T-060-09

Tutelas 2009

    SENTENCIA T-060-09  

(Febrero  3  de 2009         )   

Referencia:        Expediente T-2.016.363   

Accionante:        Superintendencia de Sociedades   

Accionados: Tribunal  Administrativo   de   Cundinamarca,   Subsección   “A”   de   la   Sección  Segunda.   

Derechos fundamentales invocados: debido  proceso. Vulneración: vía   de   hecho   por   configuración   de   defecto  sustantivo.  Pretensión: dejar sin efecto  la  decisión  atacada  y,  en  su  lugar,  se   profiera  un  nuevo fallo.   

Fallo de tutela objeto revisión: sentencia   de   la   Sección   Cuarta   de   la  Sala  Contencioso  Administrativo  del Consejo de Estado del 17 de julio de 2008 (revocatoria de la  sentencia  de  la  Sección  Segunda  de  la Sala Contencioso Administrativo del  Consejo de Estado del 5 de junio de 2008).   

Magistrados  de la Sala Quinta de Revisión:  Mauricio González Cuervo, Marco Gerardo Monroy Cabra,  Nilson Pinilla Pinilla.   

Magistrado    Ponente:    Mauricio González Cuervo.   

I. ANTECEDENTES  

1. Demanda y pretensión.  

La  Superintendencia de Sociedades promovió  acción  de  tutela contra la decisión proferida el 4 de octubre de 2007 por el  Tribunal   Administrativo   de   Cundinamarca,   Sección  Segunda  –  Subsección  “A”,  por considerar  que   tal   decisión   vulneró  su  derecho  fundamental  al  debido  proceso.   

La  decisión del Tribunal Administrativo de  Cundinamarca  anuló  la sanción impuesta por la Superintendencia de Sociedades  a  uno  de  sus  funcionarios,  pues  consideró que el proceso disciplinario en  cuestión  se  había tramitado por el proceso verbal dispuesto en la Ley 734 de  2002  y  no  por  el  proceso ordinario contenido en esa misma ley. Sin embargo,  consideró  la  Superintendencia  que  la  referida decisión judicial violó su  derecho   fundamental   al   debido   proceso,   pues  el  Tribunal  Contencioso  Administrativo  de  Cundinamarca interpretó equivocadamente el artículo 175 de  la   Ley   734   de   2002  o  Código  Disciplinario  Único  (CDU)1,  incurriendo  de  esta  manera  en  una  vía  de  hecho  por  haberse  configurado un defecto  sustantivo.   

Explicó  que  el  defecto  sustantivo  se  estructuró   cuando   el  referido  Tribunal  consideró  que  ninguna  de  las  hipótesis  legales  contenidas,  en el artículo 175 CDU, permitía tramitar el  caso  objeto  de  discusión  por  el  procedimiento   verbal:  al  haberse  calificado  como  grave  la  falta  disciplinaria  atribuida  al funcionario, el  proceso  disciplinario debió adelantarse por el proceso ordinario. No obstante,  para  la  Superintendencia  esta  interpretación  es  errada, pues la decisión  judicial  atacada  en  esta  acción  de  tutela  obvia  el  hecho  de  que  las  circunstancias  contenidas en el referido numeral 3° del artículo 175 del CDU,  sí se configuraron en el presente caso.   

Por todo lo anterior, la Superintendencia de  Sociedades  pide se deje sin efectos la decisión del 4 de octubre de 2007 dicta  por  la  Subsección  “A” de la Sección Segunda del Tribunal Administrativo  de  Cundinamarca,  y en su lugar,  que dicha autoridad judicial profiera un  nuevo fallo.   

2.    Respuesta    de    la    entidad  accionada.      

En  escrito  de fecha 20 de mayo de 2008, el  Magistrado  de  la Sección Segunda del Tribunal Administrativo de Cundinamarca,  ponente  de  la  decisión  que  motivó  la  interposición  de esta acción de  tutela,  solicitó  declarar la improcedencia de la misma. Por la importancia de  la  intervención  hecha  por  éste  funcionario  judicial,  resulta pertinente  transcribir el aparte más relevante:   

“Sea lo primero advertir, que las faltas o  conductas  presuntamente  constitutivas  de  infracciones  disciplinarias no son  enlistadas  como  graves,  gravísimas  o leves, por el instructor disciplinario  sino,  por la ley. Luego, lo que corresponde al operador es hacer la adecuación  dentro  de  las enunciadas en cada tipología de faltas atendiendo los distintos  criterios  o  taxatividad, según el caso. Pero, en ningún caso, esa tipología  puede estructurarse a partir del querer del operador disciplinario.   

En   efecto,   tampoco   puede   acusarse  válidamente  de  indebida  interpretación  la  realizada  por  el Tribunal del  inciso  tercero  (3°)  del  artículo  175  de  la  Ley 734 de 2002 que prevé:  “En  todo  caso,  y  cualquiera que fuere el sujeto  disciplinable,  si  al  momento  de  valorar  sobre  la decisión de apertura de  investigación,  estuvieren  dados  los  requisitos  sustanciales  para proferir  pliego de cargos se citará a audiencia”.   

Es claro que el procedimiento disciplinario  verbal  está instituido expresamente para los casos de flagrancia, confesión y  en  todo  caso,  cuando  la falta sea leve. Y, para las faltas calificadas en la  ley,   como   gravísimas   enumeradas   taxativamente   en   el  artículo  48,  específicamente   enlistadas   en   el  inciso  segundo  del  citado  artículo  175.   

Así  las  cosas,  también es claro que el  referido  y  transcrito  inciso  tercero  (3°)  hace  referencia  es  a  la  condición  del  sujeto  disciplinable pero, jamás puede  creerse  que  la competencia extensiva a que alude se refiera a la tipología de  conductas  que  en  general  se hubieren presuntamente realizado sino, QUE HACEN  RELACIÓN  ES  A LA CONDICIÓN DEL SUJETO QUE SUPUESTAMENTE TENGA LA AUTORÍA DE  LA  CONDUCTA  O POSIBLE RESPONSABILIDAD DISCIPLINARIA, MÁS NO A LA CONDUCTA QUE  HUBIERE  DESARROLLADO. En efecto, prevé expresamente  la      norma      al     término     “sujeto”     y     no     “conducta  disciplinable.”   

Si  fuera  correcta  la interpretación que  postula   el  accionante,  en  verdad,  como  lo  expresó  el  tribunal  en  la  providencia  materia  y  causa  de  la acción de tutela impetrada, sobraría el  procedimiento  ordinario en la jurisdicción disciplinaria y en el procedimiento  disciplinario   administrativo,   porque   sería   suficiente  el  ‘juicio  de  suficiencia que para cada  caso         hiciere        el        operador        disciplinario.’  Esta es la competencia exclusiva de  la  ley  y no del operador disciplinario, porque es aquélla la que establece el  procedimiento ordinario para las conductas calificadas como graves.   

Luego  para el caso que motivó el proceso,  disciplinario  en  el  que  se impuso la sanción al señor Cadena Piñeros, por  parte  de la Superintendencia de Sociedades, la conducta endilgada a éste no se  encontraba  enlistada   dentro  de  las relacionadas como gravísimas en el  artículo  175  de  la  Ley  734 de 2.002 y por ello deviene contrario al debido  proceso y por tanto, era anulable.”   

          (suyrayas y resaltados fuera de texto)   

3.   Hechos   relevantes   y   medios   de  prueba.   

3.1  El  señor  Germán  Cadena  Piñeros,  técnico  Administrativo  4065-15  de la planta global de la Superintendencia de  Sociedades,  fue  objeto  de  una indagación preliminar iniciada por el Jefe de  Control  Disciplinario  de  la  Superintendencia  de  Sociedades  mediante  Auto  555-013     de     febrero     10     de     20032,  por  omisión de trámite de  unos  radicados  que le habían sido asignados desde el año 2001, y respecto de  los  cuales  ya se había estructurado la caducidad de la acción respectiva. La  investigación  disciplinaria  iniciada  se  acogió  al  procedimiento  verbal,  imputándosele  en  el  auto  de citación a audiencia la comisión de una falta  grave a título de culpa grave.   

3.2 En sesión de fallo No. 555-003 del 10 de  marzo  de  20033,  el  Jefe de Control Disciplinario encontró responsable al señor  Cadena  Piñeros  de  la  comisión de una falta grave a título de culpa grave,  descrita   en  el  numeral  7°  del  artículo  354  de  la  Ley  734  de 2002, en  concordancia  con  el  artículo  23 de la misma ley5,    y    por    ello,    lo  sancionó   disciplinariamente  con  la suspensión del ejercicio del cargo  por el término de 32 días.   

3.3  El  señor  Cadena  Piñeros  interpuso  apeló  la  decisión,  más  sin  embargo  no hizo mención a que dicho proceso  disciplinario  era  improcedente  por  haberse  adelantado  por vía del proceso  verbal.  Con  todo,  el  Superintendente  de Sociedades confirmó la sanción en  decisión del 20 de marzo de 2003.   

3.4  El  señor  Cadena Piñeros, actuando a  través  de  apoderado  judicial,  instauró  el  21 de julio de 2003 acción de  nulidad  y  restablecimiento  del  derecho  en  contra de la Superintendencia de  Sociedades,  solicitando  la  declaratoria  de  nulidad  de  los  fallos  que le  impusieron  y  confirmaron  la  referida  sanción  disciplinaria,  y  pidió el  restablecimiento  del  derecho,  reclamando  para  ello  el  pago de una suma de  dinero  correspondiente  a  los  salarios  y  prestaciones  dejadas  de percibir  durante  el  tiempo  que  estuvo  suspendido  del  cargo.  El  argumento de esta  actuación  judicial  se  centró  en  la  violación  de  su  derecho al debido  proceso,  por  cuanto el trámite del proceso disciplinario seguido en su contra  se  había  adelantado  por  el  procedimiento  verbal y no por el procedimiento  ordinario,   contrariando   lo   dispuesto  en  el  artículo  175  del  Código  Disciplinario  Único,  argumento que el accionante en esta tutela alega, jamás  fue esgrimido en sede de la vía gubernativa.   

3.5 La Sección Segunda, Subsección “A”  del  Tribunal  Administrativo  de  Cundinamarca en sentencia del 4 de octubre de  20076  declaró  la  nulidad  de los actos administrativos contentivos de  los  fallos  de  primera y segunda instancia dictados por la Superintendencia de  Sociedades,  y  ordenó el pago de los salarios y prestaciones reclamadas por el  señor  Cadena  Piñeros.  En  dicha decisión señaló que se había violado el  derecho  al  debido  proceso  del  sujeto disciplinado, por cuanto el proceso se  había  tramitado  bajo  el  procedimiento  verbal,  debiendo  haber sido por el  ordinario,   pues   se   debatía   la   presunta   comisión   de   una   falta  grave.   

3.7  Si  bien  la Superintendencia apeló la  decisión  del Tribunal Administrativo de Cundinamarca, el Tribunal en decisión  del  29  de  noviembre  de  ese  mismo  año,  consideró  que en atención a la  cuantía,  el proceso administrativo era de única instancia, razón por la cual  la apelación era improcedente.   

4. Intervención de la Procuraduría General  de la Nación.   

Mediante  escrito recibido en la Secretaría  General  del  Consejo  de  Estado  el 21 de mayo de 2008, por delegación que le  hiciera  el  Procurador  General  de la Nación, el Viceprocurador General de la  Nación intervino en esta acción de tutela.   

Dicha intervención se orientó a establecer  la  gran  diferencia  que  existe  entre la función disciplinaria que tiene por  naturaleza  el  juez  disciplinario,  y  la función de control de legalidad que  tiene  la  autoridad  judicial  de  lo  contencioso administrativo, la cual debe  velar  por  la legalidad y constitucionalidad de la actuación disciplinaria que  se  pone  bajo  su  análisis,  sin que por ello deba desbordar dicha función y  fungir   de   interprete   de   la  norma,  función  que  es  propia  del  juez  disciplinario.   

Ciertamente el juez disciplinario, dentro de  su  autonomía e independencia, debe someter su actuar a la aplicación lógica,  objetiva  y  metódica  de la ley, al momento de aplicar la justicia material al  caso  particular.  Por eso “la aplicación de la ley  disciplinaria  y  su  interpretación,  si  ésta  se  ajusta a los marcos de la  hermenéutica  jurídica vigente y aceptada en una comunidad jurídica, no puede  ser  objeto  del  control  de  legalidad, pues a éste escapa aquélla, en tanto  olvidarlo   convierte   al   juez  contencioso  administrativo  en  una  tercera  instancia.”7   

Reafirma  dicha consideración el Ministerio  Público  al  señalar  que “consecuencialmente debe  afirmarse  que  la  función  del  juez  administrativo  cuando  juzga los actos  administrativos    disciplinarios   se   contrae   a   verificar   razonable   y  consistentemente,  conforme al principio de razón suficiente y demás reglas de  hermenéutica   jurídica,  si  la  interpretación  y  aplicación  de  la  ley  realizada  por  el  juez disciplinario se enmarca dentro de la legitimidad de su  autonomía  e  independencia,  otorgada  por la razonabilidad y consistencia que  deben  presidir  una  decisión  de  un administrador de justicia”.   

Por    lo    anterior,    “solo  podrá  calificarse  de  ilegal una interpretación de una  regla  jurídica  cuando,  (…)  exista un error manifiesto de apreciación, se  elija  la  aplicación  de  una  norma  en forma manifiestamente irrazonable, la  asignación  de  una consecuencia jurídica sea manifiestamente desproporcionada  o  arbitraria, pues de lo contrario, la actividad del contencioso administrativo  ‘deja  de  ser jurídica  para     deslizarse    por    la    pendiente    del    decisionismo’.”8 (Negrilla original).   

Sin  embargo, esa fue la opción asumida por  el  Tribunal  Administrativo  de  Cundinamarca,  Sección  Segunda,  Subsección  “A”,  que al declarar la nulidad de la decisión disciplinaria impartida por  la  Superintendencia  de  Sociedades,  dio  una  equivocada  interpretación del  artículo  175 de la Ley 734 de 2002, “la única que  las  reglas  de la hermenéutica jurídica aceptada no toleraría”.9   

Justamente, el Tribunal desconoció el tenor  literal  del artículo 175 de la Ley 734 de 2002, que indica en su contenido del  inciso  3º  que  “en  todo  caso”,  se  aplicará  el  procedimiento verbal  respecto   de   unas   condiciones  probatorias  específicas  y  frente  a  una  oportunidad  procesal  concreta,  lo  que  significa  que  se está frente a una  causal  diferente  de procedibilidad a las contempladas en los incisos 1º y 2º  de la mencionada norma.   

Con  esta interpretación, se desconoció la  intención  de  la  norma  cual  es  la de trocar el procedimiento disciplinario  ordinario  por  el verbal cuando se tenga una fortaleza probatoria suficiente en  etapas  procesales  tempranas:  “Precisamente cuando  se  habla  de  apertura  de investigación y pliego de cargos es porque se está  frente  a infracciones disciplinarias diferentes a las anotadas en el inciso 2º  del  artículo  175,  toda vez que, en tales casos, no hay duda que se aplica de  manera  automática  e indefectible, sin sustento alguno diferente al de la ley,  pues  su oportunidad y conveniencia viene impuesta por el juicio del legislador,  el  trámite  del  procedimiento  verbal,  procedimiento  en  el  cual ni existe  apertura  de  investigación  ni  pliego  de cargos en los términos del proceso  ordinario    (artículo    177    del    CDU).”10   

Concluye  el  Ministerio  Público  que  la  equivocada  interpretación  hecha  por el Tribunal del inciso 3º del artículo  175  de  la  Ley  734  de  2002,  le  arrogó  funciones  de  juez de control de  constitucionalidad,   toda  vez  que  expulsó  del  ordenamiento  jurídico  la  posibilidad  de  su  aplicación,  pues  al  irse en contravía de la lógica lo  convirtió  en  un  precepto  inútil.  Le  asignó, en consecuencia, los mismos  efectos  de  una  declaratoria  de  inexequibilidad.11  Por  todo  lo  anterior  se  pidió la procedencia de la acción de tutela.   

5.   Decisiones   de   tutela   objeto  de  revisión.   

5.1  Sección Segunda de la Sala Contencioso  Administrativo del Consejo de Estado   

En sentencia del 5 de junio de 2008, se negó  el  amparo  constitucional  deprecado.  Observa  el  a  quo,   que   la   postura  asumida  por  el  Tribunal  Contencioso   Administrativo   de   Cundinamarca,   a   su  juicio  “no  comporta  la  violación  de los derechos fundamentales sino  simplemente  es  un  argumento  interpretativo  válido  dentro de la autonomía  funcional  del  juez  en  el entendimiento y comprensión de la normas, potestad  que  únicamente  cuando  invada  los  terrenos de la arbitrariedad, vale decir,  cuando  encierre  un  componente  absurdo  y  evidentemente contrario al sentido  ineludible   que   se   desprende  de  las  formas,  posibilita  la  acción  de  tutela”.   

En  efecto,  considera  el  juez  de primera  instancia,  que  la interpretación hecha por el juez contencioso administrativo  a  la  norma,  no fue caprichosa, como tampoco obedece a una conducta carente de  competencia   como   lo  pretende  el  Viceprocurador  General  de  la  Nación,  “porque el juzgamiento de la legalidad de los actos  administrativos  se  le confía a los órganos que la integran (artículo 237 de  la  C.P.  y  artículos  82 y s.s. del C.C.A.) quedando por tanto facultada para  interpretar  las  disposiciones  disciplinarias  que  como  el  inciso  3º  del  artículo   175   de   la   Ley   734   de   2002   ofrezcan  dificultad  en  su  comprensión”.   

Concluye señalando que la decisión atacada  en  esta  acción  de  tutela,  no trasciende en la noción de vía de hecho, ni  constituye  una  decisión  ilegítima  que afecte los derechos fundamentales al  debido proceso y de defensa de la accionante.   

5.2 Impugnación.  

5.2.1.  La  Superintendencia  de  Sociedades  aduce  que el error en que incurrió la entidad judicial accionada, en relación  con  la  interpretación  dada al numeral 3º del artículo 175 de la Ley 734 de  2002  o  Código  Disciplinario  Único  –  CDU  -, es que hace inoperante dicho  inciso tercero.   

A su juicio, la correcta interpretación que  debió  darse  a la referida norma es que sería posible tramitar por el proceso  verbal   cualquier   actuación  disciplinaria,  respecto  de  cualquier  sujeto  disciplinable  y  con  ocasión  de  cualquiera  clase  de  falta  disciplinaria  cometida,  siempre  que  en  la  indagación o con las pruebas que acompañan la  queja  estuviesen  dados los presupuestos para proferir pliego de cargos, que no  son otros que los previstos en el artículo 162 de la misma ley.   

Además,   el   procedimiento   verbal  se  instituyó  en  consideración  a  la  celeridad  que  se  debe  imprimir  a las  actuaciones  disciplinarias,  para  hacer  efectivo  el  derecho  a una pronta y  cumplida   administración  de  justicia  en  esta  materia,  pero  teniendo  en  consideración  la  prueba que determina la responsabilidad disciplinaria. Basta  con  leer  los incisos 1º y 2º del artículo 175 para concluir que cada uno de  esos  eventos  gira  alrededor de la suficiencia y facilidad probatoria, como es  el  caso  de  la  confesión.  Bajo  ese mismo rasero se estableció el supuesto  fáctico   previsto  en  el  inciso  tercero,  porque  si  luego  de  haber  adelantado  la  indagación  preliminar, el operador jurídico procede a valorar  si  abre a investigación y encuentra que probatoriamente están acreditados los  requisitos  para proferir pliego de cargos, resulta inoficioso hacer apertura de  investigación formal para averiguar lo que ya está probado.   

Además,  es  sorprendente la manera como el  Tribunal  Administrativo  de  Cundinamarca  accedió  a  las  pretensiones de la  demanda   del   funcionario   que   fuera   investigado   y  sancionado  por  la  Superintendencia,  cuando  en sede de la vía gubernativa éste jamás alegó la  ilegalidad del trámite agotado por vía del procedimiento verbal.   

5.2.2. Por su parte, la Procuraduría General  de  la  Nación  coadyuvó la impugnación de la Superintendencia de Sociedades,  al  señalar que el Tribunal Administrativo de Cundinamarca interpretó de forma  totalmente  equivocada  y,  por ende, aplicó de manera absolutamente incorrecta  el  artículo  175  de  la  Ley  734 de 2002 del CDU. Insiste en que la correcta  interpretación  de  la  mencionada  norma  es  que  en  los demás supuestos no  previstos  en  los  dos  primeros  incisos  del artículo 175 del CDU, es decir,  “cuando  se  proceda  por una falta grave o por una  falta  gravísima  diferente  a las expresamente contempladas en el inciso 2º y  no  medie  la situación de flagrancia o la confesión del disciplinado, en caso  tal  de estar dados los requisitos para proferir pliego de cargos ya en el mismo  instante  de  valorar  la  viabilidad  de  la  apertura  de  investigación,  es  procedente  adelantar  el  proceso  disciplinario  por  vía  del  procedimiento  verbal.”12   

5.3  Sección  Cuarta de la Sala Contencioso  Administrativo del Consejo de Estado   

En  sentencia  del  17  de julio de 2008, la  Sección  Cuarta  de  la  Sala  Contencioso Administrativa del Consejo de Estado  revocó  la  decisión  de primera instancia y en su lugar resolvió rechazar la  acción de tutela por improcedente.   

Consideró  el  ad  quem  que  la  acción  de  tutela  no  procede contra  providencias  judiciales  ni  cuando  se  argumente  que  la  decisión judicial  configura   una   vía   de  hecho  o  que  el  juez  ha  cometido  ‘errores       protuberantes      o  groseros’, pues, semejantes  calificaciones   se  traducen  en  interpretaciones  y  criterios  eminentemente  subjetivos,  que dependerán en cada caso, del alcance que a bien tenga darle el  juzgador a la decisión de otro.   

Finalmente,  la procedencia de la acción de  tutela  contra  providencias  judiciales  requiere  la  existencia  de  norma  o  precepto  constitucional  expreso  y  previo,  lo  que  supone  una  regulación  normativa   concreta,  específica  y  singular.  Por  ello,  y  en  tanto  esta  normatividad  no existe en Colombia, el ejercicio de esta acción constitucional  en  contra  de  una  providencia  judicial  resulta  injurídica, impertinente y  extraña a nuestro ordenamiento jurídico.   

II. CONSIDERACIONES Y FUNDAMENTOS  

1. Competencia  

La  Sala es competente para la revisión del  presente  caso,  con fundamento en los artículos 86 y 241.9 de la Constitución  Política y 33 a 36 del Decreto 2591 de 1991.   

2. Problema Jurídico.  

Para abordar el anterior problema jurídico,  la  Sala  deberá:  (i)  hacer  breve  mención  a  los  requisitos generales de  procedencia  de  la  acción  de  tutela,  y  a  los  requisitos  genéricos  de  procedibilidad  contra decisiones judiciales, para lo cual solo se explicará la  causal  alegada  por  el  accionante,  es  decir  (ii)  el  defecto  sustancial.  Posteriormente  se  determinará  la posición jurisprudencial  en torno al  (iii)  derecho  al  debido  proceso  y  en  especial  en  el ámbito del derecho  disciplinario.  Finalmente, se confrontarán éstas consideraciones a los hechos  de  la  presente  acción  de tutela a efectos de, finalmente, (iii) resolver el  caso concreto.   

3. Requisitos de procedibilidad de la acción  de tutela. Reiteración de jurisprudencia.   

3.1.  El  artículo  86  de la Constitución  Política  dispone  que la acción de tutela es un mecanismo judicial preferente  y  sumario  para  la  protección  de  los derechos fundamentales, en tanto vía  judicial    residual    y    subsidiaria13,  que  se   caracteriza  igualmente por ofrecer una  protección   inmediata14  y  efectiva  en ausencia de  otros  medios  ordinarios  de  defensa,  o en     presencia     de    estos,  cuando  se  trámite  como  mecanismo transitorio de defensa  judicial      para     evitar     un     perjuicio  irremediable15.   En   sentencia   C-542   de   199216,   la   Corte  resaltó  el  carácter  inmediato  de la  protección  que  se  persigue  con  la  interposición de la acción de tutela,  indicando lo siguiente:   

“(…)  la  acción  de  tutela  ha  sido  instituida       como       remedio       de       aplicación      urgente  que se hace preciso administrar  en    guarda    de   la   efectividad   concreta   y  actual  del  derecho  objeto de violación o amenaza.  Luego no es propio de la acción de tutela el sentido  de  medio  o  procedimiento  llamado  a  remplazar  los  procesos  ordinarios  o  especiales,  ni el ordenamiento sustitutivo en cuanto  a  la  fijación de los diversos ámbitos de competencia de los jueces, ni el de  instancia  adicional  a  las  existentes, ya que el propósito específico de su  consagración,  expresamente definido en el artículo 86 de la Carta, no es otro  que  el  de brindar a la persona protección efectiva,  actual  y  supletoria  en orden a la garantía de sus  derechos  constitucionales  fundamentales”.  (Subrayas  fuera  del  original).   

De  igual  manera, aún cuando la acción de  tutela  no  tiene caducidad para su ejercicio, no se pueda recurrir a ella luego  de  un  prolongado  transcurso  de  tiempo  desde  la  ocurrencia  de los hechos  atentatorios  de  los  derechos  fundamentales.  De  aceptarse su procedencia en  tales  eventos, se estaría desvirtuando su naturaleza de mecanismo excepcional  de  protección inmediata        y       efectiva17.  Deberá  entonces  proponerse  en  un  término razonable y oportuno18, el cual se  evaluara  en  cada  caso  concreto, para evitar que se convierta en un factor de  inseguridad                 jurídica19.   

Ahora bien, cuando se promueve la acción de  tutela  en  contra  de  una  decisión  judicial, la misma será viable en tanto  persiga    la    protección    de    los   derechos   fundamentales20,  pues  su  amparo  involucra  las  decisiones  de  las diferentes autoridades del Estado de  Derecho,  incluidas  las autoridades que ejercen función jurisdiccional (Art. 2  C.P.).  Por  ello,  la  acción  de  tutela  será  viable  contra una decisión  judicial    que   ha   sido   proferida   con   desconocimiento   de   preceptos  constitucionales21.    Al    respecto,   esta  Corporación    en    sentencia    C-543    de   1992,   hizo   las   siguientes  precisiones:   

“(…) nada obsta para que por la vía de  la  tutela  se  ordene al juez que ha incurrido en dilación injustificada en la  adopción  de  decisiones  a  su  cargo que proceda a resolver o que observe con  diligencia  los  térmi­nos  judiciales,    ni    riñe    con   los   preceptos  constitucionales  la  utilización  de  esta  figura  ante  actuaciones de hecho  imputables  al funcionario por medio de las cuales se desconozcan o amenacen los  derechos   fundamentales,  ni  tampoco  cuando  la  decisión  pueda  causar  un  perjuicio  irremediable,  para  lo cual sí está constitucionalmente autorizada  la    tutela   pero   como   mecanismo   transitorio   cuyo   efecto,  por  expreso  mandato  de la Carta es puramente temporal y queda  supeditado  a  lo  que  se  resuelva  de  fondo por el juez ordinario competente  (artículos  86  de  la  Constitución  Política  y  8º  del  Decreto  2591 de  1991).   En  hipótesis  como  éstas  no  puede  hablarse  de  atentado  alguno  contra  la seguridad jurídica de los asociados,  sino   que   se   trata   de   hacer   realidad   los   fines  que  persigue  la  justicia.”   (Las   subrayas   fuera   del   texto  original).    

3.2.  Es  necesario que la acción de tutela  cumpla   con   unos  requisitos  de  procedibilidad22.     Para     ello,    la  jurisprudencia  de  la Corte Constitucional ha planteado un conjunto de causales  de procedibilidad de la acción de tutela, así:   

3.2.1.   Las   primeras,   definidas  como  generales,    pretenden  asegurar  que  quien  acuda  a  este  mecanismo  excepcional,  lo haga bajo unos  lineamientos  jurídicamente válidos que aseguren la eficacia de este mecanismo  excepcional  sin  que  ello  suponga la desnaturalización de la misma. Así, en  sentencia         C-590        de        200523,    se   señalaron   como  requisitos generales de procedencia:   

(i)  que la cuestión que se discuta resulte  de   evidente  relevancia  constitucional;   

(ii)  que  se hayan agotado todos los medios  -ordinarios  y  extraordinarios-  de  defensa  judicial al alcance de la persona  afectada,  salvo  que  se  trate  de  evitar  la  consumación  de  un perjuicio  irremediable,   todo   ello   en   aplicación  del  principio  de  subsidiariedad24;   

(iii)  que  se  cumpla  el  requisito  de la  inmediatez, es decir, que la  tutela  se hubiere interpuesto en un término razonable y proporcionado a partir  del hecho que originó la vulneración;   

(iv)  que  tratándose  de una irregularidad  procesal,  se  indique  claramente  el  efecto  decisivo  o  determinante  en la  sentencia  que  se  impugna  y que afecta los derechos fundamentales de la parte  actora;   

(v) que la parte actora identifique de manera  razonable  tanto  los  hechos  que  generaron  la vulneración como los derechos  vulnerados  y  que  hubiere  alegado  tal  vulneración  en  el proceso judicial  siempre    que    esto    hubiere   sido   posible25;   

(vi)  que  no  se  trate  de  sentencias  de  tutela.   

3.2.2 Las segundas causales, que se podrían  denominar       como       especiales,   corresponden  a los diferentes tipos de vicios o errores de  las  actuaciones  judiciales,  inicialmente definidos como vías de hecho según  el  tipo  de  defecto  y  que  se  clasificaron  en  su momento como de orden i)  sustantivo;   ii)   fáctico;  iii)  orgánico,  o  iv)  procedimental.  No  obstante,  la  evolución  jurisprudencial ha llevado a una nueva clasificación  de  estas  causales,  aumentando  su número, y cambiando el concepto de vía de  hecho    por    el   de   causales   genéricas   de  procedibilidad.  Así,  la  regla  jurisprudencial  se  redefinió en los siguientes términos:   

“       (…)      ‘…todo  pronunciamiento de fondo por  parte  del  juez  de  tutela respecto de la eventual afectación de los derechos  fundamentales  con  ocasión  de  la  actividad  jurisdiccional  (afectación de  derechos  fundamentales  por  providencias  judiciales)  es  constitucionalmente  admisible,  solamente,  cuando  el  juez  haya  determinado  de manera previa la  configuración  de una de las causales de procedibilidad; es decir, una vez haya  constatado   la  existencia  de  alguno  de  los  seis  eventos  suficientemente  reconocidos  por  la  jurisprudencia:   (i) defecto sustantivo, orgánico o  procedimental;    (ii)   defecto   fáctico;  (iii)  error  inducido;  (iv)  decisión  sin motivación, (v) desconocimiento del precedente y (vi) violación  directa       de      la      Constitución.”30   

Con  todo,  no toda irregularidad procesal o  diferencia  interpretativa  configura  una vía de hecho. Sobre el particular es  importante  recordar  lo  señalado  en la sentencia SU-1185 de 200131, que dijo lo  siguiente:   

“…,  la  Corte ha sostenido que no toda  discrepancia  interpretativa  -defecto  sustantivo-  conlleva, prima facie, a la  ocurrencia  de  una  vía  de  hecho. El principio de autonomía e independencia  judicial,  pilar  fundamental  del  Estado social de derecho, no permite que por  vía  de  la acción de tutela se controviertan las decisiones judiciales con la  simple  excusa  de  que  el  criterio  adoptado  por el operador jurídico no es  compartido  por  las  partes  o  por  el  fallador  que lo revisa. De hecho, las  posibles  diferencias  de interpretación, sustentadas en un principio de razón  suficiente,  no pueden ser calificadas como vías de hecho pues, en realidad -lo  ha  dicho  este  Tribunal-,  la  eventual disparidad de criterios sobre un mismo  asunto  no  implica por ella misma un desconocimiento grosero de la juridicidad,  sino  una  consecuencia  humana del ejercicio del derecho. Según lo ha dicho la  jurisprudencia:   

‘…los jueces  dentro  de  la órbita de sus competencias, son autónomos e independientes y en  sus  providencias  “sólo  están  sometidos  al  imperio  de la ley (art. 230  C.P.)’;  la  valoración  probatoria   y   la  aplicación  del  derecho  frente  al  caso  concreto,  son  circunstancias  reservadas  al  juez  de  la  causa  que las ejerce dentro de la  libertad  de  interpretación  que  le  otorgan  la  Constitución  y  la ley y,  además,    acorde    con   las   reglas   de   la   sana   crítica’.(Sentencia   T-073/97   M.  P.  Dr.  Vladimiro       Naranjo      Mesa)’.   

“Conservando   la   misma   línea   de  pensamiento,  ha  precisado la Corte que la autonomía e independencia judicial,  como  manifestación  de  la  facultad  que  tiene  el  operador  jurídico para  interpretar  las  normas  jurídicas,  no  es  absoluta. Ella encuentra límites  claros  en  la  propia  institucionalidad  y  en  el  orden  jurídico. Así, la  función  judicial,  analizada desde la perspectiva del conjunto de atribuciones  y  potestades  reconocidas  por  la ley a los órganos encargados de administrar  justicia,  tiene  necesariamente  que  desarrollarse  dentro  del  marco  de  la  Constitución  Política, como la única forma de garantizarle a los coasociados  la  convivencia,  el  trabajo, la igualdad, la libertad, la justicia y la paz, y  de  procurar  hacer  efectivo  el  propósito  Superior  de  asegurar  un  orden  político, económico y social justo.”   

3.2.3.  Entonces,  las           causales           especiales   de   procedibilidad  de  la  acción  de  tutela,  a  las  que  se  refiere la Corte en la sentencia C-590 de  200532, debe corresponder a uno de los siguientes defectos:   

“a.  Defecto  orgánico,  que  se  presenta  cuando  el funcionario  judicial  que  profirió  la  providencia  impugnada,  carece, absolutamente, de  competencia para ello.   

“b.  Defecto  procedimental  absoluto, que se origina cuando el juez  actuó completamente al margen del procedimiento establecido.   

“c.  Defecto  fáctico,  que  surge cuando el juez carece del apoyo  probatorio  que  permita la aplicación del supuesto legal en el que se sustenta  la decisión.   

“d.  Defecto  material  o  sustantivo, como son los casos en que se  decide   con   base  en  normas  inexistentes  o  inconstitucionales33   o  que  presentan  una  evidente  y  grosera  contradicción  entre los fundamentos y la  decisión.   

“f.   Error  inducido,  que  se presenta cuando el juez o tribunal  fue  víctima  de un engaño por parte de terceros y ese engaño lo condujo a la  toma de una decisión que afecta derechos fundamentales.   

“g.         Decisión  sin  motivación, que implica  el  incumplimiento de los servidores judiciales de dar cuenta de los fundamentos  fácticos  y  jurídicos  de  sus decisiones en el entendido que precisamente en  esa motivación reposa la legitimidad de su órbita funcional.   

“h.         Desconocimiento     del    precedente,  hipótesis  que  se  presenta,  por  ejemplo,  cuando  la  Corte  Constitucional  establece  el  alcance  de un derecho fundamental y el juez ordinario aplica una  ley  limitando  sustancialmente  dicho alcance. En estos casos la tutela procede  como   mecanismo   para   garantizar   la   eficacia   jurídica  del  contenido  constitucionalmente  vinculante  del  derecho  fundamental vulnerado34.   

“i.         Violación      directa     de     la     Constitución.” (Subraya fuera del texto original).   

Para  el  caso  objeto de revisión, solo se  abocará  aquél  defecto  en  el  que el accionante funda la vulneración de su  derecho y reclama su protección constitucional.   

4.  Causales genéricas de procedibilidad de  la  acción  de  tutela  cuya  configuración  se  alega en el presente caso: el  defecto sustantivo.   

4.1.  Sea  lo  primero señalar que la Corte  Constitucional  ha  señalado  que se estará ante un defecto sustantivo cuando:  (i)  la  decisión  cuestionada  se funda en una norma evidentemente inaplicable  para  el  caso, ya sea porque perdió vigencia,  porque  resulta   inconstitucional,      o      porque     no     guarda   conexidad   material  con  los  supuestos  de hecho que dieron origen a una  controversia;  (ii) cuando se deja de aplicar la disposición que corresponde, o  se  le  da  a  la  misma  un  alcance  distinto del que tiene; (iii) también se  configurará  un  defecto  sustantivo cuando al resolver un caso, el funcionario  desconoce     sentencias     con    efectos    erga  omnes,  cuyos  precedentes se ubican en el mismo rango  de  la  norma  sobre  la  que  pesa la cosa juzgada.35   

En  sentencia  SU-159  de  2002,  la  Corte  Constitucional  fue  más  explicita  al considerar que se configura una vía de  hecho   por   defecto   sustantivo   cuando  se  da  alguna  de  las  siguientes  situaciones36:   

“La  Corte Constitucional ha señalado en  su  jurisprudencia  que el defecto sustantivo que convierte en vía de hecho una  sentencia  judicial,  opera  cuando  la  decisión  que toma el juez desborda el  marco  de  acción que la Constitución y la ley le reconocen al apoyarse en una  norma  evidentemente  inaplicable  al caso concreto, bien sea, por ejemplo   (i.)  porque  ha sido derogada y ya no produce ningún efecto en el ordenamiento  jurídico,  (ii.) porque ella es claramente inconstitucional y el funcionario se  abstuvo  de  aplicar  la  excepción  de  inconstitucionalidad, (iii.) porque su  aplicación   al  caso  concreto  es  inconstitucional,  (iv.)  porque  ha  sido  declarada  inexequible  por  la  propia  Corte  Constitucional o, (v.) porque, a  pesar  de  estar  vigente  y ser constitucional, no se adecua a la circunstancia  fáctica  a  la  cual se aplicó, porque a la norma aplicada, por ejemplo, se le  reconocen   efectos   distintos   a   los   expresamente   señalados   por   el  legislador”.   

4.2  La  indebida  aplicación de las normas  también  es  una  modalidad  del defecto sustantivo. Ocurre cuando, a pesar del  amplio  margen  interpretativo  que  la Constitución reconoce a las autoridades  judiciales,  la  aplicación  final  que  se hace de la regla es inaceptable por  tratarse  de  una  interpretación  contraevidente (interpretación contra  legem) o claramente lesivo de los  intereses    legítimos    de    una    de    las    partes    (irrazonable    o  desproporcionada)37.  En estos casos la Corte se  ha pronunciado en los siguientes términos:   

“La Corte debe reiterar que, en principio,  el  procedimiento  de  tutela  no  puede  utilizarse  para  obtener  que un juez  diferente  al  que  conoce  del proceso ordinario intervenga inopinadamente para  modificar  el  rumbo del mismo con base en una interpretación diversa, la suya,  pretendiendo  que, por haber entendido las normas pertinentes de una determinada  manera, incurrió el primero en una vía de hecho.   

La    vía    de   hecho   —excepcional,     como     se    ha  dicho—    no   puede  configurarse  sino  a partir de una ruptura flagrante,  ostensible  y  grave  de  la  normatividad constitucional o legal que rige en la  materia  a  la  que  se  refiere  el fallo. Por tanto,  mientras  se  apliquen  las  disposiciones pertinentes, independientemente de si  otros  jueces  comparten  o  no  la  interpretación acogida por el fallador, no  existe  la  vía  de  hecho,  sino  una  vía  de derecho distinta, en sí misma  respetable  si  no  carece  de  razonabilidad.  Esta,  así  como el contenido y  alcances  de  la  sentencia proferida con ese apoyo, deben ser escrutados por la  misma  jurisdicción  y  por  los  procedimientos  ordinarios,  a través de los  recursos  que  la ley establece y no, por regla general, a través de la acción  de tutela.   

Diferente  es  el  caso  de  la  ostensible  aplicación  indebida  de  una  norma, en cuya virtud se pretende lograr que los  hechos  quepan  en ella, aun contra toda evidencia. Allí puede darse la vía de  hecho,  como  lo  ha admitido esta Corte, si por haberse forzado arbitrariamente  el   ordenamiento   jurídico   se   han  quebrantado  o  se  amenazan  derechos  constitucionales           fundamentales”38   

4.3.  Por  lo anterior, cuando una decisión  judicial  incurre  en  aplicación  ostensiblemente  errada  de  la normatividad  constitucional  o  legal y no se está ante un simple problema interpretativo de  una  norma  jurídica, deberá ser  retirada del mundo jurídico, siendo la  acción de tutela un mecanismo apropiado para ello.   

Bajo    estos    lineamientos,   en   la  interpretación   normativa  que  haga  el  operador  jurídico,  sujeto  a  los  criterios  lógicos  de  hermenéutica  jurídica, ha de procurarse que la norma  cumpla  el  efecto  o  alcance jurídico para la cual fue creada. Ello significa  que,  entre  las posibles opciones de interpretación de que pueda ser objeto la  norma,  se  optará  por  aquella que logre el efecto jurídico para la cual fue  creada,  especialmente  si  reconoce  o  protege derechos fundamentales, siempre  dicha  operación no comprometa otras normas o principios jurídicos superiores.   

5.  El  derecho al debido proceso en materia  disciplinaria   

5.1.  Mediante jurisprudencia constitucional  se  ha  considerado  que  el  Estado  puede  ejercer  un  derecho  de sanción o  ius puniendi dentro del cual  se    encuentra    el    derecho    disciplinario39,   como   una  especie  del  denominado   derecho   administrativo  sancionador.40   

5.2.   En  cualquier circunstancia, los  principios  del  debido proceso derivados del artículo 29 constitucional han de  ser   aplicados   en   el   proceso  disciplinario.  Así  lo  ha  reiterado  la  jurisprudencia constitucional:   

“Un  amplio sector de la doctrina, si bien  admite   la   diferenciación   entre   la   responsabilidad   civil,   penal  y  disciplinaria,  encuentra  que  la  sanción  disciplinaria debe sujetarse a los  principios   y  garantías  propias  del  derecho  penal.  (…)  La  naturaleza  esencialmente  sancionatoria  de  ambos  derechos  hace  que  las garantías del  derecho  más  general  (el  penal) sean aplicables también a ese otro derecho,  más   especializado   pero   igualmente   sancionatorio,   que  es  el  derecho  disciplinario.  Tanto  el  derecho  penal  como  el administrativo disciplinario  emplean  las penas como el principal mecanismo de coacción represiva. Todos los  principios  y  garantías  propias  del  derecho  penal se predican también del  disciplinario”41   

5.3.  Así,  el  funcionario  público tiene  pleno  derecho  a exigir el respeto del (i) principio de legalidad de la falta y  de  la  sanción  disciplinaria,  (ii)  del  principio  de publicidad, (iii) del  derecho   de   defensa  y  especialmente  el  derecho  de  contradicción  y  de  controversia  de  la prueba, (iv) del principio de la doble instancia, (v) de la  presunción  de  inocencia,  (vi)  del  principio  de  imparcialidad,  (vii)  el  principio    de    non   bis   in   idem,  (viii) del principio de cosa juzgada y (ix) de la prohibición de  la      reformatio      in      pejus.42   

6. Análisis del caso concreto.  

6.1.  La  Superintendencia  de  Sociedades  interpuso  esta  acción  de  tutela  en contra de la decisión proferida por la  Sección  Segunda,  Subsección  “A” del Tribunal Contencioso Administrativo  de   Cundinamarca,   que  anuló  la  sanción  disciplinaria  impuesta  por  la  Superintendencia  a  un  funcionario  suyo,  por  encontrarlo  responsable de la  comisión  de  una  falta grave a título de culpa grave, descrita en el numeral  7°         del         artículo         3543  de  la  Ley 734 de 2002, en  concordancia  con el artículo 23 de la misma ley. Dicha sanción se originó en  el  hecho  de  que  dicho funcionario no dio trámite a algunos radicados que le  habían sido asignados desde el año 2001.   

6.2.   En   su   demanda   de   nulidad  y  restablecimiento   del  derecho,  el  funcionario  sancionado  señaló  que  el  procedimiento  por  el  cual  tramitó  su  investigación  disciplinaria fue el  verbal,  considerando  que  debió  haber sido el procedimiento ordinario, tal y  como  se  infiere  de lo dispuesto por el artículo 175 del CDU. Éste argumento  fue   acogido   por  la  Sección  Segunda,  Subsección  “A”  del  Tribunal  Contencioso   Administrativo  de  Cundinamarca  que  anuló  la  sanción,  pues  consideró  que  no  era  posible haber agotado la investigación por el proceso  verbal  para  el  presente  caso,  en tanto la falta endilgada al funcionario se  había  calificado  de grave, lo que conducía a que el proceso disciplinario se  agotara por el procedimiento ordinario.   

6.3.  Alegó  la  Superintendencia  que  los  argumentos,  y más específicamente, la interpretación hecha al inciso tercero  del     artículo    175    de    la    Ley    734    de    2002    –CDU-  por  el  Tribunal  Contencioso de  Cundinamarca,  era abiertamente equivocada, configurándose una causal genérica  de  procedibilidad  de la acción de tutela por la estructuración de un defecto  sustantivo.   Consideró   procedente   tramitar  por  el  procedimiento  verbal  cualquier  actuación  disciplinaria, respecto de cualquier sujeto disciplinable  y  con ocasión de cualquiera clase de falta disciplinaria cometida (leve, grave  o  gravísima),  siempre  que  en  la  indagación,   o con las pruebas que  acompañan  la  queja, estuviesen dados los presupuestos para proferir pliego de  cargos,  que  no  son  otros  que  los previstos en el artículo 162 de la misma  ley.   

6.4.  Con  todo,  las  decisiones  objeto de  revisión,  negaron  el  amparo  constitucional, fundamentalmente, al considerar  que  la  labor hecha por el juez administrativo en el presente caso se limitó a  cumplir  su  función  de juez de control de legalidad de los actos atacados, no  incurriendo  en el ejercicio de arbitrario o abiertamente contrario a derecho de  la función judicial.   

6.5.  Planteado  así  el entorno fáctico y  jurídico  del  caso  objeto de revisión, la Sala de Revisión encuentra que la  decisión   proferida   por   la   Segunda,  Subsección  “A”  del  Tribunal  Contencioso  Administrativo  de  Cundinamarca, no puede enmarcarse en una causal  genérica   de   procedibilidad,   por   las  razones  que  a  continuación  se  expondrán.   

6.6.  La  lectura  dada  por  el  Tribunal  Administrativo  de  Cundinamarca  al  inciso  tercero del artículo 175 del CDU,  responde  a una interpretación jurídicamente aceptable. En efecto, el referido  inciso  tercero  indica  que,  en  cualquiera de las circunstancias a las que se  refieren  los  incisos  1º y 2º del referido artículo 175 del CDU, se deberá  citar  a  audiencia,  si  al  momento  de  valorar  la  decisión de apertura de  investigación  se reunieren los requisitos sustanciales para proferir pliego de  cargos.  Ciertamente,  la  norma  no está abriendo el procedimiento verbal para  tramitar   por   ésta   vía   procesos  disciplinarios  que  impliquen  faltas  disciplinarias  distintas  a  las  señaladas  taxativamente  en los mencionados  numerales  1º  y  2º  del  artículo  175  CDU.  Así,  en el presente caso el  procedimiento  que debió adelantarse fue el ordinario, contenido artículos 150  y siguientes de la Ley 734 de 2002.   

6.7.  Tampoco  considera  válido  la  Sala  concluir  que  la  autoridad  de  lo contencioso administrativo, al velar por la  legalidad   y  constitucionalidad  de  la  actuación  disciplinaria,  se  halle  impedido   para   realizar   en   el   marco   de  su  actuación  judicial  una  interpretación  de la norma legal disciplinaria, basado en la consideración de  que  tal función interpretativa es propia del juez disciplinario, titular de la  función   disciplinaria,   no   del  juez  administrativo.  A  juicio  de  esta  Corporación,  el  juez  administrativo, al tiempo de determinar la legalidad de  un  acto  administrativo  que  encuentra  contrario a preceptos superiores, debe  proceder  a  rectificar  tal  decisión  señalando  el  error e impartiendo las  órdenes  judiciales pertinentes, con base en las consideraciones jurídicas que  la  soporten. Y esta actuación no significa invasión de la orbita sancionadora  de   la   entidad   que  viene  enjuiciando  disciplinariamente  a  uno  de  sus  funcionarios.  Por  el  contrario,  se  trata  de  garantizar  que  esa función  sancionadora  se  haya  cumplido sin desconocimiento de derechos fundamentales o  principios esenciales del debido proceso.   

6.8.  En  consecuencia,  en  la  decisión  judicial  proferida  por  la  Sección Segunda, Subsección “A” del Tribunal  Administrativo  de  Cundinamarca  no  se puede advertir configuración de alguna  causal   genérica   de  procedibilidad,  razón  por  la  cual,  expuestas  las  anteriores  consideraciones,  la  Sala  Quinta de Revisión confirmará el fallo  proferido  por  la  Sección  Cuarta  de  la Sala Contencioso Administrativa del  Consejo  de  Estado, mas por las consideraciones aquí expuestas, que afirman la  juridicidad  de  la  procedencia  de  la  acción  de  tutela  contra decisiones  judiciales.   

III. DECISIÓN.  

En mérito de lo expuesto, la Sala Cuarta de  Revisión  de  la  Corte  Constitucional,  administrando  justicia en nombre del  pueblo, y por mandato de la Constitución Política.   

RESUELVE:  

Primero.  CONFIRMAR  la  sentencia  proferida  el  17 de julio de 2008, la Sección Cuarta de la Sala  Contencioso  Administrativa  del  Consejo de Estado, mas por las consideraciones  expuestas en la presente decisión.   

Segundo.   Por  Secretaría  General, líbrese la comunicación a que  se     refiere     el     artículo     36     del     decreto 2591 de  1991.   

Notifíquese, comuníquese, publíquese en la  Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase.   

MAURICIO GONZÁLEZ CUERVO  

MARCO GERARDO MONROY CABRA  

Magistrado  

NILSON PINILLA PINILLA  

Magistrado  

MARTHA VICTORIA SÁCHICA MÉNDEZ  

Secretaria General    

1  El  artículo 175 de la Ley 734 de 2002 dice:   

“T I T U L O XI.  

PROCEDIMIENTOS ESPECIALES.  

CAPITULO I.  

ARTÍCULO  175.  APLICACIÓN  DEL  PROCEDIMIENTO  VERBAL. El  procedimiento  verbal  se  adelantará  contra  los  servidores públicos en los  casos  en  que  el  sujeto  disciplinable  sea  sorprendido  en el momento de la  comisión  de  la falta o con elementos, efectos o instrumentos que provengan de  la  ejecución  de  la conducta, cuando haya confesión y en todo caso cuando la  falta sea leve.   

También  se  aplicará  el  procedimiento  verbal  para  las  faltas  gravísimas  contempladas  en  el  artículo 48   numerales  2, 4, 17, 18, 19, 20, 21, 22, 23, 32, 33, 35, 36, 39, 46, 47, 48, 52,  54,  55,  56,  57,  58,  59  y  62 de esta ley. (Éste  inciso  fue  declarado EXEQUIBLE por la Corte Constitucional en sentencia C-1072  de 2002, M. P. Clara Inés Vargas Hernández).   

En  todo  caso,  y  cualquiera que fuere el  sujeto  disciplinable,  si  al momento de valorar sobre la decisión de apertura  de  investigación  estuvieren  dados  los requisitos sustanciales para proferir  pliego de cargos se citará a audiencia.”   

El  Procurador  General  de  la  Nación,  buscando   siempre   avanzar  hacia  la  aplicación  de  un  procedimiento  que  desarrolle  los principios de oralidad y concentración, podrá determinar otros  eventos  de  aplicación  del  procedimiento  verbal  siguiendo  los  derroteros  anteriores”.   (Éste  último  inciso  fue  declarado  INEXEQUIBLE  por  la  Corte  Constitucional  en  sentencia C-1072 de 2002, M. P. Clara Inés Vargas Hernández).   

2 Ver  folios  27  a  34.  De la lectura de este material probatorio se advierte que el  señor  Germán  Cadena Piñeros, fue notificado de la investigación seguida en  su  contra en razón a no haberle dado trámite a varios documentos radicados en  dicha  Superintendencia  en  años  anteriores y que habiendo sido asignados por  reparto  a  él  no fueron evaluados y evacuados diligentemente, al punto que se  pudo  determinar que inició el estudio de lo mismos tan solo cuando su superior  indagó por los mismos   

3 Ver  folios  35  a  62.  En este documento se advierte que el señor Cadena Piñeros,  asistido  por  su  abogada,  y  conociendo  el material probatorio obrante en el  proceso  y  comprendía  documentos, y declaraciones de compañeros de trabajo y  de  su  superior,  fue  efectivamente  sancionado  disciplinariamente  por haber  cometido una falta grave a título de culpa grave.   

4  El  numeral   7°   del   artículo   35   de   la   Ley   734   de   2002  dice  lo  siguiente:   

“ARTÍCULO  35. PROHIBICIONES. A todo servidor público le  está prohibido:   

(…).  

7.  Omitir,  negar,  retardar o entrabar el  despacho  de  los  asuntos  a su cargo o la prestación del servicio a que está  obligado.”   

5  El  artículo 23 de la Ley 734 de 2002 dice lo siguiente:      “ARTÍCULO  23.  LA  FALTA  DISCIPLINARIA.  Constituye  falta  disciplinaria,  y  por lo tanto da lugar a la  acción   e  imposición  de  la  sanción  correspondiente,  la  incursión  en  cualquiera  de  las  conductas  o  comportamientos previstos en este código que  conlleve   incumplimiento  de  deberes,  extralimitación  en  el  ejercicio  de  derechos  y funciones, prohibiciones y violación del régimen de inhabilidades,  incompatibilidades,  impedimentos  y  conflicto de intereses, sin estar amparado  por  cualquiera de las causales de exclusión de responsabilidad contempladas en  el artículo 28 del presente ordenamiento.”   

6  El  referido  fallo  tuvo  un  salvamento  de voto, en el cual se señaló que en el  presente  caso  estaban  dados todos los elementos que permitían que el proceso  en  cuestión  se adelantarse por el procedimiento verbal, concluyendo así, que  la decisión mayoritaria no fue acertada.   

7 Ver  folio 146 del cuaderno principal del expediente de tutela.   

8  Ídem.   

9  Ídem.   

10  Ver  folio  148 del cuaderno principal del expediente  de tutela.   

11  Ver  folio  149 del cuaderno principal del expediente  de tutela.   

12   Ver  folios 205 y 206 del cuaderno principal del expediente  de tutela.   

13 Ver  entre  otras  las  sentencias  T-827  de 2003, M. P. Eduardo Montealegre Lynett;  T-648  de  2005 M. P. Manuel José Cepeda Espinosa; T-1089 de 2005.M. P. Álvaro  Tafur  Galvis; T-691 de 2005 M. P. Jaime Córdoba Triviño y T-015 de 2006 M. P.  Manuel José Cepeda Espinosa.   

14  Sentencia T-570 de 2005. M. P. Clara Inés Vargas Hernández.   

15  Sobre  la  procedencia  de la acción de tutela como mecanismo transitorio, para  evitar  un  perjuicio irremediable, resultan relevantes las sentencias C-1225 de  2004,  M. P. Manuel José Cepeda Espinosa; SU-1070 de 2003, M. P. Jaime Córdoba  Triviño;  SU–544 de 2001  M.  P.  Eduardo  Montealegre  Lynett; T–1670  de  2000  M.  P.  Carlos  Gaviria  Díaz,  y la T–225 de 1993 en la cual se sentaron la  primeras  directrices  sobre  la  materia,  que  han  sido  desarrolladas por la  jurisprudencia  posterior.  También  puede  consultarse  la  sentencia T-698 de  2004.  M.  P.  Rodrigo Uprimny Yepes y la sentencia T-827 de 2003. M. P. Eduardo  Montealegre Lynett.   

16  Magistrado Ponente José Gregorio Hernández.   

17 En  sentencia   T-575   de   2002,   M.   P.   Rodrigo   Escobar  Gil,  se  dijo  lo  siguiente:   

18  Corte  Constitucional.  Sentencia  T-900 de 2004. M. P. Jaime Córdoba Triviño.   

19 En  sentencia  SU-961  de  1999,  M.  P.  Vladimiro  Naranjo  Mesa, se dijo sobre el  particular lo siguiente:   

“De  acuerdo  con  los  hechos, entonces,  el juez está encargado de establecer si la tutela se  interpuso  dentro  de  un tiempo prudencial y adecuado  (…).  Si  bien  el  término  para  interponer  la  acción  de  tutela  no es  susceptible  de  establecerse de antemano de manera afirmativa, el juez está en  la  obligación  de  verificar  cuándo  ésta  no  se  ha interpuesto de manera  razonable,  impidiendo  que se convierta en factor de inseguridad, que de alguna  forma  afecte  los  derechos  fundamentales  de terceros, o que desnaturalice la  acción”.   

20 El  artículo  86  de  la  C.P. reza lo siguiente: “Toda  persona  tendrá  acción  de  tutela  para  reclamar  ante  los jueces, en todo  momento  y  lugar, mediante un procedimiento preferente y sumario, por sí misma  o  por  quien  actúe  a  su  nombre,  la  protección inmediata de sus derechos  constitucionales  fundamentales,  cuando quiera que éstos resulten vulnerados o  amenazados  por  la acción o la omisión de cualquier  autoridad      pública      (…)”. (Negrillas fuera del texto original).   

21  Sentencia T-1223 de 2001. M. P. Álvaro Tafur Galvis.   

22  Consultar  al  respecto,  entre  otras, las sentencias C-543 de 1992 M. P. José  Gregorio  Hernández  Galindo;   T-079  de  1993  M.  P.  Eduardo Cifuentes  Muñoz;  T-231 de 1994 M. P. Eduardo Cifuentes Muñoz; T-329 de 1996 M. P. José  Gregorio  Hernández  Galindo; T-483 de 1997 M. P. Vladimiro Naranjo Mesa; T-008  de  1998  M. P. Eduardo Cifuentes Muñoz; T-567 de 1998 M. P. Eduardo Cifuentes  Muñoz;  T-458  de  1998 M. P. José Gregorio Hernández Galindo; SU-047 de 1999  M.  P.  Carlos Gaviria Díaz y Alejandro Martínez Caballero; T-1031 de 2001 M.  P.  Eduardo  Montealegre  Lynett;  SU-622  de 2001 M. P. Jaime Araujo Rentería;  SU-1299  de 2001. M. P. Manuel José Cepeda Espinosa;  SU-159 de 2002 M. P.  Manuel  José  Cepeda  Espinosa; T-108 de 2003 M. P. Álvaro Tafur Galvis; T-088  de  2003 M. P. Clara Inés Vargas;  T-116 de 2003 M. P. Clara Inés Vargas;  T-201  de  2003  M.  P.  Rodrigo  Escobar  Gil; T-382 de 2003 M. P. Clara Inés  Vargas;  T-441  de  2003  M.  P. Eduardo Montealegre Lynett; T-001 de 2004.M. P.  Alfredo  Beltrán  Sierra ;  T-057  de 2004 M. P. Manuel José Cepeda Espinosa;  T-240  M.  P.  Jaime Córdoba Triviño; T-289 de 2005 M. P. Marco Gerardo Monroy  Cabra  y  T-489 de 2005 M. P. Álvaro Tafur Galvis.   

23 M.  P.  Jaime  Córdoba Triviño. Sostuvo en esta oportunidad la Corte: “Con  todo,  no  obstante  que  la improcedencia de la acción de  tutela  contra  sentencias es compatible con el carácter de ámbitos ordinarios  de  reconocimiento  y realización de los derechos fundamentales inherente a los  fallos  judiciales,  con  el  valor  de  cosa juzgada de las sentencias y con la  autonomía  e  independencia que caracteriza a la jurisdicción en la estructura  del  poder público; ello no se opone a que en supuestos sumamente excepcionales  la  acción de tutela proceda contra aquellas decisiones que vulneran o amenazan  derechos fundamentales.”   

24  Corte  Constitucional.  Sentencia T-161 de 2005. M. P.  Marco Gerardo Monroy Cabra.   

25  Sentencia T-658 de 1998, M. P. Carlos Gaviria Díaz   

26  Sentencia T-660 de 1999 M. P. Álvaro Tafur Galvis.   

27  Sentencia C-543 de 1992.M. P. José Gregorio Hernández Galindo.   

28  Sentencia SU-622 de 2001 M. P. Jaime Araujo Rentería.   

29  Sentencias  C-543  de  1992 M. P. José Gregorio Hernández; T-567 de 1998 M. P.  Eduardo  Cifuentes  Muñoz;  T-511  de  2001  M.  P. Eduardo Montealegre Lynett;  SU-622  de 2001 M. P. Jaime Araujo Rentería y  T-108 de 2003 M. P. Álvaro  Tafur Galvis, entre otras.   

30  Sentencia T-453 de 2005, M. P. Manuel José Cepeda Espinosa.   

31  Magistrado Ponente Rodrigo Escobar Gil.   

32  Magistrado Ponente Jaime Córdoba Triviño.   

33  Sentencia T-522/01, M. P. Manuel José Cepeda Espinosa   

34  Cfr.  Sentencias  T-1625  de 2000, M. P. Martha Victoria Sáchica de Moncaleano;  T-1031  y  SU-1184  de  2001,  y  T-462 de 2003, todas M. P. Eduardo Montealegre  Lynett.   

35  Cfr.  Sentencias  T-231  de  1994, T-008 de 1998, SU-1185 de 2001 y T-382 de 2003, entre otras.   

36  M.P.,   Manuel  José  Cepeda Espinosa y reafirmadas en compendio acerca de  las  vías  de hecho por defecto sustantivo, en la sentencia T-462 de 2003, M.P.  Eduardo Montealegre Lynett.   

37  Cfr. Sentencia T-1112 de 2003, M.P., Clara Inés Vargas Hernández.   

38  Cfr.  en  este sentido, sentencias  T-765 de 1998  y  T-001  de  1999,  M.P.  José  Gregorio Hernández  Galindo   

39 En  sentencia   C-818   de   2005   M.  P.  Rodrigo  Escobar  Gil  se  señaló  que  “Esta Corporación ha sostenido de manera reiterada  que  el  derecho  sancionador  del  Estado en ejercicio del ius puniendi, es una  disciplina  compleja  que  envuelve,  como  género, al menos cuatro especies, a  saber:  el  derecho  penal  delictivo,  el  derecho  contravencional, el derecho  disciplinario  y  el derecho correccional. Salvo la primera de ellas, las demás  especies  del  derecho  punitivo  del Estado, corresponden al denominado derecho  administrativo  sancionador”.  Véase  también las  sentencias C-214 de 1994, C-948 de 2002, C-406 de 2004.   

40 En  la  misma  sentencia  C-818  de  2005,  se indicó que el derecho administrativo  sancionador  “pretende garantizar la preservación y  restauración  del  ordenamiento  jurídico,  mediante  la  imposición  de  una  sanción  que  no  sólo  repruebe sino que también prevenga la realización de  todas  aquellas conductas contrarias al mismo. Se trata, en esencia, de un poder  de  sanción  ejercido  por  las  autoridades  administrativas que opera ante el  incumplimiento  de  los  distintos  mandatos que las normas jurídicas imponen a  los administrados y aún a las mismas autoridades públicas”   

41   Sentencia T-438 de 1992, reiterada en la sentencia C-181 de  2002.   

42    Sentencia  C-555  de  2001  M.  P.  Marco  Gerardo  Monroy  Cabra.   

43 El  numeral   7°   del   artículo   35   de   la   Ley   734   de   2002  dice  lo  siguiente:   

“ARTÍCULO  35.  PROHIBICIONES.  A  todo  servidor público le está prohibido:   

(…).  

7.  Omitir,  negar,  retardar o entrabar el  despacho  de  los  asuntos  a su cargo o la prestación del servicio a que está  obligado.”     

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