T-166-09

Tutelas 2009

    Sentencia T-166-09  

(Marzo 17, Bogotá DC)  

Referencia:        Expedientes T-2.021.325   

Accionante:  María  del Carmen Arévalo de Ávila.    

Accionados: Hernando  Patiño González y Oscar Hernando González Leal.   

Fallo de tutela objeto revisión: Sentencia   del  30  de  mayo  de  2008  del  juzgado  quinto  civil  municipal,  revocatoria  de  la  sentencia  del  9  de julio de 2008 del juzgado  veintiséis civil del circuito.   

Magistrados  de  la Sala Quinta de Revisión:  Mauricio González Cuervo, Cristina Pardo Schlesinger,  Nilson Pinilla Pinilla.   

Magistrado    Ponente:    Mauricio González Cuervo.   

I. ANTECEDENTES  

1.    Demanda    de   tutela1     y  pretensión.   

La  ciudadana  María del Carmen Arévalo de  Ávila interpuso acción de tutela, así:   

1.1.      Derechos     fundamentales  invocados:  derecho a la intimidad y a la tranquilidad  personal y familiar.   

1.2.   Vulneración   alegada:  adecuación  de  la casa vecina como centro de culto cristiano sin  respetar  los  límites  al nivel de ruido como tampoco las normas urbanísticas  respectivas.   

1.3. Pretensión del accionante: ordenar  judicialmente  a  los  ciudadanos  que  tomen  las  medidas  necesarias  para  evitar  la  contaminación  auditiva  producto de la práctica  religiosa en el inmueble de su propiedad.   

1.4.-   Fundamentos   de  la  pretensión:  (i)     el  centro  religioso funciona en un inmueble contiguo a su vivienda  y  de  propiedad  de  los  accionados, sin respetar las normas de contaminación  auditiva  y  de  regulación urbanística del sector; (ii) la Alcaldía Local de  Puente  Aranda  debe  cumplir  con  la  orden  de  sellamiento  que  impuso a la  construcción  en  el  inmueble  de los accionados, por infracciones al régimen  legal  de  construcción,  pues  los  accionados  no han respetado dicha orden y  continúan ejecutando las obras en las horas de la noche.   

2.1. Respuesta de los accionados.  

2.1.  Hernando  Patiño  González  y  Oscar  Hernando González Leal.   

2.1.1.  Los  accionados,  mediante apoderado  judicial,  se opusieron a las pretensiones del actor, así: (i) ellos realizaron  los  trámites  respectivos  ante  las  autoridades  competentes para obtener la  licencia   de   remodelación   del   inmueble   de   su   propiedad2;   (ii)  la  accionada  y  su hija ya habían iniciado un trámite policivo ante la Alcaldía  Local  de  Puente  Aranda  y  el  mismo  había  resultado  en la imposición de  sanciones  que  ya habían sido asumidas realizando una serie de adecuaciones en  el   inmueble   de   la  actora  por  daños  generados  por  la  adecuación  y  remodelación  del  centro  religioso;  (iii)  además  del pago a la actora por  arreglos  en  su  vivienda, el 31 de marzo de 2008, la Alcaldía Local de Puente  Aranda  impuso una sanción por la infracción del régimen de obras y urbanismo  por  un  valor  aproximado de $49.00.000 m/cte con lo que demuestra “fehacientemente  el procedimiento cumplido por vía ordinaria en  este  mismo  asunto,  hoy  objeto  de  acción  de tutela, con fundamento en los  mismos   hechos   y   entre  las  mismas  partes”3;  (iv)  no se ha acreditado el  perjuicio  irremediable,   como  tampoco  agotado  el recurso ordinario que  posee   la   actora   en   los  términos  de  la  ley  99  de  19934.   

2.1.2. Conclusión: la tutela es improcedente  ya  que  se  han  acatado  todas  las  disposiciones legales sobre la materia en  cumplimiento  de  los  derechos  de  petición elevados por la actora y su hija.   

2.2.    Alcaldía    Local   de   Puente  Aranda.   

2.2.1. El juez de primera instancia, mediante  auto  del  22  de  mayo  de 2008 ordenó vincular a la Alcaldía Local de Puente  Aranda.  Ésta  mediante  escrito  del  23  de  mayo  indicó: (i) revisadas las  actuaciones  administrativas  que  cursan en la entidad se encontró que para la  fecha  la Alcaldía adelantaba un proceso por infracción urbanística contra el  ciudadano    Oscar    Hernando    González   Leal5,   a  partir  de  las  quejas  presentadas  por la ciudadana Lydia Ávila sobre el incumplimiento por parte del  señor  González  Leal;  (ii) se procedió ordenar la suspensión y sellamiento  de  las actividades en el inmueble de su propiedad como medida preventiva; (iii)  dentro   de   las  actividades  realizadas  por  la  Alcaldía  se  destaca  que  “se han tramitado y contestado oportunamente varias  peticiones  tanto  de la quejosa AVLA como a algunos organismos de control, así  mismo  se  ha  oficiado en cinco (5) oportunidades a la Estación de Policía de  esta  localidad  como  encargados  de  hacer  efectivo  este  tipo de medida y/o  correctivos   impuestos   por   esta   instancia”6.     

2.2.2. Tras el fallo sancionatorio del 31 de  mayo  del 2008, en el que se impuso una multa a los accionados por incumplir las  normas  urbanísticas,  los  afectados interpusieron los respectivos recursos de  reposición  y  en  subsidio  de apelación el 7 de mayo del mismo año, estando  pendiente    la    resolución   de   los   mismos7. Por lo tanto, la Alcaldía ha  cumplido  adecuadamente  las  obligaciones  legales  de  inspección, sanción y  vigilancia  que  tiene  y  que “los responsables del  inmueble  no  han  acatado  estrictamente la medida impuesta, pese al control de  los  agentes  uniformados,  aprovechando  que la intervención es en el interior  del  inmueble,  así mismo generando algunos hechos de ruido que perturban a los  vecinos  y  teniendo  en cuenta que no se puede imponer sellos en las puertas de  acceso   porque   se   violaría   la   libre  locomoción  y/o  morada  de  las  personas”8.    

2.2.3. Finalmente, una vez los administrados  cumplan  con  la  obligación  de  obtener  la  licencia  para  las adecuaciones  constructivas  del  inmueble,  podrán  desarrollar  las  actividades  de culto,  cumpliendo  estrictamente  las  recomendaciones  de  la Secretaría Distrital de  Ambiente    sobre    niveles   de   presión   sonora   sin   perturbar   a   la  vecindad9.   

3.   Hechos   relevantes   y   medios   de  prueba.   

3.1.  La  accionante  es una ciudadana de 62  años  de  edad  que  convive  en  el  inmueble  contiguo al centro religioso de  propiedad  de  los  ciudadanos  accionados.  Tras  el  inicio  de  las  obras de  remodelación  y adecuación del centro cristiano, la señora Lydia Ávila, hija  de  la  accionante  en  esta tutela, presentó varios derechos de petición ante  las  autoridades locales manifestando su molestia ocasionada por las obras en el  sector10.   

3.2 El 9 de noviembre de 2007, como respuesta  a  los  requerimientos,  la  Alcaldía  Local  de  Puente Aranda procedió, como  medida  preventiva, a clausurar las obras realizadas en el inmueble propiedad de  los  accionados,  ordenando  que  la  Inspección de Policía de la localidad se  cerciore  del cumplimento de la orden de sellamiento11.   

3.3  Posteriormente, el 25 de abril de 2008,  la  accionante  elevó un derecho de petición ante la Alcaldía Local de Puente  Aranda,  indicando  que  a  pesar de la orden de sellamiento el centro religioso  continuaba  funcionado.  Así  mismo, denunció una serie de agresiones y tratos  indebidos  por  parte  de  los ciudadanos accionados12.   

3.4  Mediante  la  Resolución 164 del 31 de  marzo  de  2008  la  Alcaldía Local de Puente Aranda sancionó a los accionados  por  infracciones al régimen urbanístico. Sin embargo, el acto administrativo,  para  la  fecha de la presentación de la tutela, no se encontraba en firme toda  vez  que  no  se  habían  resuelto los respectivos recursos de reposición y en  subsidio           de           apelación13.    

4.   Decisiones   de   tutela   objeto  de  revisión.   

4.1 Juzgado Quinto Civil Municipal de Bogotá  DC (1ª instancia).   

4.1.1. En sentencia del 31 de mayo del 2008,  se  otorgó  amparo  a  los derechos fundamentales de la actora, ordenando a los  accionados  que  se  abstuvieran  de  ocasionar  perturbaciones que vulneren los  derechos  de la señora Ávila, en el ejercicio de su culto. Así mismo, el juez  remitió  copias  de  la  providencia  de  tutela a la Alcaldía Local de Puente  Aranda  con  el fin de que ésta adelantara las actividades policivas necesarias  para controlar las emisiones de ruido del centro religioso.   

4.1.2.  La  acción de tutela es procedente,  toda  vez  que la actora se encuentra en una situación de indefensión frente a  los  particulares  propietarios del centro religioso pues la práctica del culto  en  el  mismo  ha vulnerado los derechos fundamentales de la misma. Para el juez  si  bien  es  cierto  que  la  Constitución  Política  reconoce la libertad de  cultos,  ésta se encuentra limitada por los derechos de los demás ciudadanos y  por las normas policivas que regulan la convivencia ciudadana.   

5.2. Impugnación.  

El  16  de  junio  de  2008,  los accionados  presentaron   recurso   de   impugnación   ante   la   decisión   de   primera  instancia,   indicando  que:  (i)  el  juez  omitió  el  hecho  de  que la  autoridad   local  había  tomado  una  serie  de  medidas  dentro  del  proceso  administrativo  para  proteger  los  derechos  de la actora; (ii) de las pruebas  aportadas  no  es  clara  la  perturbación  auditiva real, pues no se practicó  ninguna  prueba  en  la  que se demostrara que se hayan continuado con las obras  después   de   la  orden  de  sellamiento  produciendo  la  contaminación  que  presuntamente   perturba  a  la  actora  y  a  su  núcleo  familiar15.   

5.3.  Juez Veintiséis Civil del Circuito de  Bogotá.   

5.3.1.  La  sentencia  del  26  de  julio de  2008 revocó la sentencia de  primera  instancia,  no concediendo el amparo a la actora. Señaló el juez que:  (i)  tal  fallo  procedió a tomar una decisión sin haber solicitado una prueba  de  medición  de  la  presión  sonora  en  decibeles  que  produce  el  centro  religioso,  lo  cual, siguiendo los precedentes de la Corte Constitucional en la  materia,   es   indispensable   para  determinar  objetiva  y  técnicamente  la  vulneración  de  algún derecho fundamental; (ii) mediante auto del 23 de junio  de  2008,  se  procedió  a  decretar  la  práctica  de  dicha  prueba, pero la  Secretaría  Distrital  de  Ambiente  no  remitió  en  el término señalado el  concepto  técnico requerido, por lo que procedió a revocar el fallo de primera  instancia al no existir certeza sobre la vulneración alegada.   

6.    Pruebas    en    instancia    de  Revisión   

6.1.  El  Magistrado  sustanciador profirió  auto  de  pruebas,  el  18  de  diciembre de 2008, en el que solicitó: (i) a la  Secretaría  Distrital  de  Ambiente de Bogotá,  envíe a este despacho un  informe  donde  relacione  los  límites  de los niveles de ruido, en decibeles,  emitidos  por  la  Iglesia  Centro  de  Alabanza  Oasis Tabernáculo Restaurador  durante  los  diferentes horarios de culto; (ii) a la Inspección de Policía de  la  localidad  de  Puente  Aranda,  informe  sobre  el  estado  de los trámites  policivos  que  se  hayan  realizado  entre  la accionada y la Iglesia Centro de  Alabanza  Oasis  Tabernáculo  Restaurador;  (iii)  a  la  Curaduría Urbana No.  2,   informe  si el centro religioso representado por los accionados cuenta  o  no  con  una  licencia de construcción; y (iv) a los accionados, informen si  dentro  de  los  requisitos  señalados  por  el artículo 1º del Decreto 782 e  2995,  han  realizado  la  inscripción  ante  el  Ministerio  del Interior y de  Justicia  del centro religioso de su propiedad para el respectivo reconocimiento  de la personería jurídica.   

6.2. En escrito de fecha 21 de enero de 2009,  la  Curaduría  Urbana  No.  2  informó a este despacho que en su base de datos  aparece  que  al  señor  Hernando  González  se  le  expidió  la  Licencia de  construcción  No.  LC01-2-0143  del  18  de enero de 2007. Adjuntó copia de la  licencia  de  construcción,  en  la  que  se lee que la licencia corresponde al  inmueble  identificado  con  la  nomenclatura  Calle  7  Sur # 44-12, la cual se  expidió  el 18 de enero de 2007, por un término de 22 de febrero de 2007 hasta  el  22  de  febrero  de  2009. La Alcaldía Local de Puente Aranda, a través de  escrito  allegado  a  la Secretaría General de esta Corporación el 29 de enero  del  año  en  curso,  informó  que  el expediente contentivo de la querella de  policía  que  promovió la accionante contra los accionados en esta tutela, fue  remitido  al  Consejo  de  Justicia  el  19  de  noviembre  de 2008, para que se  surtiera  el  recurso  de  apelación  interpuesto contra la Resolución 337 del  2008  expedida  por  la  Alcaldía Local de Puente Aranda. En consecuencia de lo  anterior remitió copia de dicho expediente.   

6.3.  El  Magistrado  Sustanciador, mediante  auto  de  fecha  12  de  marzo  de 2009, requirió a la Secretaría Distrital de  Ambiente  de  Bogotá  para  que  enviara  el  informe  donde  se relacionen los  límites  de  los niveles de ruido, en decibeles, emitidos por la Iglesia Centro  de  Alabanza  Oasis Tabernáculo Restaurador, durante los diferentes horarios de  culto.  La  Secretaría Distrital de Ambiente, remitió a la Secretaría General  de  esta  Corporación  el  Concepto  Técnico de Ruido No.120577 de fecha 31 de  diciembre  de  2009.  En dicho Concepto Técnico en el numeral tres se establece  que   “la   emisión  de  ruido  generada  por  el  funcionamiento  de  la  iglesia  tiene  un  grado  de  significancia  del aporte  contaminante  de MUY ALTO impacto, según lo establecido por la Resolución DAMA  No.32  de  2000. Teniendo en cuenta el Concepto Técnico de Ruido No. 8797 del 1  de  julio  de  2008, donde se obtuvo un valor  de 65.4 dB, y los resultados  de  la  medición realizada el 28 de diciembre de 2008, donde se obtuvo un valor  de   82.4   dB,   se  establece  que  la  emisión  de  ruido  generado  por  el  funcionamiento  de  la  IGLESIA  CRISTIANA  INTEGRAL  TABERNÁCULO RESTAURADOR /  IGLESIA  CENTRO  DE ALABANZA OASIS TABERNÁCULO RESTAURADOR, ubicada en la Calle  8  Sur # 41-36 incumple con los niveles máximos de emisión establecidos por la  Resolución  No.  627  de  2006,  para una zona residencial en el periodo diurno  65dB”   

II.      CONSIDERACIONES.   

1. Competencia.  

Esta  Sala  es  competente  para  revisar la  decisión  proferida  dentro  de  la  acción  de  tutela  de la referencia, con  fundamento  en los artículos 86 y 241, numeral 9 de la Constitución Política;  el  Decreto  2591  de  1991, artículos 33 a 36, y el Auto del 5 de noviembre de  2008  de  la  Sala  de  Selección  Número  Once  de  la  Corte Constitucional.   

2.  La  cuestión  de  constitucionalidad.   

La Sala de Revisión deberá establecer si es  procedente  la  acción  de tutela para poner fin a una aparente afectación del  derecho  al  ambiente  sano  y,   particularmente,  al  goce a los derechos  fundamentales  a  la  intimidad  personal  y  familiar de la señora Arévalo de  Ávila,  quien  considera  que  tales  derechos  le  han  sido vulnerados por la  IGLESIA   CRISTIANA  INTEGRAL  TABERNÁCULO  RESTAURADOR  o  IGLESIA  CENTRO  DE  ALABANZA   OASIS   TABERNÁCULO  RESTAURADOR,  con  la  realización  de  cultos  religiosos a niveles sonoros elevados.   

Para  dar  respuesta a estas inquietudes, la  Corte    revisará    previamente:   (i)   la   procedencia   de   la   acción   de   tutela;  (ii)  los  alcances  constitucionales del  derecho    a    la    libertad    religiosa    y    de    cultos;   (iii)  el  derecho a la intimidad  y  (iv)  las  respuestas  de  la  jurisprudencia constitucional a la tensión entre  libertad  de  culto  e  intimidad  en relación con lugares de culto y emisiones  sonoras elevadas.   

3. Consideraciones generales.  

3.1.  La procedencia de la acción de tutela  contra particulares y en el asunto de la referencia.   

   

3.1.1.  En  el  caso  de  la  tutela  contra  particulares,  tal  acción  es  procedente  cuando  entre  el peticionario y el  particular  medie  alguna  de  las  causales establecidas en el artículo 42 del  Decreto       No       2591       de       199116.  En  lo  que  concierne  al  numeral  9º  del  artículo 42, es procedente cuando se alegue la existencia de  subordinación o indefensión frente al particular.   

3.1.2. La jurisprudencia de esta Corporación  ha      sostenido     de     forma     reiterada     que     la     subordinación  debe  ser  entendida como  aquella  condición  que  permite  que  una  persona  se sujete a otra o resulte  dependiente            de            ella17, en situaciones derivadas de  una  relación  jurídica emanada de la ley o de una relación contractual entre  las   partes18.       En      cuanto      al      estado      de      indefensión,  -que debe observarse   en  concreto19  y  según  las circunstancias del caso20 -, surge de la imposibilidad  de            defensa            fáctica21  que puede tener una persona  frente  a  una  agresión  injusta  de un particular22.  Ocurre  en  situaciones en  las  que  hay  ausencia  o  insuficiencia  de  medios  de  defensa,  para que el  demandante  pueda  resistir  u  oponerse  a  la  amenaza  o  vulneración de los  derechos                fundamentales23,  derivados  de la acción u  omisión        de        un        particular24.   

3.1.3. En el caso particular, cuando se hace  referencia  a  niveles  altos  de  ruido  y a la posible afectación de derechos  fundamentales,  la jurisprudencia constitucional ha sido constante en considerar  que  en tales casos puede llegar a ser procedente el amparo de los derechos a la  intimidad  y  la  tranquilidad de los asociados por vía de tutela, toda vez que  los  afectados  no  cuentan  con otro medio de defensa  judicial   para   la   adecuada  protección  de  sus  derechos25.  A  su  vez,  esta Corporación ha señalado que la existencia del  trámite  policivo  como  medio  de  defensa para la protección de los derechos  fundamentales,  no es justificación para declarar la improcedencia de la tutela  como   medio  de  protección,  pues,  como  es  sabido,  el  medio  de  defensa  alternativo       ha       de       ser      de      carácter      judicial  y  no de otra índole, haciendo  de  tal  manera  procedente el amparo constitucional26.   

3.1.4. Por otro lado, las acciones populares,  que  amparan  derechos colectivos, ceden ante la acción de tutela cuando existe  una  posible afectación de derechos fundamentales de quien acciona en su propio  interés,  como  lo  ha  señalado  la  jurisprudencia  constitucional en varias  oportunidades,    circunstancia   que   le   da   legitimidad   a   la   acción  constitucional27.  Igual  ocurre  con  las  acciones de cumplimiento, teniendo en cuenta que si los  derechos  que se alegan vulnerados no pueden ser efectivamente protegidos por la  simple  ejecución  de  normas,  la  acción  a  la  que  se alude tampoco puede  desvirtuar  la  protección  constitucional  que  ofrece  la  tutela28.    

3.1.5.   En   el   caso   concreto,   las  circunstancias  que  narra  la  ciudadana  tienen  que  ver  precisamente con la  presunta  afectación  de  los  derechos  fundamentales  a  la  intimidad y a la  tranquilidad  domiciliaria,  ante  el  elevado nivel sonoro que dice percibir la  peticionaria,  con  la  realización  de  los  cultos  en  la  IGLESIA CRISTIANA  INTEGRAL   TABERNÁCULO   RESTAURADOR   o   IGLESIA  CENTRO  DE  ALABANZA  OASIS  TABERNÁCULO  RESTAURADOR.  De  este  modo,  se  están  afectando  los derechos  fundamentales  a  la  intimidad  y  a la tranquilidad, ya que alega que es en su  residencia  en  donde  el  sonido  que proviene de esa comunidad religiosa se le  hace insoportable, y no la deja descansar y tener tranquilidad.   

3.1.6.  Dado  que  el ordenamiento jurídico  sólo  tiene  previstos  mecanismos  de  defensa  de  carácter administrativo o  policivo29        y       no       de       carácter        judicial   -salvo  la  tutela-  para  la  protección  de  estos  derechos  y de los demás que invoca la peticionaria, es  claro  que  ésta  se encuentra en situación de indefensión,  y la tutela  resulta  procedente  para  asegurar la efectividad de los derechos fundamentales  enunciados.   

3.2.  El  derecho fundamental a la intimidad  y  a la tranquilidad personal.   

3.2.1.  El derecho a la intimidad personal y  familiar,  establecidos  en  los  artículos  15 y 28 de la Carta Política, son  derechos  fundamentales  que  le  permiten  al  individuo  contar con un espacio  personal  de  reserva,  libre  de  la  injerencia  de  los demás miembros de la  sociedad30,  en el que puede resguardarse de terceros y desarrollar libremente  su   personalidad   sin  intromisiones  arbitrarias31.   Al   respecto  la  Corte  Constitucional ha establecido que:   

“Aunque  el  artículo 15 superior ha sido  tradicionalmente  entendido  como  una  norma  que  protege la inviolabilidad de  domicilio  y  de correspondencia, ese artículo, en concordancia con el 28 de la  Constitución,  extiende  su  protección  a  la  garantía  de no ser molestado  arbitrariamente  en  aquel  ámbito propio y personal de protección32. Por lo que  en  esa esfera reservada,  –  en la que la comunidad no tiene más que  un  interés  secundario  -,  el  ciudadano  puede  sustraerse  de la injerencia  indebida            de            terceros33.  Así, si una persona se ve  forzada  a soportar en la intimidad de su domicilio la intervención indebida de  otros,  sufre  indiscutiblemente  una  restricción  injustificada en su espacio  vital,  de  su  autonomía  y  de su libre acción, situación que la autoriza a  solicitar    la    protección   constitucional   para   la   defensa   de   sus  derechos34.  En  estos  términos,  el  ruido  excesivo,  puede significar una  injerencia  arbitraria  en  la  intimidad  de  una  persona, en especial, cuando  dentro   del   reducto   exclusivo   y   propio  de  su  domicilio,  interfieren  significativos   niveles   sonoros  que  claramente  la  persona  no  está  obligada            a            soportar35.     De     hecho,    una  interpretación  del  derecho  a  la  intimidad  a   la luz de los tratados  internacionales  ratificados  por Colombia (art. 93 C.P.), exige entender dentro  del   ámbito  de protección de ese derecho, la interdicción a los ruidos  molestos  e  ilegítimos.  El  artículo  12  de  la  Declaración  Universal de  Derechos  Humanos  al  establecer  que  nadie  “será  objeto  de  injerencias  arbitrarias  en  su vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia,  ni  de  ataques  a  su  honra y a su reputación (…)”, ha permitido que dentro  del   concepto  de “injerencia”, también se incluyan aquellas invasiones a  la   vida   personal  o  familiar  relacionadas  con  ruidos  ilegítimos  y  no  soportables     normalmente     por     las    personas    en    una    sociedad  democrática36”37.   

Aunque el ruido es reconocido igualmente como  un   agente   contaminante   del   medio   ambiente38,   lo  cierto  es  que  una  perturbación   sonora  a  niveles  que  afecten  a  las  personas  implica  una  interferencia  indebida  que  lesiona el derecho a la  intimidad personal y  familiar    y    puede,    en    consecuencia,   ser   objeto   de   protección  constitucional39.   

3.2.2.  En  relación  con  el  derecho  a  la  tranquilidad,  el cual es  reconocido   como  un  derecho  fundamental  en  virtud  de  la  interpretación  sistemática     de    Constitución    Política40, la sentencia T-1047 de 2008  reiteró que:   

“[E]se derecho implica el mantenimiento de  unas  condiciones  que permitan la habitual convivencia y el desarrollo personal  de  los  miembros  de  una  comunidad,  a  través de las regulaciones legales y  reglamentarias  que aseguren a todos los individuos el adecuado ejercicio de sus  derechos41  y  el  respeto  del  orden  público.  El desconocimiento de tales  normas  básicas de convivencia, permite a las autoridades de policía exigir su  cumplimiento  y  sancionar  a  quienes  las desconocen, para así evitar que los  demás  miembros  de  la  comunidad  sufran  las  consecuencias negativas de tal  actuación.   Particularmente   a  nivel  municipal,  el  Alcalde  como  primera  autoridad  de policía municipal (Art. 315-2 C.P.) es el encargado de garantizar  esa  pacífica  convivencia de los habitantes del municipio que administra, para  lo  cual,  entre  otras  medidas,  deberá  velar  por  el  cumplimiento  de las  disposiciones  de  orden  público  que  tienen  que  ver  con contrarrestar las  afectaciones     de    los    particulares    relacionadas    con    el    ruido  excesivo”42.   

3.3. El derecho a la libertad de cultos y sus  límites constitucionales. Reiteración jurisprudencial   

3.3.1.  La libertad de cultos también es un  derecho  fundamental,  y por lo tanto,  susceptible de protección por vía  de  tutela, que permite a las personas practicar, individual o colectivamente su  credo,  mediante  devociones  o  ceremonias  propias  de  su sentir religioso, y  difundir  su  doctrina  espiritual  en  forma  individual  o  colectiva (Art. 19  C.P.)        43.  En  consecuencia,  es  un  derecho  que implica la posibilidad de que la expresión del credo religioso  trascienda  el  fuero  de  su  titular  y  se  exteriorice  mediante  prácticas  rituales,  por  lo  que  la  alabanza,  los  bailes  y  el  canto  a  Dios,  son  manifestaciones  que  están  protegidas  por  la  Carta, así como el empleo de  medios  técnicos  o  tecnológicos  para  el efecto44.    No   obstante   lo  anterior,  la libertad de cultos tiene límites en su ejercicio, como ocurre con  la  generalidad  de  derechos  fundamentales,  teniendo en cuenta que no existen  derechos absolutos.   

3.3.2.  Respecto  del  primer  límite,  se  afectan  derechos  ajenos  y  se  abusa de los propios  “cuando  su  titular hace de [ellos] un uso inapropiado e irrazonable a la luz  de   su   contenido  esencial  y  de  sus  fines”45,   de   forma  tal  que  al  practicarlos,  desvirtúa  el  objetivo  jurídico  o  el  fin que esos derechos  persiguen.  Un  abuso  de  tales  características  puede  ocurrir,  entre otras  razones,  cuando  se  ejercen  los  derechos  con un objetivo contrario al orden  jurídico  y  democrático, como puede serlo con violación de los principios de  dignidad   humana,   solidaridad,   buena  fe  o  efectividad  de  los  derechos  consagrados    en    la    Constitución,    etc.,46  o  cuando  se  exceden  los  fines  de  la  norma  jurídica  que  consagra  el  derecho.  En tales casos, el  ejercicio  indebido de un derecho compromete la responsabilidad del que abusa de  él47.   

3.3.3.  La  periodicidad de las emisiones de  ruido  relacionada  con  la  expresión  de  ritos religiosos, la hora en que se  producen,  los  medios  empleados  en  la celebración, el lugar y la intensidad  sonora,  constituyen   un  conjunto de elementos relevantes para establecer  si  el  ejercicio  de  la  libertad de cultos y de religión, puede llegar a ser  desproporcionado  e  implica  la  interferencia  indebida  en derechos ajenos de  terceros;  o  por  el  contrario,  resulta  ser  un ejercicio cuya expresión se  concilia   en  debida  forma  con  el  ejercicio  simultáneo  de  los  derechos  fundamentales       de      otras      personas48.   Dado   que   el   ruido  producido   con  la  manifestación  personal o colectiva de un credo puede  llegar  a  perturbar  derechos  de  terceros  y  ser  un factor que trastorne la  tranquilidad,  la  intimidad   e  incluso a largo plazo, la salud y vida de  las  personas  que  se ven constantemente expuestas a un desequilibrio del medio  ambiente  circundante  o  de  sus  jornadas  de  sueño  y de descanso, la Corte  Constitucional  ha  reconocido  que la realización de actividades de expresión  de  un  credo  –  cantos,  palmas  y  prédicas,  con  el  apoyo de instrumentos  musicales  y  equipos  de  sonido  -, puede afectar  el descanso de algunos  ciudadanos    e    incidir    en    su   intimidad49.   

3.3.4.   La  legislación  nacional  tiene  previstos  unos  límites  auditivos  para  las  emisiones  sonoras.  El Código  Nacional  de  Recursos  Naturales Renovables y de Protección al Medio Ambiente,  Decreto  2811  de 1.974, en su artículo 33 establece el mandato del control del  ruido;   en  virtud  de  este  Código,  el Ministerio de Salud expidió la  Resolución  8321  de  1.983,  por  la  que “se dictan  normas  sobre  protección  y  conservación  de  la  audición de la salud y el  bienestar   de  las  personas,  por  causa  de  la  producción  y  emisión  de  ruidos”.  En  su  artículo 17, la Resolución 8321 de  1983  establece   los niveles de ruido máximos permisibles según el lugar  y  la  hora  en que se produzca su emisión: en una zona residencial los niveles  máximos  de  ruido  permitido  en horario diurno de 65 decibeles en el período  comprendido  entre  las  7:01a.m. a las 9 p.m.; y de 45 decibeles en el período  comprendido  entre  las  9:01  p.m.  a  las  7  a.m.  A su vez, recientemente el  Ministerio  de  Ambiente,  Vivienda  y desarrollo Territorial  profirió la  Resolución  No  0627 del 7 de abril de 2006 – por la cual se establece la norma  nacional  de  emisión  de ruido y ruido ambiental -, en la que se establecieron  estándares  para las emisiones sonoras, dependiendo del sector y para el sector  residencial  mantuvo  los  máximos  permitidos por la Resolución 8321 de 1983.   

3.3.5.  Respecto del límite relacionado con  el  orden  público  y  jurídico, ha dicho la jurisprudencia constitucional que  éste  “debe ser concebido como un medio para lograr  el  orden  social  justo, que se funda en el legítimo ejercicio de los derechos  constitucionales  y en el cumplimiento de los fines propios del Estado Social de  Derecho”50.  De  esta  forma,  dado  que  el  orden  jurídico  mismo  garantiza  las  concepciones  religiosas o ideológicas de sus  miembros,  así como su manifestación por medio de la práctica ritual asociada  a  una  creencia  particular,  el Estado debe ser especialmente cuidadoso en sus  intervenciones,  pues con ellas puede afectar la independencia y libertad de las  personas   que  profesan  una  confesión  o  credo51.  Así,  los límites que se  impongan   al   ejercicio   de  la  libertad  religiosa  deben  partir  de  tres  presupuestos  básicos:  (1)  la  presunción  debe  estar siempre a favor de la  libertad  religiosa en su grado máximo; (2) esa libertad no puede ser objeto de  más  restricciones  que  las  que,  previstas  por  la ley, constituyen medidas  necesarias  para  la convivencia en una sociedad democrática y (3) las posibles  restricciones  deben  ser  establecidas  por  la  ley,  y  no ser arbitrarias ni  discrecionales,  como  corresponde a un verdadero Estado de Derecho.52   

3.3.6.  Sobre  el particular, normativamente  debe  recordar  esta Corporación que la Ley Estatutaria 133 de 199453  –  por  la  cual  se  desarrolla  el  derecho  a  la  libertad  religiosa  reconocido  en el  artículo  19  de  la  Constitución  Política  -,  en sus artículos 4º y 6º  estableció  los  mismos  límites  indicados  previamente a la expresión de la  libertad      religiosa      y     de     cultos54.  Concluye la Sala que tanto  los  derechos  de  los  demás,  como el  orden jurídico y público en los  términos  de  ley,  son  límites constitucionales y legales al ejercicio de la  libertad de cultos en las condiciones anteriormente señaladas.   

3.4.   La   jurisprudencia  constitucional  relacionada  con  los  conflictos  entre el derecho a la libertad de cultos y el  derecho a la intimidad.   

3.4.1. La Corte Constitucional ha construido  desde  sus  inicios,  una  nutrida  línea  jurisprudencial  relacionada  con el  ejercicio  de  la  libertad  de  cultos  (Art.  19  CP) y su relación con otros  derechos  fundamentales, como  es el caso de los derechos a la tranquilidad  y   a   la   intimidad  personal  y  familiar  (Art.  15  y  28  CP)55.  De hecho,  ha   resuelto   situaciones   en   las   que   se  han  presentado  graves  conflictos  entre centros de culto – con ocasión del ruido  que  generan las prácticas religiosas como los cantos,  alabanzas  y  usos  de  equipos  de  amplificación  o  instrumentos musicales-,  amparados  por  el  derecho  fundamental  al  ejercicio  de  la libertad de  cultos,  enfrentado  del  otro  lado,  al derecho a la  tranquilidad    e   intimidad   de   sus   vecinos56.  Tomando  en consideración  diversos  pronunciamientos  de  esta  Corporación   relacionados  con este  conflicto,   se   resaltan  a  continuación  algunas  reglas  jurisprudenciales  relevantes  para  la  resolución  de casos relacionados con esta tensión entre  derechos, así:   

– Frente al conflicto de estos derechos, debe  intentarse  una  solución  que  no sacrifique el núcleo esencial de ninguno de  ellos  y que atienda la importancia y la función que cada uno de estos derechos  cumple     en     una    sociedad    democrática57.  Lo que procede entonces es  armonizar  ambos  derechos  fundamentales,  para que los dos sean protegidos. La  orden  que se imparta no debe intentar establecer la prevalencia de la intimidad  sobre  la  libertad  de  cultos,  sino  limitar  la actividad sonora de quien la  genera  en  exceso,  de tal manera que el ruido emitido no sobrepase el nivel de  sonido                   tolerable58.   De   este   modo,   toda  restricción   que   apunte  a  la  disminución  o  terminación   de  los  encuentros  religiosos para reducir al mínimo las presuntas molestias invocadas  por  alguna  persona,  es  inconstitucional  por afectar el núcleo esencial del  derecho     a     la     libertad    de    cultos59.   

– Con el propósito entonces de ponderar los  derechos  en  conflicto – intimidad y libertad de cultos -, se impone considerar  la  periodicidad del ruido, el lugar en el que se encuentra el centro de culto y  los   medios   técnicos   utilizados  para  la  expresión  de  las  prácticas  religiosas60.  En  el  análisis  del  caso, deben distinguirse en consecuencia,  entre  los  ruidos  evitables  y aquellos que resultan inevitables. Frente a los  primeros,  opera  con  toda  su  fuerza  el  derecho  a  la intimidad personal y  familiar,  ya  que   se protege a las personas de la “la interdicción de  ruidos      molestos      e      ilegítimos”61.   No   obstante,  como  el  derecho  a  la intimidad  tampoco es un derecho absoluto, su protección no  implica  evitar  cualquier  ruido  posible  en  la  expresión de la libertad de  cultos,  sino  aquellos  sonidos  que  excedan  el  nivel predeterminado por las  autoridades  competentes,  dado  que la vida en sociedad implica soportar cargas  razonables62.  En  ese  sentido,  por ejemplo, la sentencia T-1321 de 2000 (M.P.  Martha   Sáchica   Méndez),   concluyó   que   era  abiertamente   desproporcionada  la  restricción  impuesta  por  una  autoridad  municipal   de  limitar  por  completo  los cantos y el uso de instrumentos  musicales,    en   la   manifestación   de   un   culto   religioso63.   

–  Las prácticas rituales, en consecuencia,  tales  como  la  alabanza  y  cantos  a Dios, están protegidas por la Carta, en  tanto  que  son  elementos  necesarios  de  la  libertad  de  cultos. El núcleo  esencial  de  la  indicada  libertad  está  constituido  precisamente  por  las  posibilidades,  no  interferidas por entes públicos o privados, de autorizar el  testimonio  externo  de  las creencias, en espacios abiertos o cerrados, siempre  que  al  expresar  las convicciones espirituales que se profesan, no se cercenen  ni  amenace  los  derechos  de  otros, ni se cause agravio a la comunidad, ni se  desconozcan   los   preceptos   mínimos   que   hacen  posible  la  convivencia  social64.   La   utilización   de   altoparlantes,   micrófonos   u  otros  instrumentos  que  potencian  la expansión sonora, como medios para difundir la  religión,  pueden  derivar  en  actos  intrusivos en la intimidad de las demás  personas,  si  las  circunstancias  de tiempo, modo y lugar en que se produce la  emisión   del   mensaje   obliga  a  los  individuos,   a  ser  receptores  involuntarios65 del mismo.   

– La medición del ruido, además, puede ser  decisiva  para  establecer  si  existe  un  ejercicio  abusivo  del derecho a la  libertad  de  cultos,  ya  que  un  nivel  de  ruido  que  sobrepase los niveles  autorizados  por  la  ley,  puede  impedir  el libre desenvolvimiento de la vida  privada  y  constituye  por  lo  tanto, una injerencia arbitraria que vulnera el  derecho  a  la  intimidad  personal  y  familiar.  De ahí que constituya un uso  abusivo  de  la  libertad  de  cultos,  un ejercicio de ese derecho que produzca  ruido   por   fuera   de   los   parámetros   normativos   máximos66 establecidos  en  la ley.”67   

No   obstante,   las  restricciones  a  la  utilización  concreta  de medios técnicos de los cultos en la práctica, deben  cumplir  tres  requisitos  desde la perspectiva de una eventual limitación: (1)  deben  ser  neutrales o independientes del contenido del culto; (2) deben servir  a  la protección de un valor o interés constitucional significativo; (3) deben  dejar  alternativas  viables  para  la  divulgación  del  mensaje. En suma, las  restricciones  a  los  medios,   no pueden ser una censura “instigada por  quienes    no    comparten   una   fe   o   creencia”   religiosa.68   

–  En  cuanto  al  lugar de celebración del  culto,  debe  considerarse  si  se trata de un foro público o privado. Si dicha  emisión  se  realiza  en  un  “foro  público”,  esto es, calles, parques y  plazas  públicas,   “está  excluido por definición el derecho a no ser  forzado  a  escuchar  o  a  ver lo que allí se dice o muestra”. Si el foro es  privado  se  justifican  las  restricciones,  siempre  que  no  constituyan  una  interferencia  sustancial  del  proceso  de  comunicación del culto69.   

– Por otra parte, la periodicidad y el grado  de  perturbación  por  ruido  pueden significar claramente un ejercicio abusivo  del   derecho.   En  la  sentencia  T-172  de  1999  (M.P.  Alejandro  Martínez  Caballero),  se  dijo  que  “constituye  un abuso del derecho de la mencionada  congregación  religiosa,  y  directamente  de  quien  la dirige, (…) el ruido  de   70 u 80 personas cantando y aplaudiendo en diferentes horas del día y  aún  en  horas  de la noche, acompañadas por un tambor y una guacharaca, cinco  días  a  la  semana,  en un barrio residencial y con una evidente injerencia en  la   vida  de  los  vecinos  tal  como se deduce del acervo probatorio, [lo  que]constituye  una  situación  contraria  a  las  expectativas legales y a los  derechos         de         los        demás70”.   

–  La  decisión  de   una  comunidad  religiosa  de  radicarse  en  una  zona  de  la  ciudad  calificada  con  un uso  restrictivo  del  suelo,  incide igualmente en el ejercicio del culto, ya que la  escogencia   de  un  lugar   específico queda sujeta a la regulación  urbanística  y  sanitaria  establecida para ese sector. La posibilidad de fijar  la  sede  en  una  zona  menos limitada, permite un ejercicio más amplio de los  derechos                fundamentales71.   

3.4.2.  Se reitera que un límite explícito  de   la  libertad  de  cultos  es  el  respeto  de  los  derechos  ajenos  y  la  compatibilidad  con el orden público, representado entre otros aspectos, por la  normatividad  para  el  mantenimiento  de la paz y la tranquilidad pública, las  disposiciones   relacionadas  con  el  control  de  uso  del  suelo  y  aquellas  relacionadas  con  la  salud  y la protección de las emisiones generadas por el  ruido72.  De  hecho, recientemente en las sentencias T-525 de 2008 y T-1047  de    200873,  esta  Corporación  recordó,  – en un caso muy similar al que se  presenta   en   esta   oportunidad   -,   que  “las  congregaciones   religiosas,   deben   garantizar  el  respeto  por  las  normas  sanitarias,  de  salud  y  aquellas relacionadas con  el uso del suelo, sin  que   las   restricciones   razonables  establecidas  por  la  ley,  puedan  ser  consideradas  una afrenta a su libertad de cultos. Por lo tanto, es deber de las  autoridades  municipales  verificar la eventual perturbación de la tranquilidad  y  el cumplimiento de tales disposiciones de orden público, actuando dentro del  ámbito   de  sus  funciones  y  respetando  el  debido  proceso  de  todos  los  involucrados”.   

4.   El  análisis  del  caso concreto.   

4.1. La señora María del Carmen Arévalo de  Ávila    alega   la  vulneración  a  sus  derechos fundamentales a la intimidad personal y familiar,  así  como  a  la  tranquilidad,  merced  al  ruido  excesivo  generado  por  la  celebración  de los ritos religiosos por parte de la Iglesia Cristiana Integral  Tabernáculo  Restaurador  o  Iglesia  Centro  de  Alabanza  Oasis  Tabernáculo  Restaurador,  representada  por los accionados de la referencia. Adicionalmente,  solicita  se  ordene  a la Alcaldía Local de Puente Aranda cumplir con la orden  de  sellamiento  que  impuso a la construcción en el inmueble de los accionados  por   infracciones   al  régimen  legal  de  construcción,  alegando  que  los  accionados  no  han  respetado dicha orden y que continúan ejecutando las obras  en las horas de la noche.   

4.2.  El juez de primera instancia ampara el  derecho  al  considerar que en efecto la práctica religiosa está vulnerando el  derecho  a  la  intimidad y a la tranquilidad de la accionante. Sin embargo, una  vez  impugnado  el  fallo,  el  juez  de  segunda  instancia  sostiene que en el  expediente  no  existía  una  prueba  que  demostrara  que la Iglesia accionada  estuviera   superando   los   niveles   de   ruido   permitidos   en   una  zona  residencial.   

4.3. De las pruebas solicitadas en instancia  de  revisión se tiene que la accionante María del Carmen Arévalo de Ávila ha  interpuesto  tres  querellas  policivas  para  mitigar los inconvenientes que la  construcción  y  el  funcionamiento de la Iglesia le han generado. En virtud de  las  querellas  de  policía  los  accionados  han tenido que reparar los daños  físicos  que  causaron  a la casa de la señora María del Carmen; sin embargo,  el  ruido  generado  por  el  culto  siguen  sobrepasando  los  niveles de ruido  permitidos,  vulnerando  así  sus derechos fundamentales. Además, es necesario  precisar  que  la  accionante  vive  junto  al  lugar  del culto, situación que  permite  suponer objetivamente que los ruidos causados por ese centro religioso,  tienen  un  impacto  mayor  en  su  casa,  dada  su  proximidad  con  la iglesia  mencionada.   

4.4. Dentro del material probatorio allegado  a  esta  Corte  en  cumplimento  del  auto  del  18  de diciembre de 2008 por la  Alcaldía  Local de Puente Aranda se encuentra el Concepto Técnico No. del 1 de  julio  de 2008, practicado por la Secretaría Distrital de Ambiente en el que se  estableció  que  la Iglesia estaba sobrepasando los niveles de ruido permitidos  en  una  zona residencial, en el horario diurno. Posteriormente, en cumplimiento  del  auto  de  pruebas del 18 de diciembre de 2008, la Secretaría Distrital del  Ambiente  realizó  el  28  de  diciembre de 2008 un nuevo concepto técnico No.  120577    del   31   de   diciembre   de   2009   que   arrojó   el   siguiente  resultado:   

“5.    Descripción    del    ambiente  sonoro.  El  sector  en  el  cual  se ubica la IGLESIA  CRISTIANA  INTEGRAL  TABERNÁCULO  RESTAURADOR/IGLESIA  CENTRO DE ALABANZA OASIS  TABERNÁCULO   RESTAURADOR,   corresponde   una   Zona   Residencial  con  Zonas  Delimitados  de  Comercio  y  Servicio,  donde el Uso Principal es Residencial y  hace  parte  del  Uso  Dotacional:  Tipo  de Uso Culto, en edificaciones para el  culto,  hasta  vecinal  100  personas  y/o  200m2 de construcción como máximo.  La  iglesia  colinda  por  el costado oriental con el  predio   de   la   señora   María   del  Carmen  Arévalo  de  Ávila,  predio  residencial;   por   el  costado  occidental  con  un  establecimiento  de  venta  de  comidas  y vivienda, y por el costado sur con la  Calle  8  sur.  Por  lo  anterior  y  en  concordancia  con lo establecido en el  parágrafo  1  del  artículo 9 de la Resolución 627 de 2006 del Ministerio del  Ambiente,  Vivienda  y  Desarrollo  Territorial, para efectos de afectación por  ruido  se  toma como nivel de referencia, el determinado por la norma de uso del  suelo  que para este caso es el uso Residencial. En la  edificación  donde funciona la iglesia, de acuerdo a lo reportado por el señor  Oscar  Hernando  González  León, se han adelantado algunas obras, como son: se  techó  la parte superior del patio y se instaló doble vidrio en la ventana del  segundo  piso.  Sin  embargo,  no se han adelantado obras de insonorización que  mitiguen   de  manera  efectiva  el  ruido  generado  por  la  actividad  de  la  iglesia     (subrayado     fuera     del     texto  original)”.   

“7  Análisis  Ambiental. De acuerdo con la visita realizada el 28 de  diciembre  de  2008,  teniendo  como  fundamento  las medidas registradas por el  sonómetro    y    el    acta    firmada    por   el   señor   Oscar   Hernando  González,  se pudo establecer que en la edificación  en  la que funciona la iglesia se han adelantado algunas acciones para disminuir  el  impacto  sonoro  generado,  pero  no  ha  sido  acondicionada con medidas de  control  de  ruido  que mitiguen el impacto sonoro generado por las actividades,  instrumentos  y  equipos utilizados al interior del predio. Con base en el valor  de  emisión registrado de 65.4dB en el Concepto Técnico No 8797 del 1 de julio  de  2008,  para la IGLESIA CRISTIANA INTEGRAL TABERNÁCULO RESTAURADOR / IGLESIA  CENTRO  DE  ALABANZA OASIS TABERNÁCULO RESTAURADOR, se puede establecer que con  respecto  al valor de emisión actual registrado de 82.4dB, aumentó su emisión  en    un    20.6%.(subrayado    fuera    del   texto  original)”.   

“8.  Concepto  Técnico.  8.1  Cumplimiento  Normativo según uso del  suelo  de  la  iglesia  y  del  receptor  afectado. De  acuerdo  con los datos consignados en la tabla No. 10 de resultados obtenidos de  la  medición de presión sonora, generados por la iglesia ubicada en la Calle 8  Sur  #  41-36, realizada el 28 de diciembre de 2008, donde se obtuvo un registro  de  emisión  de 82.4 dB, valor que supera los límites máximos establecidos en  la  norma  de  conformidad  con  los  parámetros de emisión determinados en la  Resolución  0627 del 7 de abril de 2006, donde se estipula que para una zona de  uso  residencial,  los  valores  máximos  permisibles están comprendidos entre  65dB  en  el  horario  diurno y 55dB en el horario nocturno, se puede conceptuar  que  el  generador  de  la  emisión está INCUMPLIENDO con los niveles máximos  permisibles  aceptados  por  la  norma.  Con  base  en  lo  anterior, la IGLESIA  CRISTIANA  INTEGRAL  TABERNÁCULO RESTAURADOR / IGLESIA CENTRO DE ALABANZA OASIS  TABERNÁCULO   RESTAURADOR  está  incumpliendo  lo  estipulado  en  el  Decreto  Distrital  311  de  2006 (…). 8.2 Clasificación del  Grado  de  Aporte  Contaminante de las Fuentes. De acuerdo al cálculo de la UCR  obtenido  en  el  numeral  7.2 el funcionamiento de la  iglesia  tiene  un  grado  de  aporte  contaminante  por ruido de  MUY ALTO  impacto  sonoro  por  sobre  el  componente  atmosférico denominado Unidades de  Contaminación     por     Ruido    –UCR”   (subrayado   fuera   del  testo  original).   

“9. Conclusiones.  Dado  lo  expuesto  anteriormente,  se  concluye:  Incumple  lo estipulado en el  Decreto  Distrital  311  de  2006,  “Por  el cual se adopta el Plan Maestro de  Equipamientos de Culto de Bogotá Distrito Capital”.   

La  emisión  de  ruido  generada  por  el  funcionamiento  de  la  iglesia  tiene  un  grado  de  significancia  del aporte  contaminante  de MUY ALTO impacto, según lo establecido por la Resolución DAMA  No.32  de  2000. Teniendo en cuenta el Concepto Técnico de Ruido No. 8797 del 1  de  julio  de  2008, donde se obtuvo un valor  de 65.4 dB, y los resultados  de  la  medición realizada el 28 de diciembre de 2008, donde se obtuvo un valor  de   82.4   dB,   se  establece  que  la  emisión  de  ruido  generado  por  el  funcionamiento  de  la  IGLESIA  CRISTIANA  INTEGRAL  TABERNÁCULO RESTAURADOR /  IGLESIA  CENTRO  DE ALABANCA OASIS TABERNÁCULO RESTAURADOR, ubicada en la Calle  8  Sur # 41-36 incumple con los niveles máximos de emisión establecidos por la  Resolución  No.  627  de  2006,  para una zona residencial en el periodo diurno  65dB”.   

4.5. Del anterior concepto técnico se tiene  que  la Iglesia excede definitivamente los topes establecidos por las normas que  fijan  los  límites  de  ley,  en  cuanto  a  la  presión  sonora en un barrio  residencial.  En  consecuencia,  la  Sala  concluye  que  Iglesia  acusada se ha  excedido  en  el  ejercicio  de  su  derecho  y  ha incidido negativamente en la  intimidad  de  los  vecinos.  Lo anterior, (i) dado que los vecinos se han visto  realmente  afectados por el ruido y han reportado esa perturbación; (ii) que la  peticionaria  vive muy cerca del centro de culto; (iii) que la Iglesia accionada  tiene  amplificadores para la celebración de sus ceremonias; (iv) que el centro  de    culto    no   cuenta   con   un   “Plan   de  Mitigación”  de  ruido  para  el efecto; (v) que se  encuentra  ubicado  en  una  zona  residencial;  (vi)  y  que  los  dos estudios  técnicos  realizados  por  la  Secretaría  Distrital  de  Medio  Ambiente  han  demostrado  que la iglesia está superando los niveles de ruido permitido en una  zona  residencial  en horario diurno. Por lo tanto, se ordenará a la “Iglesia  Cristiana  Integral  Tabernáculo Restaurador o Iglesia Centro de Alabanza Oasis  Tabernáculo  Restaurador”,  restringir  las  emisiones  de  ruido  a  niveles  sonoros que no superen los 45  decibeles  en  sus  jornadas de culto de 5 a 6 de la mañana, de 65 decibeles en  el  período  comprendido entre las 7:01a.m. a las 9 p.m., y los 45 decibeles en  el  período  comprendido  entre  las 9:01 p.m. a las 7 a.m., aplicando el nivel  correspondiente  a  zonas  residenciales  consagrado  en  la Resolución 8321 de  1.983  del  Ministerio de Salud, dado que se trata de una disposición normativa  relacionada  con la salud de las personas y su calidad de vida, y no relacionada  particularmente  con  el  impacto   sonoro al medio ambiente, que es el que  regula  la  Resolución  No  0627  del  7  de  abril  de  2006 del Ministerio de  Ambiente,  Vivienda  y  Desarrollo  Territorial.    

4.6. Resalta la Corte que las congregaciones  religiosas,  deben  garantizar  el respeto por las normas sanitarias, de salud y  aquellas  relacionadas  con   el  uso  del suelo, sin que las restricciones  razonables  establecidas  por  la  ley, puedan ser consideradas una afrenta a su  libertad  de  cultos.  Por  lo  tanto,  es  deber de las autoridades municipales  verificar   la  eventual  perturbación  de  la  tranquilidad   y   el  cumplimiento  de  tales  disposiciones  de  orden  público, actuando dentro del  ámbito  de  sus  funciones  y  respetando  el debido  proceso de todos los involucrados.   

4.7.  Por las anteriores razones, esta Corte  revocará  la  sentencia proferida por el Juez Veintiséis Civil del Circuito de  Bogotá,  el  26  de  julio  de 2008. En su defecto concederá la protección al  derecho  a  la intimidad y tranquilidad de la señora María del Carmen Arévalo  de  Ávila  y   de  su  familia, ordenando a la Iglesia accionada que en el  ejercicio  de  su  culto,  se  abstenga de ocasionar injerencias arbitrarias por  ruido,  que  vulneren  los  derechos fundamentales de la petente y de los suyos.  Igualmente  se ordenará a la Alcaldía Local de Puente Aranda, que a través de  sus   entidades   competentes,   de   estricta  y  cumplida  aplicación  a  las  disposiciones  legales  sobre  uso del suelo y control de emisiones de ruido, en  lo  que  se  relaciona  con  el  ejercicio a la libertad de cultos de la Iglesia  Cristiana  Integral  Tabernáculo Restaurador o Iglesia Centro de Alabanza Oasis  Tabernáculo Restaurador.   

         

En mérito de lo expuesto,  esta  Sala  de  Revisión  de la Corte Constitucional, administrando justicia en  nombre     del     pueblo,     y     por    mandato    de    la    Constitución  Política,   

III. DECISIÓN.  

En  mérito  de  lo  expuesto,  esta Sala de  Revisión  de  la  Corte  Constitucional,  administrando  justicia en nombre del  pueblo, y por mandato de la Constitución Política,   

RESUELVE:  

Segundo.-  CONCEDER  la  tutela  de  la  referencia  para  amparar los  derechos  a  la  intimidad  y  tranquilidad de la solicitante, ordenándole a la  Iglesia   Cristiana  Integral  Tabernáculo  Restaurador  o  Iglesia  Centro  de  Alabanza  Oasis Tabernáculo Restaurador, que adopte las medidas necesarias para  evitar  que  la emisión del ruido en el ejercicio del culto religioso que allí  se  practica,  exceda  los  topes autorizados en la Resolución 8321 de 1983 del  Ministerio  de  Salud.  Es  decir, que no supere los 65 decibeles en el período  comprendido  entre las 7:01 a.m. a las 9 p.m., y los 45 decibeles en el período  comprendido  entre  las  9:01  p.m.  a  las  7  a.m.,  en  los  términos  de la  Resolución 8321 de 1.983 del Ministerio de Salud.    

Tercero.-   Por  Secretaría,  líbrese  la comunicación prevista en el artículo 36 del Decreto  2591 de 1991.   

Notifíquese, comuníquese, insértese en la  Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase.   

MAURICIO GONZÁLEZ CUERVO  

Magistrado Ponente  

CRISTINA PARDO SCHLESINGER (E)  

Magistrada  

NILSON PINILLA PINILLA  

Magistrado  

MARTHA VICTORIA SÁCHICA MÉNDEZ  

Secretaria General  

    

1  Acción  de  tutela  presentada el 15 de mayo de 2008. Fls. 76 y 85, Cuaderno 1.   

3 Fl.  102, Cuaderno 1.   

4 Fl.  104, Cuaderno 1.   

5 Fl.  109, Cuaderno 1.   

6 Fl.  110, Cuaderno 1.   

7 Fl.  110, Cuaderno 1.   

8 Fl.  110, Cuaderno 1.   

9 Fl.  111, Cuaderno 1.   

10 Fls.  7-20, Cuaderno 1.   

11 Fl.  22, Cuaderno 1.   

12 Fl.  67, Cuaderno 1.   

13 Fl.  110, Cuaderno 1.   

14 Fl,  224, Cuaderno 1.   

15 Fls  4-8, Cuaderno 2.   

16     Artículo  42 Decreto 2591 de 1991. Procedencia.  La  acción  de  tutela procederá contra acciones u omisiones de  particulares  en  los  siguientes  casos:  //1.  Cuando  aquél  contra quien se  hubiere  hecho  la  solicitud  esté  encargado  de  la prestación del servicio  público  de  educación.  //  2. Cuando aquél contra quien se hubiere hecho la  solicitud  esté  encargado  de  la  prestación del servicio público de salud.  //3.  Cuando  aquél  contra quien se hubiere hecho la solicitud esté encargado  de  la  prestación  de  servicios  públicos  domiciliarios.  //  4.  Cuando la  solicitud  fuere  dirigida  contra  una  organización  privada, contra quien la  controla  efectivamente  o  fuere  el  beneficiario  real  de  la situación que  motivó  la  acción,  siempre  y  cuando  el solicitante tenga una relación de  subordinación  o  indefensión con tal organización. //5. Cuando aquél contra  quien  se  hubiere  hecho la solicitud viole o amenace violar el artículo 17 de  la  Constitución.  //  6. Cuando la entidad privada sea aquella contra quien se  hubiere  hecho  la solicitud en ejercicio del habeas data, de conformidad con lo  establecido  en  el  artículo  15 de la Constitución. // 7. Cuando se solicite  rectificación  de  informaciones inexactas o erróneas. En este caso se deberá  anexar  la  trascripción  de la información o la copia de la publicación y de  la  rectificación  solicitada  que no fue publicada en condiciones que aseguren  la  eficacia  de  la  misma.  //8.  Cuando el particular actúe o deba actuar en  ejercicio  de  funciones  públicas, en cuyo caso se aplicará el mismo régimen  que  a  las  autoridades  públicas.  //9.  Cuando la  solicitud   sea   para   tutelar   (a)  quien  se  encuentre  en  situación  de  subordinación  o  indefensión  respecto  del  particular  contra  el  cual  se  interpuso  la  acción.  Se  presume  la  indefensión del menor que solicite la  tutela.  (Subrayas  fuera del original). Ver    sentencia    C-134   de   1994,   M.P.   Vladimiro   Naranjo  Mesa.   

17 Ver  sentencias  T-290  de  1993  M.P.  José  Gregorio Hernández Galindo y T-808 de  2003. M.P. Alfredo Beltrán Sierra.   

18  Sentencia T-377 de 2007. M.P. Jaime Araujo Rentería.   

19  Sentencia T-277 de 1999. M.P. Alfredo Beltrán Sierra.   

20  Sentencia T-172 de 1997. M.P. Vladimiro Naranjo Mesa.   

21  Sentencia T-290 de 1993. M.P. José Gregorio Hernández Galindo.   

22  Sentencia T-761 de 2004. M.P. Jaime Araujo Rentería.   

23  Ver,  entre  muchas  otras las sentencias T-537 de 1993, T-190 de 1994, T-379 de  1995,  T-375  de  1996, T-351 de 1997, T-801 de 1998 y T-277 de 1999, T- 1236 de  2000, T-921 de 2002 y T-377 de 2007. M.P. Jaime Araujo Rentería.   

24  Sentencia  T-296  de  1996.  M.P. Dr. Hernando Herrera Vergara. Cfr. también la  sentencia  T- 172 de 1997. M.P. Vladimiro Naranjo Mesa y la providencia  T-  482 de 2004. M.P. Álvaro Tafur Gálvis.   

25 Ver  las  sentencias  T-630  de 1998. M.P. Antonio Barrera Carbonell y T-1158 de 2005  M.P. Alfredo Beltrán Sierra.   

26  Sentencia T-1158 de 2005. M.P. Alfredo Beltrán Sierra.   

27  Sentencia  T-244  de  1998.  M.P. Fabio Morón Díaz. Incluso en materia de  contaminación  auditiva,  como  lo  señaló  la sentencia T-1158 de 2005. M.P.  Alfredo Beltrán Sierra.   

29  Sentencia  T-1158  de  2005. M.P. Alfredo Beltrán Sierra. Ver sentencias T- 532  de  1994  M.P.  Jorge  Arango  Mejía  y  T-  310 de 1995 M.P. Vladimiro Naranjo  Mesa.    

30  Sentencia T-411 de 1995. M.P. Alejandro Martínez Caballero.   

31  Sentencia T-210 de 1994. M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz.   

32  Sentencia T-028 de 1994. M.P. Vladimiro Naranjo Mesa.   

33  Sentencia T-411 de 1995. M.P. Alejandro Martínez Caballero.   

34  Sentencia T-525 de 2008. M.P. Mauricio González Cuervo   

35  Sentencia T-454 de 1995. M.P. Alejandro Martínez Caballero   

36  Sentencia T-210 de 1994. M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz.   

37Sentencia     T-525    de    2008,    M.P.    Mauricio    González  Cuervo   

38  Sentencia  T-411  de  1992;  T-308 de 1993, T-025 de 1994 y T-226 de 1995, entre  otras.   

39Incluso,  aunado  a  ese derecho, puede ser posible la vulneración  de  los  derechos  a  la  salud  en conexidad con vida de las personas  con  ocasión  del  ruido  que supere los niveles expresamente permitidos por la  legislación,  probándose  la   relación  causal  entre  la actividad que  vulnera  el  medio ambiente si es del caso y la afectación de los derechos a la  salud o la vida, según corresponda.   

40  Sentencia T-028 de 1994, M.P. Vladimiro Naranjo Mesa.  En  igual sentido las sentencias T-226 de 1995 M.P. Fabio Morón Díaz, T-459 de  1998.  M.P.  Vladimiro  Naranjo  Mesa  y  T-630  de  1998,  M.P. Antonio Barrera  Carbonell.   

41  Sentencia T-112 de 1994. M.P. Antonio Barrera Carbonell.   

42  Sentencia T-1047 de 2008. M.P. Mauricio Ganzález Cuervo.   

43Sentencia  T-403 de 1992. M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz. Recordemos  que  la libertad de religión, comprende no sólo la posibilidad de practicar de  forma  activa  y  libre una fe o creencia sin intervención del Estado ni de los  particulares  para restringir o imponer determinados patrones o modelos, sino el  derecho   a   no   ser   obligado   a  profesar  o  divulgar  una  religión  en  particular.   

44  Sentencia T-210 de 1994. M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz.   

45  Sentencia T-511 de 1993. M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz.   

46  Sentencia T-119 de 1995. M.P. José Gregorio Hernández Galindo.   

47  Sentencia T-1033 de 2001.M.P. Marco Gerardo Monroy Cabra.   

48  Sentencia T-210 de 1994. M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz.   

49 En  la  sentencia  T-  1205  de  2003 (M.P. Manuel José Cepeda Espinosa) se hace la  siguiente  reseña:  Por  ejemplo,  las  sentencias  T-210 de 1994 (M.P. Eduardo  Cifuentes  Muñoz),  T-465  de  1994  (M.P.  José Gregorio Hernández Galindo),  T-003  de  1995  (M.P.  José  Gregorio Hernández Galindo), T-454 de 1995 (M.P.  Alejandro  Martínez Caballero), T-630 de 1998 (M.P. Antonio Barrera Carbonell),  T-1321  de  2000  (M.P. Martha Victoria Sáchica Méndez), T-1692 de 2000 (Jairo  Charry  Rivas)  y  T-1031  de  2001  (M.P.  Marco  Gerardo Monroy Cabra). Dichos  procesos  presentan  también  características específicas. Así, por ejemplo,  en  las  sentencias  T-465 de 1994, T-003 de 1995, T-454 de 1995, T-630 de 1998,  T-1321  de  2000 y T-1033 de 2001 los accionantes sostuvieron que las prácticas  religiosas  con  la  consecuente generación de ruido, tenían lugar en horarios  nocturnos  e  incluso  en la madrugada; en las sentencias T-210 y T-465 ambas de  1994,  afirmaron  que los feligreses de las iglesias acusadas no sólo generaban  exceso  de ruido, sino que hacían uso del espacio público para la realización  de  sus  prácticas religiosas; en las sentencias T-210 de 1994, T-1321 de 2000,  T-1692  de  2000  y  T-1033  de  2001,  señalaron  que  antes de interponer las  respectivas    tutelas,    habían   presentado   quejas   a   las   autoridades  administrativas  (Inspección  de  Policía  y  Secretaría  de  Gobierno de los  municipios  correspondientes)  sin  que  se  hubieren adoptado medidas efectivas  para  solucionar  en problema planteado; en la Sentencia T-1321 de 2000 la Corte  indicó  sobre  este  último  particular  que la presentación previa de quejas  ante  dichas  autoridades no era un requisito de procedibilidad de la acción de  tutela  contra  centros  religiosos a causa de la generación excesiva de ruido.  Esta  Corporación conoció también en la Sentencia T-1666 de 2000 (M.P. Carlos  Gaviria  Díaz)  de  un  caso  en  el  cual  la  accionante se quejaba del ruido  producido  por  el  repique  de  las  campanas  de  una parroquia destinada a la  práctica de la religión católica.   

50  Sentencia C-088 de 1994. M.P. Fabio Morón Díaz.   

51  Sentencia T-403 de 1992. M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz.   

52  Sentencia  C-088  de  1994.  M.P.  Fabio  Morón Díaz. Sentencia que revisó el  proyecto de ley estatutaria que terminó en la Ley 133 de 1994.   

53 La  Ley  133  de 1994, “por la  cual  se  desarrolla el Derecho de Libertad Religiosa y de Cultos, reconocido en  el   artículo   19  de  la  Constitución  Política”  señala:  //Artículo  3.  El  Estado  reconoce  la  diversidad de las creencias  religiosas,  las cuales no constituirán motivo de desigualdad o discriminación  ante  la  ley  que  anulen  o  restrinjan  el  reconocimiento o ejercicio de los  derechos   fundamentales.  Todas  las  confesiones  religiosas  o  iglesias  son  igualmente  libres  ante  la ley”. //“Artículo 7.  El  derecho  de  libertad  religiosa  y  de  cultos,  igualmente  comprende,  entre  otros,  los siguientes derechos de las Iglesias y  confesiones  religiosas:  a)  De establecer lugares de  culto  o  de  reunión  con  fines  religiosos  y  de  que  sean  respetados  su  destinación  religiosa  y  su  carácter  confesional  específico (…)”.    (Subraya    fuera    del    original).    “Artículo    12.    Corresponde   al  Ministerio  de  Gobierno  la competencia administrativa relativa al otorgamiento  de  personería  jurídica,  a  la  inscripción  en  el  registro  público  de  entidades  religiosas, así como a la negociación y desarrollo de los convenios  públicos de derecho interno”.   

54 Ley  133    de    1994   “Artículo   4.   El  ejercicio de los derechos dimanantes de la libertad religiosa y  de  cultos,  tiene como único límite la protección  del  derecho  de  los demás al ejercicio de sus libertades públicas y derechos  fundamentales,   así   como  la  salvaguarda  de  la  seguridad,  de  la  salud y de la moralidad pública,  elementos       constitutivos      del      orden  público,  protegido por la  ley en una sociedad democrática.   

El  derecho  de  tutela  de  los  derechos  reconocidos  en  esta Ley Estatutaria, se ejercerá de  acuerdo  con  las  normas  vigentes.” (Las subrayas  fuera  del  original).  //  Artículo 6. La  libertad religiosa y de cultos garantizada por la Constitución  comprende,  con  la  consiguiente autonomía jurídica e inmunidad de coacción,  entre  otros, los derechos de toda persona:  a)  De  profesar las creencias religiosas que libremente elija o  no   profesar  ninguna;  cambiar  de  confesión  o  abandonar  la  que  tenía;  manifestar  libremente  su religión o creencias religiosas o la ausencia de las  mismas  a  abstenerse  de  declarar sobre ellas; b) De  practicar,  individual  o  colectivamente,  en  privado  o en público, actos de  oración  y  culto;  conmemorar  sus  festividades;  y  no  ser perturbado en el  ejercicio  de  estos  derechos. (…) j) De  reunirse o manifestarse públicamente  con   fines   religiosos  o  asociarse  para  desarrollar  comunitariamente  sus  actividades   religiosas,   de  conformidad  con  lo  establecido    en   la   presente   ley   y   en   el   ordenamiento   jurídico  general”.  (Subrayado  fuera  de texto)54.   

55  Cfr.  Sentencias  T-  403 de 1992 y T-210 de 1994 M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz;  T-028  de  1994  y  T-  226 de 1995 M.P. Vladimiro Naranjo Mesa; T-454 de 1995 y  T-172  de  1999  M.P.  Alejandro  Martínez Caballero; T-405 de 1994, M.P. José  Gregorio  Hernández;  y  T-1666 de 2000 M.P. Carlos Gaviria Díaz, entre otras,  En  las  sentencias  T-210/94,  T-405/94  y  T-454/95  se revisaron los casos de  Iglesias  cristianas  y  carismáticas  que  usaban  altoparlantes  y equipos de  sonido  en  sus  reuniones;  en  las  sentencias  T-403/92  y   T-172/99 se  revisaron  los  casos  de  pastores  cristianos que alegaban la violación de su  derecho  a  la libertad de cultos por actuaciones de los vecinos de los templos;  y  a  través  del  fallo  T-1666/00  se decidió el caso de unos vecinos de una  Iglesia  Católica  que  sentían  vulnerados sus derechos por el repique de las  campanas  de  la  iglesia,  amparándoles  el  derechos a la tranquilidad.    

56  Sentencia T-222 de 2002. M.P. Clara Inés Vargas.   

57  Sentencia  T-210 de 1994. M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz. Ver sentencia T-1033 de  2001. M.P. Marco Gerardo Monroy Cabra.   

58  Sentencia T-1205 de 2003 M.P. Manuel José Cepeda Espinosa.   

59  Sentencia   T-210  de  1994  M.P.  Eduardo  Cifuentes  Muñoz.   

60  Sentencia   T-210  de  1994  M.P.  Eduardo  Cifuentes  Muñoz.   

61  Sentencia   T-210  de  1994  M.P.  Eduardo  Cifuentes  Muñoz.   

62  Sentencia T-1205 de 2003 M.P. Manuel José Cepeda Espinosa.   

63  La  Corte  analizó en esa  oportunidad  la  situación  planteada  por la Iglesia  Pentecostal   Unida  de  Colombia  contra  la  Alcaldía  Municipal  de  Líbano  (Tolima),   entidad  religiosa  que  en  virtud  de un proceso policivo fue  sometida  a  restricciones  que  violaban su derecho a la libertad de cultos. De  hecho,  a  esa congregación se le impidió toda actividad litúrgica, cuando la  ley  únicamente  prohíbe  la emisión de ruido que supere los topes de ley. La  Corte  advirtió  en  aquella  ocasión que la comunidad religiosa emitió ruido  por  encima  de  los  niveles  permitidos,  configurándose  una violación a la  intimidad  de  los vecinos de la iglesia. No obstante, observó que la decisión  de  alcaldía  de  Líbano  accionada,  consistente  en  prohibir  a  la Iglesia  Pentecostal  Unida de Colombia emitir todo ruido que se percibiera por fuera del  templo  y,  la  determinación  adoptada  en  el  fallo  de  tutela  materia  de  revisión   de  prohibir   el uso de cualquier instrumento musical, de  realizar  cantos  y  de emitir exclamaciones que generaran ruido perceptible por  fuera  del templo, implicaban la no realización del culto, pues la prohibición  de  utilizar  estos medios cerraba las puertas para emitir mensaje alguno, y una  intromisión  del  Estado  en  el  culto,  como  que la alabanza, los cantos. Se  concluyó  que  resultaba  abiertamente  desproporcionada  la  restricción a la  autonomía  de  la  comunidad  religiosa impuesta por la autoridad municipal. La  Corte  ordenó  entonces inaplicar la decisión de la Alcaldía de Líbano, pero  a  la  Iglesia  Pentecostal  Unidad  de  Colombia le ordenó adoptar las medidas  necesarias  para  garantizar  que  durante  la  celebración  de  su culto no se  superaran   los  niveles  de  presión  sonora  autorizados  por  la  mencionada  resolución,  para  lo cual debía solicitar la asistencia de especialistas y si  fuere necesario, requerir el concurso de arquitectos.   

64  Sentencia T-602 de 1996 M.P. José Gregorio Hernández Galindo.   

65  Sentencia T-403 de 1992. M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz.   

66  Sentencia  T-210  de  1994.  M.P.  Eduardo  Cifuentes  Muñoz.   

67  Sentencia T.1047 de 2008.   

69  Sentencia T-403 de 1992. M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz.   

70  Sentencia T-1033 de 2001. M.P. Marco Gerardo Monroy Cabra.   

71  Sentencia T-210 de 1994. M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz.   

72  Sentencia T-210 de 1994. M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz.   

73  Sentencia T-525 de 2008. M.P Mauricio González Cuervo     

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