T-197-09

Tutelas 2009

    Sentencia T-197-09  

Referencia: expediente T-2100769  

Acción de tutela interpuesta por Ana Cecilia  Sanabria  Hernández  contra  la Caja Nacional de Previsión Social ‘Cajanal’,    el    Fopep    y   Salud   Total  E.P.S.   

Magistrada Ponente (e)  

Dra. CLARA ELENA REALES GUTIÉRREZ  

Bogotá, D.C., veinte (20) de marzo de dos mil  nueve (2009).   

La  Sala  Segunda  de  Revisión  de la Corte  Constitucional,  integrada  por  los  Magistrados Clara Elena Reales Gutiérrez,  Luís  Ernesto  Vargas  Silva y Gabriel Eduardo Mendoza Martelo, en ejercicio de  sus    competencias    constitucionales    y    legales,    ha    proferido   la  siguiente   

SENTENCIA  

I. ANTECEDENTES  

1. Hechos  

Iván    Darío    Romero   Sanabria,          “actuando         en  representación”    de   su   madre   –Ana   Cecilia   Sanabria  Hernández-,  instaura  acción  de  tutela  contra  la  Caja  Nacional  de  Previsión Social  ‘Cajanal’,  el  Fopep  y Salud Total E.P.S., por  considerar  que  al  no  haberle  reconocido  la sustitución pensional, y haber  dejado  de  cotizar  a  la  seguridad  social  en  salud  a su favor, violan sus  derechos al mínimo vital, la salud y el derecho de petición.   

Ana   Cecilia  Sanabria  Hernández  estaba  afiliada  al  Sistema General de Seguridad Social en Salud, como beneficiaria de  su  cónyuge, el señor Ángel María Romero Morales. Éste último falleció el  veinte  (20)  de enero de dos mil ocho (2008), época para la cual se encontraba  disfrutando de su pensión de vejez.   

El  quince  (15)  de  febrero de dos mil ocho  (2008),  la señora Ana Cecilia Sanabria Hernández solicitó a la Caja Nacional  de      Previsión      Social     -‘Cajanal’-  el  reconocimiento  de  la  sustitución  pensional. Según la tutela, el veintiocho  (28) de agosto no había recibido respuesta a su solicitud.   

Entre  tanto, la señora Ana Cecilia Sanabria  Hernández  sufrió  un  infarto,  aproximadamente  en el mes de mayo de dos mil  ocho  (2008),  y  fue  atendida por la EPS Salud Total. De acuerdo con la tutela  presentada  por su hijo, “los médicos especialistas  en vista del grave estado de  salud  de  mi  señora madre, han ordenado algunos procedimientos médicos y una  valoración  periódica”.  Sin  embargo,  -según el  peticionario-  la prestación de esos servicios ulteriores ha sido negada por la  EPS,  bajo  el  argumento de que quien sea el encargado de efectuar los aportes,  ha dejado de hacerlos.   

La  señora  Ana  Cecilia  Sanabria  cuenta  actualmente  con  setenta y un (71) años de edad. Su hijo expone así el estado  –económico y de salud- de  su  señora  madre: “ANA CECILIA SANABRIA HERNÁNDEZ  siempre  fue  una ama de casa y por su edad y estado de salud, no puede laborar,  por  lo  tanto no cuenta con ninguna entrada económica más que la pensión que  no  ha  querido  ser  otorgada  por  CAJANAL, quien después de 8 meses no se ha  pronunciado  sobre  la sustitución de la pensión de jubilación”.   Por  otra  parte,  dice:  “[e]n  la  actualidad  mi  madre  sufre  de  una enfermedad coronaria severa, razón por la  cual  los  médicos tratantes han manifestado que debe estar en continuo control  y  que  por  su  estado  de  salud  debe  ser  valorada  periódicamente  por el  especialista”.   

2.    Respuesta    de    las    entidades  accionadas   

2.1. Cajanal guardó silencio.  

2.2.  Salud  Total  EPS  solicita  denegar el  amparo   de   los   derechos   fundamentales.  Precisa,  en  primer  lugar,  que  “la  señora Sanabria tuvo un infarto del miocardio  hace  3  meses  y  recibió  toda la atención médica requerida: medicamentos y  laboratorios  por  consulta  externa.||  Por  otro  lado,  se  le  ha continuado  atendiendo por Consulta prioritaria o Urgencias”.   

En  segundo  lugar,  afirma  que el estado de  afiliación    de    la   señora   Ana   Cecilia   Sanabria   es   ‘suspendido’,  lo  cual  se debe a que “el  aportante  CONSORCIO  FOPEP  no  ha efectuado el pago de los  aportes  en  salud,  correspondiente  a  los  meses de Junio, Julio y Agosto del  2008”.  Por  consiguiente,  asegura  que  si  a  la  peticionaria  se le ha vulnerado algún derecho fundamental, no es por un acto u  omisión   imputable  a  Salud  Total,  sino  a  quien  tiene  a  su  cargo  las  cotizaciones  –empleador o  fondo de pensiones-.   

2.3.  El  consorcio FOPEP, asimismo, solicita  denegar  la  acción  de tutela. Explica que su naturaleza jurídica es la de un  administrador  fiduciario  del  Fondo de Pensiones Públicas del Nivel Nacional.  En  ese sentido –expresa- al  FOPEP  no  le  es  dado  reconocer  el derecho a la pensión o a la sustitución  pensional.    Como    administrador    fiduciario,    el    FOPEP   –según  dice-  sólo  puede  proceder a  efectuar  las  cotizaciones  al Sistema General de Salud a partir del momento en  el  cual  la  Caja Nacional de Previsión le reporta la inclusión en nómina de  una  persona.  Como, en éste caso, a la señora Ana Cecilia Sanabria Hernández  no  se  la  reportó  en nómina, no tenía la facultad de hacer los aportes que  reclama la tutelante.   

3.  Pruebas  relevantes  que  obran  en  el  expediente   

    

* Copia   del   certificado    de   radicación  de  derecho  de  petición, del quince (15) de febrero de dos mil ocho (2008).     

    

* Copia   del   Carné   de   afiliación  de  Ana  Cecilia  Sanabria  Hernández, a la EPS Salud Total, en calidad de beneficiaria.     

    

* Copia   de  la  cédula  de  ciudadanía de Ana Cecilia, donde  consta  que  nació  veintinueve (29) de enero de mil novecientos treinta y ocho  (1938).     

    

* Copia  del  acta  en  que  consta la de celebración del matrimonio  entre  Ana  Cecilia Sanabria Hernández y Ángel María Romero Morales, del año  mil novecientos setenta y dos (1972).     

    

* Copia   de   la   misiva  que  dirigen  los  médicos  cardiólogos  hemodinamistas,  Doctores  Germán  Gómez  S. y Darío Echeverri A., en la cual  expresan,  refiriéndose  a  la  señora  Ana  Cecilia  Sanabria Hernández, que  “[e]n  vista  del  cuadro  clínico actual y de los  resultados  del  anterior estudio consideramos que la paciente debe continuar en  manejo  médico  bajo  su cuidado con estricto control de sus factores de riesgo  coronario,  [y]  deberá  tomar  en  forma permanente aspirina, clopidrogel 75mg  día  durante  nueve  meses,  betabloqueadores  e hipolopemiantes”.     

4. Decisión que se revisa  

El  Juzgado  Tercero  Civil  del  Circuito de  Villavicencio  (Meta)  denegó  la  acción  de tutela.  En su concepto, el  señor  Iván  Darío Romero Sanabria carece de legitimación para interponer la  acción  de  tutela.  En  primer  lugar,  porque  a  su juicio no cumple con las  calidades  indispensables  para  ser  representante  de  la  señora Ana Cecilia  Sanabria  Hernández,  pues carece de poder para actuar y no está en situación  “que  sustente  alguna  causal  de  representación  legal,  v.gr., patria potestad, guarda o curaduría”.   

En  segundo  lugar, porque tampoco reúne las  condiciones   para  actuar  como  agente  oficioso  de  su  madre,  “en  tanto  se  considera  que ANA CECILIA SANABRIA HERNÁNDEZ se  encuentra  en condiciones de sumir su propia defensa. Al no encontrarse limitada  para  hacerlo  como  informa  la EPS Salud Total”. Y,  por  otra  parte,  porque  “para que se de la misma  [-la  agencia  oficiosa-]  hay  que  hacer  la  manifestación  de actuar en tal  calidad    lo    que    en    este    caso   no   se   ha   hecho”.   

II. CONSIDERACIONES Y FUNDAMENTOS  

1. Competencia  

Esta   Sala   de   Revisión  de  la  Corte  Constitucional  es  competente  para revisar el fallo de tutela proferido dentro  del  trámite  de  la  referencia,  con  fundamento  en  lo  dispuesto  por  los  artículos  86,  inciso  3°, y 241, numeral 9°, de la Constitución Política,  en  concordancia  con  los  artículos  33,  34,  35  y  36  del Decreto 2591 de  1991.   

2. Problemas jurídicos  

La  acción de tutela y la decisión judicial  que   se   revisa   le   plantean   a   esta   Sala   los  siguientes  problemas  jurídicos.   

En  primer  lugar,  ¿viola  los derechos de  petición,  a  la  vida,  a  la  seguridad social, a la salud y  al mínimo  vital   de  Ana  Cecilia  Sanabria  Hernández  el  que la Caja Nacional de  Previsión  Social  se haya rehusado a responder la petición formulada por ella  el  15  de  febrero  de  2008,  y  a  reconocerle  el  derecho  a la pensión de  sobrevivientes  tras  la  muerte  de  su   cónyuge el señor Ángel María  Romero Morales?   

En  segundo  lugar,  ¿viola  el derecho a la  salud  y  a  la vida digna de la titular de derechos fundamentales la actitud de  la   EPS   Salud   Total   de   suspender  los  tratamientos  ya  iniciados,  que  por  infarto  coronario le  venían   prescribiendo   los  médicos  especialistas,  alegando  la  falta  de  cumplimiento  en  el  pago  de  los  aportes  por  quien  estuviera  obligado  a  ello?   

Antes  de  proceder  a  la resolución de los  problemas   jurídicos  enunciados,  la  Corte  Constitucional  establecerá  si  Iván   Darío   Romero  Sanabria está legitimado para interponer una  acción  de tutela a nombre de su madre, persona de la tercera edad, víctima de  un infarto reciente, con problemas coronarios y sin recursos.   

3.  Asunto previo. Legitimación en la causa  por activa en el caso concreto   

3.1. La acción de tutela fue consagrada en la  Carta  Constitucional  como  un  instrumento  de  protección  de  los  derechos  fundamentales,  que una persona puede instaurar “por  sí  misma  o por quien actúe a su nombre” (art. 86,  C.P.).    

3.2. Una de las hipótesis bajo las cuales una  persona  está habilitada para interponer una tutela a nombre de otra, es la del  agente  oficioso.  Según  lo  prescrito por el artículo 10 del Decreto 2591 de  1991,  pueden  agenciarse derechos ajenos “cuando el  titular  de  los  mismos  no esté en condiciones de promover su propia defensa.  Cuando    tal    circunstancia    ocurra,    deberá    manifestarse    en    la  solicitud”.  Por  lo tanto, para que se configure la  agencia  oficiosa,  deben  concurrir  dos condiciones: (i) que el titular de los  derechos  no  esté  en  condiciones  de defenderlos y, (ii) que en la tutela se  manifieste esa circunstancia.   

3.3. Ahora bien, esa norma está enmarcada en  un  contexto  constitucional más amplio, que garantiza, entre otros principios,  la  primacía  del  derecho  sustancial  sobre  el adjetivo (art. 228, C.P.), la  eficacia  de los derechos fundamentales (art. 2°, C.P.) y la informalidad de la  acción  de  tutela  (art.  14,  Dcto  2591 de 1991)1.  En   ese  contexto,  el  juez   constitucional   tiene  el  deber  de  concederle  primacía  al  derecho  sustancial  involucrado  en  la  controversia,  lo  que  implica  que  le  está  prohibido  detenerse en las  formas  empleadas  por  los  peticionarios   para   hacer   determinada   manifestación,   exigida   por  la  ley.2  Así, por ejemplo, la manifestación de que el titular de derechos  fundamentales  no  está  en  condiciones  de  ejercer  su  propia  defensa,  no  necesariamente  tendría que ser expresa, pues en el proceso de tutela se admite  una          manifestación         tácita.3  Esto  es así debido a que el  juez  de  tutela  cumple,  ante  todo,  un rol protagónico en la protección de  derechos  fundamentales,  que  no sólo lo faculta para solicitar correcciones a  la  solicitud  de  amparo,  sino  también  para  decretar pruebas oficiosamente  (arts.  17 y 19, Dcto 2591 de 1991). Si se abstiene de desplegar los poderes que  la  Constitución  y  la  ley le confieren, no puede permitir que ello repercuta  desfavorablemente   en   quien   depreca   la   protección   de   sus  derechos  fundamentales.  Antes  bien,  debería incidir en la informalidad con la cual se  entienden  cumplidos  los  requisitos mínimos, indispensables, de la acción de  tutela.    

Por  lo  demás,  el juez constitucional debe  tener  presente  que  en  la salvaguardia de los derechos fundamentales no está  involucrado  sólo  un  interés  particular  del titular de los mismos, sino un  interés  colectivo,  orientado a alcanzar la vigencia del Estado Constitucional  y  la  eficacia  de  los  derechos  fundamentales.  Como lo ha expresado la  Corte:   

“[e]n  aquellos  casos en que, como en el  presente,  se  encuentra  de  por medio la efectividad de un derecho fundamental  con  dimensiones  de  carácter  objetivo  y  la  violación  a  este derecho es  manifiesta   y   constatable   prima  facie,  el  agente  oficioso  –en   razón  de  la  naturaleza  del  derecho  fundamental  cuya  vulneración  se  debate- actúa, adicionalmente, en  nombre  del  interés  general,  que supera el interés individual de la persona  cuyos  derechos  agencia.  En  situaciones  límite de este género se impone la  prevalencia  del  derecho sustancial (C.P. art. 228). (…) La inhibición de la  jurisdicción     constitucional    –cuando  es ostensible la lesión de un derecho en cuyo cumplimiento  se  cifra  la  paz pública-, sólo conduciría a que ésta, impasible, se torne  en  espectadora  de  la violación y que el interés superior de la guarda de la  integridad  de la Constitución Política ceda ante una finalidad cuyo sentido y  función  verdaderos han dejado de comprenderse. Ciertamente, ésta no puede ser  su     misión”.4   

3.4.  Con  todo,  eso  no querría decir que  cualquier  persona  esté  habilitada  para  interponer  acciones  de tutela, en  nombre  de  otras  personas  que no estén en condiciones de defender por cuenta  propia  sus derechos.  En efecto, la agencia oficiosa en materia de amparo,  halla  uno  de  sus  límites  en   la  autonomía  de la voluntad del  titular  de  los  derechos,  de promover una acción jurisdiccional.5   

Pero  esa garantía del titular de derechos,  no  puede  interpretarse  ni  usarse específicamente en detrimento suyo. Por el  contrario,  debe  servir  como  criterio  para establecer si la agencia oficiosa  está  justificada  en  el  caso concreto. Ese criterio ha sido formulado por la  Corte  de  la  siguiente  manera:  la  agencia  oficiosa  se justifica si puede,  “razonablemente,   suponerse   que   la   persona  directamente  involucrada no se opondría [a la interposición del amparo] y que  no   existe   manifestación  en  contrario  de  parte  de  ésta”. 6   

3.5. Descendiendo al caso concreto, la Corte  advierte  que  Iván  Darío   Romero   Sanabria  interpone acción de  tutela  a  nombre de su madre, la señora Ana Cecilia Sanabria Hernández, mujer  de  setenta  y  un  años de edad, viuda, desempleada y con enfermedad coronaria  debidamente  acreditada  por  los  médicos  tratantes, para que se le continúe  brindando  la  atención en salud y se le reconozca el derecho a la sustitución  pensional, causado tras la muerte de su cónyuge fallecido.   

El  Juzgado  Tercero  Civil  del Circuito de  Villavicencio  (Meta)  denegó  el  amparo,  bajo  dos  argumentos:  (i)  que el  tutelante  dijo actuar en representación de su madre, sin contar con poder para  ello  ni  estar  en  situación  que constituya causal alguna de representación  legal    “v.gr.   patria   potestad,   guarda   o  curaduría”;  (ii) que también cabría entender que  actúa  como  agente oficioso, pero en éste caso no es cierto que la señora no  pueda   defender   sus  derechos  por  cuenta  propia,  y  además  –si  así fuera- esa circunstancia no se  manifestó en el documento contentivo de la tutela.    

La  Sala  no  encuentra  determinantes  los  argumentos  del  juez  de instancia. Como el mismo Juzgado lo hace ver, el hecho  de  que  una  persona  diga  actuar en representación de otra, no significa que  esté    empleando    el   término   ‘representación’  en  un  sentido técnico jurídico, sino que sólo está usando un  término  para  señalar  que  actúa a nombre de otra persona. De modo que, aun  cuando  diga  actuar  como  representante  de  su  madre, puede querer decir que  actúa  como  su  agente  oficioso.  Por  lo  tanto,  al  juez  de  instancia le  correspondía  evaluar  si la persona contaba con las condiciones indispensables  para  actuar  como  agente  oficioso  en  la  protección  de los derechos de su  señora madre.   

Si  se  analizan las circunstancias del caso  concreto,  bajo  la  idea  de  que  el  tutelante  actuaba como agente oficioso,  entonces  puede  concluirse  que  estaba  legitimado  para  accionar.  En primer  término,  porque  la jurisprudencia de la Corte ha admitido la agencia oficiosa  de  las  personas que se encuentren en condiciones de debilidad manifiesta, como  los   menores;7  las  personas  de  la  tercera  edad;8  las personas amenazadas en su  vida        o       integridad       personal;9   los  disminuidos  físicos,  psíquicos          o          sensoriales;10 las personas pertenecientes a  determinadas   minorías   étnicas  y  culturales;11   las   personas   que   se  encuentren     privadas     de    la    libertad,12   entre  otros.13  Así  las  cosas,  la señora Ana Cecilia reúne varios de esos requisitos, toda vez que es  una  mujer  con  setenta  y un años de edad, con problemas coronarios, víctima  reciente  de  un  infarto,  desempleada  y sin recursos, y que perdió hace poco  más  de  un  año  a  su  compañero  de  vida.  En segundo lugar, porque si el  tutelante  no  manifiesta  expresamente  la  circunstancia de que su madre está  incapacitada  para  defender  los  derechos  por  cuenta propia, eso es algo que  puede  deducirse  de los hechos y los anexos de la tutela. Por lo anterior, debe  considerarse  que  Iván Darío Romero Sanabria estaba legitimado para actuar en  lugar de su madre.   

Ahora  bien,  es ciertamente factible que el  juez,  en  ocasiones,  no  obtenga  con  la  información  que  le suministra el  tutelante,  el  convencimiento  necesario  para  decidir  (art. 22, Dcto 2591 de  1991).14  Sin  embargo,  la  Ley lo faculta para solicitarle al tutelante la  corrección  del amparo y para decretar pruebas de manera oficiosa, todo en aras  de  obtener  la  salvaguardia de los derechos fundamentales (arts. 17 y 19, Dcto  2591  de  1991).  Por ese motivo, aunque el juez puede abstenerse de ejercer sus  poderes  oficiosos,  cuando  eso  ocurre no le es dado denegar el amparo bajo el  pretexto  de  que  al  tutelante le faltó acreditar una condición, que hubiera  podido   comprobarse  haciendo  uso  de  tales  poderes.  Descendiendo  al  caso  concreto,  el  juez  habría  podido  solicitar  una aclaración de cuál era el  estado  de la titular de derechos fundamentales, y no limitarse a confiar en una  sola  de  las  versiones  que  había  en  el  expediente, sobre las condiciones  personales  y  de  salud de Ana Cecilia Sanabria Hernández, cuando había otras  que  acreditaban  su  incapacidad  para  actuar  por  cuenta propia.     

4.  Derecho  de  petición  para  obtener el  reconocimiento  de  la  pensión de sobrevivientes. Procedencia de la acción de  tutela para perseguir el reconocimiento de pensiones   

4.1. La Constitución Política establece el  derecho  de  toda  persona  a  “presentar peticiones  respetuosas  a  las autoridades por motivos de interés general o particular y a  obtener  pronta  resolución”  (art. 23, C.P.). Así,  la  Carta  estatuye que el derecho fundamental de petición no sólo consiste en  la  facultad  de  la  persona  de  formular  una  petición  respetuosa ante las  autoridades,  sino  también  en  el  derecho  a  recibir de ellas una respuesta  rápida  y  de  fondo.  De  ese  modo,  la  respuesta  esperada  a  la petición  “debe  cumplir con estos requisitos: 1. oportunidad  2.  debe  resolverse  de  fondo,  clara,  precisa  y de manera congruente con lo  solicitado  3.  ser puesta en conocimiento del peticionario. Si no se cumple con  estos  requisitos  se  incurre  en  una  vulneración del derecho constitucional  fundamental         de         petición.”15   

La oportunidad en que debe ser resuelta una  petición,   depende   específicamente   del  tipo  de  respuesta  que  vaya  a  darse.16  (i)  Si se busca comunicar al peticionario el estado del trámite  y  el  tiempo  que  tardará  en resolver la solicitud, el término es de quince  días        (art.        6°,        C.C.A.).17 (ii) Si se busca resolver o  decidir  de  fondo  la  petición  encaminada  a obtener el reconocimiento de la  pensión  de  sobrevivientes,  el término es de dos meses (art. 1°, Ley 717 de  2001).18  (iii) Si se busca realizar el pago de las mesadas pensionales, el  término   es   de   seis   meses  (art.  4°,  Ley  700  de  2001).19   

4.2.  Por  otra  parte,  de  acuerdo  con el  artículo  86 de la Carta, la procedencia de la acción de tutela depende de que  no  haya  otros medios de defensa judicial para obtener la protección inmediata  de  los  derechos  fundamentales.  O,  aunque  haya  otros medios, la acción de  tutela  es  procedente  si  se  logra  acreditar  que con ella busca evitarse un  perjuicio  irremediable,  o si se verifica que el otro medio de defensa judicial  no  es  eficaz.  Tal  es la conclusión a que permite arribar la interpretación  del   artículo  6°,  Decreto  2591  de  1991,  cuyo  tenor  es  el  siguiente:  “[l]a  acción  de  tutela no procederá: 1. Cuando  existan  otros  recursos  o  medios de defensa judiciales, salvo que aquélla se  utilice  para  evitar  un  perjuicio  irremediable. La  existencia  de  dichos  medios  será  apreciada  en  concreto,  en  cuanto a su  eficacia,    atendiendo    las   circunstancias   en   que   se   encuentra   el  solicitante”  (Subrayas  añadidas).   

En cualquier caso, la acción de tutela debe  orientarse  a  proteger  derechos constitucionales. Por ello, el amparo mediante  el  cual  se  pretende el reconocimiento de pensiones, está llamado a prosperar  si    la    falta    de    reconocimiento    amenaza    o   viola   un   derecho  fundamental.20  Y  si,  además,  la amenaza o violación son de tales magnitudes,  que  de  no  emplearse  el  amparo  bajo  el  argumento  de  que hay otras vías  ordinarias  de  protección, seguramente el titular de los derechos sufriría un  perjuicio     irremediable    en    el    futuro.21   

Ahora  bien,  cuando  la  protección  de un  derecho  fundamental  puede  conducirse  por  la  vía  ordinaria, la acción de  tutela  resulta  procedente de manera excepcional, como mecanismo transitorio de  protección  para  evitar  la  ocurrencia de un perjuicio irremediable.  En  principio,   en   esos  casos  queda  en  cabeza  del  accionante  la  carga  de  “ejercer  dicha  acción [ordinaria] en un término  máximo  de  cuatro  (4)  meses  a  partir  del  fallo  de tutela” (art. 8°, inc. 3°, Dcto 2591 de 1991).   

5. Principio de continuidad en la prestación  del   servicio   público  de  salud  –reiteración de jurisprudencia-   

5.1.   La  prestación  de  los  servicios  públicos  es  un  medio  que  emplea  el  Estado  para  cumplir  con  sus fines  esenciales  de  “servir a la comunidad, promover la  prosperidad  general   y  garantizar  la  efectividad  de  los  principios,  derechos  y  deberes consagrados en la Constitución”  (art.      2°,      inc.      1°,      C.P.).22  La  Constitución radica en  el  Estado,  el  deber  de  “asegurar su prestación  eficiente   a   todos  los  habitantes  del  territorio  nacional”       (art.       365,      C.P.).23   

Dado  que  la eficiencia a que se refiere el  artículo  365  de  la  Constitución, está inserta en un contexto de respeto y  garantía  de  derechos  constitucionales  (art.  2°,  inc.  2°,  C.P.),  debe  materializarse  en  una  prestación  de  servicios  públicos caracterizada por  “la       continuidad,      regularidad      y  calidad”.24   

5.2.  La  atención  en salud y la seguridad  social  son  servicios  públicos  (arts.  47  y  49, C.P.). Por lo tanto, en su  prestación  también  deben  ser  observados  regularmente  los  principios  de  continuidad, regularidad y calidad.   

En   lo   que  atañe  a  la  continuidad  en  la  prestación  de  los  servicios  de salud, la Corte Constitucional ha tenido oportunidad de explicitar  cómo  se  garantiza el derecho a la continuidad en la prestación del servicio.  En  una  de  sus  primeras sentencias sobre este problema -la T-406 de 1993-, la  Corporación  enjuiciaba  el caso de una persona jubilada, a quien se le habían  suspendido  sus  servicios  de  salud,  debido  a  que el ex empleador no había  efectuado  los  aportes.  En  concepto de la Corte, la entidad prestadora de los  servicios  de  salud  no  estaba,  en  principio,  habilitada  para suspender la  prestación  del  servicio,  si  de su continuidad dependían la vida digna o la  integridad        de       las       personas.25   

Similar pronunciamiento adoptó la Sala Plena  de  la  Corporación  en la Sentencia C-800 de 2003,26  en la cual se demandaba una  norma  que  facultaba  a  las  Empresas  Promotoras  de  Salud para suspender la  prestación  de los servicios de salud, después de seis meses de verificado que  el  patrono  incurrió en mora en el pago de los aportes, pese a haber efectuado  los   descuentos   correspondientes.  La  Corte  reiteró  que  si  una  persona  “deja  de  cotizar  al  régimen  contributivo  del  Sistema  de  Salud  y  no  se  encuentra vinculada de ninguna otra forma a dicho  régimen,  pero  estaba  recibiendo  un servicio específico de salud, se pueden  distinguir  dos  situaciones  posibles:  (a)  que  la vida y la integridad de la  persona  dependan del servicio médico específico que se está recibiendo y (b)  los  demás casos. En la primera situación, constitucionalmente no es admisible  que  se  interrumpa  el  servicio  de salud específico que se venía prestando,  pues,   de  acuerdo  con  la  jurisprudencia  constitucional,  ello  implicaría  sacrificar   el   goce   efectivo   de   los   derechos   a   la  vida  y  a  la  integridad”.   

De  acuerdo con este último pronunciamiento  jurisprudencial,  hay  diversos motivos que una EPS no  puede   alegar   válidamente,   para   suspender  la  prestación  de  un  servicio  de  salud.  Uno  de  ellos  es  que  “la   persona   encargada   de   hacer   los   aportes  dejó  de  pagarlos”.27   

5.3.  Ahora  bien,  en aquellos casos en los  cuales  la  persona encargada de hacer el pago se abstiene de hacerlo, es a ella  a  quien  en  principio  corresponde  correr  con  los  gastos  derivados  de la  prestación  del  servicio  de  salud,  y  no  a  la  EPS  que  lo  brinde.  Por  consiguiente,  la EPS queda con el poder para repetir contra el obligado por ese  concepto.   Y,   si   se  da  el  caso  que  la  obligación  le  era  imputable  específicamente  a la persona beneficiaria de la atención, pero esta ha dejado  de   cotizar   al   régimen   de   seguridad   social  en  salud,  “es  el  Estado,  por  intermedio  del  Fondo  de  Solidaridad  y  garantías  (FOSYGA)  del Ministerio de Protección Social, quien debe responder  oportunamente  a las peticiones mediante las cuales una EPS repita para asegurar  la    sostenibilidad    del   sistema”.28   

Hechas  las  anteriores  consideraciones, la  Corte Constitucional procederá a resolver el caso concreto.   

6. Caso concreto  

6.1.   La  señora  Ana  Cecilia  Sanabria  Hernández  contrajo matrimonio el veinticuatro (24) de junio de mil novecientos  setenta  y  dos  (1972) con el señor Ángel María Romero Morales. Este último  falleció  el  veinte  (20)  de enero de dos mil ocho (2008), fecha para la cual  recibía  su  pensión  de  vejez  de  la  Caja  Nacional  de  Previsión Social  –Cajanal-.   

Ana  Cecilia Sanabria solicitó a Cajanal el  reconocimiento  de  su  derecho  a  la  sustitución pensional el quince (15) de  febrero  de  dos  mil  ocho  (2008).  Para el veintidós (22) de agosto del  mismo  año,  fecha  en  la  cual se instauró la acción de tutela,    Cajanal  no  había resuelto de fondo la solicitud. En ese sentido, pasaron más  de  dos  meses  sin  que  la  peticionaria  obtuviera respuesta y, por tanto, la  entidad  demandada  violó el derecho fundamental de petición de la señora Ana  Cecilia Sanabria (art. 1°, Ley 717 de 2001).   

A  esto debe sumarse que, según el artículo  47   de  la  Ley  100  de  1993,  son   beneficiarios  de  la  pensión  de  sobrevivientes,  “a)  En  forma   vitalicia,   el   cónyuge  o  la  compañera  o  compañero  permanente  supérstite.  En  caso  de  que la pensión de sobrevivencia se cause por muerte  del   pensionado,   el   cónyuge   o  la  compañera  o  compañero  permanente  supérstite,  deberá acreditar que estuvo haciendo vida marital con el causante  por  lo  menos  desde  el  momento en que éste cumplió con los requisitos para  tener  derecho  a  una  pensión de vejez o invalidez, y hasta su muerte, y haya  convivido  con el fallecido no menos de dos (2) años continuos con anterioridad  a  su  muerte,  salvo  que  haya  procreado  uno  o más hijos con el pensionado  fallecido”.   

Todas las anteriores condiciones concurren en  la  señora  Ana Cecilia Sanabria, ya sea porque así se deduce de las copias de  los  documentos  que  reposan  en  el  expediente,  ya  sea  porque  Cajanal, al  abstenerse  de responder la acción de tutela, sentó las bases para que operara  la  presunción  de  veracidad  de  los  enunciados  de  la  tutela.29    En  consecuencia,  la  Corte  procederá a ordenar a Cajanal, que dentro de los diez  (10)  días  siguientes  a la notificación de la presente providencia, resuelva  de  fondo el derecho de petición de la señora Ana Cecilia Sanabria Hernández,  y  si  es  el  caso:  reconozca  su derecho a la sustitución pensional, realice  todas  las  operaciones jurídicas y financieras para incluir en nómina y pagar  efectivamente  las  mesadas derivadas de ese reconocimiento, retroactivamente, y  efectúe  los  aportes  a  la seguridad social en salud a que tiene derecho como  pensionada.   

6.2.  En  cuanto  se  refiere  al servicio de  atención  en  salud,  tanto el tutelante como Salud Total EPS concuerdan en que  el  infarto  sufrido  por  la  señora  Ana  Cecilia  Sanabria  Hernández,  fue  debidamente  tratado  por  la  Entidad,  en  cumplimiento  de  sus  obligaciones  constitucionales  y  legales.  No obstante, la titular de derechos fundamentales  requiere  –como lo acreditan  los  cardiólogos  hemodinamistas  Doctores Germán Gómez S. y Darío Echeverri  A.-  “un manejo médico bajo su cuidado [de la EPS]  con   estricto  control  de  sus  factores  de  riesgo  coronario”  y “tomar en forma permanente aspirina,  clopidrogel    75mg    día    durante    nueve    meses,   betabloqueadores   e  hipolipemiantes”.   

Por  ende,  el  tratamiento de la señora Ana  Cecilia  Sanabria debió continuarse, a pesar de que Cajanal se hubiera rehusado  a  efectuar  –o autorizar-  los  aportes  a  que  estaba  obligada  en  virtud  del derecho de la mujer a la  pensión  de sobrevivientes. La obligación de continuidad en la prestación del  servicio  médico, no implica que la EPS deba correr con los gastos derivados de  la  atención  en  salud,  ya que o bien puede repetir contra Cajanal, que es la  entidad  encargada de realizar los aportes; o bien contra el FOSYGA.30   

Así  las  cosas, la Corte ordenará a la EPS  Salud  Total  que continúe con el tratamiento de la deficiencia coronaria de la  señora  Ana  Cecilia  Sanabria  Hernández,  de  acuerdo con las prescripciones  debidamente  formuladas por sus médicos tratantes. Por lo demás, Cajanal es la  entidad  encargada  de  realizar  los aportes a salud, de la señora Ana Cecilia  Sanabria  Hernández. En consecuencia, si la EPS continúa prestando el servicio  de  salud  y  Cajanal  se  rehúsa a pagar los aportes correspondientes, aquella  queda facultada para repetir contra esta.   

III. DECISIÓN  

En mérito de lo expuesto, la Sala Segunda de  Revisión  de  la  Corte  Constitucional,  administrando  justicia en nombre del  pueblo y por mandato de la Constitución,   

RESUELVE:  

Primero.-     REVOCAR     el  fallo  proferido  el cuatro  (04) de septiembre de dos mil  ocho  (2008)  por el Juzgado Tercero Civil del Circuito  de   Villavicencio   (Meta)   y,   en  consecuencia,  CONCEDER  el amparo de los  derechos  fundamentales  a  la  vida  digna y la salud de la señora Ana Cecilia  Sanabria Hernández.   

Segundo.- ORDENAR a  la  Caja Nacional de Previsión Social –Cajanal-  que  dentro  de  los  diez (10)  días  siguientes  a  la  notificación  de la presente providencia, resuelva de  fondo  el  derecho de petición de la señora Ana Cecilia Sanabria Hernández, y  si  es  el  caso:  realice  todas  las operaciones jurídicas y financieras para  incluir   en  nómina  y  pagar  efectivamente  las  mesadas  derivadas  de  ese  reconocimiento,  retroactivamente,  y efectúe los aportes a la seguridad social  en  salud  a  que tiene derecho como pensionada.    

Tercero.- ORDENAR a  la  EPS  Salud Total que continúe prestando el servicio de atención en salud a  la  señora  Ana  Cecilia  Sanabria  Hernández, aunque no reciba los aportes de  quien   se  encuentra  obligado  a  ello,  hasta  tanto  cesen  los  riesgos  de  afectación  de  sus  derechos  fundamentales a la vida y la salud. En  consecuencia,  si  la  EPS  Salud  Total  continúa prestando el  servicio  de  salud  y  Cajanal se rehúsa a pagar los aportes correspondientes,  aquella  queda  facultada  para  repetir  contra esta.   

Cuarto.-   Por  Secretaría  General,  líbrense las comunicaciones de que trata el artículo 36  del Decreto 2591 de 1991.   

Cópiese,   notifíquese,   comuníquese,  insértese  en  la  Gaceta  de  la  Corte Constitucional y cúmplase.   

CLARA ELENA REALES GUTIÉRREZ  

Magistrada (E)  

LUIS ERNESTO VARGAS SILVA  

Magistrado  

GABRIEL EDUARDO MENDOZA MARTELO  

Magistrado  

MARTHA VICTORIA SÁCHICA MÉNDEZ  

Secretaria General  

    

1  Sentencias  T-531  de 2002, M.P. Eduardo Montealegre Lynett, T-786 de 2003, M.P.  Marco Gerardo Monroy Cabra.   

2 Cfr.,  Sentencias  T-462  de  1993, M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz, T-095 de 2005, T-223  de   2005,   T-439   de   2007   y  T-443  de  2007,  M.P.  Clara  Inés  Vargas  Hernández.   

3  Sentencia T-531 de 2002, M.P. Eduardo Montealegre Lynett.   

4  Sentencia T-555 de 1996, M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz.   

5 En la  Sentencia   T-503  de  1998,  M.P.  Alfredo  Beltrán  Sierra,  la  Corte  dijo:  “[u]na de las manifestaciones de esta autonomía se  refleja  en  que  las  personas,  por sí mismas, decidan si hacen uso o no y en  qué  momento,  de  las  herramientas  que  la Constitución y la ley ponen a su  alcance,  para  la  protección  de  sus  derechos  en  general, trátese de los  fundamentales  o  de  los simplemente legales. || Esta concepción está ligada,  también,  al  reconocimiento  integral  de  la dignidad humana. Es decir, que a  pesar  de  la informalidad que reviste la presentación de la acción de tutela,  tal  informalidad no puede llegar hasta el desconocimiento de lo realmente desea  la persona interesada”.   

6 Esto  lo  dijo  la  Corte  Constitucional  en la Sentencia T-555 de 1996, M.P. Eduardo  Cifuentes  Muñoz,  al  resolver  el  caso  de  una  estudiante  de  consultorio  jurídico  que  interpuso acción de tutela en nombre de un sindicado, sin poder  para  representarlo  y sin expresar las circunstancias que la habilitarían para  actuar  como agente oficiosa. La Corte estimó que estaba legitimada por activa,  en  vista  de que defendía la dimensión objetiva de los derechos fundamentales  y,  en  el  caso  concreto,  resultaba  razonable  presumir que el titular no se  opondría a dicha defensa.   

7 En la  Sentencia   T-439  de  2007,  M.P.  Clara  Inés  Vargas  Hernández,  la  Corte  consideró  que  un padre está  legitimado para actuar a nombre de su hijo  menor de edad.   

8 En la  Sentencia  T-095  de  2005, M.P. Clara Inés Vargas Hernández, la Corte estimó  que  una  mujer  estaba legitimada para agenciar los derechos de su madre con 69  años de edad, que requería un tratamiento urgente.   

10 En  la  Sentencias  T-443  de  2007,  M.P.  Clara  Inés Vargas Hernández, la Corte  consideró  que  una persona estaba legitimada para interponer acción de tutela  a  nombre  de  su cónyuge con cáncer en estado terminal. En la Sentencia T-223  de  2005,  M.P.  Clara  Inés  Vargas  Hernández,  la  Corte consideró que una  persona  estaba  legitimada  para  agenciar  los  derechos  de  su  hermana, que  padecía diabetes, insuficiencia renal y trombosis.   

11 En  la  Sentencia  T-113  de  2009,  M.P.  Clara  Elena  Reales Gutiérrez, la Corte  consideró  que  una  mujer  perteneciente  a  las comunidades indígenas estaba  legitimada  para  agenciar  los derechos de su hijo mayor de edad. La Corte dijo  que   “[l]a   jurisprudencia   constitucional   ha  reconocido  especialmente  la  posibilidad  de que los derechos fundamentales de  las  personas  indígenas  o  las  comunidades  indígenas  sean  defendidos por  terceros,  sin  relación  de  familiaridad alguna, cuando las situaciones y los  casos así lo demanden”.   

12 En  la  Sentencia  T-555 de 1996, M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz, la Corte Consideró  que  una  estudiante  de  consultorio  jurídico estaba legitimada para actuar a  nombre  de  una  persona  privada  de  la  libertad que había sido condenado en  primera  instancia, y siendo apelante único recibió una agravación de la pena  en segunda instancia.   

13  Cfr.,  Sentencias  T-630  de  2005  y  T-843  de  2005, M.P. Manuel José Cepeda  Espinosa.   

14 El  artículo  22  del  Decreto  2591  de 1991 dice: “El  juez,  tan  pronto llegue al convencimiento respecto de la situación litigiosa,  podrá   proferir   el   fallo,   sin   necesidad   de   practicar  las  pruebas  solicitadas”.   

15  Sentencia T-377 de 2000, M.P. Alejandro Martínez Caballero.   

16  Sentencias  T-588 de 2003, M.P. Eduardo Montealegre Lynett y T-350 de 2006, M.P.  Jaime Córdoba Triviño.   

17 El  artículo  6°  del  Código  Contencioso Administrativo establece: “[l]as  peticiones  se  resolverán  o  contestarán  dentro  de  los  quince  (15)  días  siguientes  a la fecha de su  recibo.  Cuando  no  fuere  posible  resolver  o contestar la petición en dicho  plazo,  se  deberá  informar  así  al interesado, expresando los motivos de la  demora   y  señalando  a  la  vez  la  fecha  en  que  se  resolverá  o  dará  respuesta”.    Cfr.  Sentencia T-1160A de 2001, M.P. Manuel José Cepeda Espinosa.   

18 La  Ley  717  de  2001   -por  la cual se establecen  términos  para el reconocimiento de las pensiones de sobrevivientes y se dictan  otras  disposiciones-   prescribe en el artículo  1°  que  “[e]l  reconocimiento  del  derecho  a la  pensión  de  sobrevivientes  por  parte  de  la  entidad  de  Previsión Social  correspondiente,  deberá  efectuarse  a  más  tardar dos (2) meses después de  radicada   la   solicitud   por   el   peticionario,   con   la  correspondiente  documentación        que        acredite        su       derecho”.   

19 La  Ley  700  de  2001  –por  medio  de la cual se dictan medidas tendientes a mejorar las condiciones de vida  de  los  pensionados y se dictan otras disposiciones-,  en  su  artículo  4° dispone que “[a] partir de la  vigencia  de  la  presente  ley, los operadores públicos y privados del sistema  general  de  pensiones y cesantías, que tengan a su cargo el reconocimiento del  derecho  pensional,  tendrán  un  plazo no mayor de seis (6) meses a partir del  momento  en que se eleve la solicitud de reconocimiento por parte del interesado  para  adelantar  los  trámites  necesarios  tendientes  al  pago de las mesadas  correspondientes”.  Cfr.,  Sentencia T-350 de 2006,  M.P. Jaime Córdoba Triviño.   

20  Sentencia T-892 de 2008, M.P. Manuel José Cepeda Espinosa.   

21  Sentencias  T-362  de  2004,  M.P. Clara Inés Vargas Hernández, T-148 de 2002,  T-133 de 2005 y T-896 de 2006, M.P. Manuel José Cepeda Espinosa.   

22  Sentencias  T-406  de  1993, M.P. Alejandro Martínez Caballero y C-800 de 2003,  M.P. Manuel José Cepeda Espinosa.   

23  Sentencia SU-562 de 1999, M.P. Alejandro Martínez Caballero.   

24  Sentencias  T-406  de  1993, C-177 de 1998 y SU-562 de 1999  M.P. Alejandro  Martínez  Caballero;  C-800  de 2003 y T-1023 de 2007, M.P. Manuel José Cepeda  Espinosa y T-183 de 2007, M.P.  Rodrigo Escobar Gil.   

25 En  dicha   Sentencia,   la  Corte  dijo:  :  “[l]as  eventualidades  que  afectan o agravan las condiciones de  salud  de  los  pensionados  que  reciben  la  prestación médico asistencial a  través  del  Instituto  de  los  Seguros  Sociales deben ser atendidas en forma  inmediata  y  la  atención  médica  –en  su  más  amplio  sentido-  tiene que estar disponible para los  afiliados  – y aún más  para   los   pensionados-,   de   manera  constante,  motivo  por  el  cual  los  inconvenientes  que  se  presenten  en  el  desarrollo  del  contrato  entre las  instituciones  de  Seguridad  Social  y  el  patrono,  no deben influir sobre la  prestación  del  servicio  médico,  porque  atenta contra los más elementales  derechos   de  la  persona,  que  la  entidad  obligada  se  desentienda  de  su  responsabilidad”.  Esta  postura ha sido reiterada,  recientemente,  por ejemplo, en las Sentencias T-1023 de 2007, M.P. Manuel José  Cepeda Espinosa y T-183 de 2007, M.P. Rodrigo Escobar Gil.   

26  M.P. Manuel José Cepeda Espinosa.   

27  Cfr.,  además,  las  Sentencias  T-057 y T669 de 1997, M.P. Alejandro Martínez  Caballero.   

28  Sentencia C-800 de 2003, M.P. Manuel José Cepeda Espinosa.   

29 El  artículo   20  del  Decreto  2591  de  1991,  dice  expresamente:  “[s]i   el   informe   no   fuere   rendido   dentro   del  plazo  correspondiente,  se tendrán por ciertos los hechos y se entrará a resolver de  plano,  salvo  que  el  juez  estime necesaria otra averiguación”.   

30  Sentencia C-800 de 2003, M.P. Manuel José Cepeda Espinosa.     

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