T-914-09

Tutelas 2009

    Sentencia  T-914/09   

ACCION   DE   TUTELA   CONTRA  PROVIDENCIAS  JUDICIALES-Procedencia excepcional   

ACCION   DE   TUTELA   CONTRA  PROVIDENCIAS  JUDICIALES-Requisitos   generales   y  especiales  de  procedibilidad   

ACCION   DE   TUTELA   CONTRA  PROVIDENCIAS  JUDICIALES-Solicitud   del  actor  de  suspender  los  efectos  de  la sentencia en que se ordenó permitir el trato y comunicación de  los abuelos con su hijo   

ACCION  DE TUTELA CONTRA PROVIDENCIA JUDICIAL  DE  TRATO  Y COMUNICACIONES-Improcedencia por cuanto el  actor  tuvo  todas las oportunidades procesales para discutir y perseguir lo que  ahora    pretende/CORTE   CONSTITUCIONAL-Padre  debe  aceptar  las  visitas y comunicación del niño con sus  abuelos maternos   

Debido  a  que  no  se actuó con diligencia  dentro  del así llamado proceso de “trato  y comunicaciones” que ahora  se  ataca,  no  puede  prosperar  la  acción de tutela, pues el accionante tuvo  todas  las  oportunidades  procesales  posibles para discutir y perseguir lo que  ahora  pretende.  Desatendida  la  subsidiaridad  de  la  acción  de tutela, de  inocultable  raigambre  constitucional (“solo procederá cuando el afectado no  disponga  de otro medio de defensa judicial”, art. 86 Const.), no hay lugar al  amparo  impetrado  y  lo  que  corresponde  en  esta  revisión  es confirmar la  acertada  sentencia  proferida  el  2  de  julio de 2009 por la Sala Civil de la  Corte  Suprema  de  Justicia, que a su turno confirmó la dictada el 22 de abril  del  mismo  año  por la Sala de Familia del Tribunal Superior de Bogotá. Antes  de  culminar  cabe  referir,  en  cuanto a la probabilidad de consumación de un  perjuicio  irremediable,  que  esta Sala de Revisión no lo columbra a partir de  las  visitas  y  la comunicación del niño con sus abuelos maternos, que por el  contrario  estima positivas, para que él conozca y disfrute de la otra parte de  su  origen  familiar, en circunstancias cuya definición ciertamente corresponde  a  la  jurisdicción  de familia, de no obtenerse en forma conciliada, como debe  ser.  Por  ello,  de  manera  muy  considerada  la Corte Constitucional llama la  atención  al  actor,  padre  del  menor,  para  que  acepte  que el niño tiene  derechos  que  prevalecen  sobre los de él, que debe avenir y articular con los  abuelos,  sin egoísmo, caprichos ni rencores, precisamente para que entre todos  puedan  hacer  realidad  el  mejor  estar  del  descendiente,  por cuyo interés  superior  deben  velar  y  no arriesgar con la deplorable discordia que agudizan  ante despachos judiciales.   

Referencia: expediente T-2348343.  

Acción   de  tutela  instaurada  mediante  apoderado  por  Édgar  Alfonso Varela Guevara, contra el Juzgado 7° de Familia  de Bogotá.   

Procedencia:  Corte Suprema de Justicia Sala  de Casación Civil.   

Magistrado Ponente:  

Dr. NILSON PINILLA PINILLA.  

Bogotá, D. C., nueve (9) de diciembre de dos  mil nueve (2009).   

La  Sala  Séptima  de Revisión de la Corte  Constitucional,  integrada  por los Magistrados Nilson Pinilla Pinilla, Humberto  Antonio  Sierra  Porto  y  Jorge  Iván  Palacio  Palacio,  en  ejercicio de sus  competencias constitucionales y legales ha proferido la siguiente   

SENTENCIA  

en  la  revisión  del  fallo  proferido  en  segunda  instancia por la Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil, el  2  de  julio  de 2009, dentro de la acción de tutela instaurada, por intermedio  de  apoderado,  contra  el  Juzgado  Séptimo  de  Familia de Bogotá por Édgar  Alfonso  Varela  Guevara,  quien  actúa  en  representación de su hijo Andrés  Varela Alonso.   

El   expediente   llegó   a   la   Corte  Constitucional  por  remisión  que  hizo  la  mencionada  Sala, en virtud de lo  ordenado  por  el  artículo  32 del Decreto 2591 de 1991. La Sala de Selección  Nº  8  de  la  Corte,  en  auto  de  agosto 21 de 2009, eligió el asunto de la  referencia para su revisión.   

I. ANTECEDENTES.  

El  señor  Édgar Alfonso Varela Guevara en  representación  de  su  menor  hijo  Andrés  Varela  Alonso  y  a  través  de  apoderado,  instauró acción de tutela contra el Juzgado Séptimo de Familia de  Bogotá,  aduciendo  vulneración de los derechos “al  debido   proceso   y   libre   desarrollo   de   la  personalidad”, por los hechos que a continuación son resumidos.   

     

A. Hechos  y  relato contenidos en la  demanda.     

    

1. El  actor  afirmó que en 2002 los  abuelos  maternos  de  su  hijo,  señores  Zoraida  Suárez  y Guillermo Alonso  Ávila,  adelantaron  proceso  de regulación de visitas, que concluyó en julio  24  del  mismo  año,  concediéndole  el derecho a dichos abuelos de visitar al  menor  Andrés Varela Alonso  (f. 48 cd. inicial.).     

    

1. El  señor  Édgar  Alfonso Varela  Guevara,  inconforme  con  el  fallo  instauró  acción de tutela, “la  cual  fue  negada en primera y segunda instancia, y luego fue  materia     de     revisión     por     parte    de    la    honorable    Corte  Constitucional”  (f.  48  ib.),  mediante  sentencia  T-189  de  2003 en la que se ordenó al Juzgado 9° de Familia de Bogotá, dejar  sin efectos la sentencia de julio 24 de 2002.     

    

1. Cumpliendo la orden emitida por la  Corte  Constitucional,  el Juzgado 9° de Familia de Bogotá dejó sin efecto la  sentencia      y      estableció     que   “mientras  no  se  demostrara  la  inhabilidad  física  o  moral del padre del menor, los  abuelos  tenían derecho a conocer y relacionarse con su nieto, pero solo con la  autorización   y   aquiescencia   de   su   padre”  (f.   49   ib.,   está   en  negrilla  en  el  texto  original)     

    

1. En  lo  que  respecta al trato del  menor   con  los  abuelos,  en  la  sentencia  T-189  de  2003  se  indicó  que  “a  los  menores  les  asiste  el derecho a conocer,  tratarse  y  compartir con los miembros de la familia, incluidos los abuelos, y,  preferiblemente,  sin  que  se  tuviera  que  acudir  a una instancia judicial o  administrativa  para lograr estos acercamientos, sino que progenitores y familia  cercana  lograran  que  el  trato  se dé por encima de las diferencias que como  adultos  tengan…  Para  el  caso  de que se facilite el trato del menor con su familia cercana, distinta  a  los  progenitores,  la  competencia  de  los  jueces  de  familia no será el  procedimiento  de  regulación  de  visitas…  sino  uno  acorde  a la clase de  familiares  que  reclaman  el  trato,  de  acuerdo  con las facultades generales  establecidas  al  juez  de familia en el literal j del artículo5, literal d del  decreto  2289  (debe ser 2272)  de  1989  (‘De los demás  asuntos  de  familia  que  por  disposición  legal  deba  resolver  el juez con  conocimiento  de causa, o breve y sumariamente, o con prudente juicio o a manera  de               arbitrio’)”.     

    

1. Por  lo  anterior,  los  abuelos  incoaron  un  nuevo proceso que les permitiera acercarse al nieto, conforme a lo  estatuido  en  el  Decreto 2272 de 1989; así, en el Juzgado Séptimo de Familia  de  Bogotá  cursó  el  “proceso de facilitación de  comunicación  N°  2005-01443”, en contra del señor  Édgar  Alfonso  Varela Guevara, que finalizó con fallo de diciembre 5 de 2008,  ordenándose  al  demandado  permitir  “el  trato  y  comunicación  de  los  señores ZORAIDA SUAREZ y GUILLERMO ALONSO AVILA, con su  nieto” (f. 49 ib.).     

    

1. El  peticionario  señaló  que  respecto  a  las decisiones adoptadas por el Juzgado 9° de Familia de Bogotá y  por  la  Corte  Constitucional,  existe  cosa  juzgada  constitucional entre las  partes,  resultando  por  tanto improcedente otorgar a los abuelos el derecho de  visitas   (f.   49   ib.).     

    

1. En  consecuencia,  el  accionante  pretende  se  ordene  la  suspensión  de los efectos de la sentencia dictada en  diciembre   5   de   2008  por  el  Juzgado  Séptimo  de  Familia  de  Bogotá.     

B.  Documentos  relevantes  cuya  copia obra  dentro del expediente.   

    

1. Informe emitido por una psicóloga  del  Instituto  Colombiano  de  Bienestar  Familiar,  Centro  Zonal Usaquén, en  febrero  26  de  2008,  advirtiendo  que el menor “no  quiere       ‘por  ahora’ tener ningún tipo  de  contacto  con…  sus  abuelos”  (fs.  2 y 3 cd.  inicial.).     

    

1. El  Juzgado Séptimo de Familia de  Bogotá  requirió  a la mencionada psicóloga, para que precisara si durante la  entrevista  el  menor  evidenció que “hubiera estado  aleccionado,  inducido  o  forzado previamente”, a lo  cual  la  profesional  respondió  (f. 4 ib.): “NO se  detectó  durante  la  sesión  que  el  niño  hubiera  sido  sujeto  de alguna  manipulación  por  parte  de  los  adultos  en sus respuestas. La renuencia del  niño  frente  a  las  visitas  con  sus  abuelos  es  auténtica y obedece a la  situación  de  conflicto  que se ha generado alrededor de estas y en las cuales  el niño se ha visto involucrado”.     

    

1. Audiencia de Alegatos de Conclusión  realizada  en  el  Juzgado Séptimo de Familia de Bogotá en diciembre 5 de 2008  (fs. 5 a 7 ib.).     

    

1. Sentencia  del Juzgado Séptimo de  Familia  de  Bogotá,  de  diciembre  5  de  2008,  mediante  la cual se ordenó  permitir  “el trato y comunicaciones de los señores  Zoraida  Suárez  de  Alonso  y  Guillermo  Alonso  Ávila con su nieto menor de  edad” (fs. 8 a 23 ib.).     

C. Respuesta del Juzgado Séptimo de Familia  de Bogotá.   

El  Juez  Séptimo de Familia de Bogotá, en  abril  15  de  2009,  señaló que el proceso sobre el cual recae la acción, se  efectúo  con todos los formalismos legales previstos para el caso, al igual que  la  totalidad de las pruebas allegadas fueron analizadas en el respectivo fallo,  incluida  la  sentencia T-189 de marzo 5 de 2003 de esta Corte, evidenciándose,  a  diferencia  de lo dicho por el actor, que el juzgador siempre tuvo en cuenta,  como  único  objetivo,  el  interés  superior  del  menor,  quien “durante  el proceso no solo estuvo representado y garantizado con  la  intervención  de  la  señora  defensora  de  familia del I. C. B. F., sino  incluso  de la procuradora 36 judicial II Familia de la Procuraduría General de  la    Nación”    (fs.   85   y   86).    

D. Sentencia de primera instancia.  

El Tribunal Superior del Distrito Judicial de  Bogotá,  Sala  de  Familia,  en  fallo  de abril 22 de 2009, negó el amparo al  considerar  que  “la decisión del juez a quo estuvo  ajustada  a  derecho  y  tuvo  en  cuenta no los intereses de los abuelos ni del  padre,  sino el del menor involucrado, quien se repite nuevamente, tiene derecho  a  crecer con el acompañamiento de su familia extensa y sentirse miembro activo  de  la  misma,  y  las determinaciones tomadas por la juez consultan el interés  superior  del  menor,  pues se prevé un acercamiento gradual entre abuelos y su  nieto,  respetando  la  decisión  manifestada  por  el menor de no querer tener  contacto  por el momento con sus abuelos, pues aunque podría entenderse que con  la  decisión  tomada,  se  estaría  contraviniendo la voluntad del niño, debe  tenerse  en  cuenta  que  ello no es así, pues aunque él en este momento no se  siente  capacitado para iniciar tal contacto, es necesario iniciar un proceso de  interacción  y  acercamiento  con sus abuelos maternos, que le permitan conocer  en  cierta  medida  a  su progenitora fallecida” (fs.  114 y 115 ib.).   

E.  Impugnación.   

El  apoderado de la parte actora, en escrito  de  junio  9  de  2009,  interpuso  impugnación, al estimar que el Juzgado  Séptimo  de  Familia  de  Bogotá  incurrió  en  diversas  vías de hecho, por  ausencia  de  defensa técnica, violación al principio de confianza legítima y  doctrina  probable,  errores  sustantivo, procedimental y fáctico, y violación  de  cosa  juzgada  constitucional.  Así,  pide  revocar  el  fallo de tutela de  primera  instancia  y,  en  consecuencia,   “el  fallo  proferido  por  el  Juzgado 7° de Familia de Bogotá, por ser violatorio  del  derecho  a  la  salud  del  niño”  (f.  4  cd.  2).   

F. Segunda instancia.  

Agregó    la    Corte    “que  la parte demandada en dicho proceso, no propuso excepciones,  ni  solicitó  práctica  de  pruebas,  tampoco  objetó  las  pedidas  por  los  demandantes,      ni      los      dictámenes     practicados,     ‘es  más,  ni  siquiera  asistió a la  audiencia  de fallo’, folio  50,  ‘nunca asistió a la  práctica  de los exámenes ordenados por el juzgado e impidió la visita social  a   su   casa’,  siendo  entonces  forzoso  entender,  que adoptó una conducta por demás pasiva, por lo  que  ahora no puede acudir a la acción de tutela que por su naturaleza residual  y  subsidiaria  sólo  permite  ser  utilizada cuando no se ha dispuesto de otro  medio  de  protección  judicial,  de  donde  deviene  la  improcedencia de este  amparo” (fs. 33 y 34 cd. ib.).   

Añadió    que   resulta   “inadmisible”   pretender   recuperar  mediante  este  medio  las oportunidades procesales desperdiciadas, “ni   para  establecer  una  paralela  forma  de  control  de  las  actuaciones  judiciales, circunstancia que, acorde con reiterada jurisprudencia,  impide  la  intervención del juez constitucional en tanto no está dentro de la  órbita   de  su  competencia”  (f.  34  ib.).    

Finalizó  refiriéndose  a  la  valoración  probatoria  realizada  por  el  Juzgado accionado, para precisar que  “la  función del juez de tutela no es  injerir  en  la ponderación probatoria que hacen los funcionarios de instancia,  máxime  si  se  tiene en cuenta que en ese ejercicio de percepción y análisis  cobra  mayor  relevancia  el  principio de independencia judicial” (f. 35 ib.).   

II.    CONSIDERACIONES   DE   LA   CORTE  CONSTITUCIONAL.   

Primera. Competencia.  

Corresponde   a  la  Corte  Constitucional  analizar  en  Sala  de  Revisión,  el  fallo  proferido dentro de la acción de  tutela  en  referencia,  con  fundamento  en  los  artículos  86  y 241.9 de la  Constitución, y 31 a 36 del Decreto 2591 de 1991.   

Segunda. Lo que se debate.  

Esta Sala decidirá si los derechos del niño  Andrés  Valera  Alonso,  invocados mediante apoderado, fueron vulnerados por el  Juzgado  Séptimo  de  Familia  de Bogotá, al dictar el fallo de diciembre 5 de  2008,  que  ordenó  al señor Édgar Alfonso Varela Guevara permitir el trato y  la  comunicación  de Zoraida Suárez de Alonso y Guillermo Alonso Ávila con su  nieto Andrés.   

Tercera.  Por  regla  general, la acción de  tutela  no procede contra decisiones judiciales. Agotamiento de todos los medios  ordinarios y extraordinarios de defensa.   

3.1  Atendiendo los parámetros establecidos  en  los  artículos  86  de  la  Constitución;  2°  del Pacto Internacional de  Derechos    Civiles    y    Políticos    y    251  de  la  Convención Americana  sobre  Derechos  Humanos, la Corte Constitucional ha establecido progresivamente  pautas  respecto a las condiciones excepcionales de procedibilidad de la acción  de    tutela    contra   providencias   judiciales2.   

3.2  En  sentencia  C-543  de octubre 1° de  1992,  M.  P.  José Gregorio Hernández Galindo, se declaró la inexequibilidad  de  los  artículos  11,  12  y  40  del  Decreto  2591 de 1991, que reglaban el  trámite de tal ámbito de la acción.   

De  dicho  pronunciamiento  derivó  que  no  procedía  la  tutela  contra  decisiones  judiciales, salvo en presencia de una  “actuación de hecho”, de  donde    paulatinamente    vino    emergiendo   la   noción   de   “vía de hecho”.   

3.3    Con   el   tiempo,   “por  la  urgencia de una comprensión diferente del procedimiento  de  tutela  con  tal  de  que  permita ‘armonizar  la  necesidad  de proteger los intereses constitucionales  que  involucran  la  autonomía  de  la  actividad jurisdiccional y la seguridad  jurídica,  sin  que estos valores puedan desbordar su ámbito de irradiación y  cerrar  las  puertas  a  la necesidad de proteger los derechos fundamentales que  pueden   verse   afectados   eventualmente   con   ocasión   de   la  actividad  jurisdiccional  del Estado’  3”,  según  se  expresó  en  sentencia  T–200  de marzo 4 de 2004  M.    P.   Clara   Inés   Vargas   Hernández,   surgieron   los   “requisitos  generales  de procedencia”  y      las      “causales      especiales     de  procedibilidad”,  copilados  en  la  sentencia C-590  de   junio 8 de 2005, M. P. Jaime Córdoba Triviño, que así catalogó los  primeros:   

“a. Que la cuestión que se discuta resulte  de   evidente   relevancia   constitucional.  Como  ya  se  mencionó,  el  juez  constitucional  no  puede entrar a estudiar cuestiones que no tienen una clara y  marcada  importancia  constitucional  so  pena  de  involucrarse  en asuntos que  corresponde   definir   a   otras   jurisdicciones4.  En  consecuencia, el juez de  tutela  debe  indicar con toda claridad y de forma expresa por qué la cuestión  que  entra a resolver es genuinamente una cuestión de relevancia constitucional  que afecta los derechos fundamentales de las partes.   

b.  Que  se  hayan  agotado todos los medios  -ordinarios  y  extraordinarios-  de  defensa  judicial al alcance de la persona  afectada,  salvo  que  se  trate  de  evitar  la  consumación  de  un perjuicio  iusfundamental              irremediable5.   De  allí  que  sea un  deber  del  actor  desplegar  todos  los mecanismos judiciales ordinarios que el  sistema  jurídico  le  otorga  para la defensa de sus derechos.  De no ser  así,  esto  es,  de  asumirse  la  acción  de  tutela  como  un  mecanismo  de  protección  alternativo,  se  correría el riesgo de vaciar las competencias de  las   distintas  autoridades  judiciales,  de  concentrar  en  la  jurisdicción  constitucional  todas  las  decisiones  inherentes  a  ellas  y  de propiciar un  desborde  institucional  en  el  cumplimiento  de las funciones de esta última.   

c.  Que  se  cumpla  el  requisito  de  la  inmediatez,  es  decir,  que  la  tutela  se  hubiere interpuesto en un término  razonable    y    proporcionado   a   partir   del   hecho   que   originó   la  vulneración6.   De  lo  contrario,  esto  es, de permitir que la acción de  tutela  proceda  meses  o  aún  años  después  de  proferida la decisión, se  sacrificarían  los  principios  de  cosa  juzgada  y seguridad jurídica ya que  sobre  todas  las  decisiones judiciales se cerniría una absoluta incertidumbre  que  las desdibujaría como mecanismos institucionales legítimos de resolución  de conflictos.   

d.  Cuando  se  trate  de  una irregularidad  procesal,   debe   quedar  claro  que  la  misma  tiene  un  efecto  decisivo  o  determinante  en  la  sentencia  que  se  impugna  y  que  afecta  los  derechos  fundamentales     de     la     parte     actora7.  No obstante, de acuerdo  con  la  doctrina  fijada en la Sentencia C-591-05, si la irregularidad comporta  una  grave  lesión  de derechos fundamentales, tal como ocurre con los casos de  pruebas  ilícitas  susceptibles  de imputarse como crímenes de lesa humanidad,  la  protección  de tales derechos se genera independientemente de la incidencia  que   tengan   en  el  litigio  y  por  ello  hay  lugar  a  la  anulación  del  juicio.   

e. Que la parte actora identifique de manera  razonable  tanto  los  hechos  que  generaron  la vulneración como los derechos  vulnerados  y  que  hubiere  alegado  tal  vulneración  en  el proceso judicial  siempre    que    esto    hubiere   sido   posible8.    Esta   exigencia  es  comprensible  pues,  sin  que  la  acción  de  tutela llegue a rodearse de unas  exigencias   formales   contrarias  a  su  naturaleza  y  no  previstas  por  el  constituyente,  sí  es  menester  que  el  actor  tenga  claridad  en cuanto al  fundamento  de  la  afectación  de derechos que imputa a la decisión judicial,  que  la  haya planteado al interior del proceso y que dé cuenta de todo ello al  momento de pretender la protección constitucional de sus derechos.   

f.  Que  no  se  trate  de  sentencias  de  tutela9.   Esto  por  cuanto  los  debates sobre la protección de los  derechos  fundamentales  no  pueden prolongarse de manera indefinida, mucho más  si  todas  las  sentencias  proferidas  son  sometidas  a un riguroso proceso de  selección  ante esta Corporación, proceso en virtud del cual las sentencias no  seleccionadas  para  revisión,  por  decisión de la sala respectiva, se tornan  definitivas.”   

3.4   Por   su   parte,   las    “causales   especiales   de   procedibilidad”   son las siguientes:   

     

a. Defecto orgánico   

b. Defecto procedimental absoluto   

c. Defecto fáctico   

d. Defecto material o sustantivo   

e. Error inducido   

f. Decisión sin motivación   

g. Desconocimiento del precedente   

h. Violación directa de la Constitución     

“…  la  acción  de  tutela  no  puede  asumirse  como  un  medio  de  defensa  paralelo a las competencias ordinarias y  especiales10  del  sistema  judicial. Es más, el juez  de  tutela  no puede entrar a reemplazar a la autoridad competente para resolver  aquello     que     le     autoriza    la    ley,11   especialmente   si   los  mecanismos  que permiten conjurar las posibles falencias que se suscitan durante  los  trámites  procesales  no  han sido utilizados ni ejercidos por las partes,  conforme a las atribuciones y competencias que consagra la ley.   

De  allí que el agotamiento efectivo de los  recursos  y  mecanismos  ordinarios de defensa judicial, resulte ser no sólo un  requerimiento  de  diligencia  exigible  a   los  ciudadanos  frente  a sus  propios          asuntos         procesales,12  sino un requisito necesario  para  la  procedencia  de  la acción de tutela como mecanismo de defensa, salvo  que  por razones extraordinarias no imputables a quien alega la vulneración, la  persona  se  haya  visto  privada  de  la posibilidad de utilizar los mecanismos  ordinarios  de  defensa dentro del proceso judicial,13  circunstancia  que  deberá  ser debidamente acreditada en cada caso concreto.”   

De igual manera, debe recordarse la sentencia  T-202  de marzo 27 de 2009, M. P. Jorge Iván Palacio Palacio, donde se estudió  la  procedencia  de  la  acción de tutela respecto a una decisión en la que se  obligaba  a  pagar alimentos a partir de un proceso de filiación, en el cual el  actor  no  atendió  los eventos procesales que éste le ofrecía para atacar el  pronunciamiento  que  consideraba  contrario  a  derecho; en aquella ocasión se  señaló   que   no   se   evidenciaba   “razón  o  justificación  suficiente -esto es, que configure fuerza mayor o caso fortuito-  que  excuse  la  inasistencia,  pasividad,  apatía  o  el abandono… frente al  proceso”.   

De esa manera se concluyó que la acción de  tutela  no  reunía  los  requisitos  para  reprobar  la decisión judicial y se  preciso  que  “acceder  a las pretensiones del actor  sin  tener  en  cuenta  los  criterios  de  procedibilidad  no  solo desborda la  naturaleza  constitucional  del  amparo,  sino  que  también  constituiría una  afrenta    en    contra   de   los   derechos   del   niño   acreedor   de   la  prestación”.   

En  conclusión, la acción de tutela contra  decisiones  judiciales  es  procedente  de  manera  muy  excepcional  y  resulta  improcedente,  para  el  caso,  cuando  se  alega  el propio descuido o falta de  diligencia  en  la interposición de recursos dentro de los términos legalmente  establecidos.    

Cuarta. Caso concreto.  

En la acción de tutela objeto de revisión,  el  demandante  solicita  se  suspendan los efectos de la sentencia proferida en  diciembre  5 de 2008 por el Juzgado Séptimo de Familia de Bogotá, por medio de  la  cual  se ordenó al accionante permitir “el trato  y  comunicación de los señores ZORAIDA SUAREZ y GUILLERMO ALONSO AVILA, con su  nieto”  (f. 49 ib.), al considerar que el Juzgado de  conocimiento  no tuvo en cuenta el fallo adoptado por la Corte Constitucional en  sentencia  T-189 de 2003, donde decidió dejar sin efectos la sentencia de julio  24  de 2002 emitida por el Juzgado 9º de Familia de Bogotá, por medio del cual  los abuelos gozaban del derecho de visitas con su nieto.   

Considera   el  accionante  que  el  fallo  pronunciado  por  el Juzgado Séptimo de Familia de Bogotá, desatendió la cosa  juzgada  constitucional,  al  otorgar  el trato y la comunicación a los abuelos  con  el  niño  Andrés  Varela  Alonso,  dando  el  mismo  procedimiento de visitas que en sentencia T-189 de  2003 había sido cuestionado y dejado sin efectos por la Corte.   

Cabe  señalar  que  el  Juzgado  accionado  indicó  que el proceso contó con todas las formalidades legales previstas para  el  caso  y  precisó  que la totalidad de las pruebas allegadas al mismo fueron  analizadas  y sí se tuvo en cuenta el fallo T-189 de marzo 5 de 2003, proferido  por la Corte Constitucional.   

El Tribunal Superior del Distrito Judicial de  Bogotá,  Sala  de  Familia, en providencia de abril 22 de 2009, negó el amparo  bajo  el entendido de que la decisión tomada por el Juzgado Séptimo de Familia  “estuvo  ajustada  a derecho y tuvo en cuenta no los  intereses  de  los abuelos ni del padre, sino el del menor involucrado, quien se  repite  nuevamente,  tiene derecho a crecer con el acompañamiento de su familia  extensa  y  sentirse  miembro  activo de la misma, y las determinaciones tomadas  por   la   juez   consultan  el  interés  superior  del  menor”  (f. 114 ib.).   

La  Corte  Suprema  de  Justicia,  Sala  de  Casación  Civil,  en  providencia  de  julio  2  de 2009 confirmó la sentencia  impugnada,  al  considerar “que la parte demandada en  dicho  proceso,  no  propuso  excepciones,  ni  solicitó  práctica de pruebas,  tampoco   objetó   las   pedidas   por  los  demandantes,  ni  los  dictámenes  practicados,  ‘es más, ni  siquiera      asistió      a      la     audiencia     de     fallo’,     folio     50,    ‘nunca  asistió  a la práctica de los  exámenes   ordenados   por  el  juzgado  e  impidió  la  visita  social  a  su  casa’,  siendo  entonces  forzoso  entender,  que  adoptó  una  conducta por demás pasiva” (fs. 33 y 34 cd. 2).   

Teniendo   en   cuenta   lo  referido  con  antelación,  al igual que los precedentes constitucionales ya citados, respecto  a  los  supuestos excepcionales de procedibilidad de la acción de tutela contra  decisiones  judiciales que pongan fin a un proceso, ratifica esta Sala que, para  que  proceda  la  acción en tal ámbito, de manera muy rigurosa deben cumplirse  los  presupuestos indicados, sin perjuicio de que haya surgido una circunstancia  de   fuerza   mayor   o   caso   fortuito,   que  haya  impedido  la  actuación  normal.   

Ese escenario hipotético no se evidencia en  el  caso  bajo estudio, pues no basta que el peticionario se haya escudado en la  carencia  de  defensa  técnica,  cuando  se  pudo  establecer que en el proceso  actuó  bajo  la representación de un abogado, pero no hubo presencia dentro de  las  actuaciones  procesales  que  el  Juzgado  Séptimo  de  Familia de Bogotá  proporcionó  para  su  defensa, quedando eliminada la posibilidad del análisis  previo   de   procedibilidad   fundado   en   circunstancias   excepcionales  de  indefensión.14        

De  igual  manera,  es imperioso recordar la  sentencia  C-543  de  octubre  1°  de  1992,  M.  P.  José Gregorio Hernández  Galindo,  donde  hace  especial  referencia al agotamiento de todos los recursos  necesarios  para  que  la acción de tutela prospere señaló (está en negrilla  en el texto original):   

“La acción de tutela no es, por tanto, un  medio  alternativo, ni menos  adicional  o  complementario  para  alcanzar  el  fin  propuesto.  Tampoco puede  afirmarse    que    sea    el    último  recurso  al  alcance  del  actor, ya que su naturaleza, según la  Constitución,    es    la   de   único  medio  de protección, precisamente incorporado a la Carta con el  fin  de llenar los vacíos que pudiera ofrecer el sistema jurídico para otorgar  a las personas una plena protección de sus derechos esenciales.   

Se comprende, en consecuencia, que cuando se  ha  tenido al alcance un medio judicial ordinario y, más aún, cuando ese medio  se  ha  agotado y se ha adelantado un proceso, no puede pretenderse adicionar al  trámite  ya surtido una acción de tutela, pues al tenor del artículo 86 de la  Constitución,  dicho  mecanismo  es improcedente por la sola existencia de otra  posibilidad  judicial  de  protección,  aún  sin que ella haya culminado en un  pronunciamiento  definitorio  del derecho. Bien puede afirmarse que, tratándose  de  instrumentos dirigidos a la preservación de los derechos, el medio judicial  por   excelencia   es   el   proceso,   tal   como   lo  acreditan  sus  remotos  orígenes.”   

En conclusión, debido a que no se actuó con  diligencia     dentro    del    así    llamado    proceso    de    “trato    y  comunicaciones”  que  ahora  se  ataca,  no  puede  prosperar la acción de tutela, pues el accionante  tuvo  todas  las  oportunidades procesales posibles para discutir y perseguir lo  que ahora pretende.   

Desatendida la subsidiaridad de la acción de  tutela,     de     inocultable     raigambre     constitucional    (“solo  procederá  cuando el afectado no disponga de otro medio de  defensa  judicial”, art. 86 Const.), no hay lugar al  amparo  impetrado  y  lo  que  corresponde  en  esta  revisión  es confirmar la  acertada  sentencia  proferida  el  2  de  julio de 2009 por la Sala Civil de la  Corte  Suprema  de  Justicia, que a su turno confirmó la dictada el 22 de abril  del   mismo   año   por   la   Sala   de   Familia  del  Tribunal  Superior  de  Bogotá.   

Antes  de culminar cabe referir, en cuanto a  la  probabilidad  de consumación de un perjuicio irremediable, que esta Sala de  Revisión  no  lo  columbra a partir de las visitas y la comunicación del niño  con  sus  abuelos  maternos, que por el contrario estima positivas, para que él  conozca  y  disfrute  de  la otra parte de su origen familiar, en circunstancias  cuya  definición  ciertamente  corresponde a la jurisdicción de familia, de no  obtenerse en forma conciliada, como debe ser.   

Por ello, de manera muy considerada la Corte  Constitucional  llama  la  atención  a  Édgar Alfonso Varela Guzmán, padre de  Andrés,  para  que  acepte que el niño tiene derechos que prevalecen sobre los  de  él,  que  debe  avenir  y  articular  con Guillermo Alonso Ávila y Zoraida  Suárez,  sin egoísmo, caprichos ni rencores, precisamente para que entre todos  puedan  hacer  realidad  el  mejor  estar  del  descendiente,  por cuyo interés  superior  deben  velar  y  no arriesgar con la deplorable discordia que agudizan  ante despachos judiciales.   

III.- DECISIÓN  

En  mérito de lo expuesto, la Sala Séptima  de  Revisión  de  la Corte Constitucional, administrando justicia en nombre del  pueblo y por mandato de la Constitución,   

Primero:     CONFIRMAR    la  sentencia de julio 2 de 2009, proferida por la Sala de Casación  Civil  de  la Corte Suprema de Justicia, que confirmó la dictada el 22 de abril  del  mismo año por la Sala de Familia del Tribunal Superior de Bogotá, negando  la  tutela  instaurada  mediante  apoderado  por el señor Édgar Alfonso Varela  Guevara,  en  representación  de  su  hijo menor de edad Andrés Varela Alonso,  contra el Juzgado Séptimo de Familia de Bogotá.   

Segundo:   Por  Secretaría  General, LÍBRESE  la  comunicación  a  que  se  refiere  el  artículo  36  del  Decreto  2591 de  1991.   

Notifíquese,  comuníquese,  publíquese  e  insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional. Cúmplase.   

NILSON PINILLA PINILLA  

Magistrado  

HUMBERTO ANTONIO SIERRA PORTO  

Magistrado  

JORGE IVÁN PALACIO PALACIO  

Magistrado  

MARTHA     VICTORIA    SÁCHICA    DE  MONCALEANO   

Secretaria General    

1   “Artículo  25.  Protección  Judicial   

1.  Toda persona tiene derecho a un recurso  sencillo  y  rápido  o  a  cualquier  otro  recurso  efectivo ante los jueces o  tribunales  competentes,  que  la  ampare  contra  actos que violen sus derechos  fundamentales   reconocidos   por   la  Constitución,  la  ley  o  la  presente  Convención,  aun cuando tal violación sea cometida por personas que actúen en  ejercicio de sus funciones oficiales.   

2.  Los  Estados  Partes  se  comprometen:   

a) a garantizar que la autoridad competente  prevista  por  el  sistema legal del Estado decidirá sobre los derechos de toda  persona que interponga tal recurso;   

b)  a  desarrollar  las  posibilidades  de  recurso judicial, y   

c)  a  garantizar  el cumplimiento, por las  autoridades  competentes,  de  toda decisión en que se haya estimado procedente  el recurso.”   

2 T-209  de marzo 27 de 2009, M. P. Jorge Iván Palacio Palacio.   

3  “Sentencia T-462 de 2003”   

4  “Sentencia T-173/93”   

5  “Sentencia T- 504/00”   

6   “Ver entre otras la reciente T-315/05”   

7  “Sentencia T-008/98 y SU-159/2000”   

8   “Sentencia T-658-98”   

9  “Sentencia T-088-099 y SU-1219-01”   

10  “Corte Constitucional. Sentencia C-543 de 1992.M.P.  José Gregorio Hernández Galindo.”   

11  “Corte   Constitucional.  Sentencia  T-038  de  1997.  M.P.  Hernando  Herrera  Vergara.”    

12  “Corte  Constitucional.  Sentencia  T-116  de 2003.  M.P. Clara Inés Vargas Hernández.”    

13  “Corte  Constitucional.  Sentencia  T-440  de  2003  M.P.  Manuel José Cepeda  Espinosa.  La  Corte  concedió  la  tutela  a  una  entidad  bancaria y algunos  usuarios  de la misma, por considerar que en el trámite de una acción de grupo  la  autoridad  judicial  les desconoció los derechos a la intimidad y al debido  proceso,  al  ordenar  la  remisión  de  varios  documentos  que  implicaban la  revelación  de  datos  privados confiados a una corporación bancaria. Sobre la  procedencia     de     la     tutela    la    Corte    señaló:    ‘(…)  En  segundo  lugar,  la  Corte  también  desestima  la  consideración  según  la  cual  existió una omisión  procesal      por      parte      de      los     usuarios     (…)’.  Dichas  personas  no integraban el  pasivo  del  proceso  de  acción  de  grupo  (…). Por lo tanto, difícilmente  podían  los  ahora  tutelantes  controvertir providencias judiciales que no les  habían  sido  notificadas,  y  que,  por  demás, habían sido proferidas en el  transcurso  de  un proceso judicial de cuya existencia no estaban enterados.”.  “Cfr.  igualmente  las  sentencias T-329 de 1996 MP. José Gregorio Hernández  Galindo y T-567 de 1998 MP. Eduardo Cifuentes Muñoz.”   

14  Cfr. T-329 de 1996,  T-1012 de 1999 y T-955 de 2008.     

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