ejercicio  de  la  acción  pública  de  inconstitucionalidad  consagrada en los artículos 241 y 242 de la Constitución  Política,  el ciudadano Rafael Robles Solano demandó parcialmente el numeral 5  del  artículo 33 de la Ley 617 de 2000, “Por la cual  se  reforma  parcialmente  la Ley 136 de 1994, el Decreto Extraordinario 1222 de  1986,  se  adiciona la ley orgánica de presupuesto, el Decreto 1421 de 1993, se  dictan  otras  normas tendientes a fortalecer la descentralización, y se dictan  normas para la racionalización del gasto público nacional”.   

Mediante Auto del diecisiete (17) de octubre  de  dos  mil  ocho  (2008),  el  Magistrado  Sustanciador  resolvió  admitir la  demanda,  dispuso su fijación en lista y, simultáneamente, corrió traslado al  señor  Procurador  General  de  la  Nación para que rindiera el concepto de su  competencia.  En  la  misma  providencia ordenó además comunicar la demanda al  Ministerio  del  Interior y de Justicia, al Presidente de la Academia Colombiana  de  Jurisprudencia  y  a  los  Decanos  de  las  Facultades  de  Derecho  de las  Universidades   Rosario,  Javeriana  y  Nacional,  para  que,  si  lo  estimaban  conveniente,  intervinieran  dentro  del proceso con el propósito de impugnar o  defender la constitucionalidad de la disposición acusada.   

Una vez cumplidos los trámites previstos en  el  artículo 242 de la Constitución Política y en el Decreto 2067 de 1991, la  Corte   Constitucional   procede   a   decidir   acerca   de   la   demanda   en  referencia.   

II.          TEXTO DE LA NORMA ACUSADA   

A  continuación  se transcribe el numeral 5  (parcial)  del artículo 33 de la Ley 617 de 2000, conforme a su publicación en  el  Diario Oficial No. 44.188  de    9    de    octubre    de   2000,   subrayando    el   aparte   del   mismo   que   se   acusa   en   la  demanda:   

“LEY 617 DE 2000  

(octubre 6)  

por  la  cual se reforma parcialmente la Ley  136  de  1994,  el  Decreto  Extraordinario  1222  de  1986,  se adiciona la ley  orgánica  de  presupuesto,  el  Decreto  1421  de  1993, se dictan otras normas  tendientes  a  fortalecer  la  descentralización,  y  se  dictan normas para la  racionalización del gasto público nacional”.   

El Congreso de Colombia  

DECRETA:  

(…)  

Artículo  33.  De  las inhabilidades de los  diputados.    No    podrá    ser    inscrito    como   candidato   ni   elegido  diputado:   

(…)  

5.  Quien  tenga  vínculo  por  matrimonio,  unión  permanente,  o  de parentesco en segundo grado  de  consanguinidad, primero de afinidad o único civil,  con  funcionarios  que  dentro  de los doce (12) meses anteriores a la elección  hayan  ejercido  autoridad  civil,  política,  administrativa  o  militar en el  respectivo  departamento;  o  con  quienes  dentro  del  mismo  lapso hayan sido  representantes   legales   de   entidades  que  administren  tributos,  tasas  o  contribuciones,   o   de   las   entidades   que   presten  servicios  públicos  domiciliarios  o  de  seguridad  social de salud en el régimen subsidiado en el  respectivo  departamento.  Así  mismo,  quien  esté  vinculado  entre  sí por  matrimonio  o  unión  permanente  o  parentesco  dentro  del  tercer  grado  de  consanguinidad,  segundo  de afinidad o único civil, y se inscriba por el mismo  partido  o  movimiento  político  para  elección  de cargos o de corporaciones  públicas   que   deban   realizarse  en  el  mismo  departamento  en  la  misma  fecha.”   

     

I. FUNDAMENTOS DE LA DEMANDA     

    

1. Normas constitucionales que se consideran infringidas     

El  demandante considera que la disposición  parcialmente   acusada,   contenida   en   la  Ley  617  de  2000,  “Por  la  cual  se  reforma  parcialmente  la  Ley 136 de 1994, el  Decreto   Extraordinario   1222  de  1986,  se  adiciona  la  ley  orgánica  de  presupuesto,  el  Decreto  1421  de  1993,  se  dictan otras normas tendientes a  fortalecer  la  descentralización,  y se dictan normas para la racionalización  del   gasto   público   nacional”,   comporta  una  violación  de  los artículos 179, numeral 5º, y 299,  inciso 2º, de la Constitución Política.   

    

1. Fundamentos de la demanda     

A   juicio   del   actor,   la  expresión  “segundo   grado  de  consanguinidad”,  contenida  en  el  numeral  5° del artículo 33 de la Ley 617 de  2000  es inconstitucional, en cuanto que, por su intermedio, se fija un régimen  de  inhabilidades  para los diputados que resulta ser menos estricto al previsto  por     la    Constitución    Política    para    esos    mismos    servidores  públicos.   

Precisa  al respecto que la Carta Política,  en  su artículo 299, inciso segundo, dispone que el régimen de inhabilidades e  incompatibilidades  de  los  diputados  es fijado por la ley y no puede, en modo  alguno,    ser   menos   estricto   que   el   régimen   de   inhabilidades   e  incompatibilidades  previsto  para  los  congresistas.  En  concordancia con tal  disposición,  el  mismo  texto  Superior prevé en el artículo 179, numeral 5,  que  no  podrán  ser  congresistas “[q]uienes tengan  vínculos  por  matrimonio, o unión permanente, o de parentesco en tercer grado  de  consanguinidad,  primero  de  afinidad, o único civil, con funcionarios que  ejerzan autoridad civil o política”.   

Aduce  que, en aplicación de las anteriores  premisas,  es  claro  que  la  norma  parcialmente  acusada  viola  el  régimen  constitucional  de  inhabilidades  para  los  congresistas que se extiende a los  diputados,   pues  frente  a  la  causal  consistente  en  tener  vínculos  por  matrimonio,  unión permanente o parentesco con funcionario que ejerza autoridad  civil  o  política,  mientras la Constitución extiende dicha inhabilidad hasta  el  “tercer  grado  de consanguinidad”,  la  ley la reduce al “segundo grado de  consanguinidad”.   

Sobre  esa  base,  con  fundamento  en  un  pronunciamiento    del    Consejo    de    Estado1,  pone  de  presente  que  la  demanda    se    dirige    entonces    contra    la    expresión   “segundo   grado  de  consanguinidad”,  pues   ésta  no  se  encuentra  acorde  con  los  parámetros  fijados  por  el  Constituyente,  en  la medida en que el artículo 179 de la Carta Política hace  expresa  referencia  al parentesco en tercer grado de consanguinidad como una de  las  causales que forma parte del régimen de inhabilidades e incompatibilidades  de  los  congresistas;  y,  sin  embargo,  a contrario  sensu, el artículo objeto de reproche constitucional,  al  referirse  al  segundo grado de consanguinidad como  impedimento  para ser diputado, hace que tal régimen de inhabilidades sea menos  estricto en comparación con aquel previsto para los congresistas.   

Así  las cosas, reitera la solicitud a este  Tribunal  para  que  declare  la  inconstitucionalidad de la expresión acusada,  “segundo  grado  de  consanguinidad”,  contenida  en el numeral 5 del artículo 33 de la Ley 617 de 2000,  por  quebrantar  lo dispuesto en el inciso 2 del artículo 299 y el numeral 5 del artículo 179 de la Carta Política.   

     

I. INTERVENCIONES     

1. Intervención Ciudadana  

En  su condición de ciudadano, Mario Alario  Méndez    intervino    oportunamente    en    el   trámite   de   la   acción  mediante  escrito en el que solicitó que se declarara  la exequibilidad de la norma acusada.   

Luego  de  hacer  una comparación normativa  entre  el  artículo  33  de  la  Ley  617  de  2000,  y  el artículo 179 de la  Constitución  Política,  el  interviniente arribó a la conclusión conforme a  la  cual  la  inhabilidad  establecida  en  el  numeral  5 de la Ley 617 de 2000  resulta  ser  más  gravosa  o estricta que aquella prevista en el numeral 5 del  artículo  179 del texto Superior, en razón de que no obstante haberse reducido  el  parentesco  del  tercero al segundo grado de consanguinidad, la disposición  legal consagra otra serie de elementos que la hacen más rigurosa.   

Por  otra  parte, puntualiza que resultaría  desacertado  interpretar  el  inciso  2  del artículo 299 de la Carta Política  como  si  cada  causal  que  comprendiera  el  régimen  de inhabilidades de los  diputados  debiera  ser  más  estricta que las establecidas en el artículo 179  Superior para los congresistas.   

Lo  anterior,  por  cuanto lo que dispone el  inciso  2°  del  artículo 299 de la Constitución Política es que el régimen  de  inhabilidades  previsto  para diputados sea más riguroso que el establecido  por  el  artículo 179 Superior, por lo que del análisis de la norma acusada se  tiene  que, en su conjunto, se torna más estricta que la que regula el régimen  de  inhabilidades  establecido  para  los  congresistas;  contexto  en el que el  artículo  33 de la Ley 617 de 2000 se adecua a lo dispuesto por el inciso 2 del  artículo   299   de   la   Constitución  Política,  en  tanto  la  expresión  “segundo   grado  de  consanguinidad”  no  puede interpretarse de manera aislada respecto del régimen de  inhabilidades e incompatibilidades.   

Por  las razones consignadas en precedencia,  el  interviniente le propone a esta Corporación que declare la exequibilidad de  la      expresión      “segundo     grado     de  consanguinidad”  contenida  en  el  numeral  5  del  artículo 33 de la Ley 617 de 2000.   

2.     Academia     Colombiana     de  Jurisprudencia   

Mediante escrito allegado el 11 de noviembre  de  2008,  el  señor  Fernando  Mayorga  García,  en  nombre  de  la  Academia  Colombiana  de Jurisprudencia, intervino en el trámite de la acción con el fin  de solicitar la inexequibilidad de la disposición acusada.   

Para  ello,  estima  que  la  disposición  demandada  viola  tanto  el  numeral  5  del  artículo 179 como el inciso 2 del  artículo  299  Superior,  en la medida en que el régimen que le es aplicable a  los  diputados,  en  lo que se refiere a sus inhabilidades e incompatibilidades,  al  haber  establecido  el  segundo  grado  de consanguinidad como una de ellas,  resulta  menos  estricto  que  el  régimen  de  inhabilidades  previsto  en  la  Constitución  para  los  congresistas,  de  suerte que se contraría el mandato  constitucional    según    el    cual   el   régimen   de   los   diputados   no   podrá   ser   menos   estricto   que   el  de  los  congresistas.   

Por   tales   motivos,   solicita  a  esta  Corporación  que  declare  la  inexequibilidad  del aparte acusado, esto es, la  expresión       “segundo       grado       de  consanguinidad”,  la  cual  hace parte del numeral 5  del artículo 33 de la Ley 617 de 2000.   

3.   Ministerio   del   Interior   y  de  Justicia   

En  primer  lugar, precisa la interviniente  que  se  debe  tener  en  cuenta  la  Sentencia  S-140 de 2000, proferida por el  Consejo   de   Estado,   en   donde   se  puso  de  presente  que:  “Mientras  el  legislador  no  dicte un  régimen  especial  de  inhabilidades  e  incompatibilidades en todos los campos  para  los diputados, en el cual haga más riguroso, en  comparación  con  el  de  los  congresistas,  se  acudirá al de éstos, por el  reenvió  que  hace  la  Constitución al régimen de los congresistas en lo que  corresponda”.   

Como  segundo  término,  destaca  que  el  legislador,  en  desarrollo  de  lo dispuesto por los artículos 293 y 299 de la  Carta  Política,  expidió  la  Ley  617  de  2000,  a  partir  de  la  cual se  estableció  un  régimen  de inhabilidades para los diputados más estricto que  el  dispuesto  en  el  texto Superior para los congresistas. Razón ésta por la  que  no  es  necesario  que  se  recurra  al  régimen de inhabilidades de estos  últimos.   

En    atención    a   las   anteriores  consideraciones,  insta a esta Corporación para que declare la exequibilidad de  la  expresión  acusada contenida en el numeral 5 del artículo 33 de la Ley 617  de 2000.   

V.  CONCEPTO  DEL PROCURADOR GENERAL DE LA  NACIÓN   

El  Procurador  General  de  la  Nación,  mediante  concepto  No.  4673 del nueve (9) de diciembre de dos mil ocho (2008),  al  pronunciarse  sobre  la  demanda  de  inconstitucionalidad de la referencia,  solicitó  a esta Corporación que declarara la inexequibilidad de la expresión  “en  segundo grado de consanguinidad”  contenida  en  el  numeral  5º  del artículo 33 de la Ley 617 de  2000.   

A  juicio  de  la  Vista Fiscal,  de acuerdo con lo previsto en los artículos 6, 123 y 150 Num. 23  de  la  Constitución  Política,  es  al  legislador  a  quien  le  corresponde  determinar  el  régimen  de  calidades, inhabilidades, incompatibilidades y los  requisitos para desempeñar los empleos públicos.   

Frente  al asunto en controversia, sostiene  que  dicha  facultad,  radicada  en  cabeza  del  legislador,  tiene  un límite  claramente  establecido  por  la Constitución, cual es el de que el régimen de  inhabilidades  de  los diputados sea más estricto que el señalado por la Carta  Política  para  los  congresistas.  De  manera  que, tal mandato constitucional  impone  la  necesidad  de  que la Corte Constitucional se pronuncie al respecto,  pues  el  constituyente  limitó el ámbito de acción  del  legislador  y  éste  vulneró  la restricción fijada por el artículo 299  Superior,  violando  además  el  principio  de  supremacía de la Constitución  Política”.   

Lo  anterior,  por  cuanto  la  expresión  “segundo    grado    consanguinidad”  abarca  un  grupo más pequeño de personas que el comprendido por  el  concepto  de  parentesco  en  tercer grado de consanguinidad. De ahí que se  tenga  al  régimen  de  inhabilidades para los diputados como menos estricto en  relación    con    el    dispuesto    por    la    Constitución    para    los  congresistas.   

Así  las  cosas,  el  Ministerio  Público  solicita  a la Corte Constitucional declarar la inexequibilidad de la expresión  “segundo   grado  de  consanguinidad”,  toda  vez  que  el legislador se extralimitó en las atribuciones  que le fueron concedidas por la Norma Superior.   

Ello,  sin  embargo, no implica que deje de  existir   inhabilidad   para   los   diputados   en  cuanto  a  parentescos  por  consanguinidad  se  refiera, puesto que debe procederse a la aplicación directa  de  la  disposición  constitucional, esto es, el numeral 5 del artículo 179 de  la  Constitución  Política,  en  cuanto  hace  referencia  al  tercer grado de  parentesco de consanguinidad.   

En   consecuencia,  se  solicita  a  esta  Honorable   Corporación   declarar   la   inexequibilidad   de   la  expresión  “en   segundo  grado  de  consanguinidad”  contenida  en  el  numeral  5  del  artículo 33 de la Ley 617 de 2000.   

VI.         CONSIDERACIONES Y FUNDAMENTOS   

    

1. Competencia     

Por   dirigirse  la  demanda  contra  una  disposición  que  hace  parte  de  una ley de la República, el numeral 5° del  artículo  33  de  la  Ley  617  de  2000,  esta Corporación es competente para  decidir  sobre su constitucionalidad, tal y como lo prescribe el artículo 241-4  de la Constitución Política.   

    

1. Alcance de la presente demanda y problema jurídico     

2.1.  En  la  presente  causa,  se  demanda  parcialmente  el  numeral  5°  del  artículo 33 de la Ley 617 de 2000, el cual  está  integrado  por  dos enunciados normativos en los que se regulan distintas  causales  de  inhabilidad para los miembros de las asambleas departamentales. En  ese  contexto,  el  citado  numeral  dispone  que  no  puede  ser  inscrito como  candidato ni elegido diputado:   

    

* Quien  tenga  vínculo  por  matrimonio,  o  unión permanente, o de  parentesco      en      “segundo     grado     de  consanguinidad”, primero de afinidad o único civil,  con  funcionarios  que  dentro  de  los 12 meses anteriores a la elección hayan  ejercido  autoridad  civil, política, administrativa o militar en el respectivo  departamento;  o  con  quienes  dentro del mismo lapso hayan sido representantes  legales  de entidades que administren tributos, tasas o contribuciones, o de las  entidades  que  presten  servicios públicos domiciliarios o de seguridad social  de salud en el régimen subsidiado en el respectivo departamento.     

    

* Quien  esté  vinculado entre sí por matrimonio o unión permanente  o  parentesco  dentro  del tercer grado de consanguinidad, segundo de afinidad o  único  civil,  y  se  inscriba por el mismo partido o movimiento político para  elección  de  cargos  o  de  corporaciones públicas que deban realizarse en el  mismo    departamento    en    la    misma   fecha2.     

2.2.  La  acusación  la  dirige  el  actor  únicamente  contra  el  primero  de  los  enunciados  normativos  citados,  por  considerar  que  la  inhabilidad  referente  a tener vínculos de parentesco con  funcionario  que ejerza autoridad civil, política y otros, la extiende la norma  hasta       el       “segundo      grado      de  consanguinidad”,  contrariando  lo  dispuesto  en el  numeral  5°  del artículo 179 de la Carta Política, que al consagrar la misma  causal  de  inhabilidad, la extiende hasta el “tercer  grado de consanguinidad”.   

2.3.  Con respecto a la acusación, quienes  intervienen  en  el proceso en representación del  Ministerio del Interior  y  de  Justicia y bajo la condición de ciudadano, abogan por la declaratoria de  exequibilidad  de  la  expresión  demandada.  Coinciden  en  señalar,  que  la  Constitución  le  reconoce  al legislador un amplio margen de configuración en  materia  de  establecimiento  de inhabilidades para quienes aspiren a los cargos  de  diputados,  limitada  sólo  por  la  exigencia de no establecer un régimen  menos  estricto  que  el  señalado por la Carta para los congresistas. Conforme  con  ello,  afirman  que  la  Ley 617 de 2000 fijó un régimen de inhabilidades  para  los  diputados  que en su conjunto es más severo que el previsto para los  congresistas,  razón  por  la  cual  se  respeta  la  limitación fijada por la  Constitución  y, en consecuencia, no cabe aplicarle a los primeros las causales  de inhabilidad consagradas para los segundos.   

2.4. Por su parte, el Ministerio Público en  el  concepto  de rigor, y quien interviene a nombre de la Academia Colombiana de  Jurisprudencia,  comparten  la posición de la demanda y le solicitan a la Corte  que  declare  inexequible  la expresión acusada. Afirman que, con respecto a la  causal  de  inhabilidad  controvertida,  el  legislador  excedió  su ámbito de  competencia  en cuanto desconoció la restricción fijada en el artículo 299 de  la  Carta,  que le imponía a éste establecer un régimen de inhabilidades para  los  diputados que no fuera menos estricto que el señalado por la Constitución  para  los congresistas. Explican que esto último tiene ocurrencia, en cuanto la  expresión           “segundo          grado  consanguinidad”  abarca  un  concepto  más  laxo de  inhabilidad   por   parentesco  que  el  consagrado  en  la  Constitución,  que  precisamente   la   fija  en  el  “tercer  grado  de  consanguinidad”.   

2.5.   De   acuerdo  con  los  anteriores  planteamientos,  en  esta oportunidad le corresponde a la Corte establecer si el  Congreso  de  la  República,  al  definir el régimen de inhabilidades para los  diputados,  desconoció  los  mandatos  contenidos en los artículos 179 numeral  5°  y 299 inciso 2° de la Constitución Política, específicamente, por haber  fijado     en     el     “segundo     grado    de  consanguinidad”,  la   inhabilidad   referente  a  tener  vínculos  de  parentesco    con   funcionario   que   ejerza   autoridad   civil,   política,  administrativa  o  militar  en  el respectivo departamento; o con quienes dentro  del  mismo  lapso hayan sido representantes legales de entidades que administren  tributos,  tasas  o  contribuciones,  o  de  las entidades que presten servicios  públicos   domiciliarios  o  de  seguridad  social  de  salud  en  el  régimen  subsidiado en el respectivo departamento.   

2.6.  Para  resolver  el  anterior problema  jurídico,  iniciará  la  Corte  por  (i)  analizar,  a  la  luz de la doctrina  constitucional,   el  régimen  de  las  inhabilidades y la competencia del  legislador  para regularlas, (ii) procediendo posteriormente al estudio concreto  de   la   disposición   demandada,   teniendo   en   cuenta   los   fundamentos  constitucionales  para  la  adopción  del  régimen  de  inhabilidades  de  los  diputados.    

    

1. El  régimen de inhabilidades. Ámbito de competencia del legislador     

3.1.  El tema referente a las inhabilidades  ha  sido materia de un juicioso estudio por parte de la Corte Constitucional, la  que,  a  través  de  abundante  jurisprudencia sobre la materia, ha sentado las  bases que permiten su correcto entendimiento.   

3.2. De manera general, la Corte ha indicado  que   las   inhabilidades   son  circunstancias  previstas  en  el  ordenamiento  jurídico,  que  concurren  en  los  individuos  con aspiraciones de ingresar al  servicio   público   y,   por  excepción,  de  permanecer  en  él3,  y  que  les  impide  cumplir  con dicho propósito, concretamente, en razón al conflicto que  se    generaría    entre    sus    intereses   personales   y   los   intereses  públicos4.   

3.3.  Ha  explicado  al  respecto  que, aun  cuando   los   ciudadanos   son   titulares  del  derecho  a  participar  en  la  conformación,  ejercicio y control del poder político, y dentro de él, de los  derechos  a  ser  elegidos  y  acceder  al  desempeño  de  funciones  y  cargos  públicos,  no  son  éstos  derechos  absolutos,  siendo  posible  someterlos a  limitaciones  que,  por  un  lado,  propugnen  por  la  defensa  y garantía del  interés  general,  y  por  el  otro,  aseguren un comportamiento acorde con los  supremos  intereses  que  les  corresponde  gestionar a quienes se encuentren al  servicio            del            Estado5.   

3.4.  Bajo  ese  entendimiento,  la  propia  jurisprudencia   constitucional   define   las  inhabilidades  “como  aquellos  requisitos  negativos  para  acceder  a  la función pública, los cuales buscan  rodear  de  condiciones de transparencia, imparcialidad, igualdad y moralidad el  acceso  y  la  permanencia  en  el  servicio  público,  de  tal  suerte que las  decisiones  públicas  sean  objetivas  y  tengan  como  resultado  el  adecuado  cumplimiento  de  los fines del Estado que asegure la convivencia pacífica y la  vigencia      de      un      orden     justo”6.    

3.5. Atendiendo a su naturaleza y finalidad,  la  Corte  viene  sosteniendo  que el ordenamiento jurídico prevé dos tipos de  inhabilidades:  (i)  las  relacionadas directamente con la potestad sancionadora  del  Estado,  las  cuales  tienen  aplicación  en las áreas del derecho penal,  disciplinario,  contravencional,  correccional  y  de  punición  por indignidad  política;  y  (ii)  las  que  no  tienen  una  connotación sancionatoria ni se  relacionan  con  la  comisión  de  delitos o faltas, “sino que corresponden a  modalidades  diferentes  de  protección  del  interés  general y obedecen a la  efectividad  de  principios,  derechos  y  valores constitucionales, como son la  lealtad  empresarial, moralidad, imparcialidad, eficacia, transparencia o sigilo  profesional,     entre     otros    postulados”7.   

En   el   caso   de   las   inhabilidades  pertenecientes  al  segundo  grupo, la jurisprudencia ha precisado que éstas no  constituyen  una  pena  ni  una  sanción, sino una garantía de protección del  interés  general  y  de  la idoneidad, probidad, imparcialidad, transparencia y  moralidad  del  aspirante  a  ejercer  un  cargo público, de manera que para el  acceso  y  permanencia  en el mismo se requiera no estar incurso en las causales  de   inelegibilidad   previamente   definidas  por  el  ordenamiento8.   

3.6.  En  cuanto  tiene  que  ver  con  el  establecimiento  del  régimen  jurídico  de  las  inhabilidades que habrán de  regir  el  acceso a determinados cargos públicos, son la Constitución y la ley  las  encargadas  de  fijarlo. Al respecto, ha expresado la Corte que, si bien la  Carta  Política se ocupa de regular aspectos relacionados con la materia, en la  medida  que  se  trata de una regulación incompleta, el mismo texto Superior, a  través  de  distintas disposiciones (C.P. arts. 6°, 123 y 150-23), le reconoce  al  legislador amplias facultades de configuración política para completar ese  régimen  constitucional,  pudiendo dicho órgano político “evaluar y definir  el  alcance  de  cada  uno  de  los hechos, situaciones o actos constitutivos de  inhabilidad  o  incompatibilidad,  así  como  el  tiempo  durante  el  cual  se  extienden  y las sanciones aplicables a quienes incurran en ellas”9.   

Las  inhabilidades,  pueden  entonces  ser  adoptadas  por ley, con base en el amplio margen de configuración reconocido al  Congreso  de la República, esto es, “según su propia verificación acerca de  experiencias  anteriores  y  su  evaluación  sobre  lo que más convenga con el  objeto  de garantizar la transparencia del acceso a la función pública, de las  sanas  costumbres  en  el  seno  de  la  sociedad  y  de la separación entre el  interés   público   y   el  privado  de  los  servidores  estatales,  sin  que  necesariamente  los  fenómenos  que decida consagrar en la calidad dicha tengan  que    estar    explícitamente    contemplados    en    el    texto    de    la  Constitución”10,  pues  ello “significaría  quitar  a  la  ley toda iniciativa en materias que son propias de su papel en el  plano  de  la  conformación  del  orden  jurídico,  despojando de contenido la  función         legislativa         misma”11.    

3.7. Ahora bien, sin entrar a cuestionar la  regla   general   de   competencia   asignada   para   regular  el  régimen  de  inhabilidades,  esta  Corporación ha dejado en claro que en desarrollo de dicha  facultad,  el  legislador  está  sometido  a  límites  que surgen de la propia  Constitución  Política,  los  cuales  deben  ser  necesariamente  observados y  respetados,  so  pena  de  tornarse  inconstitucional  la medida que los ignore.  Concretamente,  ha  sostenido  la  Corte  que  el  legislador es competente para  completar  el  régimen  constitucional de inhabilidades, siempre que al hacerlo  (i)  no  modifique  ni  altere  el  alcance  y los límites de las inhabilidades  fijadas  directamente  por  la  Carta  Política,  (ii)  ni  tampoco  incurra en  regulaciones  irrazonables  o desproporcionadas -con respecto a la finalidad que  se  persigue-  que  terminen  por  desconocer  valores,  principios  y  derechos  garantizados           constitucionalmente12.   

Sobre este particular, dijo la Corte en uno  de los tantos pronunciamientos sobre el tema:   

“En  ejercicio  de  esa  facultad,  el  legislador   tiene   dos  límites.  De  una  parte,  no  podrá  modificar  las  inhabilidades  ya  señaladas  por  el constituyente13  y,  en los demás asuntos,  deberá  hacerlo  de  manera  razonable  y  proporcional,  de  tal suerte que no  desconozca   los   principios,  valores  y  derechos  consagrados  en  la  Carta  Política.      Según      lo      señaló      la     Corte,     ‘el     Legislador     no     está  constitucionalmente  autorizado  para  regular de cualquier forma los requisitos  para  el  desempeño  de  la función pública, puesto que debe armonizar, de un  lado,  la defensa de los intereses colectivos ínsita en la consagración de las  causales   de   inelegibilidad   y,   de   otro   lado,   el  derecho  político  fundamental14  de  acceder  a  los  cargos públicos (C.P. art. 40-7).  Por  ello,   tal   y   como   esta   Corporación   lo   ha   manifestado  en  varias  oportunidades15,  las condiciones de ingreso y permanencia en el servicio público  deben  ceñirse  a  los  parámetros  de  razonabilidad y proporcionalidad de la  medida,  las  cuales  deberán  determinarse  teniendo  en  cuenta  ‘el   cargo   de  que  se  trate,  la  condición  reconocida al servidor público, las atribuciones y competencias que  le   hayan   sido  asignadas  y  sus  respectivas  responsabilidades’             ’16.”  (Sentencia  C-348  de  2004).      

Recientemente, reiteró:  

“Con todo, la Corte ha hecho énfasis en  que  dicho  régimen no puede desconocer los principios constitucionales fijados  en  el  estatuto  superior    -lo cual quiere decir que el régimen de  inhabilidades  debe encajar en el sistema de valores constitucionales- al tiempo  que  no  puede  ir  en  contravía  de  disposiciones  que  han  sido  expresa y  directamente  diseñadas  por  el  constituyente. Esto ha llevado a que la Corte  acepte  que  existe  un  régimen de inhabilidades que, en principio corresponde  crear  al  legislador,  pero  que  tiene como marco general el sistema jurídico  constitucional  y,  como límite particular, las reglas directamente fijadas por  la Carta.” (Sentencia C-468 de 2008).   

3.8.  En  cuanto  a  la  primera  de  las  limitaciones,  son  varias  las  razones  que  este  Tribunal  ha  esbozado para  justificar  su  exigencia.  En  forma  enfática  ha sostenido que la  sujeción  de  la  ley  al  principio  de  la  supremacía  de la  Constitución   Política  (C.P.   art.  4º),  impide  que  el  legislador  consagre  medidas  que vayan en contra de la Carta o modifiquen los preceptos en  ella   dispuestos,   de   manera   que  cuando  es  el  propio  ordenamiento  Superior  el  que establece un  límite  a  un derecho fundamental a través de una inhabilidad y se reserva esa  prerrogativa,  cierra  toda posibilidad de intervención a la ley, sin que pueda  ésta  regular  la  materia  para  ampliar  o  restringir  la medida17.   

En  complemento de lo anterior, también ha  afirmado  que  la ley no puede alterar las inhabilidades directamente fijadas en  el  ordenamiento  Superior,  pues  al  comportar éstas, limitaciones a derechos  fundamentales,  deben  aplicarse  de  manera  taxativa  y restringida en aras de  impedir,  o  bien  una  afectación  desproporcionada  del  derecho,  o bien una  contradicción  que  haga  inocuo el mandato superior. Si es la Constitución la  que  opta  por  limitar el ejercicio del derecho a acceder a cargos públicos de  una  forma determinada, no le es permitido al legislador entrar a flexibilizar o  extender           tales           límites18.   

De  igual  manera,  ha  dicho la Corte, que  cuando  el  propio  ordenamiento Superior prevé en forma concreta y específica  una  inhabilidad, debe entenderse que se reservó la prerrogativa de limitar, en  las  condiciones  por  ella  indicadas,  la  restricción  de acceso a ese cargo  público.  Ese  principio  de  reserva constitucional, blinda la medida e impide  que  una  norma  de  nivel  inferior  modifique los alcances específicos de esa  inhabilidad              constitucional19.   

El punto ha sido tratado expresamente por la  jurisprudencia en los siguientes términos:   

“Es  importante señalar que el régimen  de   inhabilidades  e  incompatibilidades  de  los  servidores  públicos  está  previsto  en  la  Constitución  y  la ley. El legislador no puede modificar los  límites  fijados  directamente  por  el  constituyente en cuanto existen varias  razones  que  impiden  a  la  ley  ampliar  este  régimen,  entre las cuales se  destacan  las  siguientes: 1ª) La Constitución establece un sistema cerrado de  inhabilidades  e  incompatibilidades  por  tratarse  de restricciones al derecho  fundamental  de  elegir  y  ser elegido (C.P., Art. 40); 2ª) La sujeción de la  ley  al  principio  de  la  supremacía  de  la Constitución Política, lo cual  impide  que  el  legislador consagre regulaciones que estén en contravía de la  Carta  o  modifiquen los preceptos en ella dispuestos (C.P., art. 4º); 3ª) Los  límites  de  los  derechos  fundamentales  tienen  que  ser  de interpretación  restrictiva;  4ª)  Cuando  la  propia  Constitución  establece un límite a un  derecho  fundamental  y  se reserva tal prerrogativa, cierra la posibilidad para  que  la  ley,  en  su  ámbito de competencia, pueda ser más restrictiva en esa  materia.   

De   acuerdo  con  el  principio  de  la  supremacía  de  la  Constitución,  la  ley  no  está facultada para dejar sin  efecto   práctico   un   principio   constitucional.”   (Sentencia  C-541  de  2001).   

Recogiendo  la  línea  fijada  en el fallo  citado, reiteró la Corte en otra decisión sobre la materia:   

“Para  esta  Corte,  la  prohibición de  modificación  de  las  causales  de  inhabilidad directamente señaladas por el  constituyente  es  consecuencia  de  varios  principios  constitucionales, todos  ellos  compilados  en  la  Sentencia  C-540  de  2001:  i)  en  primer lugar, el  legislador  no  puede  alterar  las  inhabilidades  directamente  fijadas por el  constituyente  porque  las  inhabilidades  implican la limitación de un derecho  fundamental  y,  por  tanto,  deben  aplicarse de manera taxativa y restringida.  Así  las  cosas,  si el constituyente decide limitar el ejercicio del derecho a  acceso  a  cargos  públicos  de  una  forma determinada, no puede el legislador  ampliar  dichos  límites;  ii)  la  supremacía  normativa  de la Constitución  impide  que  el legislador transforme una inhabilidad directamente fijada por el  legislador.  Cualquier  alteración  en  este sentido debe considerarse como una  incompatibilidad   normativa   susceptible   de   ser   corregida  por  el  juez  constitucional,  pues  el  legislador  no  puede dejar sin efectos un mandato de  jerarquía  superior; iii) si el constituyente previó una inhabilidad concreta,  es  porque  se  reservó  la prerrogativa de limitar, en las condiciones por él  indicadas,  la  restricción de acceso a ese cargo público. Esta reserva impide  que  otra  norma  modifique  los  alcances  específicos  de esa inhabilidad”.  (Sentencia C-468 de 2008).   

En   este  sentido,  la  Corporación  ha  concluido  que cualquier desconocimiento por parte de la ley de disposiciones de  la  Carta,  concretamente  frente  a las causales de inhabilidad previstas en su  texto,  constituye  una incompatibilidad normativa que debe ser corregida por el  juez  constitucional,  pues  no es jurídicamente posible que el legislador deje  sin  efectos  un  mandato de superior jerarquía, como es el fijado directamente  por   la   Constitución   Política.   Ha   hecho   énfasis  la  jurisprudencia,  en  el  sentido  de  que  la  sujeción de la ley al principio de la supremacía  de  la  Constitución Política, impide que se consagren regulaciones contrarias  a la Carta o que modifiquen los preceptos en ella dispuestos.   

3.8.1. Precisamente, en aplicación de estos  criterios,  en  la  Sentencia  C-540 de 2001, la Corte Constitucional consideró  contrario  a  la  Carta el contenido del artículo 32 de la Ley 617 de 2000, que  fijaba  en  24 meses la prohibición a los gobernadores que tuvieran interés en  inscribirse  como  candidatos  al  Congreso o a la Presidencia de la República,  por  cuanto  dicha  norma  modificaba la inhabilidad de 12 meses prevista por la  Constitución  para  ciertos servidores públicos -entre ellos los gobernadores-  que  aspiraran  a  los  citados  cargos. La Corte sostuvo que habiendo fijado el  constituyente  del  91 un término de un año para configurar la inhabilidad, el  legislador  no  estaba facultado para incrementarlo. Conforme con ello, declaró  la  exequibilidad  condicionada  del  artículo  32 de la Ley 617 de 2000, en el  sentido  de que la incompatibilidad especial de 24 meses prevista en dicha norma  no  aplica al gobernador que se inscriba como candidato a Senador, Representante  a  la Cámara o Presidente de la República, en cuanto ya la Constitución fijó  expresamente  en  los  artículos  179-2  y 197 un término de inhabilidad de 12  meses  para  acceder  a  tales  posiciones.  Se  dijo sobre el tema en el citado  fallo:   

“a)   De  gobernador  a miembro del  Congreso de la República o a Presidente de la República.   

El  artículo  179  de  la  Constitución  señala  las  inhabilidades  a  las que está sujeto el candidato que quiera ser  elegido  Senador  o  Representante a la Cámara. Allí se dice que “No podrán  ser  congresistas (…)   2. Quienes hubieren ejercido, como empleados  públicos,   jurisdicción   o  autoridad  política,  civil,  administrativa  o  militar,  dentro  de  los  doce meses anteriores a la  fecha  de  la elección”. (subrayado fuera de texto)   

Por  su  parte,  el  artículo  197  de la  Constitución  consagra  el  régimen de inhabilidades para ser Presidente de la  República.  Entre  otros  empleos, señala que no podrá ser elegido Presidente  de  la  República   “el  ciudadano que un año  antes  de la elección haya ejercido cualquiera de los  siguientes  cargos: (…) Gobernador de Departamento o Alcalde Mayor de Santa Fe  de Bogotá”. (Subrayas fuera de texto)     

Desde  este  punto  de  vista, la Corte no  encuentra  razones  que  justifiquen  la  incompatibilidad  de  24 meses para el  gobernador  que  quiera inscribirse como candidato a Senador, Representante a la  Cámara  o  Presidente  de la República, en cuanto ya la Constitución señaló  expresamente una inhabilidad de 12 meses para estos eventos.”   

3.8.2.  De la misma manera, en la Sentencia  C-311  de  2004,  la  Corte  declaró  la exequibilidad condicionada del segundo  inciso  del  artículo  49  de  la misma Ley 617 de 2000, que inhabilitaba a los  parientes  de  diputados  y concejales, hasta el cuarto grado de consanguinidad,  segundo  de  afinidad  o  primero  civil,  para  ser funcionarios del respectivo  distrito,  municipio  o de sus entidades descentralizadas. Tal determinación la  adoptó  la  Corte  en  razón a que el citado precepto, en una de sus lecturas,  alteraba  la  regla prevista en el 2° inciso del artículo 292 de la Carta, que  establece  la misma inhabilidad por parentesco para los parientes de diputados y  concejales,  pero limitándola solo hasta “el segundo  grado  de  consanguinidad,  segundo  de  afinidad y primero civil”.  Se  explicó  en  dicho  fallo que la norma acusada contradijo un  mandato  expreso  de  la  Constitución  en un tema en el que la misma no había  dejado  ningún  margen  de  acción  al  legislador y había optado por regular  directamente   la   prohibición.   Específicamente   se   argumentó   en   la  sentencia:   

“De  las  consideraciones  hechas en los  apartes  preliminares  de esta sentencia se desprende que en el presente caso el  Legislador  al  establecer  en el segundo inciso del   artículo 49 de  la  Ley  617  de 2000, tal como quedó modificado por el artículo 1° de la Ley  821  de  2003  la  prohibición  para  que  los  parientes  de  los  diputados y  concejales  dentro  del  cuarto  grado  de   consanguinidad  y  segundo  de  afinidad  sean  designados  funcionarios del respectivo departamento, distrito o  municipio,  o  de  sus entidades descentralizadas, contradijo un mandato expreso  de  la  Constitución    en  un asunto en el que  ésta no había  dejado   ningún   margen   al   Legislador    y  había  decidido  regular  directamente   dicha  prohibición   cuando señaló que “no podrán  ser  designados  funcionarios  de  la  correspondiente  entidad  territorial los  cónyuges  o  compañeros  permanentes  de  los  diputados  y concejales, ni sus  parientes  en  el  segundo grado de consanguinidad, primero de afinidad o único  civil.   

Dicha   contradicción   se   presenta  concretamente  en  la hipótesis en que  los mismos  diputados  o  concejales   no intervienen  en la designación de sus parientes   o  no   están  llamados  a   intervenir  en  la designación de quien  actúa   como  nominador,  pues  en  esas  circunstancias    la  regla  aplicable  es exclusivamente la que ordena  el segundo inciso del artículo  292  superior  a que acaba de hacerse referencia y que alude  es al segundo  grado de consanguinidad y primero de afinidad”.   

3.8.3.  También  en  la Sentencia C-468 de  2008,  esta  Corporación retiró del ordenamiento jurídico algunos apartes del  literal  b)  del  artículo  163  de la Ley 136 de 1994, tal y como el mismo fue  modificado  por  el  artículo  9°  de  la  Ley  177  de  1994,  que  regula la  inhabilidad  para  los  concejales  que  aspiran  a  ser  designados contralores  distritales  o  municipales,  por  cuanto  la  norma  fijó  el  término  de la  prohibición  en  tres años, mientras que el inciso 6° del artículo 272 de la  Constitución  precisa  que  la  inhabilidad  para  los concejales que aspiran a  tales  cargos  es  tan solo de un año. Adujo la Corte en dicha oportunidad, que  la  norma  era  inconstitucional  por  haber  superado  el  límite expresamente  señalado  por la Carta sin tener facultad para ello. Al respecto, se sostuvo en  el fallo:   

“Para  el caso concreto, respecto de los  concejales  que  quieran ser nombrados contralores distritales o municipales, la  Constitución  estableció  el  término  de  un año como lapso de inhabilidad,  pero   la  ley  ordenó  que  fueran  tres,  con  lo  cual  superó  el  límite  expresamente  fijado  por  la  norma  superior  y, sencillamente, se vulneró el  contenido  de  la  Carta.  La  conclusión de esta simple comparación es que la  norma es inexequible en ese aspecto.   

Ahora  bien, aunque el demandante impugnó  la   totalidad   del  literal  b),  los  cargos  de  inconstitucionalidad  sólo  confrontaron  la  legitimidad  del  término  de  inhabilidad  respecto  de  los  concejales  que  aspiran  a  ocupar el cargo de contralor distrital o municipal.  Ello  quiere  decir que no todo el literal b) acusado es inconstitucional, entre  otras  cosas  porque  la  expresión  ‘dentro     de     los     tres     años     anteriores’,   es  aplicable   también   a   los  magistrados  de  los  tribunales  que  hagan  la  postulación   y  la  Corte  no  se  pronunció  sobre  dicho  aspecto  en  esta  sentencia.   

Tal  circunstancia  obliga  a  retirar del  ordenamiento     jurídico     únicamente     la     expresión    ‘o  del  concejo  que  deba  hacer  la  elección,’, para que el  resto de la disposición conserve sentido gramatical completo.”   

El anterior recuento jurisprudencial muestra  como  la  Corte ha mantenido una posición uniforme en punto a la aplicación de  la  regla  que  le  prohíbe  al  legislador  modificar o alterar el alcance del  régimen  de  inhabilidades  fijado  directamente  por  la  Carta  Política. En  cumplimiento  de  dicha  regla,  la  Corte  ha llevado a cabo una confrontación  objetiva  y  directa  entre la disposición constitucional y la preceptiva legal  que  la  contradice,  procediendo,  o bien a declarar inexequibles aquellas  medidas  que desconocen los mandatos superiores en la materia, o bien a proferir  fallos  de  exequibilidad condicionada, ajustando el precepto al contenido de la  Constitución.   

3.9. Finalmente, en lo que hace referencia a  la  segunda  de las limitaciones a que está sometido el legislador para regular  el  régimen  de  inhabilidades,  consistente  en  adoptar  medidas razonables y  proporcionadas,  la Corte ha hecho especial énfasis en que, si bien aquél goza  de  un  amplio  margen  de  configuración por fuera de los eventos expresamente  señalados   en   la  Carta,  en  todo  caso,  “no  está  constitucionalmente  autorizado  para regular de cualquier forma los requisitos para el desempeño de  la  función  pública, puesto que debe armonizar, de un lado, la defensa de los  intereses   colectivos   ínsita   en   la  consagración  de  las  causales  de  inelegibilidad  y,  de  otro  lado, el derecho político fundamental20 de acceder a  los   cargos   públicos   (C.P.   art.   40-7)”21.   

De  ahí  que para fijar las condiciones de  ingreso  y  permanencia  en  el  servicio  público,  la ley deba ceñirse a los  parámetros  de  razonabilidad  y proporcionalidad de las medidas que adopte, lo  que  significa  que las mismas tendrán que tomarse conforme con los    principios    que   rigen   la   función   administrativa   -transparencia,  moralidad,  igualdad, eficacia y eficiencia (C.P. art. 209)-, y  teniendo  en  cuenta  el  cargo  de  que  se trate, la  condición  reconocida al servidor público, las atribuciones y competencias que  le   hayan  sido  asignadas  y  sus  respectivas  responsabilidades,  pues  sólo  de  esa  manera se   entiende   que   se   respeta  la  libertad  de  configuración  legislativa  y que se garantiza la ejecución de los fines esenciales del Estado  en   sus   diferentes   manifestaciones  y  niveles22.   

Al    respecto    ha    explicado    la  jurisprudencia:   

“La doctrina constitucional contenida en  múltiples  fallos  de  esta  Corporación  (sentencias  C-537 de 1993; C-320 de  1994;  C-373  de  1995;  C-367  de 1996, C-509, C-618 de 1997. C- 068 y C-147 de  1998,  entre  otras),  ha  señalado  que  las  inhabilidades  como excepción y  restricción  que  el  Constituyente  y  el  legislador  pueden fijar al derecho  político  que le asiste a toda persona de acceder y desempeñar, en condiciones  de   igualdad,   funciones  o  cargos  públicos  (artículos  13  y  40  de  la  Constitución),   deben   ser   razonadas   y  proporcionales.  Razonabilidad  y  proporcionalidad,  que  tiene  como  punto  de referencia, la prevalencia de los  principios   que   rigen   la  función  administrativa  (artículo  209  de  la  Constitución).   

Así,  ha  de entenderse que una causal de  inhabilidad  está  acorde  con  los  postulados  de la Constitución, cuando la  misma  tiene  por  objeto  otorgar  la mayor transparencia, moralidad, igualdad,  eficacia  y  eficiencia  a  la  función pública. Sólo cuando estos principios  resulten  satisfechos,  será  admisible  la  limitación  del  derecho  de  los  diversos  ciudadanos que, pese a poseer la idoneidad para desempeñar un cargo o  función  pública  determinada,  no puedan acceder, en razón a la concurrencia  en  él  de  circunstancias  que hacen presumir que el desempeño de la función  pública    correspondiente,    podrá    objetivamente   verse   afectada   por  éstas.   

Por  tanto, la facultad que se reconoce al  órgano  legislativo  para determinar causales de inhabilidad diversas a las que  expresamente  ha  fijado  el  Constituyente,  han  de ser interpretadas en forma  restrictiva  (sentencias  C-320  de  1994  y  C-147 de 1998, entre otras), en el  sentido  de dar prevalencia a los derechos a la igualdad y al acceso a funciones  y  cargos públicos. No significa lo anterior, el desconocimiento de la facultad  discrecional  que,  en  esta  materia,  se le reconoce al legislador (sentencias  C-367  de  1996, C-509 de 1997, entre otras), dado que si bien corresponde a él  señalar   causales   de   inhabilidad   diversas  a  las  establecidas  por  el  Constituyente,  cuando ello se considere conveniente para el desempeño probo de  la  función  pública,  esa  competencia  tiene  un  límite  objetivo:  el  no  desconocimiento  de  los  mencionados  derechos.”  (Sentencia  C-1372 de   2000).”   

3.10.  En  estos  términos, la competencia  otorgada  al  legislador  para  establecer las condiciones de acceso al servicio  público,  en  particular,  para  fijar  el régimen de inhabilidades, encuentra  límites  claros,  tanto en lo dispuesto directamente en el texto constitucional  y  en  el  ámbito  de  regulación que éste haya dejado a la ley en cada caso,  como  en  los  parámetros  de  razonabilidad  y  proporcionalidad  que se deben  observar al expedir las medidas.   

3.1.1.   Así   entendido,   la  potestad  legislativa  en  este  campo,  como  en  otros,  está  sometida a un control de  límites  que,  en todo caso, “dependerá de  la  precisión  con  la que la Constitución haya regulado la institución jurídica  de  que  se  trate   y  que en este sentido la posibilidad que en cualquier  circunstancia  tiene el legislador para desarrollar la Constitución dependerá,  en  su  alcance,  del  margen  que  haya  dejado la Constitución”23.   

3.1.2  Con  base  en  las  consideraciones  precedentes,  pasa  la  Corte  a  estudiar  la  constitucionalidad  de  la norma  acusada.   

    

1. La  norma parcialmente acusada desborda los límites fijados por la  Constitución  para  regular  el  régimen  de  inhabilidades  de los diputados.  Análisis del caso concreto     

4.1.  Como  quedó explicado en el apartado  anterior,  por  mandato  de  los  artículos  6°,  123  y  150-23  de  la Carta  Política,  salvo  los  casos  expresamente regulados por el propio ordenamiento  Superior,  le  corresponde  a  la ley determinar el régimen de inhabilidades de  los servidores públicos.   

4.2. Tratándose de los servidores públicos  al  servicio  de  las entidades territoriales, el artículo 293 Superior señala  que,  sin  perjuicio  de lo establecido en la Constitución, la ley determinará  las  inhabilidades  e incompatibilidades de los ciudadanos que sean elegidos por  voto   popular   para   el   desempeño   de   funciones   públicas  en  dichas  entidades.   

4.3.  Para  el  caso  específico  de  los  diputados,  el  inciso  2°  del  artículo  299  de  la Constitución Política  dispone      expresamente      que      su      régimen     de     “inhabilidades  e  incompatibilidades”  será    “fijado    por   la   ley”,   precisando   además   el  aludido  precepto,  que  “[n]o  podrá  ser  menos  estricto  que  el  señalado  para los  congresistas en lo que corresponda”.   

4.4.  En  este  sentido,  aun  cuando  la  Constitución  le otorga al legislador libertad de configuración normativa para  establecer  el  régimen  de inhabilidades de los diputados, también le señala  precisos  límites a dicha libertad, pues ha dejado en claro que el régimen que  le  compete  desarrollar  debe  llevarse  a  cabo  atendiendo los mandatos de la  Constitución,  sin  que  en  ningún caso pueda éste ser menos riguroso que el  previsto para los congresistas.   

4.5.  Según se ha mencionado a lo largo de  esta  sentencia, en el caso bajo examen, el actor dirige la acusación contra el  primer  enunciado  normativo  del  numeral 5° del artículo 33 de la Ley 617 de  2000,  en  el  que se prevé  como  causal de inhabilidad para quienes aspiren a ser diputados, tener vínculo  por   matrimonio,   o   unión  permanente,  o  de  parentesco  en  “segundo   grado  de  consanguinidad”,  primero  de afinidad o único civil, con funcionarios que dentro de los 12 meses  anteriores   a   la   elección   hayan  ejercido  autoridad  civil,  política,  administrativa  o  militar  en  el  respectivo departamento; o con quienes en el  mismo  término  hayan  sido representantes legales de entidades que administren  tributos  o  presten servicios públicos domiciliarios o de salud en el régimen  subsidiado  en  el  respectivo  departamento.  Concretamente, cuestiona el actor  aquél  aspecto  de  la  inhabilidad  que  hace referencia al parentesco, por el  hecho  de  haberlo  fijado  la  norma  en el “segundo  grado   de  consanguinidad”,  en  contravía  de  la  Constitución.   

4.6. Teniendo en cuenta que la propia Carta  le  señala  un  límite  al  legislador  para  regular las inhabilidades de los  diputados,  consistente  en  no  establecer  causales  de  inelegibilidad  menos  estrictas  que  la  de  los  congresistas,  se  pregunta la Corte, ¿cuál es el  régimen  de  inhabilidades  previsto por la Constitución para los miembros del  Congreso  de  la  República  en  la materia a que hace referencia la preceptiva  impugnada?   

4.7.  Pues  bien,  como  lo  sostiene  el  demandante,  en  esa  materia, el artículo 179 numeral 5° de la Constitución,  consagra  la  siguiente  inhabilidad  para los miembros del Congreso: no podrán  ser  congresistas:  “Quienes  tengan  vínculos  por  matrimonio,   o   unión   permanente,  o  de  parentesco  en  tercer  grado  de  consanguinidad,  primero  de  afinidad,  o  único  civil,  con funcionarios que  ejerzan   autoridad   civil   o   política”.  Dicha  inhabilidad  se  complementa  con  lo  previsto  en el inciso 2° del parágrafo  transitorio,  en  el  que  se  dispone  que  ésta  se  refiere  a  “a  situaciones que tengan lugar en la circunscripción en la cual  deba   efectuarse   la   respectiva   elección”24.   

4.8. Confrontadas la norma legal acusada con  la  disposición  constitucional  citada,  constata  la  Corte  que se trata, en  esencia,  de  la  misma  inhabilidad. En términos generales, en ellas se prevé  como  causal  de  inelegibilidad  para  quienes  aspiren  a  ser  congresista  y  diputado,  mantener  vínculos familiares con determinadas autoridades dentro de  la   respectiva   circunscripción   electoral.   Concretamente,   una   y  otra  disposición  le  prohíben a diputados y congresistas, respectivamente, aspirar  a  dichos  cargos  si  tienen  vínculos  por matrimonio, o unión permanente, o  parentesco  de consanguinidad, de afinidad o civil, con funcionarios que ejerzan  autoridad  en  la circunscripción en la cual deba llevarse a cabo la respectiva  elección.   

La  consanguinidad se define como la unión  por  parentesco  natural  o  de sangre, de varias personas que descienden de una  misma         raíz         o         tronco25.   Acorde   con   ello,  el  artículo  37  del Código Civil consagra que “[l]os  grados  de  consanguinidad  entre  dos  personas  se  cuentan  por el número de  generaciones.  Así,  el  nieto  está en segundo grado de consanguinidad con el  abuelo,   y  dos  primos  hermanos  en  cuarto  grado  de  consanguinidad  entre  sí”.   

De cara a la norma impugnada, ello significa  que  el  parentesco  en  segundo  grado de consanguinidad se extiende a un menor  número  de personas que el parentesco en tercer grado de consanguinidad, con lo  cual  no  cabe duda que la inhabilidad legal por parentesco para quienes aspiren  a  ser diputados, es menos estricta que la prevista en la Constitución para los  congresistas.   

En  efecto,  tratándose  de  la  causal de  inelegibilidad  demandada,  debe entenderse que ésta cobija a quienes aspiren a  ser  diputados  y  tengan vínculos de parentesco tanto en el primero como en el  segundo  grado  de consanguinidad con funcionarios que ejerzan autoridad civil y  política  en  la respectiva circunscripción territorial. No ocurre lo mismo en  el  caso  de  la  inhabilidad  constitucional, pues ella está prevista para los  congresistas  que tengan vínculos de parentesco en el primero, segundo y tercer  grado   de  consanguinidad  con  funcionarios  que  ejerzan  autoridad  civil  o  política  en la respectiva circunscripción territorial, lo cual no deja duda a  cerca  de  que  la prohibición para los diputados es más laxa y menos exigente  que la de los congresistas.   

4.10.  Así  las  cosas,  si  el  artículo  299   de   la   Constitución  Política  faculta  al  legislador  para  regular  el  régimen  de inhabilidades de los diputados, y le  establece  como  límite  que  éste  no sea menos estricto al previsto para los  congresistas,  al  advertirse  que  la preceptiva impugnada reguló en términos  más  amplios  que la Constitución la inhabilidad por parentesco, debe concluir  la  Corte que la ley, al expedir la medida impugnada, ha desbordado los límites  que  le  fijó la propia Carta en la materia, modificando también el alcance de  la  inhabilidad  que  se  debate,  prevista  en  el artículo 179-5 de la Carta,  haciéndola menos restrictiva en ese campo.   

En cuanto esta última norma constitucional,  el   artículo   179-5,   se  refiere  al  parentesco  en  el  tercer  grado  de  consanguinidad,  la  norma  acusada no podía reducirlo al segundo grado, ya que  la  atribución  constitucional reconocida al legislador para regular el tema de  las  inhabilidades  de  los diputados, estaba claramente limitada por el mandato  también  constitucional,  que  prevé  que  dicho  régimen  no puede ser menos  estricto que su similar previsto para los congresistas.   

4.11. No es de recibo el argumento esbozado  por  algunos  de los intervinientes, en el sentido de considerar que frente a la  limitación  prevista  en  el  artículo  299  de  la  Carta, la valoración del  régimen  de inhabilidades de los diputados debe hacerse en conjunto sin que sea  necesario  entrar  a  confrontar las causales individualmente consideradas. Como  quedó   suficientemente   explicado   en  el  apartado  anterior,  la   competencia   del   legislador   para   completar  el  régimen  constitucional  de  inhabilidades,  está  condicionada  a que éste no consagre  medidas  que  vayan  en  contra  de  las disposiciones constitucionales sobre la  materia,  esto  es,  que  alteren  las  inhabilidades directamente fijadas en el  ordenamiento   Superior   o  las  medidas  relacionadas  con  ellas.  Según  se  manifestó,  el  principio  de  la  supremacía  de la  Constitución  Política  impide que la ley prevea inhabilidades que contradigan  los   preceptos   de   la  Carta,  pues  cuando  es  el  propio  ordenamiento  Superior  el  que establece un  límite  a  un  derecho fundamental, reservándose esa prerrogativa, cierra toda  posibilidad  de  intervención  a la ley, sin que pueda ésta regular la materia  por fuera de los términos constitucionales.   

4.12.    La  Corporación  ha  forjado una doctrina consolidada en torno a la cual, cualquier  desconocimiento  de  disposiciones  de la Carta, específicamente  frente a  las   causales   de   inhabilidad   previstas   en   su  texto,  constituye  una  incompatibilidad  normativa  que  debe ser corregida por el juez constitucional,  pues  no  es  jurídicamente  posible  que la ley deje sin efectos un mandato de  superior  jerarquía  proveniente  directamente de la Constitución.  Precisamente,  en  aplicación  de este  criterio  uniforme,  se  mostró  en  el  apartado  anterior,  cómo la Corte ha  procedido  a  retirar  del  ordenamiento  o  a  condicionar la permanencia en el  mismo,  de  aquellas  disposiciones  que  en  materia de inhabilidades han   desbordado los límites expresamente señalado por la Carta.   

4.1.3. Admitir entonces que el análisis de  las  inhabilidades legales debe hacerse en conjunto frente a la Constitución, y  no  confrontando  individualmente  sus  preceptos,  implicaría  aceptar  que es  posible  que  coexistan  en el ordenamiento jurídico disposiciones contrarias a  las  normas  del  Estatuto  Superior.  Ello,  por supuesto, no es jurídicamente  viable  en  un  Estado  Constitucional,  como  es el caso del Estado colombiano,  donde  la  Carta  Política tiene un carácter normativo y vinculante para todos  los  poderes  públicos  y  para  los  particulares,  es  la  norma de normas, y  prevalece  sobre  todos  los  demás  preceptos  del  ordenamiento  debiendo ser  aplicada  de  preferencia en caso de entrar en conflicto con otras disposiciones  (C.P. art. 4°).   

4.1.4.  Por  ello, aceptar en este caso, so  pretexto  de  hacer un análisis conjunto e integral, que la ley puede ser menos  estricta  que el Estatuto Superior al establecer el régimen de inhabilidades de  quienes  aspiren  a  ser diputados, implica contrariar la Constitución y violar  además el principio de supremacía de la misma.   

4.15.  En  estos términos, es claro que la  expresión       “segundo       grado       de  consanguinidad”,  contenida  en  el primer enunciado normativo del numeral 5° del artículo 33 de la Ley 617  de  2000,  viola  los  artículos  179-5 y 299 de la Constitución Política, en  cuanto   que,   por  su  intermedio,  el  legislador  desbordó  el  ámbito  de  configuración   política  reconocido  por  el  propio  Estatuto  Superior,  al  consagrar  una  inhabilidad menos estricta para quienes aspiren a ser diputados,  que la inhabilidad prevista para ser congresista.   

4.16.   Cabe  precisar  que,  aun  cuando  la  disposición  legal  incluye  en  su texto algunos  elementos  normativos  no  previstos en la preceptiva Superior, para la Corte es  claro  que  los  mismos  no  tienen  la  virtualidad  de  alterar o modificar   la   estructura  de  la  inhabilidad  por  vínculos  de  parentesco,   que  es  precisamente  donde  radica  la  contrariedad   con   la   Constitución.   Si  bien  es  cierto  que  la preceptiva acusada extiende su ámbito  de  aplicación,  en cuanto al término en el que opera  y  a  los sujetos inhabilitantes, tal hecho  no  desvirtúa  que  se trate de la misma prohibición tanto en la  Constitución  como en la ley, pues en uno y otro caso, la inhabilidad surge por  el  hecho  concreto  de tener los aspirantes a Congreso y Asamblea, vínculos de  parentesco  -consaguinidad,  afinidad  y  civil-  con  servidores  públicos que  ejerzan   autoridad   civil   o  política  en  la  respectiva  circunscripción  territorial.   

Sobre esto último, es menester reiterar que  el  presupuesto  constitucional  de  la  inhabilidad por parentesco para quienes  aspiren  a  ser diputados, esta previsto en el artículo 179-5 de la Carta, que,  precisamente,    prohíbe    al   acceso   a   dicho   cargos   a   “[q]uienes  tengan  vínculos por matrimonio, o unión permanente,  o  de  parentesco  en  tercer  grado  de  consanguinidad, primero de afinidad, o  único    civil,    con    funcionarios    que   ejerzan   autoridad   civil   o  política”.  Ello  significa  que tales presupuestos  normativos  están  amparados  por el principio de reserva constitucional y, por  tanto,   respecto   de   ellos   no   cabe   ninguna   tipo   de   interferencia  legislativa.  No  obstante,  en cuanto la propia Carta  faculta  al  legislador  para  completar  el  régimen  de  inhabilidades de los  diputados,  siempre que no fije condiciones menos estrictas a las previstas para  los  congresistas,  es  posible  que  aquél,  en  ejercicio  de  la libertad de  configuración  política,  opte  por  ampliar su marco de acción más allá de  los presupuestos constitucionales mínimos.   

5.  La decisión que debe adoptar la Corte  en el presente caso   

5.1.  De  acuerdo  con  las consideraciones  precedentes,   la   expresión  “segundo  grado  de  consanguinidad”,  contenida  en  el primer enunciado normativo del numeral 5° del artículo 33 de la Ley 617  de  2000,  es  inconstitucional, en cuanto que, a través de ella, el legislador  reguló  una  inhabilidad por parentesco para los diputados menos gravosa que la  misma     prohibición     prevista    por    la    Constitución    para    los  congresistas.   

5.2.  Según  quedo  explicado,  si bien el  artículo  299 de la Constitución Política faculta al  legislador  para  regular  el  régimen de inhabilidades de los aspirantes a ser  diputados,  la  misma  norma  le  establece  un  límite a dicha facultad, en el  sentido  de  que  no puede éste adoptar medidas de prohibición menos estrictas  que  las  previstas por la propia Carta para quienes pretendan ser congresistas.  Bajo   estos   parámetros,   considerando   que   la  Constitución  hizo  extensiva  la causal de inelegibilidad por parentesco hasta  el   “tercer  grado  de  consanguinidad”,    y    la    ley    sólo    la  extendió    hasta    el  “segundo  grado  de  consanguinidad”,  no  le  queda  duda  a  la  Corte  que  a través de esta última  expresión,  el  legislador desbordó su ámbito de competencia, pues reguló en  términos  más  amplios que la Constitución la inhabilidad por parentesco para  los diputados.   

5.3.  Aun  cuando  en  sentido estricto, la  contradicción  entre  la  citada frase y la Carta conduciría a su declaratoria  de  inexequibilidad  simple, encuentra la Corte que ello no es posible, pues una  decisión   con   ese   alcance  generaría  vacíos  e  inconsistencias  en  la  aplicación   de   la  preceptiva  impugnada,  manteniendo  incluso  vigente  su  contrariedad  con  la  Constitución. En efecto, de limitarse la Corte a retirar  del  ordenamiento  la  expresión  “segundo grado de  consanguinidad”, la prohibición a la que se integra  se   mostraría  insuficiente  e  indeterminada,  en  cuanto  desaparecería  la  prohibición  por  parentesco  de  consanguinidad  para  quienes  aspiren  a ser  diputados,  produciendo  tal decisión un efecto contrario al perseguido en este  juicio,  ya  que  en  términos  generales  la  inhabilidad  legal  resultaría   ser   menos   estricta   que   la  prevista  para  los  congresistas en el artículo 179-5 del Estatuto Superior.   

5.4.  Bajo  esos  supuestos,  este Tribunal  considera  que  lo  que  cabe en el presente caso es acudir al expediente de las  sentencias  integradoras, en la modalidad sustitutiva, que permita, por un lado,  retirar  del  ordenamiento  jurídico  los  contenidos  normativos juzgados como  inconstitucionales  y,  por  el  otro,  ajustar  la  disposición  de manera que  exprese   un   significado  coherente,  de  acuerdo  con  los  designios  de  la  Constitución.   

Con respecto a las sentencias integradoras,  la  Corte  ha  sostenido que las mismas son una modalidad de decisión por medio  de  la cual, el juez constitucional “proyecta los mandatos constitucionales en  la  legislación  ordinaria,  para  de  esa  manera  integrar  aparentes vacíos  normativos  o  hacer  frente  a  las  inevitables  indeterminaciones  del  orden  legal”26.  Ha  expresado  al  respecto  que  las sentencias integradoras, en  cualquiera  de  sus  modalidades      -interpretativas,  aditivas  o  sustitutivas-,  “encuentran  un  claro fundamento en el carácter  normativo  de  la  Carta  Política  (C.P.  art.  4°)  y  en  los principios de  efectividad  (C.P.  art.  2°)  y  conservación  del  derecho  (C.P. art. 241),  llamados      a      gobernar      el      ejercicio      del     control     de  constitucionalidad”27,  ya  que facilitan la labor  de  “mantener  vigente  en  el  ordenamiento  jurídico  la  norma  que ofrece  insuficiencias  desde  la  perspectiva  constitucional,  en  el  sentido  que le  permite  al  órgano  de  control  constitucional  ajustar  su  contenido  a los  mandatos  superiores  parcialmente  ignorados  por  el legislador”28.   

En  esta  modalidad  de  fallo,  el  juez  constitucional  interpreta  la  disposición acusada y luego de establecer cuál  es  su  contenido normativo, encuentra que se configura en él una violación de  la   Constitución  que  debe  ser  declarada.  No  obstante,  advierte  que  la  declaratoria   de   inconstitucionalidad  no  es  suficiente  para  rescatar  la  disposición   enjuiciada,   toda   vez  que  al  reducirse  su  contenido  como  consecuencia  de  la  determinación inicial, se genera en ella un vacío que la  priva   de   la   posibilidad   de   expresar   un   significado   coherente   y  constitucionalmente  válido.  Tal  situación  lleva  a  la Corte a dar un paso  adicional  en  la  decisión por adoptar, que consiste precisamente en suplir el  vacío   para  darle  sentido  a  la  disposición,  sustituyendo  el  contenido  normativo  declarado  inexequible  por  uno  nuevo  que  esté  conforme  con la  Constitución.   

Las sentencias sustitutivas son entonces una  mezcla  de  sentencia de inconstitucionalidad simple y de sentencia integradora,  en  el  sentido  que  si  bien  en  ellas se anula el precepto acusado, éste es  reemplazado  por  un  mandato  que  el  propio fallo decide incluir o agregar al  ordenamiento.  De  acuerdo  con  la doctrina especializada, el tipo de sentencia  sustitutiva  se  caracteriza  por  adoptar, en forma sucesiva y concurrente, una  postura  ablativa,  por  medio  de la cual se neutraliza la inconstitucionalidad  advertida,  y  una postura reconstructiva, dirigida a llenar la laguna normativa  creada    por    el    vicio   de   inconstitucionalidad   detectado29.   

5.6.  No  sobre  precisar  que  la  Corte  Constitucional  ha  acudido a este tipo de sentencias en diversas oportunidades.  Así  lo  hizo,  por  ejemplo,  en  la  Sentencias  C-445  de 1998, en la que se  pronunció  sobre  una  demanda  de  inconstitucionalidad  formulada  contra  el  artículo  189  del  Código  Penal  Militar.  En  dicho  fallo,  se declaró la  inexequibilidad  de  aquellas expresiones del artículo que se ocupaban de fijar  las  penas  imponibles  cuando  se  incurría  en  el  delito  de  peculado  por  apropiación  y, en su lugar, en un segundo paso, se dispuso que para tal delito  las  penas  aplicables  eran las contempladas en el Código Penal ordinario. Tal  determinación  la tomo la Corte por considerar que en relación con los delitos  comunes  contemplados en el Código Penal Militar, éste no puede, sin violar el  principio  de igualdad en materia punitiva, imponer penas principales inferiores  a  las  previstas  en  la  legislación  penal  ordinaria.  En  esa ocasión, la  decisión adoptada por la Corte fue la siguiente:   

“Primero.    Declarar   INEXEQUIBLES     las     expresiones  “…incurrirá  en  prisión  de dos (2) a diez (10) años y multa de un mil a  quinientos  mil  pesos  e interdicción de derechos y funciones públicas de uno  (1)  a  cinco  (5)  años”,  contenidas  en el artículo 189 del Código Penal  Militar,  y  también el inciso final del mismo artículo, bajo el entendimiento  de  que las penas para las conductas por él descritas son las consagradas en el  artículo  133  del  Código  Penal ordinario, en la forma en que fue modificado  por el artículo 19 de la ley 190 de 1995”.    

También  lo  ha hecho, entre otras, en las  Sentencias  C-011 de 1994, C-012 de 1994, C-478 de 2003 y C1235 de 2005. En este  último  fallo,  el  Tribunal  se vio en la necesidad de acudir al expediente de  las    sentencias    sustitutivas,    a    propósito    de   una   demanda   de  inconstitucionalidad  contra  el  artículo  2349 del Código Civil,  en el  que  se  regulaba  el  tema  de la responsabilidad civil extracontractual de los  “amos” por la conducta de  sus    “criados”   o  “sirvientes”.  La  Corte  encontró  que  las  expresiones  utilizadas  por  la  norma para referirse a la  relación   de   los   empleados  domésticos  con  sus  empleadores,  admitían  interpretaciones   discriminatorias  y  denigrantes  de  la  condición  humana,  refiriéndose  a un vínculo jurídico que no era constitucionalmente admisible.  Por   tal   razón,   se  procedió  a  declarar  inexequibles  las  expresiones  “amos”,   “criados”      y      “sirvientes”, dejando en claro que las  mismas     serían     sustituidas     por    las    expresiones    “empleadores”     y    “trabajadores”,   utilizadas  por  el  Código  Sustantivo  de  Trabajo  en los artículos 22 y siguientes. En la parte  resolutiva de la Sentencia C-1235 de 2005, se dijo:   

“Declarar       INEXEQUIBLE  las expresiones ‘amos’,  ‘criados’         y        ‘sirvientes’,  incluidas en el artículo 2349 del  Código   Civil,   las  que  se  sustituyen  por  las  expresiones  ‘empleadores’    y  ‘trabajadores’,  respectivamente.  Por lo tanto, el  texto  del  artículo 2349 del Código Civil es el siguiente:  Art.  2349  –  Los empleadores    responderán   del   daño   causado   por   sus   trabajadores,  con ocasión del servicio  prestado  por  éstos  a  aquéllos;  pero  no  responderán  si  se  probare  o  apareciere       que       en       tal      ocasión      los      trabajadores  se  han  comportado  de un  modo   impropio,   que   los  empleadores  no  tenían  medio  de  prever  o  impedir  empleando  el cuidado  ordinario  y la autoridad competente; en este caso recaerá toda responsabilidad  del   daño   sobre  dichos  trabajadores.”   

Recientemente,  en  la  Sentencia  C-468 de  2008,  a  la  que  ya se hizo referencia, la Corte debió acudir nuevamente a la  aludida  institución,  con  ocasión  de  una  demanda  de inconstitucionalidad  promovida  contra el artículo 163 de la Ley 136 de 1994, en el que se fijaba el  término  de  inhabilidad  para  que un concejal pudiera aspirar a ser contralor  municipal  o  distrital.  En  esa  oportunidad,  la  Corporación  advirtió  la  existencia  de  una evidente contradicción entre los términos constitucionales  y  legales,  pues mientras la ley acusada señalaba que el candidato a contralor  no  podía  haber sido miembro del concejo dentro de los tres años anteriores a  la  elección,  la  Constitución  establece  que ese lapso sólo debe ser de un  año.  Así  las  cosas,  en  tal  providencia  se  concluyó  que la expresión  “o    del    concejo    que    deba    hacer    la  elección,” era inconstitucional, aclarando la Corte  que  la  prohibición  para  los  concejales  que aspiraban a ser contralores no  sufría  desmedro  alguno,  en  la  medida en que la misma estaba regulada en la  Constitución,   lo  que  no  hacía  indispensable  que  apareciera  consignada  directamente  en  la  norma,  pues  se  aplicaba  por  remisión la disposición  Superior. Expreso esta Corporación sobre el particular:   

“Para  el caso concreto, respecto de los  concejales  que  quieran ser nombrados contralores distritales o municipales, la  Constitución  estableció  el  término  de  un año como lapso de inhabilidad,  pero   la  ley  ordenó  que  fueran  tres,  con  lo  cual  superó  el  límite  expresamente  fijado  por  la  norma  superior  y, sencillamente, se vulneró el  contenido  de  la  Carta.  La  conclusión de esta simple comparación es que la  norma es inexequible en ese aspecto.   

Ahora  bien, aunque el demandante impugnó  la   totalidad   del  literal  b),  los  cargos  de  inconstitucionalidad  sólo  confrontaron  la  legitimidad  del  término  de  inhabilidad  respecto  de  los  concejales  que  aspiran  a  ocupar el cargo de contralor distrital o municipal.  Ello  quiere  decir que no todo el literal b) acusado es inconstitucional, entre  otras  cosas  porque  la  expresión  “dentro de los  tres  años anteriores”, es aplicable también a los  magistrados  de  los  tribunales  que  hagan  la  postulación  y la Corte no se  pronunció sobre dicho aspecto en esta sentencia.   

Tal  circunstancia  obliga  a  retirar del  ordenamiento  jurídico únicamente la expresión “o  del  concejo que deba hacer la elección,”, para que  el resto de la disposición conserve sentido gramatical completo.   

El  retiro de esta expresión no crea, sin  embargo,  un  vacío  legal  respecto  de  la  inhabilidad de los concejales que  aspiran  a  ser  contralores  distritales  o  municipales,  pues  tal como se ha  explicado,  dicha inhabilidad fue regulada directamente por el constituyente, lo  que  no hacía indispensable que apareciera consignado en la ley. Esto significa  que,  de  acuerdo  con  el  texto  constitucional,  no  pueden  ser  contralores  distritales  o  municipales  quienes  hayan  sido  miembros del concejo que deba  hacer la elección dentro del año anterior a la misma”.   

5.7.  Así  las  cosas,  conforme  con  la  facultad  reconocida  al  organismo  de  control  constitucional  para fijar los  efectos   de   sus   propios   fallos,  como  ya se había anunciado, en   la   presente   causa  la   Corte   acudirá  a  la  figura  de  la  sentencia  integradora  sustitutiva,  con  el  fin  de  crear  las condiciones para que la decisión sea  eficaz  y  garantizar  así  el  respeto  de  la  Constitución, su integridad y  supremacía.  Bajo  ese  criterio, en la parte resolutiva del presente fallo, se  procederá     a     declarar    inexequible    la    expresión    “segundo      grado     de     consanguinidad”     contenida  en el numeral 5° del artículo  33  de  la Ley 617 de 2000, y ante el vacío que surge de tal determinación, la  misma  será  sustituida  por  la  expresión “tercer  grado   de   consanguinidad”,   ajustando  así  la  inhabilidad  legal por razones de parentesco prevista para quienes aspiren a ser  diputados,  a  lo  dispuesto  en  los  artículo 179-5 y 299 de la Constitución  Política.   

  VII.          DECISION   

En mérito de lo expuesto, la Sala Plena de  la  Corte  Constitucional,  administrando  justicia  en  nombre del pueblo y por  mandato de la Constitución,   

Declarar  INEXEQUIBLE   la  expresión  “segundo  grado  de  consanguinidad”,  contenida  en  la  parte  inicial  del numeral 5° del  artículo 33 de la Ley 617 de 2000 y sustituirla por la expresión  “tercer   grado   de  consanguinidad”.  En  estos términos, el texto del numeral 5° del artículo 33 de  la Ley 617 de 2000 quedará así:   

“Artículo  33.  De las inhabilidades de  los   diputados.   No   podrá   ser   inscrito   como   candidato   ni  elegido  diputado:   

(…)  

5.  Quien  tenga  vínculo por matrimonio,  unión  permanente,  o  de parentesco en tercer grado de consanguinidad, primero  de  afinidad  o único civil, con funcionarios que dentro de los doce (12) meses  anteriores   a   la   elección   hayan  ejercido  autoridad  civil,  política,  administrativa  o  militar  en  el respectivo departamento; o con quienes dentro  del  mismo  lapso hayan sido representantes legales de entidades que administren  tributos,  tasas  o  contribuciones,  o  de  las entidades que presten servicios  públicos   domiciliarios  o  de  seguridad  social  de  salud  en  el  régimen  subsidiado  en  el  respectivo  departamento.  Así mismo, quien esté vinculado  entre  sí  por  matrimonio  o  unión permanente o parentesco dentro del tercer  grado  de  consanguinidad, segundo de afinidad o único civil, y se inscriba por  el  mismo  partido  o  movimiento  político  para  elección  de  cargos  o  de  corporaciones  públicas  que  deban  realizarse  en el mismo departamento en la  misma fecha.”   

Notifíquese,   comuníquese,  cúmplase,  publíquese,  insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional y archívese el  expediente.    

NILSON PINILLA PINILLA  

Presidente  

MAURICIO GONZÁLEZ CUERVO  

Magistrado  

Magistrado  

GABRIEL EDUARDO MENDOZA MARTELO  

Magistrado  

JORGE IVAN PALACIO PALACIO  

Magistrado  

MARÍA VICTORIA CALLE CORREA  

Magistrada  

JORGE IGNACIO PRETELT CHALJUB  

Magistrado  

HUMBERTO ANTONIO SIERRA  PORTO   

Magistrado   

LUIS ERNESTO VARGAS SILVA  

Magistrado  

MARTHA VICTORIA SÁCHICA  DE MONCALEANO   

Secretaria  General   

    

1  El  actor  arguye  que  el Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo,  Sección  Quinta,  mediante  Sentencia  del  11 de Agosto de 2005, se pronunció  sobre  la  imposibilidad  que  suponía para el legislador el reducir al segundo  grado  de  consanguinidad  el  régimen de inhabilidades e incompatibilidades de  los  congresistas,  teniendo  en  cuenta  para  ello  la facultad constitucional  extendida  para  regular  la  materia.  Para  el  efecto,  cita  los expedientes  76001-23-30-000-2003-04747-01           y          76001-23-30-000-2004-00023-01  acumulados.   

2 Este  enunciado  normativo  ya fue sometido a juicio de inconstitucionalidad, habiendo  sido  declarado  exequible  por  la Corte en la Sentencia C-671 de 2004, por los  cargos analizados en dicho fallo.   

3  La  doctrina  y  la  jurisprudencia constitucional consideran las inhabilidades como  causales  de  inelegibilidad, en cuanto que buscan impedir que el aspirante a un  cargo   público   lo   ocupe   efectivamente.  Sin  embargo,  es  posible  que,  excepcionalmente,  algunas  de  ellas  sean  sobrevivientes,  es  decir,  que se  configuren  después  de  que  el  servidor se encuentra en ejercicio del cargo,  impidiendo  entonces  que  continúe en él. Al respecto se pueden consultar las  Sentencias C-546 de 1993 y C-468 de 2008, entre otras.   

5  Consultar   las   Sentencias   C-558   de   1994,  C-509  de  1994  y  C-311  de  2004.   

6  Sentencia  C-348  de  2004.  A su vez, los criterios expuestos en dicho fallo se  apoyan  en  las  Sentencias C-380 de 1997, C-200 de 2001 y C-1212 de 2001, entre  otras.   

7  Sentencia 348 de 2004.   

8 Sobre  el  tema  se pueden consultar, entre otras, las Sentencias C-798 de 2003 y C-348  de 2004.   

9   Sentencia C-194 de 1995.   

10  Sentencia C-617 de 1997.   

11  Sentencia Ibídem.   

12  Sobre  el  punto se pueden consultar, entre otras, las Sentencias C-509 de 1997,  C-617  de  1997,  C-1412  de  2000, C-200 de 2001, C-247 de 2001, C-540 de 2001,  C-952  de  2001,  c-064  de  2003,  C-625 de 2003, C-015 de 2004, C-348 de 2004,  C-179 de 2005 y C-468 de 2008.   

13     Para    la    Corte    Constitucional,    “el   régimen   de   inhabilidades   e  incompatibilidades  de  los  servidores  públicos está previsto en la Constitución y la ley. El legislador  no  puede  modificar  los  límites fijados directamente por el constituyente en  cuanto  existen varias razones que impiden a la ley ampliar este régimen, entre  las  cuales  se  destacan  las  siguientes:  1ª)  La Constitución establece un  sistema   cerrado   de   inhabilidades  e  incompatibilidades  por  tratarse  de  restricciones  al  derecho  fundamental de elegir y ser elegido (C.P., Art. 40);  2ª)  La  sujeción de la ley al principio de la supremacía de la Constitución  Política,  lo cual impide que el legislador consagre regulaciones que estén en  contravía  de  la  Carta  o  modifiquen los preceptos en ella dispuestos (C.P.,  art.  4º);  3ª)  Los  límites de los derechos fundamentales tienen que ser de  interpretación  restrictiva;  4ª)  Cuando la propia Constitución establece un  límite  a  un  derecho  fundamental  y  se  reserva tal prerrogativa, cierra la  posibilidad  para  que  la  ley,  en  su  ámbito de competencia, pueda ser más  restrictiva  en esa materia. De acuerdo con el principio de la supremacía de la  Constitución,  la  ley  no  está  facultada para dejar sin efecto práctico un  principio   constitucional”.  Sentencia  C-540-01.   

14 Al  respecto,  pueden  consultarse las sentencias T-181-94, M.P. Alejandro Martínez  Caballero,  T-058-97, M.P. Carlos Gaviria Díaz y T-759-99, M.P. Antonio Barrera  Carbonell.   

15  Sentencias  C-329-95  y  C-209-00,  M.P. Vladimiro Naranjo Mesa y C-618-97, M.P.  Alejandro Martínez Caballero.   

16   Corte  Constitucional.  Sentencia  C-200-01,  M.P.  Eduardo  Montealegre Lynett.   

17  Sobre  el punto se pueden consultar las Sentencias C-541 de 2001, C-064 de 2003,  C-015 de 2004, C-311 de 2004 y C-468 de 2008.   

18 Al  respecto   ver  las  Sentencias  C-541  de  2001,  C-311  de  2004  y  C-468  de  2008.   

19 El  tema  puede ser consultado en las siguientes Sentencias: C-541 de 2001, C-064 de  2003, C-015 de 2004, C-311 de 2004 y C-468 de 2008.   

20 Al  respecto,  pueden  consultarse las sentencias T-181-94, M.P. Alejandro Martínez  Caballero,  T-058-97, M.P. Carlos Gaviria Díaz y T-759-99, M.P. Antonio Barrera  Carbonell.   

21  Sentencia C-200 de 2001.   

22   Cfr.,  entre  otras, las sentencias C-483 de 1998, C-200 de  2000, C-200-01, C-311 de 2004 y C-384 de 2004.   

23  Sentencia C-311 de 2004.   

24 En  relación  con la inhabilidad prevista en el numeral 5° del artículo 179 de la  Constitución  Política,  el  mismo  artículo,  en  sus  incisos 2° y 3° del  parágrafo  transitorio  prevé:  “Las inhabilidades  previstas  en  los  numerales  2°, 3°, 5° y 6° se refieren a situaciones que  tengan  lugar  en  la  circunscripción en la cual deba efectuarse la respectiva  elección”… “Para los  fines  de  este artículo se considera que la circunscripción nacional coincide  con  cada una de las territoriales, excepto para la inhabilidad consignada en el  numeral 5°”.    

25  Cfr.   Diccionario  de  la  Lengua  Española.  Vigésima  Primera  Edición,  y  Diccionario  Enciclopédico  de   Derecho Usual, Guillermo Cabanellas,  Editorial Heliasta.   

26  Sentencia C-109 de 1995.   

27  Sentencia C-1230 de 2005.   

28  Sentencia Ibídem.   

29  Cfr.   Roberto   Romboli,  “La  tipología  de  las  decisiones  de la Corte Constitucional en el proceso sobre la constitucionalidad  de  las leyes planteado en vía incidental”. Revista  Española   de   Derecho   Constitucional,   número   48,   1996,  pág.  65  y  sig.     

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