C-406-09

Sentencias 2009

    Sentencia C-406-09  

Referencia: expediente D-7459.  

Demanda de inconstitucionalidad contra la Ley  1152  de  2007  “Por la cual se dicta el Estatuto de  Desarrollo  Rural,  se  reforma  el  Instituto  Colombiano  de Desarrollo Rural,  Incoder,  y  se  dictan  otras  disposiciones” y sus  artículos  2, 4, 5, 13, 16, 21, 34, 35, 38, 44, 47, 50, 52, 56, 60, 62, 71, 74,  88, 90, 91, 121, 123, 124, 125, 126, 130,131, 138, 160 y 161.   

Demandantes:  Eduardo  Carreño  Wilches  y  otros.   

Magistrado Ponente:  

Dr. Nilson Pinilla Pinilla.  

Bogotá,  D.C.,  junio diecisiete (17) de dos  mil nueve (2009).     

I. ANTECEDENTES  

Eduardo  Carreño  Wilches,  Mauricio García  Durán,  Carlos  Andrés Zapata Cardona, Jairo Hernando Estrada Álvarez, Jesús  Alberto   Franco  Giraldo,  Claudia  Liliana  Erazo  Maldonado,  Oneida  Giraldo  Camargo,  Sergio  Andrés  Coronado  Delgado, Javier Lautaro Medina Bernal, Dora  Lucy  Arias Giraldo y Linda María Cabrera Cifuentes, haciendo uso de la acción  pública  consagrada  en  los  artículos  40-6  y  242-1  de  la  Constitución  Política,  presentaron  demanda de inexequibilidad contra la Ley 1152 de 2007 y  las   disposiciones   pertenecientes  a  ella  relacionadas  en  la  referencia.   

Admitida  la demanda, se dispuso comunicar la  iniciación  del  proceso  al  Presidente  de  la República y al Presidente del  Congreso  de  la  República,  informando  de  la  admisión  a los ministros de  Agricultura  y  Desarrollo  Rural;   Hacienda y Crédito Público; Ambiente  Vivienda  y  Desarrollo Territorial; y del Interior y de Justicia; también a la  Dirección  del  Departamento  Nacional  de  Planeación; al Gerente General del  Instituto  Colombiano  de  Desarrollo  Rural,  INCODER; al Director de la Unidad  Nacional  de  Tierras Rurales; al Defensor del Pueblo; al Director de la Agencia  Presidencial  para  la  Acción  Social  y  la  Cooperación  Internacional;  al  Presidente   del  Consejo  Nacional  de  Atención  Integral  de  la  Población  Desplazada   y   al  Presidente  de  la  Comisión  Nacional  de  Reparación  y  Reconciliación.   

Así  mismo,  se  invitó  a  la  Oficina  en  Colombia  del  Alto  Comisionado  de  las  Naciones  Unidas para los Refugiados,  ACNUR;  a  la  Comisión  Colombiana  de Juristas; Mesa Nacional de Desplazados;  Organización  Nacional Indígena de Colombia, ONIC; Sociedad de Agricultores de  Colombia,   SAC;  Federación  de  Comunidades  Negras  de  Antioquia,  FECONDA;  Consultoría  para  los  Derechos  Humanos  y  el Desplazamiento, CODHES y a las  facultades   de  derecho  de  las  universidades  de  Antioquia,  Industrial  de  Santander,   Pontificia  Javeriana,  Nacional  de  Colombia,  Rosario,  Andes  y  Externado  de  Colombia,  a  través de los respectivos decanos o quien haga sus  veces,  con  el  fin  de  que  emitieran  su  opinión  sobre  el  asunto  de la  referencia.   

Cumplidos  los  trámites  constitucionales  y  legales  propios  de  esta  clase de juicios  y previo  concepto  del  Procurador  General  de la Nación, procede la Corte a decidir de  fondo la demanda en referencia.   

II.  TEXTO  DE  LA  LEY  ACUSADA   

En  razón  de  su extensión, la Ley 1152 de  2007,  publicada  en  el  Diario  Oficial,  N° 46.700 de agosto 25 de ese mismo  año, se transcribe en el anexo que hace parte de esta sentencia.   

III. LA DEMANDA  

En   la  demanda  fue  planteado  un  cargo  principal,  de  carácter general contra todo el texto de la Ley 1152 de 2007, y  dieciséis   cargos  subsidiarios,  contra  disposiciones  específicas  de  ese  ordenamiento legal, los cuales se pueden resumir así.   

1.Cargo  principal   

Recae  sobre  la integridad de la Ley 1152 de  2007,   estatuto   que,   a  juicio  de  los  actores,  viola  el  principio  de  progresividad  y  desconoce  la  prohibición  de  regresividad  en  materia  de  derechos  sociales,  prevista  en  los  artículos  2°  del  Pacto  de Derechos  Económicos,  Sociales y Culturales, 1°, 7°, 13, 58, 64, 65, 93, 329, 330 y 55  transitorio  de la Constitución; y 13, 14, 15, 16, 17, 18 y 19 del Convenio 169  de la OIT.   

Según   los  demandantes  el  Estatuto  de  Desarrollo  Rural  es regresivo, toda vez que, por un lado, promueve el acceso a  la  propiedad de la tierra de los grandes empresarios del campo en detrimento de  los  derechos  constitucionales  de  los  trabajadores  agrarios  y  campesinos,  vulnerando   la   obligación   estatal  prevista  en  el  artículo  64  de  la  Constitución  Política,  desarrollada  por  la Ley 160 de 1994 y, por el otro,  estimula  la  economía  rural  empresarial,  en perjuicio de la economía local  campesina.   

En su parecer, la Ley 1152 de 2007 vulnera los  artículos  329,  330  y  55 transitorio de la Carta Política y 13, 14, 15, 16,  17,  18  y 19 del Convenio 169 de la OIT, relativos a los derechos territoriales  de  los  grupos  étnicos  en Colombia, por cuanto no garantiza el acceso de los  afrodescendientes y de los indígenas a la tierra.   

Afirman  que  la  ley  demandada riñe con el  artículo  19  del  Convenio 169 de la OIT, pues “no  contempla  una  situación equivalente para los pueblos indígenas y tribales…  frente  a  los  empresarios  agrarios,  quienes  en diferentes disposiciones del  Estatuto  de  Desarrollo  Rural  obtienen  una  posición  ventajosa frente a lo  dispuesto  para  los  grupos  étnicos”.        Aducen       que    el   artículo  123  del  citado  estatuto,  “restringe la posibilidad de constituir,  ampliar  o  sanear  los  resguardos  indígenas  en  los  límites de la zona de  aplicación  de  la  Ley 70, vulnerando gravemente la obligación constitucional  de  progresividad  en la titulación colectiva de tierras y de protección a las  minorías étnicas indígenas”.   

Consideran   que  en  concordancia  con  lo  dispuesto  en  el  artículo 2°, numeral 7, del citado estatuto, los artículos  56,  60  y  67   de  la  Ley  1152 de 2007 prevén un subsidio para comprar  tierras  que  obliga  a  los  campesinos a convertirse en empresarios del sector  rural  y a presentar un proyecto productivo bajo los lineamientos del Ministerio  de  Agricultura y relacionado con los productos estratégicos que este organismo  determine;  además,  durante  los  siguientes  10  años a la adjudicación del  subsidio  el  beneficiario  corre  el  riesgo  de perder su tierra y devolver su  valor  si  discrecionalmente  el INCODER considera que el predio no está siendo  bien    explotado    mediante    la    ejecución    de    los    proyectos   de  agroindustria.   

Manifiestan  que  la  Ley  1152 de 2007 en su  artículo  88  estableció una condición regresiva al señalar que las Zonas de  Reserva     Campesina     sólo    podrán    establecerse    en    “aquellas  áreas  geográficas  en  las  que  predominen tierras  baldías  de  la  Nación”, eliminando la posibilidad  de  que se constituyan al interior de la frontera agrícola y que se pueda hacer  uso  de ellas para promover la desconcentración de la propiedad rural, lo cual,  en   su   criterio,  desconoce  la  obligación  constitucional  del  Estado  de  garantizar  el  acceso a la tierra y otros derechos de los trabajadores agrarios  y de los campesinos.   

En su parecer, el artículo 100 de la Ley 1152  de  2007  promueve  una  intermediación  innecesaria  para  la  entrega  de los  subsidios  a  las comunidades rurales, que además de acudir a las convocatorias  del  INCODER  deberán  cumplir  los trámites necesarios para la entrega de los  recursos  que  serán  administrados por fiduciarias. Afirman que la adecuación  de  tierras,  entendida como un servicio público ofrecido para los campesinos y  productores   rurales,   debe   promoverse   a  partir  de  las  necesidades  de  intervención  que  requieran  los  campesinos  para  la producción de bienes y  agregan  que  el  acceso  a  los  subsidios  para la adecuación de tierras debe  hacerse  en  condiciones  que  les  permitan  a  los  campesinos  y trabajadores  agrarios acceder a los mismos.   

Exponen  que  los subsidios están igualmente  condicionados  a  una  cláusula  resolutoria  de  7  años  y tienen las mismas  exigencias  técnicas  y  productivas  del  subsidio  para  acceder a la tierra,  “de  manera  que  no  sólo  se  limitan las reales  posibilidades   de   ser  adjudicatarios  sino  que  también  se  desconoce  la  legitimidad   de   una   economía   campesina,  respaldada  por  la  pluralidad  democrática    propia    de    un    Estado    Social    y    Democrático   de  Derecho”.   

Aseveran  que  los  procesos  de  revisión y  saneamiento  de  los  títulos  de  los  territorios  de las comunidades negras,  raizales   e   indígenas   previstos   en   el   artículo   116,  “dejan  la  puerta abierta para que se puedan usurpar sus tierras  para                  ‘aprovecharlas’  en  la  agroindustria”, razón por la  cual  la Dirección de Etnias del Ministerio del Interior, encargada de llevar a  cabo  los  procesos  para  la  constitución,  saneamiento,  reestructuración o  ampliación  de  los resguardos indígenas  y la titulación a favor de las  comunidades  negras, “debe sujetar estas funciones a  los  planes  de  ordenamiento  territorial,  lo  cual  resulta  violatorio de la  autonomía  propia  de  estos  grupos”, lo cual, a su  juicio,  desconoce  el Convenio 169 de la OIT y vulnera el derecho a la consulta  que le otorga ese instrumento internacional a los grupos étnicos.   

Sostienen que el Estatuto de Desarrollo Rural  ordena  también  a  la  Dirección  de  Etnias  que  se  abstenga  de adelantar  trámites  para  adquirir  tierras  destinadas  a  tales comunidades, cuando los  predios  pretendan  ser  reivindicados  o  adquiridos  por medio de la violencia  (art.   124),   “en   contravía   del   postulado  constitucional  de la presunción de buena fe y de la protección que el Art. 58  de  la  C.P.  establece  a  favor  de  ‘los    derechos    adquiridos    con    arreglo    a    las   leyes  civiles’,  tales como la  posesión,    la   ocupación   o   la   tenencia”.   

Aseguran  que la posesión, entendida como un  derecho  real  protegido  por  la Constitución en el artículo 58, exige que el  comportamiento  de los poseedores se realice con el ánimo de señor y dueño de  las   tierras   que   se  encuentran  utilizando  y  la  detentación  material,  “por  lo  tanto  resulta equívoco el postulado del  EDR  según  el  cual ésta no podrá ser reivindicada por medio de la violencia  porque  equipara  las  vías  de  hecho  con  la violencia y se desconoce que la  posesión  puede  adquirirse incluso prescindiendo de la necesidad de un título  justo  previo, con lo cual también se desconoce la forma en que las comunidades  se relacionan con la tierra”.   

Afirman  los actores que los artículos 119 y  125  de  la Ley 1152 de 2007, vulneran el principio de igualdad consagrado en el  artículo  13  superior, pues no le exigen a las Zonas de Desarrollo Empresarial  el  cumplimiento de la función social y ecológica de la propiedad, como sí lo  hacen  con  las  tierras  ocupadas  por  las  comunidades  indígenas  y negras.  Agregan,  que  igualmente, dicho estatuto no excluye a las comunidades negras de  régimen  de  Unidades  Agrícolas Familiares, UAF, definido en el artículo 79,  “con    lo   que   promueve   una   injustificada  discriminación  que  a  todas  luces  resulta violatoria del artículo 13 de la  Carta  Política  que  obliga  al  Estado  a  brindar  un trato igual cuando los  ciudadanos  se  encuentren en condiciones similares”.  Por   lo  tanto,  en  su  sentir,  resulta  injustificado  que  las  comunidades  afrocolombianas  e  indígenas al encontrarse en condiciones similares frente al  uso  y  a  la  especial  relación  que  tienen  con  territorios,  se sometan a  regímenes  diferentes  y  concluyen  que  “sostener  esta  discriminación  sería igual a afirmar que las comunidades negras carecen  del  componente  colectivo  de  las  tierras  comunales (Art. 79)”.   

Para  los  demandantes  la  Ley  1152 de 2007  desconoce  la  situación  de  vulnerabilidad  real de la población desplazada,  pues  al  consagrar  el  recurso  extraordinario  de  revisión  como  mecanismo  judicial  para  reclamar  en  cualquier  tiempo  los  derechos  sobre la tierra,  “les asigna la carga de la prueba cuando de acuerdo  con  el  DIDH  son  sujetos  de  especial  protección,  por  la  situación  de  vulnerabilidad en la que se encuentran”.   

A juicio de los demandantes, el artículo 136  de  la Ley 1152 de 2007 al definir la posesión limita la posibilidad de que las  tierras    improductivas    o    “sub   o   sobre  explotadas” puedan ser objeto de redistribución, ya  que   al   establecer   que   la   posesión   se  traduce  en  el  “manejo    productivo,   económico   regular   y   estable   del  suelo”  tal  disposición  conduce  a  que cualquier  modelo  que  realicen  los  terratenientes  se  considere como tal a pesar de la  violación de la función social de la propiedad.   

Consideran  que  la  Ley  1152  vulnera  el  principio  de  la  buena fe, pues en los artículos 74 y 124 de tal ordenamiento  asume  como  violentas  las  vías de hecho protegidas por el artículo 58 de la  Constitución,  que  contempla  los  derechos  adquiridos  conforme  a las leyes  civiles  como  un  mecanismo para garantizar el derecho de acceso a la propiedad  de la tierra contemplado en los artículos 60 y 64 ibídem.   

Estiman    que  a  diferencia  de  la  Ley 160, la Ley 1152 de 2007 no  establece  una  finalidad  clara  para  los  programas de expropiación, pues la  destinación  de  las  tierras  expropiadas  es  ambigua  y  sólo  alude  a  la  productividad,  desatendiendo  la obligación de garantizar el acceso progresivo  a  la  propiedad  de  la  tierra  a  favor  de  los  campesinos  y  trabajadores  agrarios.   

Señalan que la extinción administrativa del  dominio  definida  por  el  Estatuto de Desarrollo Rural constituye un retroceso  injustificado  en  relación  con  la  Ley  200  de  1936,  que excluía de esta  sanción  a  los  predios  menores  de  300 hectáreas que constituyan la única  propiedad  rural  del  respectivo  propietario. De igual manera sostienen que la  extinción  del  dominio  para  quienes  no  ejerzan  posesión  conforme  a las  políticas   de  la  agroindustria  del  Gobierno  Nacional,  atenta  contra  la  economía campesina.   

Aseguran  los demandantes, que el Estatuto de  Desarrollo     Rural     promueve     la     legalización    de    “títulos  privados  y/o  fabricados  en  notarías  al reconocer  propiedad  a  quienes  tengan título traslaticio de dominio con una antigüedad  no  inferior al término de la prescripción adquisitiva extraordinaria, que por  ley 791 es de 10 años”.   

Expresan que el artículo 133-3 de la Ley 1152  de  2007, en concordancia con el artículo 178 del mismo estatuto, que deroga lo  dispuesto  en  el  artículo  3°  de la Ley 200 de 1936, valida los títulos no  originarios  del  Estado  registrados entre 1917 y 2007, con lo cual facilita la  solución  de  los litigios de tierras a favor de los agentes del desplazamiento  y,  en  ese  orden, viola el artículo 228 superior que consagra el principio de  prevalencia  del  derecho  sustancial  sobre  las  formas,  pues  invierte dicho  principio,  al  otorgarle  validez  jurídica a títulos elaborados en notarías  desconociendo  los  hechos de posesión de los legítimos dueños y titulares de  otros derechos civiles.   

2.  Cargos  subsidiarios   

2.1.  Artículos  60,  literal  b,  y  62,  literales f, h y j.   

Los demandantes consideran que las expresiones  “formular el proyecto productivo que se adelantará  en  dicho  predio”, del literal b del artículo 60 de  la  Ley  1152 de 2007 y “el nivel de cofinanciación  de  fuentes distintas al Incoder; las posibilidades financieras y operativas del  Incoder;  proyectos  producutivos  acordes  con las políticas del Ministerio de  Agricultura  y  Desarrollo Rural”, consagradas en los  literales   f,   h   y   j,   respectivamente,  del  artículo  62  ibídem  son  inconstitucionales,  por  cuanto  los requisitos previstos en ellas para acceder  al  subsidio  de  compra  de  tierras  desconocen  las  condiciones  de especial  vulnerabilidad  de  la  población  campesina,  excluyen  las  dinámicas de una  economía  de  ese  tipo,  incumplen  las obligaciones de acceso progresivo a la  tierra,   infringen  los demás derechos sociales previstos en el artículo  64   constitucional,   y   “son  contrarias  a  la  obligación  internacional  de  progresividad  efectiva de los derechos sociales  previstas  por  el  Art.  2  y  el  derecho  humano  a la alimentación adecuada  consagrada   en  por  el  artículo  11  del  Pacto  Internacional  de  Derechos  Económicos,  Sociales y Culturales, así como de los Art. 13, 64 y 333 de la C.  P.”.   

2.2. Artículo 138, numeral 3°.  

A juicio de los demandantes, el inciso 3° del  artículo  138  de  la  Ley 1152 de 2007, vulnera los artículos 1, 29, 58 y 228  superiores,  puesto  que  legaliza las acciones consolidadas al amparo de dolo y  la  violencia  ejercida  sobre  los  campesinos  propietarios  o  poseedores  de  tierras.   

2.3.     Artículos     38     y    71  /(parciales).   

En  sentir  de  los  actores, las expresiones  “propietaria”, contenida  en  el  artículo  38,  numeral  2°  de  la  Ley  1152  de  2007 y “que    sean    propietarias    de    predios”,    prevista  en  el  artículo  71, literal c), ibídem, riñen con los  artículos  13  y 58 constitucionales, por cuanto discriminan a las personas que  ostentan  la  calidad de poseedores, tenedores u ocupantes de predios que tienen  las    mismas    condiciones   previstas   por   ese   ordenamiento   para   ser  reubicados.   

2.4. Artículo 88 (parcial).  

A  juicio  de  los demandantes, la expresión  “en  las  que  predominen  tierras  baldías  de  la  Nación”, del artículo 88  del   Estatuto   de   Desarrollo  Rural,  vulnera  el  derecho  a  la  igualdad  consagrado en el artículo 13  superior  y  crea  un  obstáculo  injustificado para cumplir con la obligación  constitucional  de  garantizar  el acceso progresivo a la propiedad de la tierra  de  los  campesinos y trabajadores agrarios (artículo 64 ib.), puesto que lleva  a  la  ubicación  de este grupo de personas a regiones donde van a deteriorarse  más  sus circunstancias de vida. En su criterio, “la  restricción  prevista  por  el  aparte  demandado  también viola la condición  pluralista  y  democrática  del  Estado  Social  y Democrático de Derecho, del  artículo 1 de la Constitución”.   

2.5.   Artículos   91,   160   y   161  (parciales).   

En  opinión  de  los  demandantes, el inciso  primero  del  artículo  91  del  Estatuto  de  Desarrollo  Rural,  lo  mismo  que  las  expresiones  “y  lo  previsto  para  las  zonas  de  desarrollo  empresarial  en  el Capítulo IV del  Título    IV   de   esta   ley”   y   “salvo  lo  dispuesto  para las zonas de desarrollo empresaria”,  contenidas  en  los  artículos  160  y  161  ibídem,  respectivamente,  vulneran  los artículos 13, 60, 64,  65,  66 y 334 superiores, pues establecen un privilegio injustificado a favor de  algunas   personas,  permitiendo  que  solo  éstas  sean  beneficiarias  de  la  adjudicación   de   los   baldíos   ubicados   en   las  zonas  de  desarrollo  empresarial.   

2.6.     Artículos     74    y    124  (parcial).   

Las  disposiciones  acusadas  vulneran  los  artículos  1°, 2°, 58, 60, 64 y 83 constitucionales, por desconocer los fines  del  Estado Social y Democrático de Derecho, los derechos adquiridos conforme a  las  leyes  civiles,  el  acceso  progresivo  a  la  propiedad de la tierra y el  principio   de  buena  fue,  por  cuanto  prohíben  la  posesión  mediante  la  eliminación  de  los efectos jurídicos de la invasión, ocupación y posesión  extraordinaria.   

2.7.    Artículos   34,   123   y   125  (parciales).   

Para   los   demandantes   las  expresiones  “ordenamiento territorial”; “a los criterios de  ordenamiento  territorial”;  “a  los  procesos  y decisiones de ordenamiento  territorial”;  “obligatoriamente a los procesos y decisiones de ordenamiento  territorial  que”, de los artículos 34, 123 y 125 de  la  Ley  1152  de  2007, vulneran los artículos 1°, 7°, 13, 93, 287, 288 y 55  Transitorio  de  la  Constitución,  lo  mismo  que  los  artículos 14 y 17 del  Convenio   169   de   la  OIT,  pues  al  sujetar  los  procedimientos  para  la  constitución,   saneamiento,  ampliación  y  reestructuración  de  resguardos  indígenas  y la titulación de tierras comunales a favor de tales comunidades a  los       “criterios      de      ordenamiento  territorial”,   desconocen  la  autonomía  que  la  constitución  le  otorga  a  los  pueblos  indígenas  y tribales, así como la  especial protección que tienen sus derechos sobre el territorio.   

Consideran los demandantes que las expresiones  “regular      y  permanentemente”,  del artículo 121 del Estatuto de  Desarrollo  Territorial,  riñe con los artículos 13 y  14  del Convenio 169 de la OIT y 13 de la Carta Política, puesto que desconocen  los  derechos  a  la  propiedad, a la posesión colectiva y a la utilización de  las   tierras  que  tradicionalmente  ocupan  los  grupos  indígenas  nómadas,  seminómadas  o  itinerantes, haciendo nugatorio su derecho al reconocimiento de  sus  territorios,  pues  en su parecer a tales pueblos les resultaría imposible  acreditar  un  uso  regular  y  permanente de los mismos en los términos que lo  establece la ley.   

2.9.  Inciso primero del parágrafo del  artículo 123.   

En  opinión  de  los  demandantes, el inciso  primero  del  parágrafo de la ley  acusada al establecer que no se podrán  adelantar   procedimientos   de  constitución,  ampliación  o  saneamiento  de  resguardos  indígenas  dentro  de  los límites geográficos determinados en el  artículo                         2°  de  la  Ley  70  de  1993  u otras zonas del país que presenten  condiciones  similares,  vulnera  los  artículos 13 y 14 del Convenio 169 de la  OIT,  lo  mismo  que los artículos 7, 13 y 63 de la Carta Política, por cuanto  discrimina  a  los pueblos indígenas, sin establecer un fin constitucionalmente  legítimo para justificar una medida semejante.   

2.10.  Artículos 2°, 4°, 5°, 13, 16, 21,  44, 47, 50, 52 (parciales) y 90.   

Los  demandantes  cuestionan  las  normas que  consagran  las  citadas  expresiones  por  omisión  legislativa  relativa, pues  contraviniendo  los  artículos  13,  64, 65 y 66 de la Carta Política, 3° del  Pacto  Internacional  de  Derecho  Civiles  y  Políticos y 24 de la Convención  Interamericana  de  Derechos  Humanos,  desconocen  las  cláusulas  de especial  protección  de  la población campesina contenidas en las citadas disposiciones  superiores,  particularmente,  sus derechos a la igualdad material ante la ley y  al  acceso progresivo a la propiedad de la tierra.  Aducen los actores, que  las  normas  acusadas excluyen del campo de aplicación de la Ley 1152 de 2007 a  los  campesinos  sin  tierra,  a las comunidades indígenas y afrodescendientes,  imponiendo  un  concepto  de  productividad  al  que  no  deben  ser obligada la  población campesina.   

En la misma dirección, los actores alegan que  el  artículo  16 de la Ley 1152 de 2007 vulnera el derecho de participación de  las  mujeres  campesinas  y de sus organizaciones, consagrados en los artículos  1°,  2°,  13,  40,  inciso  final, 43 y 93 de la Constitución Política; 7°-  literal  b)  de  la  Convención  sobre  la  eliminación de todas las formas de  discriminación  contra  la  mujer;  2° de la Convención Americana de los  Derechos   Humanos   y  2°  del  Pacto  Internacional  de  Derechos  Civiles  y  Políticos,  al  no  permitirles  formar  parte del Consejo Nacional de Tierras.  Consideran,   que  la  disposición  acusada  además  desconoce  el  artículo 58 superior, por cuanto no incluye la función social y  ecológica de la propiedad.   

2.11.  Artículos  35,  126 (parcial) y 131  (parcial).   

A  juicio  de  los  actores las disposiciones  cuestionadas  vulneran  los  artículos  2° del Pacto Internacional de Derechos  Económicos,  Sociales  y  Culturales  y  13, 51 y 64 de la Carta Política, por  cuanto  fragmentan  la  labor  de  adjudicación  de  tierras  a  la  población  desplazada,  entre  el INCODER y la Agencia Presidencial para la Acción Social,  Acción  Social,  entidad ésta que a su juicio no cuenta con experiencia ni con  capacidad  para  cumplir  tal  función.   En  sentir de los demandantes se  trata  de  una  “medida  que  no  se  ajusta  a los  parámetros  de  racionalidad  constitucional mínima que se exige a las medidas  de  política  pública  dirigidas  a  esta población, que resulta regresiva en  tanto   afecta   de   manera   considerable   los   derechos  de  la  población  desplazada”.   

2.12. Artículo 56 (parcial).  

A   criterio  de  los  actores, la norma  demandada  vulnera  el  derecho a la reparación integral de las víctimas y del  artículo  64 superior, pues define como medida de reparación, en los términos  de  la  Ley 975 de 2005, la compensación de las deudas que las víctimas tengan  en  virtud  de  la Ley 160 de 1994, con lo cual reduce la reparación integral a  un  programa  social  de  condonación  de  deudas generadas por la política de  mercado de tierras.   

Opinan   que   independientemente   de   la  obligación  estatal  de reparar a las víctimas, el Estado tiene la obligación  de  garantizar  el  acceso  a  la  propiedad  de  la  tierra  a los campesinos y  trabajadores  agrarios  (artículo  64 superior), pero la norma acusada confunde  ambas  obligaciones,  sin  satisfacer  ninguna  de  las  dos, toda vez que en su  sentir  la condonación de una deuda ni garantiza el acceso a la tierra ni puede  considerarse reparación integral de las víctimas.   

2.13. Artículo 126 (parcial).  

   

Consideran  los demandantes que la expresión  “siempre   que   dicha   calidad  sea  previamente  certificada     por     la     Comisión     Nacional     de    Reparación    y  Reconciliación”,  contenida  en el artículo 126 de  la  Ley  1152  de 2007, es contraria a los derechos de las víctimas consagrados  en  los  principios  de  la  ONU  sobre  la  lucha  contra la impunidad y en los  artículos  1°,  2°,  21,  29,  93,  229  y  250 superiores, pues restringe la  ampliación  de los beneficios establecidos en el capítulo II del Título VI de  la  Ley  1152  de  2007 en favor de las personas afectadas por el desplazamiento  forzado,  al  exigirles  que  acrediten  su  condición  mediante certificación  expedida      por     la     Comisión     Nacional     de     Reparación     y  Reconciliación.   

2.14. Artículo 130 (parcial).  

   

Señalan  los  demandantes  que la expresión  “opten   por   el   retorno   a   sus   lugares  de  origen”,   del   artículo   130  del  Estatuto  de  Desarrollo  Rural  es  contraria a los artículos 1°,  2°,  21,  29,  93,  229 y 250 de la Carta Política y desconoce los derechos de  las  víctimas  consagrados en los principios de la ONU sobre la lucha contra la  impunidad,  por cuanto el derecho a la restitución no puede condicionarse a que  las víctimas retornen a sus lugares de origen.   

IV. INTERVENCIONES  

Dentro  del término de fijación en lista no  se registraron intervenciones.   

    

V.  CONCEPTO  DEL  PROCURADOR  GENERAL DE LA  NACIÓN   

En oficio de febrero 26 de 2009, el Procurador  General  de  la  Nación, doctor Alejandro Ordóñez Maldonado, rindió concepto  en  relación con la demanda de  la referencia, advirtiendo previamente que  su  predecesor,  el  doctor Edgardo Maya Villazón, había solicitado a la Corte  Constitucional  aceptarle  el impedimento en razón de haberse pronunciado sobre  la  ley que se examina, el cual desapareció a partir del momento en que asumió  la  dirección  del  Ministerio  Público,  motivo por el cual se reanudaron los  términos  que  se  habían  suspendido.  Destaca igualmente, que en concepto de  septiembre  15  de 2008, dentro del Expediente D-7308, el Ministerio Público de  entonces,  solicitó  a  la  Corte Constitucional declarar la inexequibilidad de  toda  la  Ley  1152  de 2007 por no haberse consultado previamente a los pueblos  indígenas y tribales, como lo dispone la Constitución y la ley.   

A  continuación  el  Procurador se pronuncia  sobre  el  cargo principal de la demanda, señalando que en su criterio, resulta  evidente  que  frente a  la Ley 1152 de 2007, por sí solo, no se desprende  un  cargo  de  inconstitucionalidad  que  afecte la integridad del contenido del  Estatuto  de  Desarrollo  Rural,  “más  aún si se  tiene  en  cuenta que los actores para sustentar la acusación cuestionan varias  disposiciones  particulares del citado ordenamiento”.  A  su  juicio,  no  es suficiente afirmar, como lo hacen los actores, que la Ley  1152  de 2007 es regresiva porque promueve el acceso a la propiedad de la tierra  de   los   grandes   empresarios   del  campo  en  detrimento  de  los  derechos  constitucionales  de  los  trabajadores agrarios y campesinos, pues es necesario  que  la  demanda  a  través  de  la  cual se solicita el control constitucional  cumpla  los  requisitos  previstos  en  el  artículo  2  del  Decreto  2067  de  1991.   

Por  considerar  que  la Corte Constitucional  debe  abstenerse  de  analizar el cargo planteado contra la integridad de la Ley  1152   de   2007,   el   Procurador   realiza   el  estudio  de  los  cargos  de  inconstitucionalidad  planteados  de  manera  subsidiaria  por  los demandantes,  pidiendo  a  la  Corte   declarar  la  exequibilidad  de los artículos 2°  (parcial);  4°  (parcial);  5°  (parcial);  13  (parcial);  21  (parcial);  34  (parcial);  38;  44  (parcial);  47  (parcial);  50 (parcial); 52 (parcial), 60,  literal  b);  62,  literales  f,  h  y j; 71; 74; 88; 90; 91; 121 (parcial); 123  (parcial);  124,  inciso  primero; 125 (parcial), 130 (parcial); 160 y 161 de la  Ley  1152 de 2007; además solicita declarar  exequible el artículo 16 del  mismo  ordenamiento,  “por los cargos estudiados, en  el  entendido  que también forma parte del Consejo Nacional de Tierras, Conato,  una   delegada   de  las  organizaciones  de  mujeres  campesinas”.   

Esta  Corte  no  considera  necesario  hacer  mención  a  las  razones  expuestas  por  el  Procurador  para  sustentar tales  solicitudes,   pues   en  la  presente  oportunidad  no  hay  lugar  a  realizar  pronunciamiento  de  fondo,  al  presentarse  el  fenómeno  de  la cosa juzgada  constitucional,  en  virtud  de  lo  decidido  en sentencia C-175 de marzo 18 de  2009,  que  declaró  inexequible en su integridad la Ley 1152 de 2007, tal como  se expondrá en el acápite siguiente.   

VI.    CONSIDERACIONES    DE   LA   CORTE  CONSTITUCIONAL   

1. Competencia  

En  virtud  de  lo dispuesto por el artículo  241-4  superior,  esta  Corte  es  competente  para  conocer de la acción de la  referencia,  toda vez que está dirigida contra una disposición perteneciente a  una Ley de la República.   

2. Cosa juzgada constitucional  

Advierte la Corte que en relación con la Ley  1152  de  2007, “por la cual se dicta el Estatuto de  Desarrollo  Rural, se reforma el Instituto Colombiano de Desarrollo Rural,   Incoder,   y  se  dictan  otras  disposiciones”,  ha  operado  la  cosa  juzgada  constitucional  (art.  243  Const.), toda vez que en  sentencia  C-175  proferida  el 18 de marzo del año que corre, con ponencia del  Magistrado  Luis  Ernesto Vargas Silva, se declaró inexequible en su integridad  ese  ordenamiento  legal,  por haberse omitido en su expedición el requisito de  la  consulta  a las comunidades interesadas, para el caso los pueblos indígenas  y  tribales,  según  estatuye el Convenio 169 de la OIT (1989), particularmente  en  su  artículo 6°. Por consiguiente, la Corte se estará a lo resuelto en la  mencionada sentencia.   

Esta corporación ha indicado que por mandato  de  la  Carta  los  fallos  que  ésta  profiera  en  ejercicio  del  control de  constitucionalidad  hacen  tránsito  a cosa juzgada absoluta, una vez realizada  la      confrontación      con      todo      el     ordenamiento     superior,  constituyéndose             “como  regla  general  en  la materia y  significa  que,  no es posible que las normas acusadas, habiendo sido analizadas  por  la  Corte  puedan  ser  objeto de un nuevo pronunciamiento, bien sea que se  expongan  argumentos similares a los que dieron lugar a su definición, o que se  trate  de  fundamentos  diversos.  De  lo  afirmado,  resulta  claro que la cosa  juzgada  absoluta  impide entonces interponer, con posterioridad a la sentencia,  nuevas  demandas  de  inconstitucionalidad contra las normas que han sido objeto  de   análisis,   mientras  subsistan  las  disposiciones  constitucionales  que  fundamentaron      esa      decisión”      .1   

En igual sentido, ha reiterado la distinción  existente  entre  cosa juzgada absoluta y cosa juzgada relativa, según se trate  de  la interposición de nuevas demandas de constitucionalidad contra normas que  ya  han  sido  objeto de estudio por la Corte o cuando se formulen nuevos cargos  diferentes  a  aquellos  ya  analizados  por  ésta:2   

“2.1.Los  principios  de  prevalencia del  interés  general,  legalidad,  confianza legítima, igualdad de trato por parte  de  las  autoridades,  debido  proceso  judicial  y  el  de seguridad jurídica,  sirvieron  al  constituyente  para  establecer  en  el artículo 243 de la Carta  Política  que las decisiones adoptadas por la Corte en ejercicio del control de  constitucionalidad   tienen   fuerza   de   cosa   juzgada   constitucional,  es  decir:   

‘(…)  las  decisiones  judiciales  adoptadas  por  la  Corporación  en  cumplimiento de su  misión  de  asegurar  la  integridad y la supremacía de la Carta, adquieren un  carácter  definitivo,  incontrovertible  e  inmutable,  de tal manera que sobre  aquellos  asuntos  tratados  y  dilucidados  en  procesos anteriores, no resulta  admisible  replantear  litigio  alguno  ni  emitir  un  nuevo pronunciamiento de  fondo.’   3   

El   artículo   243   superior  ha  sido  desarrollado  por  los  artículos  46 y 48 de la Ley 270 de 1996, como también  por  el  artículo 22 del Decreto 2067 de 1991, según los cuales las decisiones  adoptadas   por   la   Corte   Constitucional   en   ejercicio  del  control  de  constitucionalidad   son  definitivas,  de  obligatorio  cumplimiento  y  tienen  efectos erga omnes.   

Mediante   este   instituto  se  pretende  salvaguardar   la   supremacía  e  integridad  normativa  de  la  Constitución  Política,  garantizar  la  eficacia de los principios mencionados anteriormente  y,   como  consecuencia,  impedir  que  en  el  futuro  puedan  ser  modificadas  decisiones  que  han  servido  al  Estado  y a los particulares para regular sus  relaciones  a  partir  de los supuestos propios de la certeza e inmutabilidad de  los fallos judiciales.   

Además,  la Corte ha precisado que la cosa  juzgada  puede  ser  absoluta  o  relativa,  explicando  que existe cosa juzgada  absoluta   ‘cuando  el  pronunciamiento  de  constitucionalidad  de  una  disposición,  a  través  del  control  abstracto,  no se encuentra limitado por la propia sentencia, es decir,  se  entiende  que la norma es exequible o inexequible en su totalidad y frente a  todo       el       texto       Constitucional4’.  En  cuanto  a  la  cosa  juzgada  relativa, la Corporación ha dicho que ella se  presenta  cuando  ‘el juez  constitucional  limita  en  forma  expresa  los efectos de la decisión, dejando  abierta    la    posibilidad    para    que    en    un    futuro   ‘se   formulen   nuevos   cargos   de  inconstitucionalidad  contra  la norma que ha sido objeto de examen, distintos a  los  que  la  Corte  ya  ha  analizado’5’6.   

También  ha precisado la Corte que la cosa  juzgada    relativa    puede   ser   explícita   o   implícita:   ‘explícita,  en  aquellos  eventos en  los  cuales  los  efectos  de  la  decisión se limitan directamente en la parte  resolutiva,  e  implícita  cuando  tal  hecho tiene ocurrencia en forma clara e  inequívoca  en  la  parte  motiva o considerativa de la providencia, sin que se  exprese         en         el        resuelve7   

’.  

La Corporación ha señalado eventos en los  cuales  al  fijar  los  efectos de sus decisiones, puede aclarar si la sentencia  proferida  permite  o  no  que  en  el  futuro,  mediante  nuevos argumentos, un  ciudadano  pueda  presentar  una  nueva  demanda contra una norma que ya ha sido  objeto  del control de constitucionalidad. Por tanto, no es suficiente alegar la  presencia   de  un  fallo  para  predicar  la  existencia  de  la  cosa  juzgada  constitucional,  pues  se debe precisar cuando la sentencia ha hecho tránsito a  cosa  juzgada  absoluta o relativa y, este último caso, si ella es implícita o  explícita..”   

Finalmente,       en      reciente  previdencia8,  vinculada  con  la Ley 1152 de 2007, objeto de esta nueva acción  de constitucionalidad, manifestó la corporación:   

“El  artículo  241  de  la Constitución  Política,  confía  a  la  Corte  Constitucional  la  guarda de la integridad y  supremacía  de  la  Constitución,  en  los  términos  de  este mismo precepto  superior.  Por consiguiente y en armonía con lo establecido en el artículo 243  Superior,  de  conformidad con el cual ‘[L]os  fallos  que   la  Corte  dicte en ejercicio del control  jurisdiccional   hacen   tránsito  a  cosa  juzgada  constitucional’,  las decisiones que en ejercicio de  dicha   función   constitucional   adopta  el  Tribunal  Constitucional  tienen  carácter  definitivo  e  inmutable, lo cual corresponde a la institución de la  Cosa   Juzgada   Constitucional   y   desarrolla   el   principio  de  seguridad  jurídica.   

De  otra parte, el Art. 22 del Decreto 2067  de  1991,  señala que la Corte Constitucional debe confrontar las disposiciones  sometidas  a  control  con  la  totalidad  de los preceptos de la Constitución,  especialmente  los del título II, y que la misma podrá fundar una declaración  de  inconstitucionalidad  en  la  violación de cualquiera norma constitucional,  así  esta  no  hubiere  sido  invocada  en  el curso del proceso. Esta regla es  reiterada  en  el Art. 46 de la ley 270 de 1996, en virtud del cual ‘en desarrollo del artículo 241 de la  Constitución   Política,   la  Corte  Constitucional  deberá  confrontar  las  disposiciones  sometidas  a  su  control con la totalidad de los preceptos de la  Constitución.’9      

Por tanto, es claro para la Sala, y así lo  ha  establecido  la  jurisprudencia  de  esta  Corte,  que  en relación con las  sentencias  de constitucionalidad el principio general  es  la  cosa  juzgada constitucional absoluta, el cual  impide  que  el  juez  se pronuncie de nuevo sobre lo que ya ha sido juzgado por  esta  Corporación  en  providencias  constitucionales  anteriores  ,o inicie un  nuevo   debate   constitucional   respecto  de  normas  sometidas  a  decisiones  constitucionales  definitivas,  dado  el  carácter incontrovertible10  de  tales  providencia  judiciales.  En  este sentido, la institución jurídica de la cosa  juzgada  constitucional,  promueve  la estabilidad de las sentencias judiciales,  la   certeza11  respecto  de  sus efectos, y la seguridad jurídica. 12   

Ahora bien, en el caso de las declaraciones  de  inexequibilidad  parcial  o  declaratorias de exequibilidad, observa la Sala  que   prima  facie  existe  cosa  juzgada  constitucional  absoluta,  y  que  la  excepción,  que  como tal debe ser expresamente señalada en la Sentencia, bien  sea  en  su  parte  resolutiva o bien sea en su parte motiva, es la cosa juzgada  relativa,  que  se  refiere  únicamente  a  uno  o más motivos determinados de  inconstitucionalidad  y, por consiguiente, deja abierta la posibilidad de nuevas  demandas contra la misma disposición, por otros motivos o razones.   

Para  el  análisis  del  presente caso, es  importante  para  la Sala resaltar (i) en primer lugar, que el principio general  es  que las sentencias de la Corte hacen tránsito a cosa juzgada constitucional  absoluta;     (ii)     en     segundo     lugar,     que     las    declaraciones   de  INEXEQUIBILIDAD  que  hace   la  Corte,  siempre  hacen  tránsito  a  cosa  juzgada  constitucional absoluta, por cuanto en estos  casos  las normas acusadas, analizadas y encontradas inconstitucionales por esta  Corporación  son  expulsadas  del ordenamiento jurídico, y por tanto, respecto  de  ellas no puede volver a entablarse ningún tipo de discusión o debate sobre  su  constitucionalidad;  y  (iii)  en  tercer lugar, que la anterior regla cobra  mayor  relevancia  cuando  la  declaratoria  de  inexequibilidad se refiere a la  totalidad   de   los  enunciados  normativos  demandados  o  de  los  enunciados  normativos  contenidos  en  una ley, caso en el cual las normas acusadas, al ser  declaradas  inexequibles  y salir con ello del ordenamiento jurídico, no pueden  ni  seguir  produciendo  efectos  jurídicos ni volver a ser demandadas,  y  ello  aún  cuando  se  trate de cargos diferentes, por cuanto desde un punto de  vista  lógico-jurídico  las  normas  en  cuestión han dejado de existir en el  mundo del derecho.   

Al entrar al análisis de fondo respecto de  las  disposiciones  acusadas  se  encuentra  que  la  Sala  Plena  de  la  Corte  Constitucional  se  pronunció  respecto  de  la  constitucionalidad  del  texto  completo  de la Ley 1152 de 2007, la cual fue demandada por omisión de consulta  previa  a  las  comunidades  indígenas  y  afrodescendientes  del  país en los  términos  del  Convenio  169  de  la OIT, declarando inexequible el texto de la  ley.   

En efecto, mediante sentencia C-175 de 2009,  la      Corte      estudió     y     resolvió     lo     siguiente:    

‘Declarar  INEXEQUIBLE  la  Ley  1152  de  2007  ‘Por  la  cual  se dicta el Estatuto de Desarrollo Rural, se reforma  el  Instituto  Colombiano  de  Desarrollo  Rural,  INCODER,  y  se  dictan otras  disposiciones.’.” (Está  en negrilla en el texto original).   

Impedida  la  Corte  de pronunciarse de nuevo  sobre  lo  que ya fue objeto de juzgamiento con fundamento en la institución de  cosa  juzgada  constitucional  absoluta,  lo  que,  de contera, cierra cualquier  debate  sobre  la  normatividad  demandada, habiendo ésta desaparecido del  mundo   jurídico   por   las   razones   arriba  indicadas,  es  claro  que  el  pronunciamiento  adaptado  cobra carácter definitivo e inamovible, al tenor del  artículo 243 superior.   

VII.  DECISIÓN  

En mérito de lo expuesto, la Sala Plena de la  Corte  Constitucional, administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato  de la Constitución,   

RESUELVE  

ESTARSE   A   LO   RESUELTO   en  la sentencia C-175 proferida el 18 de marzo de 2009, mediante la  cual  se  declaró  inexequible  la  Ley 1152 de 2007,  “por  la  cual  se  dicta  el  Estatuto  de  Desarrollo  Rural,  se reforma el  Instituto  Colombiano  de  Desarrollo  Rural,   Incoder,  y se dictan otras  disposiciones”.   

Cópiese,   notifíquese,   comuníquese,  insértese  en  la Gaceta de la Corte Constitucional y archívese el expediente.  Cúmplase.   

NILSON PINILLA PINILLA  

Presidente  

MARÍA             VICTORIA             CALLE  CORREA                MAURICIO GONZÁLEZ CUERVO   

                      Magistrada                                                                 Magistrado   

                                                                                                                Ausente con  excusa.   

                                                                             

JUAN  CARLOS HENAO PÉREZ     GABRIEL  EDUARDO MENDOZA MARTELO   

                     Magistrado                                                                  Magistrado   

                                                                  Ausente en comisión.   

JORGE              IVÁN              PALACIO  PALACIO             JORGE   IGNACIO  PRETELT CHALJUB   

                      Magistrado                                                                 Magistrado   

         Ausente en comisión.   

HUMBERTO ANTONIO SIERRA  PORTO           LUIS ERNESTO VARGAS  SILVA   

Magistrado                                                              Magistrado   

MARTHA VICTORIA SÁCHICA  DE MONCALEANO   

Secretaria General  

    

1 Auto  163/04 ( noviembre 9),  M. P. Álvaro Tafur Galvis   

2  C-469/08 (Mayo 14), M. P. Clara Inés Vargas Hernández.   

3  “Sentencia    C-310    de    2002”   

4  “Sentencia C-774 de 2001”   

5  “Auto de Sala Plena ,A-174/2001.”   

6  “Sentencia    C-310    de    2002”   

7  “Sentencia Ibídem.”   

8  C-245-09 (Abril 1°), M. P. Juan Carlos Henao Pérez   

9  “Sentencia C- 037 de 1996.”   

10  “Sentencia  C-397 de 1995. En el mismo sentido, en la sentencia C-489 de 2000,  se  dijo que ‘el fenómeno  de  la  cosa juzgada constitucional, tal como lo ha reiterado la Corte, no sólo  se  presenta  cuando  existe  una  decisión anterior del juez constitucional en  relación  con la misma norma que nuevamente es objeto de demanda, sino también  cuando  dicha  decisión  recae  sobre  una  disposición  distinta  pero que es  literalmente   igual   o   cuyo  contenido  normativo  es  idéntico’.”   

11  “Sentencia C-153 de 2002.”   

12  “Ver Sentencia C-337-07.”     

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