C-133-09

Sentencias 2009

    Sentencia  C-133-09   

Referencia: expediente D-7385  

Demandante:   Francisco   José   Vergara  Carulla.   

Magistrado Ponente:  

Dr. JAIME ARAÚJO RENTERÍA  

Bogotá,  D.C.,  veinticinco  (25)  de  febrero de dos mil  nueve (2009).   

La  Sala Plena de la Corte Constitucional, en  cumplimiento  de  sus  atribuciones  constitucionales  y  de  los  requisitos  y  trámite   establecidos   en   el   Decreto   2067  de  1991,  ha  proferido  la  siguiente   

S  E  N  T  E  N  C  I  A   

I. ANTECEDENTES  

En  ejercicio  de  la  acción  pública  de  inconstitucionalidad,  el  ciudadano  José Francisco Vergara Carulla, presentó  demanda contra  el artículo 70 de la ley 510  de 1999.   

Mediante  auto  de septiembre  dieciocho  (18)  de  dos  mil  ocho  (2008),  fue  admitida  por  el  Despacho  la  demanda  presentada.   

Así   entonces,  cumplidos  los  trámites  constitucionales  y legales propios de los procesos de inexequibilidad, la Corte  Constitucional    procede    a    decidir   acerca   de   la   demanda   de   la  referencia.   

II. NORMA  DEMANDADA  

A   continuación   se   transcribe   el   texto  de  las  disposiciones  demandadas,  acorde  con  su  publicación  en  el Diario Oficial  No. 43.654 del 4 de agosto de 1999.   

“LEY 510 DE 1999  

EL CONGRESO DE COLOMBIA  

Por  la  cual  se  dictan  disposiciones  en  relación  con  el  sistema  financiero  y  asegurador,  el  mercado público de  valores,  las  Superintendencias  Bancaria  y  de  Valores  y  se  conceden unas  facultades.   

(…)  

ARTICULO  70.  A  los  poseedores de acciones inscritas en el  Registro  Nacional  de  Valores  y en una o más bolsas de valores del país que  durante  un  término  de  veinte  (20)  años  no hayan ejercido ninguno de los  derechos  consagrados en la ley o en los estatutos sociales, la sociedad podrá,  previa  aprobación  de  la  asamblea  de  accionistas,  readquirir sus acciones  consignando  el  precio  que corresponda, de acuerdo con el valor patrimonial de  la  acción  al  último ejercicio contable anterior a la readquisición, en una  partida a disposición del o los accionistas. “   

III. DEMANDA  

El  demandante  afirma  que  la norma acusada  vulnera  los  artículos  29  y  58 de la  Constitución por las siguientes  razones:   

Respecto  de la vulneración del artículo 29  señala  que la norma acusada autoriza a sociedades anónimas inscritas en bolsa  de   valores   de   Colombia   a  apropiarse  de  acciones  por  ellas  emitidas  pertenecientes  a accionistas, bajo el supuesto de que no ejercieron derechos de  socios  durante  20  años,  sin  que  la  norma acusada exija el agotamiento de  procedimiento   alguno   que  les  permita  defenderse.   Nunca  se  pueden  presentar  pruebas, ni controvertir las que se presenten en su contra, si es que  se   presentan,   porque  la  norma  acusada  no  fija  ningún   estándar  probatorio.   

No  existe  tampoco  un juez imparcial, en la  medida  que  la misma sociedad anónima es la que declara el cumplimiento de los  deberes  sociales  por  parte  del socio y la que obtiene los beneficios que tal  declaración  conlleva.     Además  el  hecho de que la sociedad  anónima  inscrita  en bolsa de valores que hace la calificación de la conducta  de  socio,  sea  un  particular,  no  libera  el  procedimiento del artículo 29  constitucional.    

Así  entonces,  la  norma acusada no crea un  procedimiento   con  los  estándares  constitucionales  mínimos  respecto  del  derecho  de  defensa, ni acoge otro procedimiento creado previamente por la ley,  constitucionalmente aceptable, como bien hubiere podido hacerlo.   

En relación con la supuesta vulneración del  artículo  58  constitucional, afirma el demandante que , la norma legal acusada  limita  el  derecho  de  dominio  que  el  socio  tiene  sobre  las  acciones de  sociedades  inscritas  en  bolsas  de valores, al permitir que sea privado de su  propiedad   ,   sin   que   tal   limitación  esté  autorizada  por  la  norma  constitucional  invocada.   Se  indica  que  la  norma  acusada  vulnera la  mencionada  disposición constitucional porque en ella confluyen dos elementos a  saber:  a.   restringe el derecho de dominio y b. esa restricción no está  autorizada por la norma constitucional invocada.   

Así  entonces,  se  señala  que  la  norma  demandada  es  inconstitucional  porque  limita  el derecho de dominio, también  llamado  la  propiedad  privada ( sic ) , en una circunstancia no autorizada por  la  norma  constitucional.  La circunstancia constitucional invocada por el  legislador  para  restringir  el  derecho  a  la  propiedad privada con la norma  demandada  es  el  interés  público.   La necesidad práctica de la norma  legal  fue  identificada  por  el legislador en “ permitir una administración  diligente de la sociedad “ .    

Expresó  por  último  el demandante, que la  administración  diligente  de  la  sociedad,  ni  beneficia necesariamente a la  mayoría   de   los   socios   ni   muchos   menos   coincide  con  el  interés  público.      Así   pues,   la  norma  viola  el  artículo  58  constitucional  por  cuanto limita el derecho de dominio sin que los intereses y  derechos  a  los  que brinda prevalencia sean aquellos superiores a favor de los  cuales  la  norma  constitucional  consagró  las  excepciones  al  derecho a la  propiedad privada.   

IV. INTERVENCIONES  

1.  Intervención de la Universidad Santo  Tomás.   

El ciudadano José Joaquín Castro Rojas   actuando  como  director  del  Consultorio  Jurídico  de  la  Universidad Santo  Tomás,  interviene  en  el  presente  proceso con el propósito de que la Corte  declare   inexequible   la   norma   acusada.    Los   argumentos  son  los  siguientes:   

Se  indica  que  acorde con la jurisprudencia  constitucional  el  debido  proceso  consiste  entre  otras,  que  todo acto que  pretende  imponer  sanciones  respeto  sus postulados.  Así las cosas, las  facultades  otorgadas  a las sociedades comerciales, para readquirir acciones en  los  términos  consagrados  en  la  norma demandada, sin que medie para ello un  juez  de  la  República,  desconocen  el  derecho  al  debido  proceso  de  los  accionistas.   En  efecto,  estas  sociedades  son  personas jurídicas sin  capacidad  jurisdiccional  que  haya sido reconocida por la constitución.   Por  ende,  la  sanción  por  inactividad de los asociados, supera y excede las  atribuciones  permitidas por la carta al ejercicio de los particulares, ello por  cuanto  en  un  Estado  de  Derecho,  solo  a  los jueces compete la facultad de  declarar  o  extinguir  derechos.   Así  entonces,  el  acto jurídico que  autoriza   la   norma   cuestionada,   supera  los  límites  impuestos  por  la  Constitución  a  la actuación de los particulares, por cuanto les confiere, en  la  práctica,  una  atribución  jurisdiccional  no  contemplada  dentro de las  permitidas en el artículo 116 de la normatividad superior.   

2.  Intervención de la Superintendencia  Financiera.   

Patricia  Cárdenas Heredia, en su calidad de  apoderada  judicial de la Superintendencia Financiera de Colombia, interviene en  el  presente  proceso  para  solicitar  que  la Corte declare exequible la norma  demandada.  Los fundamentos son los siguientes:   

Se  afirma que la voluntad del legislador con  la  expedición  de  la  ley  510  de  1999  fue,  entre  otras  principales, la  implementación  de  medidas  e  institutos  que  propendieran  por garantizar y  preservar  el  correcto  funcionamiento del mercado.  La norma demandada se  encuadra   y   es   consecuente   con   dicho   propósito.   Ese  correcto  funcionamiento  del  mercado  de  valores  no  se logra cuando, a la sazón, los  poseedores  de  la  riqueza  mobiliaria  que  se  transan en dicho mercado hacen  dejación    de    sus    derechos   durante   el   extenso   término   de   20  años.      

En  este orden de ideas, con el único fin de  que  el mercado accionario representado en los títulos inscritos en el registro  nacional   de   valores   continúe   siendo  profundo,  productivo,  dinámico,  participativo  y  acompasado  con  el  interés  colectivo,  la  ley 510 de 1999  consagró  que  a  los  accionistas  que  no  ejercieran  sus derechos sobre los  títulos  que  se  negocian  en  este tipo de mercado durante el lapso de tiempo  igual  al  máximo  de la prescripción vigente en las normas civiles, les fuese  compensado  el  valor  real  de aquellas a través de una razonable partida a su  favor.   

Se agrega que contrario a lo expresado por el  demandante,  la  norma  acusada está dotada de un procedimiento específico que  no  puede  dar lugar a equívocos o a interpretaciones distintas de lo señalado  en  el  propio texto del artículo demandado.  La decisión se adopta en el  foro  natural  de decisiones de las sociedades comerciales que no es otro que la  asamblea   general  de  accionistas,  previo  por  supuesto  del  debate  ,  las  disertaciones  , discusiones y oposiciones que en ella pueda formular libremente  los  accionistas previamente convocados a ella.  La decisión de readquirir  no  es  entonces  clandestina,  ni subrepticia, se toma con la participación de  todos  los  socios  y  con  las  mayorías  que el juego democrático societario  prevé  para  el  efecto.   Esa  voluntad  social, que por mayorías decide  readquirir  sus  propias  acciones,  se  ve sujeta, no obstante, a reconocer por  ellas  un  precio  de  adquisición  normativamente  previsto  en el texto ahora  demandado.   

Se  señala  que  en  el  caso  de  la  norma  demandada,  no  hay  una  expropiación  económica,  pues  con  todo  y  que la  readquisición  se  presenta  como  una  sanción  al  accionista  negligente  y  absolutamente  inactivo  en  el  ejercicio  de  sus  derechos,  en  guarda de la  dinámica  del  mercado  y en defensa del interés público en él representado,  se   estable,   aún   así,  un  mas  que  razonable  precio  de  adquisición,  fundamentado  en  el  valor  patrimonial  de  la  acción  al  último ejercicio  contable anterior a la readquisición.   

Ahora bien, es de manifestar que el artículo  70  demandado  remite de manera directa al procedimiento que rige la adopción e  impugnación  de  las  decisiones de la asamblea de accionistas, regulado en los  artículos  190  a 195 del Código de Comercio.  En este orden de ideas, el  cargo  por violación del debido proceso no es procedente, pues no solo es claro  que  la  propia  norma,  como  se  vio,  si  prevé  un  procedimiento, sino que  adicionalmente,  se  ubica  en el contexto jurídico dentro del cual existen, no  una,  sino  varias  posibilidades,  de que el accionista que crea vulnerados sus  derechos, entable las acciones legales correspondientes.   

Se  afirma  que el no ejercicio de su derecho  por  un  lapso  tan  extenso  de 20 años , no permite menos que concluir que no  existe  interés  alguno  por  participar  en  las  decisiones  que afectan a la  sociedad,  inherentes  a  la  movilidad, valor y estado de sus acciones, lo cual  conlleva  a  que  la  sociedad  las readquiera para ejercer la titularidad y los  derechos  de uso, goce y disposición de las mismas, en aras de lograr, un mejor  funcionamiento  de  las  mismas  y por ende, del mercado público de valores y ,  por  contera,  en  defensa  de  los  intereses  públicos que en ese foro están  implícitos.   Como  se  deriva de lo anterior, indica la interviniente, es  evidente  que la norma no vulnera la propiedad privada, ni expropia a su titular  de  tal  derecho  (  no  puede  haber  expropiación  cuando precisamente hay un  título  de  adquisición –  compraventa  –  y un pago  razonable por las acciones).   

Por  último,  no  debe pasarse por alto , se  indica,  que  el artículo 2512 del código civil establece que la prescripción  es  un   modo  de  adquirir  las cosas ajenas o de extinguir las acciones o  derechos  ajenos  por  no  haberse  ejercido  las acciones y derechos durante un  lapso de tiempo y concurriendo los demás requisitos legales.   

3.  Intervención  de  la Bolsa de Valores de  Colombia.   

Alberto  Velandia  Rodríguez, actuando en su  calidad  de  representante  legal de la Bolsa de Valores de Colombia, interviene  en  el  presente  proceso  con  el  fin de solicitar a ésta Corporación que se  declare  la constitucionalidad de la norma acusada.  Los argumentos son los  siguientes:   

Se  indica que el artículo 70 se ajusta a la  Constitución    por  cuanto  la  titularidad  sobre  acciones  tiene  unos  derechos  y  en ese artículo específicamente se establece una carga, por medio  de  la  cual,  en  caso  de  que un accionista no ejerza ninguno de los derechos  sociales, la sociedad podrá, readquirir tales acciones.   

Se  agrega que se puede entender que la norma  demandada  no  desconoce el derecho a la propiedad privada, claramente protegido  por  el  ordenamiento jurídico.  Lo que hace es establecer una carga a los  accionistas  ,  de  las sociedades que se encuentran listadas y que sus acciones  se  negocian  en  bolsa,  que  deben  ejercer  alguno  de sus derechos legales o  aquellos  pactados  estatutariamente,  por  lo  menos una vez cada veinte años,  para  evitar  que  su  condición  de  accionista derive en la de acreedor de la  sociedad.   

El  artículo  70  de la ley en cuestión, se  debe  entender no como una sanción judicial, sino como un mecanismo que permite  la  modificación de un activo por otro, facilitando un manejo más eficiente de  la  sociedad  que  busca  el  fomento  de  la  riqueza como pilar del desarrollo  económico.   Señala  el  interviniente  que los accionistas disidentes de  las  decisiones  o aquellos ausente de las asambleas de accionistas, cuentan con  un  procedimiento especial, que permite la adecuada protección de sus derechos,  para  controvertir  las  decisiones  de  la  misma,  cuando  entiendan que tales  decisiones    no    se   encuentran   ajustadas   a   las   normas   legales   y  estatutarias.   Esa  protección  se  encuentra  recogida  en el código de  comercio  en  el artículo 191 donde se establece un procedimiento especial para  la impugnación de las actas de la asamblea de accionistas.   

4.  Intervención Ciudadana.  

Señala que es la asamblea la competente para  decidir  el  destino de la sociedad, y será el enajenante el que se allane o no  a  la  decisión  de  la mayoría en los términos previstos en la ley.  No  puede  pretenderse  que  la voluntad de una asamblea general quede supeditada al  capricho  del  un accionista, para evitarlo, la ley estableció el mecanismo del  voto.   

Es  evidente  que  si  una  persona  va a ser  privada  de  un  derecho,  por  incumplimiento de obligaciones consagradas en la  ley,  debe  mediar  entre  la  consumación  del  hecho  y  la imposición de la  sanción  o  la medida el debido proceso.  En el presente caso, la sanción  o  la  medida será borrar al accionista del libro de accionistas de la sociedad  y en su lugar inscribir el nombre de la respectiva sociedad.   

La   circunstancia   fácil,   señala   el  interviniente,  es  aquella en la cual el accionista se allane a la decisión de  la  asamblea general y en ese caso la enajenación se hará en la forma indicada  para  la  colocación  de  acciones  en  reserva,  como  lo indica el Código de  comercio.   La  circunstancia  contenciosa,  en la cual el accionista no se  allana  a  la  decisión  de  la  asamblea general y debe procederse a hacer una  readquisición  forzosa,  caso  en el cual la ley previó el procedimiento de la  consignación.   

5. Intervención Ciudadana.  

El  ciudadano  Carlos  F.  Remolina  Botia,  interviene  en  el  presente  proceso  de  constitucionalidad, con el fin de que  ésta  Corporación  se  declare  inhibida  para  pronunciarse  respecto  de  la  presente  demanda  por  cuanto se presenta el fenómeno de la carencia actual de  objeto  por  haberse  configurado  la  derogación  tácita  de  la   norma  atacada.  Los argumentos son los siguientes:   

Se  señala que el artículo 70 de la ley 510  de  1999  fue  derogado  tácitamente por el artículo 42 de la ley 964 de 2005,  razón  por  la  cual  esta  demanda  de inconstitucionalidad deviene carente de  objeto  formal  y  material  sobre  el  cual  la  Corte  pudiere pronunciarse de  fondo.   En  efecto, la ley 510 de 1999 fue modificada y derogada en muchos  de  sus artículos por la ley 964 de 2005.  Así las cosas, la disposición  contenida  en  el  artículo 42 de la ley 964 de 2005 regula en su integridad la  materia  de  que se ocupaba el artículo 70 de la ley 510 de 1999, estableciendo  un  procedimiento  general  y  diferente  al cual deben someterse las sociedades  inscritas    entratándose    de    la    readquisición    de    sus    propias  acciones.   

Afirma  el  interviniente que de tal magnitud  fue  el  cambio de legislación que por ejemplo, en el artículo 70 demandado se  establecía   que   el   precio   de  readquisición  correspondería  al  valor  patrimonial  de  la  acción  al  último ejercicio contable anterior, mecanismo  valuativo  totalmente diferente al señalado en el artículo 42 de la ley 964 de  2005  que  determinó que el precio se fijaría con base en un estudio realizado  de  conformidad  con procedimientos reconocidos técnicamente.  Siendo así  lo  anterior,  en  los  términos del artículo 71 del Código Civil es evidente  que  el  contenido  del  artículo  42  señalado  no  puede  conciliarse con la  disposición  del  artículo  70  en  cuestión y por lo tanto, se configuró la  derogatoria tácita de la norma demandada.   

Así  las cosas, indica el interviniente, que  con  base  en  reiterados pronunciamientos de la corte Constitucional, cuando se  presenta  la  derogatoria  tácita  de la norma demandada, la decisión no puede  ser   otra   que   la   declaración   inhibitoria   por   carencia   actual  de  objeto.   

V.  CONCEPTO  DEL  PROCURADOR  GENERAL  DE LA  NACION   

Mediante el Concepto No. 4649  presentado  el  siete  (7)  de  Noviembre    de  2008, el Procurador General de la  Nación,  Doctor  Edgardo  José  Maya  Villazón,  solicita  a  la Corte que se  declare  inexequible el artículo 70 de la ley 510 de 1999.  Los argumentos  que expone son los siguientes:   

“3.          La  garantía  del  derecho de propiedad  privada  exige  que  decisiones  unilaterales  que  recaigan sobre la misma y la  comprometan  se ajusten a las limitantes constitucionales y estén amparadas por  el  debido  proceso que permita el derecho a la defensa de quienes puedan perder  el dominio de la misma ante tales decisiones unilaterales.   

3.1.           Para resolver el problema de vulneración  del  derecho de propiedad y el debido proceso ante situaciones de readquisición  unilateral  de la misma en materia de acciones de sociedades anónimas inscritas  en  bolsa  cuando  sus  poseedores  no  han  ejercido ningún derecho durante 20  años,  se  analizará  la  naturaleza  de  ese  derecho y la procedencia de sus  limitaciones constitucionales.   

3.2.           El  derecho de dominio o propiedad es el  consistente  en  poder  usar,  gozar  y  disponer  de un bien de modo exclusivo,  mientras  no  vaya  contra la Constitución, la ley o derecho ajeno. A partir de  esta  definición,  en  un sistema de libertades, la propiedad se garantiza como  una  de  las  expresiones fundamentales del mismo, especialmente para garantizar  la  convivencia  pacífica  y  la  existencia  de  un orden justo (Constitución  Política, artículo 2).   

Por eso en Colombia se garantizan la propiedad  privada  y  los  demás derechos adquiridos con arreglo a las leyes civiles, los  cuales  no  pueden  ser  desconocidos ni vulnerados por leyes posteriores. Sólo  cuando  de  la  aplicación  de  una  ley expedida por  motivos   de   utilidad  pública  o  interés  social  resulten  en  conflicto  los  derechos  de  los  particulares  con  la necesidad  reconocida   por   la   norma,  el  interés  privado  debe  ceder  al  interés  público  o social (Ibídem,  artículo 58).   

3.3.           El  artículo  70  de la Ley 510 de 1999  establece  una  readquisición  unilateral  de  acciones de sociedades anónimas  inscritas  en bolsa, por parte de la persona jurídica, cuando los poseedores de  las  mismas no hayan ejercido ninguno de los derechos consagrados en la ley o en  los   estatutos.   Esto  requiere  la  previa  aprobación  de  la  asamblea  de  accionistas,  y  el precio a pagar es el que corresponda al valor patrimonial de  cada  acción  al  último  ejercicio  contable  anterior  a  la readquisición.   

Esta medida, en los términos establecidos por  el  legislador,  compromete  la  garantía  del  derecho  de  propiedad  de  los  propietarios  a  quienes  se  les  compren  unilateralmente  las mismas, por las  siguientes razones:   

3.3.1.          Se  trata de una decisión unilateral de  readquisición  que  no  tiene ninguna justificación desde el punto de vista de  la  utilidad  pública  o  del  interés  social,  ya  que la medida sólo está  encaminada  a  tener  efectos  al  interior de las sociedades y de sus intereses  particulares   pero  sin  ninguna  trascendencia  directa  y  generalizada  para  beneficiar  el  interés general de la población (participación de todos en la  economía y sus beneficios).   

En  ese  sentido, no es claro si la medida es  para  socios minoritarios o mayoritarios, pensando en que se trate de solucionar  problemas  de gobernabilidad al interior de las personar morales. La experiencia  indica  que  los  socios  mayoritarios  fincan  su expectativa de ganancia en el  éxito  de  la  empresa,  mientras  que  los socios minoritarios tienden a tener  interés  en  los  dividendos  de  cada  ejercicio,  por  lo  que  los  primeros  siempre   ejercen   sus  derechos, mientras que algunos de los segundos no.   

En ese sentido, se trata de una medida que es  contraria  a  la  garantía  de  la  propiedad  privada en cuanto que permite la  expropiación    privada  accionaria,  especialmente  de los socios minoritarios, mediante la decisión de  la  asamblea  de  los accionistas (los socios mayoritarios). En nuestro país la  expropiación  NO  le  está  permitida  a  los particulares; sólo al Estado de  manera  excepcional  por  razones  de  utilidad  pública  o  de interés social  expresamente  definidos  por  el legislador, para lo cual se deben consultar los  intereses  de  la comunidad y del afectado,  lo que incluye el precio que se debe pagar por el bien (un debido  proceso para ello).   

3.3.2.          Lo  anterior se hace más evidente en lo  relacionado  con  el  precio  que estableció el legislador para la adquisición  unilateral  de  tales acciones, puesto que el valor patrimonial de la acción en  el  último  ejercicio  contable  puede resultar enormemente desfasado frente el  valor  comercial  de  la  acción,  bien sea en el momento de la compra o en las  expectativas  futuras que se tengan sobre el precio de la misma. Fácilmente, en  un  momento  dado, el precio en bolsa de una acción puede ser diez o más veces  mayor que el valor contable de la misma.   

Esas expectativas tan elevadas de ganancia son  las  que realmente motivarían las compras unilaterales de acciones inscritas en  bolsa,  máxime  los  fenómenos especulativos que, en veces, suelen presentarse  en   este   tipo   de  negocios.  Eso  se  puede  constituir  en  una  verdadera  confiscación  de  la  propiedad  accionaria  en  contra  de la garantía que le  asiste  a  todo  poseedor  de  acciones,  lo  cual  está  prohibido en Colombia  (ibídem, artículo 34).   

En estos casos, si se quiere adquirir acciones  de   quien   no  quiere  venderlas  el  camino  es  hacerle  ofertas  de  compra  irrehusables (precios que superan el valor comercial con creces).   

3.3.3.          Por último, la garantía de la propiedad  privada  de  los  accionistas  se ve comprometida en cuanto que el legislador no  estableció  un  debido  proceso que el permita al accionista cuyas acciones son  objeto  de readquisición defender su derecho de propiedad frente a la decisión  que  al  respecto tome la asamblea de accionistas. Es decir, este comportamiento  unilateral  permitiría tanto a la junta de accionistas como a la misma sociedad  hacer  una  interpretación  de lo que se entiende como no ejercicio de derechos  por  parte  del accionista, no sujeta a ningún tipo de control, lo cual aumenta  el  riesgo  de  expropiación  o  confiscación  de  la  propiedad accionaria ya  referida.   

3.4.           Por  tanto,  habiendo  observado  que la  manera  como  el legislador aprobó el mecanismo de readquisición unilateral de  acciones  inscritas  en  bolsa,  por parte de la sociedad, cuando el poseedor de  las  mismas  no  ha  ejercido  ningún  derecho  durante  los últimos 20 años,  vulneró  la  garantía  que  el  Estado  debe dar a su derecho de propiedad, la  Vista Fiscal solicitará la inexequibilidad del mismo.   

4.           Conclusión   

Por  lo  expuesto,  el  Ministerio  Público  solicita     a     la     Corte     Constitucional     declarar     INEXEQUIBLE  el artículo 70 de la Ley 510  de 1999.”   

VI.  CONSIDERACIONES  Y  FUNDAMENTOS  DE  LA  CORTE   

1. Competencia  

Esta  corporación es competente para decidir  sobre  la  constitucionalidad  de  la  norma  acusada,  de  conformidad  con  lo  dispuesto  en el artículo 241, Num. 4, de la Constitución, por estar contenida  en una ley.   

2.   Afirma el demandante que se vulnera  el  artículo  29 de la Constitución por cuanto  la norma acusada autoriza  a  sociedades  anónimas  inscritas en bolsa de valores de Colombia a apropiarse  de  acciones  por  ellas emitidas pertenecientes a accionistas, bajo el supuesto  de  que  no  ejercieron  derechos  de  socios  durante  20  años,  sin  que  la  norma   exija  el  agotamiento  de  procedimiento  alguno  que  les permita  defenderse.   Nunca se pueden presentar pruebas, ni controvertir las que se  presenten  en su contra, si es que se presentan, porque la norma acusada no fija  ningún  estándar probatorio.   

Agrega   que  no  existe  tampoco  un  juez  imparcial,  en  la  medida  que  la misma sociedad anónima es la que declara el  incumplimiento  de los deberes sociales por parte del socio y la que obtiene los  beneficios  que tal declaración conlleva.    Además el hecho de  que  la sociedad anónima inscrita en bolsa de valores que hace la calificación  de  la  conducta  de  socio,  sea  un particular, no libera el procedimiento del  artículo 29 constitucional.    

Así  entonces,  se  señala  que  la  norma  demandada  es  inconstitucional  porque  limita  el derecho de dominio, también  llamado  la propiedad privada ( sic ), en una circunstancia no autorizada por la  norma  constitucional.   La  circunstancia  constitucional  invocada por el  legislador  para  restringir  el  derecho  a  la  propiedad privada con la norma  demandada  es  el  interés  público.   La necesidad práctica de la norma  legal  fue  identificada  por  el legislador en “ permitir una administración  diligente de la sociedad “.    

Expresó  por  último  el demandante, que la  administración  diligente  de  la  sociedad,  ni  beneficia necesariamente a la  mayoría   de   los   socios   ni   muchos   menos   coincide  con  el  interés  público.      Así   pues,   la  norma  viola  el  artículo  58  constitucional  por  cuanto limita el derecho de dominio sin que los intereses y  derechos  a  los  que brinda prevalencia sean aquellos superiores a favor de los  cuales  la  norma  constitucional  consagró  las  excepciones  al  derecho a la  propiedad privada.   

3.  De  un  lado,   la  intervención en  nombre  de la Universidad Santo Tomás indica que las facultades otorgadas a las  sociedades  comerciales,  para  readquirir acciones en los términos consagrados  en  la  norma  demandada,  sin  que  medie  para  ello un juez de la República,  desconocen  el  derecho al debido proceso de los accionistas, lo que hace que la  norma sea inconstitucional.   

De  otro  lado,  las  intervenciones  de  la  Superintendencia  Financiera, de la Bolsa de Valores de Colombia y del ciudadano  Moreno  Parada, solicitan que la norma se declare exequible, en esencia bajo los  siguientes  argumentos:   Se afirma que con el único fin de que el mercado  accionario  representado  en  los  títulos inscritos en el registro nacional de  valores  continúe  siendo  profundo,  productivo,  dinámico,  participativo  y  acompasado  con  el  interés  colectivo, la ley 510 de 1999 consagró que a los  accionistas  que  no  ejercieran sus derechos sobre los títulos que se negocian  en  este  tipo  de  mercado  durante  el  lapso de tiempo igual al máximo de la  prescripción  vigente en las normas civiles, les fuese compensado el valor real  de  aquellas  a través de una razonable partida a su favor.  Se agrega que  no  hay  una  expropiación económica, pues con todo y que la readquisición se  presenta  como una sanción al accionista negligente y absolutamente inactivo en  el  ejercicio  de  sus  derechos,  en  guarda  de  la dinámica del mercado y en  defensa  del  interés público en él representado, se establece, aún así, un  mas  que  razonable precio de adquisición, fundamentado en el valor patrimonial  de  la  acción  al  último ejercicio contable anterior a la readquisición. Se  indica,  que  el artículo 2512 del código civil establece que la prescripción  es  un   modo  de  adquirir  las cosas ajenas o de extinguir las acciones o  derechos  ajenos  por  no  haberse  ejercido  las acciones y derechos durante un  lapso de tiempo y concurriendo los demás requisitos legales.   

Se manifiesta que la norma acusada lo que hace  es  establecer  una carga a los accionistas, de las sociedades que se encuentran  listadas  y  que  sus acciones se negocian en bolsa, que deben ejercer alguno de  sus  derechos legales o aquellos pactados estatutariamente, por lo menos una vez  cada  veinte  años, para evitar que su condición de accionista derive en la de  acreedor  de  la  sociedad.  Finalmente  se  afirma  que si una persona va a ser  privada  de  un  derecho,  por  incumplimiento de obligaciones consagradas en la  ley,  debe  mediar  entre  la  consumación  del  hecho  y  la imposición de la  sanción  o  la medida el debido proceso.  En el presente caso, la sanción  o  la  medida será borrar al accionista del libro de accionistas de la sociedad  y en su lugar inscribir el nombre de la respectiva sociedad.   

Por último,  el ciudadano  Remolina  Botia  solicita a la Corte que se inhiba para emitir un pronunciamiento de fondo  por  cuanto,  según  él,  el  artículo  70 de la ley 510 de 1999 fue derogado  tácitamente  por el artículo 42 de la ley 964 de 2005, razón por la cual esta  demanda  de  inconstitucionalidad  deviene  carente  de objeto formal y material  sobre el cual la Corte pudiere pronunciarse de fondo.   

4. El Ministerio Público al momento de rendir  su  concepto  solicita que la Corte Constitucional declare la inexequibilidad de  la  norma  acusada.   Los  argumentos  se  centran  esencialmente en que la  garantía  de  la  propiedad  privada  de  los accionistas se ve comprometida en  cuanto  que  el  legislador  no  estableció un debido proceso que el permita al  accionista  cuyas  acciones  son objeto de readquisición defender su derecho de  propiedad   frente   a  la  decisión  que  al  respecto  tome  la  asamblea  de  accionistas.  Es  decir,  este  comportamiento unilateral permitiría tanto a la  junta  de  accionistas  como a la misma sociedad hacer una interpretación de lo  que  se  entiende  como  no  ejercicio  de derechos por parte del accionista, no  sujeta  a  ningún tipo de control, lo cual aumenta el riesgo de expropiación o  confiscación de la propiedad accionaria ya referida.   

Agregó  que  se  trata  de una medida que es  contraria  a  la  garantía  de  la  propiedad  privada en cuanto que permite la  expropiación  privada  accionaria,  especialmente  de  los socios minoritarios,  mediante   la   decisión   de  la  asamblea  de  los  accionistas  (los  socios  mayoritarios).  En  nuestro  país  la expropiación NO le está permitida a los  particulares;  sólo  al  Estado  de  manera excepcional por razones de utilidad  pública  o de interés social expresamente definidos por el legislador, para lo  cual  se  deben  consultar  los intereses de la comunidad y del afectado, lo que  incluye  el  precio que se debe pagar por el bien (un debido proceso para ello).   

Problema    Jurídico   y   Esquema   de  Solución.   

5.  Corresponde a esta Corte establecer –  como  problema jurídico central – ¿ Si al permitir la  norma  acusada  que  a  los  poseedores  de  acciones  inscritas  en el Registro  Nacional  de  Valores y en una o más bolsas de valores del país que durante un  término  de  20  años no hayan ejercido ninguno de los derechos consagrados en  la  ley  o en los estatutos sociales; la sociedad pueda previa aprobación de la  asamblea  de  accionistas,  readquirir  sus  acciones  consignado  el precio que  corresponda,  de acuerdo al valor patrimonial de la acción al último ejercicio  contable  anterior a la readquisición , en una partida a disposición del o los  accionistas;  se  les  está  violando  el  derecho  a la propiedad privada y al  debido proceso?    

6.   Así  las  cosas,  para resolver el  problema    jurídico    planteado    esta   Corte   analizará   (i)  el  derecho  de propiedad privada y sus  límites   constitucionales,   así   como  el  derecho  fundamental  al  debido  proceso;    (ii)  las  generalidades  del  Mercado Público de Valores y la propiedad accionaria,   (iii)  para  posteriormente  analizar el Caso concreto.   

i. La Propiedad Privada.  

7.  La Constitución de 1991 estableció  unos   parámetros   nuevos   según   los   cuales  debía  guiarse  el  Estado  Colombiano.   Así entonces, el modelo de Estado Social de Derecho influyó  todo  el  ordenamiento jurídico y se convirtió en mecanismo de interpretación  ineludible  – respeto por  la  dignidad  humana  y democracia pluralista-.  Una de las determinaciones  fundantes  de  la Constitución de 1991 fue establecer la prioridad del interés  general  sobre  cualquier  interés  privado,  siempre  y cuando no se vulnerara  ningún derecho fundamental.   

En  consecuencia,  y acorde con los fines del  Estado1,  cualquier  interés  sea  público  o  privado,  debe servir a la  comunidad,  promover  la  prosperidad  general, garantizar la efectividad de los  principios,  derechos  y  deberes  consagrados en la Constitución; facilitar la  participación  de  todos  en  las  decisiones  que  los  afectan  y  en la vida  económica,   política,   administrativa   y  cultural  de  la  nación,  entre  otras.    

De su parte, las autoridades de la República  tienen  un  deber constitucional con    los intereses privados de  las  personas  residentes  en  Colombia,  el  cual se circunscribe a proteger su  vida,       honra,       bienes,      creencias  y  demás  derechos  y libertades.  En este orden de  ideas,  el  Estado  Social de Derecho garantiza y protege la propiedad privada (  bienes  )  de instrumentos y  medios de producción.   

Así  las  cosas,  el  ordenamiento jurídico  Colombiano  desarrolla   tanto  desde el punto de vista constitucional ( i)  como  legal  (  ii) uno de los derechos en cabeza de la persona, que interesa de  manera   especial  en  ésta  providencia,   esto  es  el  de  propiedad privada.   

8.   Pues  bien,   la Constitución  Política  de  1991  estableció  dentro  de los derechos, garantía y deberes (  Título    II    Constitucional    )   la   propiedad   privada   como   derecho  constitucional.    Por  consiguiente,  las  disposiciones  constitucionales  regulan  y  desarrollan  lo atinente a éste derecho y a todos aquellos derechos  adquiridos  con arreglo a las leyes civiles, siempre entendiendo que el interés  privado   debe   ceder   ante   el   interés   público  o  social.2    

La  propia  Constitución  señala  que  la  propiedad    privada    debe   cumplir   una   función   social   que   implica  obligaciones.      Indica    igualmente,    la   procedencia   de   la  expropiación   (Arts.  58  y  59),  la  promoción estatal del acceso a la  propiedad     (Art.60),     la    protección    de    la    propiedad  intelectual   (Art.  61),  la  imposibilidad  de  variar  el destino de las  donaciones    (Art.    62),    la    inalienabilidad,    imprescriptibilidad   e  inembargabilidad  de  los bienes de uso público  (Art. 63) y la promoción  del acceso progresivo a la propiedad de la tierra (Art. 64).   

Es de resaltar, que de manera específica, la  norma   superior  indica  que  por  sentencia  judicial  se  puede  declarar  la  extinción   del   dominio  sobre  bienes  adquiridos  mediante  enriquecimiento  ilícito,  en  perjuicio  del  tesoro público o con grave deterioro de la moral  social.   La  misma  norma  y  de  manera  expresa,  prohíbe  como pena la  confiscación.3   

Se  indica  igualmente,  que  sobre las cosas  incorporales   hay  también  una  especie  de  propiedad.   Por  ende,  el  usufructuario  tiene  la  propiedad  de  su  derecho  de  usufructo.5  Así las  cosas,   para   alcanzar   la  propiedad  mencionada  en  el  Código Civil y protegida de manera especial por  la  Constitución,  se  han destacado unos modos para adquirir el dominio, estos  son:  La  ocupación,  la  accesión,  la  tradición,  la    sucesión   por   causa   de   muerte   y   la  prescripción.6   

Es  de  agregar,  que  una  serie  de  normas  nacionales  e  internacionales  protegen  la  propiedad; algunas de ellas son la  Declaración  Universal  de  Derechos del Hombre, artículo 17 , expedida por la  ONU;  el  artículo  21  de  la  Convención  Americana  sobre Derechos Humanos,  además  de  los  Códigos  penales,  comerciales, de minas , petróleos , entre  otros.   

10.  La doctrina jurídica ha considerado que  el  derecho  de propiedad comprende tres elementos, que son el uso (usus),  el  goce  o  disfrute (fructus)   y   la   disposición.   Esta  Corporación   señaló   a  través  de  la  Sentencia  C-  189  de  2006,  las  características   del   derecho   de   propiedad   privada   de   la  siguiente  manera:   

“               Al  derecho  de  propiedad  se  le  atribuyen  varias  características,  entre  las  cuales, se pueden destacar las siguientes: (i) Es  un    derecho    pleno  porque le confiere a su titular un conjunto amplio de  atribuciones  que  puede ejercer autónomamente dentro de los límites impuestos  por  el  ordenamiento  jurídico  y los derechos ajenos; (ii) Es un derecho     exclusivo    en  la  medida  en  que,  por  regla  general, el propietario puede  oponerse  a  la  intromisión  de un tercero en su ejercicio; (iii) Es  un  derecho  perpetuo  en cuanto dura mientras persista el bien  sobre  el cual se incorpora el dominio, y además, no se extingue -en principio-  por   su  falta  de  uso;  (iv)  Es  un  derecho     autónomo    al  no  depender  su  existencia  de  la  continuidad de un derecho  principal;  (v)  Es un derecho irrevocable,  en  el  sentido  de  reconocer  que su extinción o transmisión  depende  por  lo  general  de  la  propia  voluntad de su propietario y no de la  realización  de  una  causa  extraña  o  del  solo  querer  de  un  tercero, y  finalmente;   (vi)  Es  un  derecho  real  teniendo  en  cuenta  que  se  trata de un poder jurídico que se  otorga  sobre  una cosa, con el deber correlativo de ser respetado por todas las  personas.   

                   En   cuanto   a   sus  atribuciones,  las  mismas  persisten  desde  el  derecho  romano7  y  se resumen en los actos materiales y jurídicos que permiten a  su  titular  el  aprovechamiento  de  su  derecho, en concreto, a través de los  beneficios  del  uso,  el  fruto  y  la  disposición.  En  cuanto  al  primero,  reconocido    como    el    ius   utendi,  se  limita  a consagrar la facultad que le asiste al propietario  de  servirse de la cosa y de aprovecharse de los servicios que pueda rendir. Por  su  parte,  el  segundo,  que  recibe el nombre de ius  fruendi  o  fructus,  se manifiesta en la posibilidad  del  dueño  de  recoger  todos  los  productos  que  acceden o se derivan de su  explotación.   Finalmente,   el   tercero,   que   se   denomina   ius    abutendi,    consiste   en   el  reconocimiento  de  todas  aquellas facultades jurídicas que se pueden realizar  por  el  propietario  y  que se traducen en actos de disposición o enajenación  sobre la titularidad del bien.” ( Negrilla expresa )   

Así  las cosas, la propiedad privada ha sido  reconocida    por    la    Corte    Constitucional   como   un   “derecho  subjetivo  al que le son inherentes unas funciones sociales  y   ecológicas,   dirigidas  a  asegurar  el  cumplimiento  de  varios  deberes  constitucionales,  entre  los  cuales,  se  destacan  la  protección  del medio  ambiente,  la salvaguarda de los derechos ajenos y la promoción de la justicia,  la  equidad  y el interés general como manifestaciones fundamentales del Estado  Social  de Derecho (C.P. arts 1° y 95, nums, 1 y 8)8.   De  manera  que  el  mismo  ordenamiento  jurídico  a la vez que se encuentra comprometido con el respeto a  su  núcleo esencial, debe adoptar medidas que permitan asegurar el logro de las  citadas  funciones,  lo  que conduce -en últimas- a consolidar los derechos del  propietario  con  las  necesidades de la colectividad, debidamente fundamentadas  en        el        Texto        Superior.”9   

Respecto  del núcleo esencial del derecho a  la  propiedad  privada  ,  esta Corporación señaló en la Sentencia mencionada  supra que :   

“        …  en   las   sentencias   T-427   de  199810,  T-554  de  199811,       C-204      de     200112,  T-746 de 200113,  C-491 de  200214      y      C-1172     de     200415,   ha  reconocido  que  el  núcleo  esencial  del derecho a la propiedad privada lo constituye el   nivel  mínimo  de  ejercicio  de  los  atributos  de  goce  y  disposición,  que  produzcan utilidad económica en su titular. Así lo sostuvo  inicialmente  en  la  citada sentencia T-427 de 199816,   al   manifestar   que:   

         “En  ese  orden  de ideas y reivindicando el concepto de la función  social,  el  legislador  le  puede  imponer   al  propietario  una serie de  restricciones   a  su derecho de dominio en aras de la preservación de los  intereses  sociales,  respetando  sin  embargo,  el  núcleo  del derecho en sí  mismo,   relativo  al  nivel  mínimo de goce y disposición de un bien que  permita  a su titular obtener utilidad económica en términos de valor de uso o  de  valor  de  cambio  que justifiquen la presencia de un interés privado en la  propiedad”.   

              La      misma  posición   jurisprudencial   fue   reiterada   en   las   sentencias  T-554  de  199817      y      C-204      de     200118.  En  este último caso, al  declarar  exequible el artículo 2529 del Código Civil que exige al poseedor de  un  bien  cuyo  propietario  resida en el extranjero, el doble del tiempo que se  impone  al  poseedor  cuyo  dueño  habita  en  el  territorio  colombiano, para  adquirir  por  prescripción. En relación con el núcleo esencial del derecho a  la propiedad privada, la Corte señaló:    

         “De  otro  lado,  sí  el legislador puede imponer restricciones al derecho de  dominio,   también   puede  condicionar  el  acceso  a  él  por  prescripción  señalando  distintos  periodos  de  tiempo para ello, sin que de ninguna manera  desconozca  el  núcleo esencial del derecho a la propiedad, porque el  mínimo  de  goce  y  disposición de un bien se mantiene, aún  cuando   el  titular  no  los  ejerza.   Tampoco  resultan  afectados  los  derechos  del poseedor, ya que las facultades de uso y  goce  con ánimo de señor y dueño se mantienen, pero nunca la de disposición,  de  la  cual  tan solo existe una mera expectativa.  En estos términos, la  Corte  considera  que la norma acusada no resulta desproporcionada en detrimento  del  poseedor,  porque  sus  derechos quedan siempre a salvo, y que en cambio si  permite   compensar   la   situación   del  propietario  ausente”19.   

          En  idéntico  sentido,  este  Tribunal  se  pronunció  en  las sentencias T-746 de  200120      y      C-491      de     200221.    En    esta    última  oportunidad,  el fallo de esta Corporación se originó en una demanda ciudadana  impetrada  contra  el  artículo 217 del Decreto 1355 de 1970, que establece que  los  alcaldes  pueden  imponer una construcción de obra, cuando los muros de un  antejardín  o  los  frentes  de  una  casa  se  encuentran  en  mal  estado  de  conservación  o  de presentación. En criterio de la Corte, dichas atribuciones  no  vulneran  el  núcleo  esencial del derecho a la propiedad privada, salvo la  correspondiente  al  mal estado de presentación, la cual tan sólo se ajusta al  Texto  Constitucional,  en  el  entendido  que  para  su  ejercicio  el  alcalde  “debe  ceñirse exclusivamente a las normas que, en  materia  urbanística,  o de conservación del patrimonio cultural o histórico,  establezcan  los  parámetros  estéticos  o  de presentación que deben cumplir  dichas                edificaciones”22.   

          Finalmente,  en      sentencia      C-1172      de      200423,  al  declarar exequible el  artículo  723  del  Código  Civil, que reconoce la extinción del derecho a la  propiedad  privada  por la inundación de una heredad por un término superior a  diez  años,  esta Corporación manifestó -en relación con el núcleo esencial  del  citado  derecho-  que  el  mismo  se  constituye  por el mínimo espacio de  libertad  para  que las personas puedan usar y disponer libremente de sus bienes  dentro        del        marco       jurídico24.     

          9.   En  virtud  de lo anterior, es claro que si  bien  los  atributos  del  derecho  a  la propiedad privada pueden ser objeto de  limitación  o  restricción,  en  aras  de cumplir con las funciones sociales y  ecológicas  que reconoce la Constitución Política, no por ello puede llegarse  al  extremo  de  lesionar  su núcleo esencial que se manifiesta en el   nivel  mínimo  de  ejercicio  de  los  atributos  de  goce  y  disposición, que produzcan utilidad económica en su titular.   

            En  cuanto  se  refiere  al  atributo  de la libre disposición o enajenación de los bienes  (ius  abutendi),  independientemente  de  que  ya  no  exista  en  la actual Carta  Política,   una   cláusula   como  la  prevista  en  el  artículo  37  de  la  Constitución  de  1886  que establecía: “No habrá  en  Colombia  bienes  raíces  que  no  sean de libre  enajenación          ni         obligaciones  irredimibles”25;  lo  cierto es que como lo  ha  reconocido  esta  Corporación, la regla general es que dicha atribución al  constituir  una  de  las  expresiones  inherentes  al ejercicio del derecho a la  propiedad   privada,  no  puede  ser  objeto  de  restricciones  irrazonables  o  desproporcionadas,   que   se  traduzcan  en  el  desconocimiento  del  interés  legítimo  que le asiste al propietario de obtener una utilidad económica sobre  los  mismos,  tal  y como se deduce de la protección de su núcleo esencial, en  los términos jurisprudenciales previamente expuestos.”    

Limites  constitucionales  de  la  propiedad  privada.   

11.      El    artículo    58  constitucional  indica  que  se  garantiza  la  propiedad  privada,  no obstante  señala  que  cuando  de  la  aplicación  de  una ley expedida por motivos    de    utilidad   pública   o  interés  social, resultaren  en  conflicto  los  derechos  de  los  particulares  con  la  necesidad por ella  reconocida,   el   interés   privado  deberá  ceder  al  interés  público  o  social.    

Este  primer  límite   de la propiedad  privada,    referente   a   la   utilidad   pública  o   al   interés  social  exige   que   exista   una  ley  previa  que defina los  motivos  de  utilidad  pública o de interés social.  No basta simplemente  con   alegar   dichas   motivos,   sino  que  por  exigencia  constitucional  es  indispensable  que quien establezca los motivos ya referidos sea el legislador a  través de una ley de la República.   

12.   El mismo artículo constitucional  expresa  que  la propiedad es una función  social  que   implica   obligaciones.   Como  tal  le  es  inherente  una  función  ecológica.   

La  función  social  de  la  propiedad  se  estableció  en  Colombia  mediante el artículo 10 de la reforma constitucional  de  1936.   En  la  Constitución  de 1991 se señaló que la propiedad sea  privada  o  estatal;   individual  o  colectiva,  no  puede  concebirse  ni  desarrollarse  bajo  el  exclusivo marco de sus titulares. Específicamente y en  relación   con   la   función   social   de  la  propiedad  esta  Corporación  manifestó:   

“Por   el  contrario,  el  carácter  trascendente  de la propiedad se pone de manifiesto a  partir  del  Preámbulo  de  la  Constitución,  pues,  ¿cómo asegurarle a los  integrantes  de la Nación, la vida, la convivencia, el trabajo, la justicia, la  igualdad,  el  conocimiento, la libertad y la paz, al amparo de unas condiciones  de  existencia desprovistas de la titularidad y goce de bienes materiales?   Por  esto mismo, la propiedad, en su sentido individual y social está llamada a  jugar  un  rol  definitorio  en  las  relaciones de la familia, la sociedad y el  Estado,  a  través  de  expresiones  tales  como  el  derecho  al trabajo, a la  vivienda,  a la salud y la seguridad social, a la educación, a la recreación y  la  cultura,  y por tanto, a la vida en condiciones dignas.  La propiedad y  las   decisiones  que  sobre  ella  se  tomen,  tienen  efectos  individuales  y  colectivos  que no pueden ser desconocidos por nuestro Estado Social de Derecho,  especialmente  en  la  perspectiva  de  su  función  de  servir a la comunidad,  promover  la  prosperidad general y garantizar la efectividad de los principios,  derechos y deberes de estirpe constitucional.   

A  la  luz de la Constitución la propiedad  está     llamada     a     realizar    su    función    social    –fundamentalmente-  a  través  de  un  proceso   dinámico   que   abarca  tanto  los  fenómenos  de  la  producción,  circulación,  distribución,  utilización  y  consumo  de  los bienes, como la  prestación de servicios públicos y privados.    

De  allí  que  cuando  un  bien se subsuma  dentro  de  alguna  de las hipótesis de una ley expedida por motivo de utilidad  pública  o  interés  social, podrá haber expropiación del mismo a través de  sentencia  judicial e indemnización previa, para cuya fijación se consultarán  los  intereses  de la comunidad y del afectado.  En los casos que determine  el    legislador,    dicha    expropiación    podrá   adelantarse   por   vía  administrativa.   Vale  decir,  en  primer  término  los  titulares  de la  propiedad  deben  colaborar  con  la  materialización de su función social, de  manera  voluntaria, para lo cual no basta el predicado deontológico del segundo  inciso  del  artículo  58  superior,  pues,  considerando  que  la  voluntad se  manifiesta  en  razón  de algún interés, en el plano práctico éste adquiere  fisonomía  merced  a los estímulos, beneficios y ventajas de todo orden que el  Estado tenga a bien dispensarle a las personas, (…)   

En segunda instancia, la función social de  la   propiedad  tiende  a  materializarse  a  partir  de  medidas  legislativas,  ejecutivas  y  reglamentarias  de  talante  coactivo, cuyos destinatarios se ven  compelidos  a  observar  y  satisfacer,  en tanto titulares de derechos sobre la  propiedad  afectada  por  la  respectiva medida.  A manera de ejemplo obran  los  procesos  de  expropiación  judicial  y  los títulos de deuda pública de  inversión  obligatoria.   Igualmente  la  afectación  que puede sufrir la  propiedad  de  los particulares al tenor del artículo 365 superior, conforme al  cual,  el  Estado, por razones de soberanía o de interés social puede mediante  ley  reservarse  determinadas  actividades  estratégicas o servicios públicos,  previa  indemnización a las personas que en virtud de dicha ley queden privadas  del  ejercicio  de  una  actividad  lícita.  Así también la ocupación y  expropiación  de la propiedad en caso de guerra (art. 59 C.P.), como los varios  tributos  que  recaen  o  pueden  recaer  sobre  la  titularidad, enajenación y  explotación  de  la  propiedad  (arts. 338 y 317 C.P.).       

13.  Ahora bien, otra de las limitantes  constitucionales     a    la    propiedad    privada    es    la    expropiación.  La  Constitución  en  el  mismo    artículo   58   indica   que    por   motivos   de   utilidad   pública  o  de  interés   social   definidos   por   el  legislador,     puede  presentarse     la    expropiación    la    cual    debe    efectuarse    a    través   de   sentencia   judicial   e  indemnización  previa.    Solamente   en   los   casos   que  establezca  el  legislador       la      expropiación  puede adelantarse por vía  administrativa,   aunque  está  sujeta  a  una  posterior  acción  contenciosa  administrativa.   

En  este orden de ideas, la privación de la  titularidad  del  derecho de propiedad privada contra la voluntad de su titular,  requiere del cumplimiento de los siguientes requisitos:   

i) Que existan motivos de utilidad pública o  de interés social definidos por el legislador.   

ii)   Que   exista  decisión  judicial  o  administrativa,   esta   última   sujeta   a   posterior   acción  contencioso  administrativa incluso respecto del precio.   

La adopción de dicha decisión presupone que  se  adelante  el  procedimiento establecido en la ley, con garantía del derecho  fundamental  al  debido  proceso  del  titular  del  derecho de propiedad. Dicho  procedimiento  comprende una etapa previa, lógicamente fallida, de enajenación  voluntaria  o  negociación  directa,  con  base  en  una oferta por parte de la  entidad pública.   

iii)   Que   se  pague  una  indemnización  previamente  al  traspaso del derecho de propiedad a la Administración, la cual  debe  ser  justa,  de  acuerdo con lo previsto en el Num. 21.2 del Art. 21 de la  Convención   Americana   sobre  Derechos  Humanos.27   

Así   mismo,    de   los   principios  fundamentales  del  Estado  Social  de Derecho es el principio de legalidad o de  supremacía  del  Derecho, en virtud del cual la actividad de todas las personas  y  entidades,  incluido  el  Estado mismo y sus autoridades, están sometidos al  ordenamiento  jurídico  positivo, en primer lugar a la Constitución Política,  de  suerte  que la vulneración de aquel les acarrea responsabilidad de diversos  tipos.   

Dicho  principio  está consagrado en el Art.  6º  superior,  en  virtud del cual “los particulares  sólo  son  responsables  ante  las autoridades por infringir la Constitución y  las  leyes.  Los servidores públicos lo son por la misma causa y por omisión o  extralimitación  en  el ejercicio de sus funciones”,  y  en  el  Art. 121 ibidem, conforme al cual “ninguna  autoridad  del Estado podrá ejercer funciones distintas de las que le atribuyen  la Constitución y la ley”.   

14.  La norma superior en su artículo 34  señala  dos  limitantes  constitucionales  a la propiedad privada.  Éstas  son  la  extinción de dominio  y   la   confiscación.28   

En  primer  lugar,  y  en  relación  con  la  extinción  de  dominio, esta  Corte  ha  señalado,  acorde con la Constitución y la ley, que las causales de  improcedencia  de la extinción radican esencialmente en la exigencia de licitud  para  el título que origina el derecho de propiedad. Así las cosas, en caso de  que  no  se  reúna  el éste requisito procede la declaratoria de extinción de  dominio  por manifestación expresa de la Constitución. Al respecto ha dicho la  Corte Constitucional:   

“En relación con  la  declaratoria  de  extinción  de  dominio  por  no satisfacerse la exigencia  relacionada  con la licitud del título que lo origina, hay que indicar que ello  es  así  en  cuanto  el  ordenamiento  jurídico  sólo  protege  los  derechos  adquiridos  de  manera  lícita,  es  decir,  a través de una cualquiera de las  formas   de  adquirir  el  dominio  y  reguladas  por  la  ley  civil:   la  ocupación,  la  accesión, la tradición, la sucesión por causa de muerte y la  prescripción  y  siempre  que  en  los  actos  jurídicos  que  los  formalizan  concurran  los  presupuestos  exigidos  por ella.  Ese reconocimiento y esa  protección   no   se   extienden   a  quien  adquiere  el  dominio  por  medios  ilícitos.   Quien  así  procede  nunca  logra  consolidar  el  derecho de  propiedad  y  menos  puede  pretender  para sí la protección que suministra el  ordenamiento  jurídico.   De  allí que el dominio que llegue a ejercer es  sólo  un derecho aparente, portador de un vicio originario que lo torna incapaz  de  consolidarse,  no  susceptible  de  saneamiento  y  que habilita al Estado a  desvirtuarlo     en     cualquier     momento”29.   

Debe  recordarse que la extinción de dominio  tiene   una  naturaleza  constitucional.   Es  decir,  “…  no  se  trata de una pena a imponer con ocasión de una declaratoria  de    responsabilidad   penal   sino   de   acción   constitucional   pública,  jurisdiccional,    autónoma,   directa   y   expresamente   regulada   por   el  constituyente,  relacionada  con  el  régimen  constitucional  del  derecho  de  propiedad  y  en  virtud  de  la  cual  se  extingue el dominio sobre los bienes  adquiridos      de     manera     ilícita…”30.   

En segundo lugar, y respecto de la  Confiscación  debe afirmarse que es una  pena,  que  afecta  el  patrimonio  de  la  persona  que  ha sido condenada como  responsable  de  un  delito,  pues implica la pérdida de sus bienes a favor del  Estado31.   Así  las  cosas,  la  confiscación  que  la Constitución  prohíbe  es  la apropiación oficial indebida, sin causa y procedimiento legal,  por  vía  de  simple  aprehensión,  del patrimonio de una persona.32   

Es    decir,   donde    existe   la  confiscación,  la  titularidad  del  derecho de dominio de los bienes se pierde  por  el condenado y pasa al Estado sin que hubiere lugar a indemnización alguna  y contra la voluntad del condenado.   

La  Constitución  Colombiana  de  manera  expresa prohíbe esa pena, como  ya lo había hecho la Constitución precedente.   

15.   Ahora  bien, es de resaltar que la  propiedad  es una institución social y aún en el liberalismo clásico, como en  el  caso  de  Locke,  se la concibe como el derecho a una propiedad “media”,  sin  justificar grandes propiedades, ni toda clase de propiedad.   Por  ende,   son   legítimas   las  limitaciones  constitucionales  a  la  propiedad  privada.   

Por  se  de  trascendencia,  es  importante  señalar  la  Sentencia  C-  189  de  2006  donde  se trató el tema del núcleo  esencial    de    la    propiedad    privada    y   sus   límites   legales   y  temporales:   

“  

Por ello, esta Corporación ha admitido que  no  se  desconoce el citado núcleo esencial cuando se imponen por el legislador  prohibiciones  temporales  de  enajenación  sobre  algunos bienes, o en ciertos  casos,  limitaciones  intemporales o por extensos períodos de tiempo, siempre y  cuando  se  acredite  que  las mismas, además de preservar un interés superior  orientado  a  realizar  los  fines  del  Estado  Social  de  Derecho,  mantienen  incólume  los  atributos  de  goce,  uso  y  explotación  que le permitan a su  titular   -de   acuerdo  con  las  limitaciones  previstas  en  el  ordenamiento  jurídico-   obtener   algún   tipo   de   utilidad   económica   que   justifique   la  presencia  de  un  interés  privado  en  la  propiedad.  Veamos  a  continuación  algunos  ejemplos que ilustran la anterior  conclusión:   

–  En  primer  lugar, el artículo 1866 del  Código  Civil  establece  el  principio general en materia de enajenabilidad de  bienes.  De  acuerdo  con esta disposición, “pueden  venderse  todas  las cosas corporales o incorporales, cuya enajenación no esté  prohibida  por  la  ley”,  sopena de considerar que  dicho  acto  está  incurso  en  nulidad absoluta por la existencia de un objeto  ilícito33.   Dichas  prohibiciones  en  el  citado  estatuto  normativo,  se  encuentran  previstas,  entre  otras,  (i)  en el artículo 424 al proscribir la  cesión   a   cualquier   título  del  derecho  a  pedir  alimentos34; (ii) en el  artículo  1520  al excluir del comercio la venta de los derechos herenciales de  persona            no            fallecida35; (iii) en el artículo 1942  al  impedir  la cesión del derecho que nace del pacto de retroventa, ya sea por  acto   entre   vivos   o   por   causa   de  muerte36;  (iv)  en el artículo 878  al  prohibir  de  manera  absoluta  la  transmisión  de  los  derechos de uso y  habitación37;  y  finalmente, (v) en el artículo 1521 al considerar que existe  objeto  ilícito  en  la  enajenación:  “(a) De las  cosas  que  están  fuera del comercio; (b) De los derechos o privilegios que no  pueden  transferirse  a  otra  persona;  (c) De las cosas embargadas por decreto  judicial   a  menos  que  el  juez  lo  autorice  o  el  acreedor  consienta  en  ello”.    

Obsérvese cómo respecto de algunas de las  mencionadas   prohibiciones   de   enajenación   su   alcance  es  intemporal,   como   ocurre   con   la  prohibición  de cesión del derecho a pedir alimentos, la venta de los derechos  herenciales  de persona no fallecida, la transmisión de los derechos que surgen  del  pacto  de  retroventa  y  la  cesión de los derechos de uso y habitación;  mientras     que     otras     se     encuentran    sujetas    a    término           cierto  pero  indefinido, como sucede con  las  cosas  embargadas  por  decreto  judicial,  pues  es  claro  que  la  misma  perdurará  hasta  tanto subsista la cautela judicial o se obtenga, en su lugar,  el  consentimiento  del  acreedor o la autorización judicial para proceder a su  levantamiento.   

Estas  limitaciones  a pesar de prohibir la  enajenación  de  derechos  que  se  incorporan  al  patrimonio de una persona a  manera   de   derechos   personales   sobre   los  cuales  se  ejerce  propiedad  privada38,  no  implican  el desconocimiento del núcleo esencial del citado  derecho,  porque  además  de preservar sobre ellos los atributos de goce, uso y  explotación,  responden  a  la  necesidad  de asegurar un interés superior que  goza  de  prioridad  en  aras  de  salvaguardar  los  fines del Estado Social de  Derecho.    Así   ocurre,   por   ejemplo   en   el   caso   del   derecho  a  pedir  alimentos,  en  la  medida en que se garantiza a  través  de su prohibición que efectivamente el titular de los mismos satisfaga  su      derecho      al      mínimo      vital39;   en  tratándose  de  la  limitación  de  venta  de  derechos  herenciales  de  persona  no fallecida, al  mantener  con  carácter  de  orden público la intangibilidad del patrimonio de  quien  se  espera  suceder, como uno de los atributos que integran el derecho al  reconocimiento   de   la   personalidad  jurídica  (C.P.  art.  14)40; en cuanto  a  los  derechos  de  uso  y  habitación, al velar en su condición de derechos  personalísimos  porque  se  satisfagan integralmente las necesidades esenciales  del   usuario   o   del   habitador,   incluyendo   -en   algunos  casos-  a  su  familia41;  y  frente a las cosas embargadas, con miras a afianzar la prenda  general  de  los  acreedores, como medio para lograr el cumplimiento del fin del  Estado  consistente  en  alcanzar  la convivencia pacífica (C.P. art. 2).    

De  acuerdo  con  el ordenamiento jurídico  colombiano42,  la  normatividad  comunitaria andina43    y    los    convenios  internacionales    sobre    derechos    de   autor44  los  derechos  morales del  creador  de  una  producción  del  intelecto  se consideran derechos perpetuos,  inalienables  e  irrenunciables,  que por encontrarse fuera del comercio, no son  susceptibles de negociación.   

A juicio de esta Corporación, la razón que  fundamenta  la existencia de la citada prohibición de enajenación, es el hecho  de  considerar  que  los  derechos  morales constituyen una manifestación de la  personalidad  de  su titular, los cuales como expresión de su ser racional, son  susceptibles       de      protección      como      derechos      inalienables  de rango fundamental (C.P.  art.    5)45.   

En este orden de ideas, es innegable que el  reconocimiento  de  los  derechos  morales de autor implica la existencia de una  prohibición  absoluta  de  enajenación  que  no  resulta  contraria al núcleo  esencial  del  derecho  a  la  propiedad  privada,  pues además de velar por la  defensa  de un derecho fundamental que goza de primacía en nuestro ordenamiento  constitucional  (C.P.  art.  5),  mantiene  incólume  a través de su carácter  netamente  patrimonial el ejercicio de los atributos de uso, goce y explotación  sobre dichos derechos.    

–  En tercer lugar, la Ley 160 de 1994 y el  Acuerdo  No.  023  de  1995 establecen que los predios  rurales  adjudicados  por el INCORA con anterioridad a la vigencia de dicha ley,  no  pueden ser objeto de transferencia de dominio hasta tanto se cumpla un plazo  de  quince (15) años contados a partir de la primera adjudicación en propiedad  que  se  haga  sobre la respectiva parcela o cuota del predio, a menos que dicha  transferencia  se  realice a favor de campesinos de escasos de recursos, siempre  y  cuando  se  acompañe  de  la  autorización  previa  y  expresa  de la Junta  Directiva       del       citado      Instituto46.   Pasado   el  mencionado  término,  el  propietario  deberá  informar  a  la  entidad  su  intención de  enajenar  el inmueble, la cual tendrá la primera opción de readquirirla dentro  de  los  tres  (3)  meses  siguientes  a  la  recepción  del  aviso47.   

En criterio de esta Corporación, aun cuando  las  normas  en  cuestión establecen una prohibición temporal de enajenación,  es  claro  que las mismas no resultan contrarias al núcleo esencial del derecho  a  la  propiedad  privada,  pues  no sólo mantienen intacto el ejercicio de los  atributos   de  goce  y  explotación  sobre  los  predios  rurales  debidamente  adjudicados,  sino  que  también propenden por la realización del principio de  democratización  de la propiedad a favor de trabajadores agrarios y campesinos,  previsto   -entre   otros-   en   los   artículos   58,   60  y  64  del  Texto  Superior48.  Así,  al  pronunciarse  sobre  prohibiciones de enajenación en  materia de bienes baldíos, este Tribunal señaló:   

“Como  es sabido, atendiendo al sentido y  alcance  del artículo 58 de la Constitución, la adquisición y ejercicio de la  propiedad  privada  puede  ser  susceptible  de una serie de condicionamientos y  cargas  impuestos  por  el  Estado,  en razón de que la propiedad no se concibe  como  un   derecho  absoluto sino relativo, lo cual se deriva del principio  constitucional  solidarista  de  que  “la  propiedad  es una función social que  implica obligaciones”.   

Ahora  bien,  si  la  relativización de la  propiedad  se  predica del dominio privado, con mayor razón debe predicarse del  que  se  genera cuando la Nación adjudica los bienes baldíos, si se repara que  éstos  indefectiblemente  están  destinados  a  contribuir  al  logro de fines  esenciales  del Estado (C.P. art. 2), en lo económico y social, particularmente  en  lo  que  concierne  con  la  creación  de  las  condiciones  materiales que  contribuyan  a  la  dignificación  de  la  vida  de los trabajadores del campo,  mediante  su  acceso  a  la propiedad y a los bienes y servicios complementarios  requeridos  para  la  explotación  de  ésta  y  para  su mejoramiento social y  cultural. (…)   

La  limitación  introducida  por  la norma  acusada  sobre  el  tamaño  transferible  de  la  propiedad  originada  en  una  adjudicación  de baldíos, no atenta contra el derecho de propiedad ni su libre  enajenación.  En  efecto,  ha sido la voluntad del legislador, amparada como se  dijo  en  la  previsión  del  art.  150-18  y  en  la persecución de los fines  constitucionales  de lograr el acceso de los campesinos a la propiedad rural, el  de  limitar  la  adjudicación de baldíos, salvo las excepciones que establezca  la  Junta  Directiva  del  INCORA,  a  una  unidad  de  explotación  económica  denominada  UAF  (ley  160/94  art.  66).  Por  lo  tanto,  este  límite  a  la  adjudicación  guarda  congruencia  con el precepto acusado, que prohíbe a toda  persona   adquirir  la  propiedad  de  terrenos  inicialmente  adjudicados  como  baldíos  si  la  respectiva extensión excede de una UAF, precepto que consulta  la  función  social de la propiedad que comporta el ejercicio de ésta conforme  al  interés  público social y constituye una manifestación concreta del deber  del  Estado de “promover el acceso progresivo a la propiedad de la tierra de los  trabajadores  agrarios…con  el  fin de mejorar el ingreso y calidad de vida de  los  campesinos”  (art.  64 C.P.).   

Es evidente que si se limita la posibilidad  de  adquirir  la  propiedad de los baldíos, o la que se deriva de un título de  adjudicación  de  baldíos  a  una  UAF,  como  lo prevé el acápite normativo  acusado,  más posibilidades tendrá el Estado de beneficiar con dicha propiedad  a  un mayor número de campesinos, aparte de que se logrará el efecto benéfico  de   impedir   la   concentración   de   la   propiedad  o  su  fraccionamiento  antieconómico”.   

–  En  cuarto  lugar,  el  Decreto  2007 de  200149,  en  los  artículos  1  y  4,  establecen que una vez el Comité  Municipal,  Distrital  o  Departamental  de  Atención  Integral a la Población  Desplazada  por  la Violencia, declara la inminencia de riesgo de desplazamiento  o  de  su  ocurrencia  por  causa  de  la  violencia en una zona determinada del  territorio  sometido al ámbito de su competencia, los predios rurales afectados  no  podrán  ser  objeto  de  enajenación  o  transferencia  a  ningún título  mientras  permanezca dicha declaratoria, a menos que se obtenga la autorización  correspondiente  por  parte  del citado Comité y siempre que la enajenación no  se      haga      a     favor     del     INCORA50.  A  juicio de la Corte, la  citada  limitación de enajenación no resulta contraria al núcleo esencial del  derecho  a  la  propiedad privada, pues su objetivo es precisamente preservar la  plena  disponibilidad  de  los  bienes patrimoniales de la población sometida a  actos  arbitrarios  de  desplazamiento  contrarios  a  su derecho fundamental de  locomoción51.   

–  En quinto lugar, el patrimonio cultural  de  la Nación aunque pertenece al Estado admite algunas excepciones en cuanto a  su  apropiación  por  parte de los particulares. Una de ellas es la prevista en  el  artículo 8 de la Ley 397 de 1997, conforme a la cual se reconoce el derecho  de  las  Iglesias  y  Confesiones  Religiosas de ser propietarias del patrimonio  cultural  que  hayan creado, adquirido con sus propios recursos o que esté bajo  su  legítima posesión. En estos casos, la posibilidad de enajenación de dicho  patrimonio,  se  somete  al  convenio  que  se  celebre  entre las Iglesias y el  Estado,  a  fin  de  preservar el derecho de este último de readquirirlo en los  términos  establecidos  en el artículo 72 Superior52.  Obsérvese  cómo,  en la  citada  disposición,  el  legislador  consagra  una limitación al derecho a la  libre  disponibilidad  que  no  resulta  contrario  al  núcleo  esencial  de la  propiedad  privada,  pues  mediante su establecimiento se pretende garantizar el  acceso  a  la  cultura  como uno de los valores que orientan al Estado Social de  Derecho,  dejando  a  salvo  los  atributos  de  uso y goce propios del interés  particular en la propiedad.   

–   En   sexto   lugar,  en  el  derecho  administrativo     se     reconoce     la     figura    de    la    congelación    como   un   instrumento  jurídico  mediante  el  cual se puede restringir la facultad de disposición de  un  bien  de  propiedad  privada.  En estos casos, el vendedor únicamente puede  enajenar  el  bien  a  la  entidad de derecho público que esté encargada de la  ejecución  y  desarrollo de una obra de beneficio común. Así, por ejemplo, en  materia  de  obras  públicas  para la generación de electricidad, acueductos y  demás  sistemas  de regadío, la Ley 56 de 1981 establece que una vez declarada  la  utilidad  pública  de  la  zona, la entidad encargada del proyecto tiene la  primera  opción  de  compra  de todos los bienes inmuebles en ella comprendidos  durante    el    término   de   dos   (2)   años53.  En  idéntico sentido, la  Ley  9  de  1989,  aplicable  a  zonas  urbanas  y suburbanas estableció que la  congelación  de  propiedades  para  la  realización  de  una obra de beneficio  común  o utilidad pública tendrá una duración de tres (3) años prorrogables  hasta  por  otros  tres  (3), luego de lo cual el inmueble puede ser enajenado a  cualquier                   persona54.   

– Finalmente, el artículo 14 de la Ley 226  de  1995,  le  otorga  al  gobierno  nacional  la  atribución de disponer en el  programa  de  enajenación  de  participaciones en entidades estatales distintas  medidas    dirigidas   a   garantizar   la   realización   del   principio   de  democratización  de  la  propiedad  accionaria.  Entre  estas  alternativas  se  consagra  la  posibilidad de “incluir la limitación  de  la  negociabilidad  de  las  acciones,  a  los  destinatarios de condiciones  especiales,   hasta   por   dos   (2)   años   a  partir  de  la  fecha  de  la  enajenación”.  En  criterio  de  este Tribunal, la  citada  cláusula  limitativa  de  la  disponibilidad de las acciones se enmarca  dentro  del  principio  de  democratización de la propiedad y, por lo mismo, no  resulta  lesiva  del  citado  derecho,  en  cuanto  pretende  hacer efectivo los  mandatos  de  la  democracia  participativa  en  el campo económico55.   

10.    En  conclusión,  es  compatible  con el núcleo esencial  del  derecho  a  la propiedad privada que el legislador establezca prohibiciones  temporales  o  absolutas  de enajenación sobre algunos bienes, siempre y cuando  se  acredite  que las mismas, además de preservar un interés superior que goce  de  prioridad  en  aras  de salvaguardar los fines del Estado Social de Derecho,  mantienen  a  salvo  el  ejercicio de los atributos de goce, uso y explotación,  los  cuales  no  sólo  le  confieren  a  su  titular  la posibilidad de obtener  utilidad     económica,     sino     también    le    permiten    legitimar   la   existencia   de   un   interés   privado   en  la  propiedad.   

16.  La  Constitución  establece  el  debido  proceso  como  un  derecho  fundamental.   Este  derecho  fundamental  debe  hacerse  valedero  en  todo tipo de actuaciones judiciales, administrativas o de  cualquiera otra naturaleza.    

Así  pues,  nadie  puede ser sometido a un  juicio  sino  de  acuerdo  con las leyes preexistentes al acto que se le imputa,  ante  juez  o tribunal competente y con observancia de la plenitud de las formas  propias de cada juicio.   

17. Específicamente y en lo relacionado con  los  temas  que esta providencia trata, es necesario mencionar que el derecho de  defensa hace parte intrínseca del debido proceso.   

Implica  lo anterior, que ni el legislador ni  los   particulares    poseen  una  total  discrecionalidad  al  momento  de  establecer  los procedimientos para establecer algún tipo de sanción, sino que  deben  respetar  los derechos fundamentales de las personas, los cuales no sólo  son  sujetos de protección y garantía por parte del Estado sino que igualmente  devienen  como  un  límite  inherente  y  normativo de origen constitucional al  ejercicio del poder punitivo del Estado o de los particulares.   

Así  las  cosas,  uno  de  estos  derechos  fundamentales  de  origen  constitucional  que actúa como sujeto de protección  estatal  y  como  límite  normativo  de  cualquier tipo de sanción  es el  derecho  de  defensa.    

En  efecto,  el  derecho de defensa apareja  consigo  que  tanto  el  Estado  como el ordenamiento jurídico , al cual están  sometidos          los          particulares56tienen      el      deber  constitucional  de  salvaguardar a cualquier persona sin distingo del  tipo  de  proceso  sea  judicial,  administrativo o particular – de la “plena  oportunidad  de ser oído, de hacer valer las propias razones  y  argumentos, de controvertir, contradecir y objetar las pruebas en contra y de  solicitar  la  práctica  y  evaluación  de las que se estiman favorables, así  como   de   ejercitar   los   recursos   que   la   ley  otorga  “57   

En otras palabras, el derecho de defensa se  centra  en  la  posibilidad  de  que  una persona dentro de un proceso estatal o  particular,  pueda  ser  oída, controvertir las pruebas existentes e interponer  los  recursos  de ley. Por lo anterior, debe afirmarse que el derecho de defensa  es  un derecho fundamental autónomo no obstante estar ligado inexorablemente al  debido proceso.   

En  últimas,  el derecho de defensa lo que  pretende,  basado  en  la  Constitución,  es  la  “  interdicción    a    la    indefensión    “   58.       Esta  se  presentaría   “cuando se  priva  al  ciudadano  de  la posibilidad de impetrar la protección judicial, de  sus  derechos,  o la de realizar dentro de dicho proceso, las adecuadas pruebas,  o  cuando  se  le  crea  un  obstáculo que dificulte la actividad probatoria, o  cuando  se  le  niega una justa legal facultad de que su negocio sea conocido en  segunda  instancia.(…)”.  Efectivamente,  se produce una indefensión de las  personas  cuando  se  les coarta la posibilidad de acceder al aparato judicial o  cuando  se  les  dificulta  realizar  las actividades encaminadas a propiciar su  defensa     dentro     de     un     proceso.”59   

ii.  Generalidades del Mercado Público de  Valores y la propiedad accionaria.   

18.    En   Mercado   Público   de  Valores60     el    término    valor  se  refiere  a  todo  derecho  de  naturaleza  negociable que haga  parte   de  una emisión, cuando tenga por objeto o efecto la captación de  recursos del público.   

Dentro de los valores a que se hace referencia  encontramos:  Las acciones61,  los   bonos,   los   papeles  comerciales,  los  certificados  de  depósito  de  mercancías,   cualquier   título   o  derecho  resultante  de  un  proceso  de  titularización,  cualquier  título  representativo  de  capital de riesgo, los  certificados  de  depósito a término, las aceptaciones bancarias, las cédulas  hipotecarias  y cualquier título de deuda pública.62   

   

Los valores tendrán las características y  prerrogativas    de    los    títulos    valores63. En este orden de ideas, los  títulos  valores  son  documentos  necesarios  para  legitimar el ejercicio del  derecho   literal   y   autónomo   que   en   ellos   se  incorpora64.   Son  requisitos  comunes  a  todos los títulos valores: La  mención  del  derecho  que en el título se incorpora y  la firma de quien  lo   crea.    Así  las  cosas,  acorde  con  lo  establecido  por  el legislador, las acciones tienen las mismas características  y prerrogativas de los títulos valores.   

Dentro  de  las  actividades  del  mercado de  valores  encontramos : la emisión y la oferta de valores, la intermediación de  valores,  la  administración de fondos de valores, fondos de inversión, fondos  mutuos  de inversión, fondos comunes ordinarios y fondos comunes especiales, el  depósito  y  la  administración  de valores, la administración de sistemas de  negociación  o de registro de valores, futuros, opciones y demás derivados, la  compensación  y  liquidación  de  valores;  la  calificación  de  riesgos, la  autorregulación,   y  el  suministro  de  información  al mercado de valores,  incluyendo  el  acopio  y procesamiento de la misma.65   

19.   Acorde  con  lo  señalado  por el  legislador66   serán   sociedades  inscritas  en  el  mercado  de  valores  las  sociedades  anónimas  que  tengan  acciones  o bonos obligatoriamente convertibles en acciones inscritos en  el  Registro  Nacional  de  Valores y Emisores. En consecuencia, solo pueden ser  negociadas      las      acciones      emitidas      por      las     sociedades  anónimas.       

   

La  sociedad  anónima  se  formará  por  la  reunión  de  un fondo social suministrado por accionistas responsables hasta el  monto     de     sus     respectivos     aportes.67  El  capital  de la sociedad  anónima   se   dividirá   en  acciones  de    igual    valor    que    se    representarán    en   títulos  negociables.68   

En  este  orden de ideas, sobre la acción se  ejerce  el  derecho  de  propiedad  privada.  Así pues, acorde con la ley,  cada  acción conferirá a su  propietario  los  siguientes  derechos:   

    

* El  de  participar  en  las  deliberaciones  de la asamblea general de accionistas y  votar en ella;     

    

* El  de  recibir  una  parte proporcional de los beneficios sociales establecidos por  los  balances  de  fin de ejercicio, con sujeción a lo dispuesto en la ley o en  los estatutos;     

    

* El  de  negociar  libremente  las  acciones,  a  menos que se estipule el derecho de  preferencia   en   favor   de   la   sociedad   o   de  los  accionistas,  o  de  ambos;     

    

* El  de  inspeccionar,  libremente,  los  libros y papeles sociales dentro de los  quince  días  hábiles anteriores a las reuniones de la asamblea general en que  se examinen los balances de fin de ejercicio, y     

    

* El  de  recibir  una  parte  proporcional  de  los activos sociales, al tiempo de la  liquidación  y  una  vez  pagado  el pasivo externo de la sociedad.69     

Los  derechos  anteriormente mencionados se  radican   igualmente   en   cabeza   del   usufructuario   de  las  acciones,  salvo estipulación expresa en  contrario,  excepto  el  derecho de enajenarlas o gravarlas y el de su reembolso  al     tiempo     de     la     liquidación.    70   Ahora  bien, con base  en  el  planteamiento  teórico  expuesto  en  el  numeral  16  precedente,  las  acciones  tienen las mismas  características  y  prerrogativas  de los títulos valores.  Así pues, se  considera  tenedor  legítimo  del  título,  en  este  caso  de la acción,   a  quien  lo posea    conforme    a    su   ley   de  circulación.71   

iii. Caso Concreto.  

20.   Acorde  con  las  consideraciones  anteriores  entrará  la  Corte  a  determinar  si el  artículo  70  de  la  ley  510  de  1999  al establecer que a los poseedores de  acciones  inscritas en el Registro Nacional de Valores y en una o más bolsas de  valores  del país que durante un término de 20 años no hayan ejercido ninguno  de  los  derechos consagrados en la ley o en los estatutos sociales; la sociedad  pueda  previa aprobación de la asamblea de accionistas, readquirir sus acciones  consignado  el  precio  que  corresponda,  de acuerdo al valor patrimonial de la  acción  al  último  ejercicio  contable  anterior a la readquisición , en una  partida  a  disposición del o los accionistas; se les está violando el derecho  a la propiedad privada.   

21.  Así entonces, y con base en los  postulados  teóricos expuestos en la presente providencia, encuentra esta Corte  que    la    norma    acusada    es    inconstitucional   por   las   siguientes  razones:   

21.2.   Pues  bien, según lo estipulado  por  la  ley, las acciones son  valores  que  pueden  estar  sujetas  a  las  actividades  desarrolladas  por  el Mercado Público de Valores  (numeral  19).   Igualmente  por  su  connotación  de  valores,   las  acciones  tienen  las  mismas  características  y prerrogativas de los títulos  valores.     En  este  orden de ideas,  se considera tenedor  legítimo   del   título  valor  a  quien  lo  posea  conforme a su ley de circulación.    

Así  las cosas, cuando la norma acusada hace  referencia  a  los  poseedores de acciones inscritas en  el  registro  nacional  de  valores, esta denotando al  tenedor    legítimo    del    titulo    valor    conforme    a    su   ley   de  circulación.     

21.3.   Ahora  bien,  con  base  en  los  sustentos   teóricos  que  soportan  esta  providencia  (  numeral  20  ),  las  sociedades  que  pueden  ser inscritas en el Mercado Público de Valores son las  sociedades  anónimas.   Por  consiguiente,  los poseedores o tenedores legítimos que relaciona la norma  acusada  no  son  otros  que  aquellos  que  lo  sean  respecto  de  acciones en  sociedades  anónimas.   

Para  tal  efecto,  los  derechos  que  puede  ejercer      el      propietario     o     el     usufructuario     – salvo estipulación expresa y con las  excepciones    mencionada   atrás   –  de  acciones en una sociedad anónima son: El de participar en las  deliberaciones  de  la  asamblea  general  de accionistas y votar en ella; el de  recibir  una  parte proporcional de los beneficios sociales establecidos por los  balances  de  fin  de ejercicio, con sujeción a lo dispuesto en la ley o en los  estatutos;  el  de  negociar libremente las acciones, a menos que se estipule el  derecho  de  preferencia  en  favor  de  la  sociedad o de los accionistas, o de  ambos;  el  de inspeccionar, libremente, los libros y papeles sociales dentro de  los  quince  días hábiles anteriores a las reuniones de la asamblea general en  que  se  examinen  los  balances  de fin de ejercicio, y el de recibir una parte  proporcional  de  los  activos  sociales, al tiempo de la liquidación y una vez  pagado el pasivo externo de la sociedad.   

Así pues, los anteriores son los derechos que  se   derivan   de  la  propiedad  accionaria  en  una  sociedad  anónima.    

21. 4.  Así las cosas, la Constitución  Política  de  1991  estableció  dentro  de los derechos, garantía y deberes (  Título    II    Constitucional    )   la   propiedad   privada   como   derecho  constitucional.   Dentro  de este concepto es que se encuentra la propiedad  accionaria  que se viene mencionando. Las disposiciones constitucionales regulan  y  desarrollan  lo  atinente  a  éste  derecho  y  a  todos  aquellos  derechos  adquiridos con arreglo a las leyes.   

De  un lado, dentro de las características  del  derecho  de   la  propiedad  y  por  ende  de la   propiedad  accionaria   encontramos   las   siguientes:    i)   Es   un   derecho      pleno      porque  le  confiere a su titular un conjunto amplio de atribuciones  que  puede  ejercer  autónomamente  dentro  de  los  límites  impuestos por el  ordenamiento   jurídico   y  los  derechos  ajenos;  (ii)  Es  un  derecho     exclusivo    en  la  medida  en  que,  por  regla  general,  el propietario puede  oponerse  a  la  intromisión  de un tercero en su ejercicio; (iii) Es  un  derecho  perpetuo  en cuanto dura mientras persista el bien  sobre  el cual se incorpora el dominio, y además, no se extingue -en principio-  por   su   falta  de  uso;  (iv)  Es  un  derecho     autónomo    al  no  depender  su  existencia  de  la  continuidad  de un derecho  principal;  (v)  Es  un  derecho  irrevocable,  en el  sentido  de reconocer que su extinción o transmisión depende por lo general de  la  propia  voluntad  de  su  propietario  y  no de la realización de una causa  extraña   o   del   solo  querer  de  un  tercero,  y  finalmente;   (vi)  Es  un  derecho  real  teniendo  en  cuenta  que  se  trata  de un poder jurídico que se  otorga  sobre  una cosa, con el deber correlativo de ser respetado por todas las  personas.   

Como  atribuciones de la misma propiedad se  han   señalado   i.   el  ius  utendi, que consiste en  la  facultad  que  le  asiste  al  propietario  de  servirse  de  la  cosa  y de  aprovecharse  de  los  servicios que pueda rendir, ii.  el    ius   fruendi   o  fructus,   que  es  la  posibilidad del dueño de  recoger  todos  los  productos  que  acceden  o  se  derivan de su explotación.  Finalmente,         el        derecho        de  disposición     consistente     en    el  reconocimiento  de  todas  aquellas facultades jurídicas que se pueden realizar  por  el  propietario  y  que se traducen en actos de disposición o enajenación  sobre la titularidad del bien.   

En   este   orden   de   ideas,  todas  las  características  de  la  propiedad como sus atribuciones están intrínsecas en  la propiedad accionaria.   

21. 5.  Así las cosas, la propiedad que  se  ejerce  sobre acciones inscritas en el registro nacional de valores y en una  o  más  bolsas de valores del país no es ajena a la protección constitucional  que  brinda  la norma superior.  En consecuencia, dicha propiedad solamente  puede  ser  limitada  a  través  de  las excepciones que la misma Constitución  señala para restringir  este derecho constitucional.   

En  consecuencia, la posibilidad de que a los  poseedores  de  acciones inscritas en el Registro Nacional de Valores y en una o  más  bolsas  de  valores del país que durante un término de 20 años no hayan  ejercido  ninguno  de  los  derechos  consagrados  en  la ley o en los estatutos  sociales;  la  sociedad  pueda previa aprobación de la asamblea de accionistas,  readquirir  sus  acciones  consignado  el  precio que corresponda, de acuerdo al  valor  patrimonial  de  la  acción  al último ejercicio contable anterior a la  readquisición  ,  en  una partida a disposición del o los accionistas; deviene  inconstitucional;  por  cuanto  no es una limitación a  la     propiedad     con     respaldo     constitucional.      Veamos:   

21.5.1.   El  artículo  58  constitucional  indica  que se garantiza la propiedad privada, no  obstante  señala  que  cuando  de  la  aplicación  de  una  ley  expedida  por  motivos    de    utilidad   pública   o    interés    social,   resultaren  en  conflicto  los  derechos  de los particulares con la  necesidad  por  ella  reconocida,  el interés privado deberá ceder al interés  público o social.    

Este  primer  límite  de la propiedad  privada,    referente   a   la   utilidad   pública  o   al   interés  social  exige   que   exista   una  ley  previa  que defina los  motivos  de  utilidad  pública o de interés social.  No basta simplemente  con   alegar   dichas   motivos,   sino  que  por  exigencia  constitucional  es  indispensable  que quien establezca los motivos ya referidos sea el legislador a  través de una ley de la República.   

En  consecuencia,  no  puede  esta  Corte  compartir  los  argumentos  esbozados  por  la Superintendencia Financiera en el  sentido  de  que la norma acusada esta pensada “…en  guarda  de  la  dinámica  del mercado y en defensa del interés público en él  representado.”   Por   cuanto   a  la  luz  de  los  lineamientos  del  artículo  58  constitucional,  cuando se pretenda limitar la  propiedad  en aras de un interés público, por utilidad pública o por interés  social,  debe  mediar  una  ley  previa  que  defina  los  motivos  atrás  relacionados  como limitante a la  propiedad.   

Así  pues, la norma acusada señala que la  sociedad  puede previa aprobación de la asamblea de accionistas, readquirir sus  acciones  consignado  el  precio  que  corresponda.  Por ende, no  es  la  ley  quien define la utilidad  pública  o el interés social a proteger, sino que es una aprobación previa de  la  asamblea  de  accionistas  quien  determina  la  readquisición de acciones,  vulnerando  el derecho de propiedad que sobre las acciones tiene su propietario.   

Por  consiguiente, mal puede afirmarse como  lo  señala  un  interviniente,  que  lo  que  busca  la  norma  es facilitar la  gobernabilidad  dentro  de  la sociedad, por cuanto dicho concepto es totalmente  ajeno  a  los  conceptos de utilidad pública o interés social, que en realidad  son los que protege la constitución.   

21.5.2.    Otra  de  las  limitantes  constitucionales     a    la    propiedad    privada    es    la    expropiación.   La  Constitución  en  el  mismo    artículo   58   indica   que    por   motivos   de   utilidad   pública   o  de  interés    social   definidos   por   el  legislador, puede presentarse  la  expropiación la cual debe  efectuarse    a   través   de   sentencia   judicial  e  indemnización previa.  Solamente en los casos  que    establezca    el    legislador   la      expropiación     puede  adelantarse  por  vía  administrativa, aunque está sujeta a  una posterior acción contenciosa administrativa.   

Por  consiguiente, la norma acusada tampoco  se  encuadra dentro de la limitante indicada por cuanto para poder restringir la  propiedad,  así  sea la accionaria, por motivos de utilidad pública o interés  social  es  indispensable  que  dichos motivos los haya definido el legislador a  través  de  una  ley-  situación  que  como  se  señaló no presenta la norma  acusada  – y no bastando lo  anterior,   dicha  limitación  debe  ser  establecida  por  medio  de  una  sentencia judicial.   

Por  ende,  y  como  se  viene  afirmando, al  despojarse  de  su dominio a los poseedores de acciones inscritas en el registro  nacional  de Valores y en una o más bolsas de valores  del  país por no haber ejercido ninguno de los derechos consagrados en la ley o  en  los  estatutos sociales por un término de 20 años; se está violentando la  Constitución  por  cuanto  dicha  dejación  forzosa  del dominio accionario no  deviene  ni  de motivación señalada por la ley ni de sentencia judicial que la  reconozca.   Por el contrario, es un órgano particular como la asamblea de  accionistas  quien  decide despojar de su domino al propietario de las acciones,  desconociendo  entonces  las exigencias constitucionales de “ ley previa “ y  de  “  sentencia  judicial  “ como limitantes de la propiedad.  He acá  otra de las razones de la inconstitucionalidad de la norma atacada.   

21.5.3.    Igualmente,  la  norma  acusada  no puede estructurarse dentro de la limitante señalada en el artículo  34  constitucional,  esto  es  la  extinción de dominio.  Lo anterior, por  cuanto  como  se  afirmo  de  manera precedente, para poder que se presente esta  restricción  constitucional  a  la  propiedad es indispensable que se realice a  través  de  una sentencia judicial.  Situación  anterior ajena a la disposición demandada como se viene  demostrando.   

Ahora  bien, si la norma atacada estableciera  una  confiscación,  claramente sería inconstitucional por cuanto la norma  superior prohíbe dicho tipo de limitación a la propiedad.   

22.   Así   pues,   siendo   la  propiedad  – como lo es la propiedad  accionaria  –  un  derecho  perpetuo  en  cuanto  dura  mientras  persista  el bien sobre el cual se incorpora el dominio, y además, no  se  extingue -en principio- por su falta de uso;  siendo la propiedad- como  lo  es  la  propiedad  accionaria  –  un  derecho  irrevocable, en el sentido de  reconocer  que  su extinción o transmisión depende de la propia voluntad de su  propietario  y  no de la realización de una causa extraña o del solo querer de  un   tercero;  solamente  puede  ser  limitado  o  restringido  acorde  con  las  limitaciones    y    restricciones    señaladas    manifiestamente    por    la  Constitución.    

Así entonces, la pérdida del dominio de sus  propietarios  sobre  las acciones, previa decisión y aprobación de la asamblea  de  socios,  por  la supuesta inactividad en el ejercicio de sus derechos por un  término  de 20 años; no es ni siquiera una de las limitaciones al derecho a la  propiedad.     En el presente caso, lo que se presente claramente  es    una    perdida   del   dominio   no  una  limitación  a  éste,  perdida  que  no cuenta con ningún  respaldo  constitucional.  Esta perdida del dominio accionario no cuenta en  momento     alguno      ni     siquiera     con    la     determinación   de   legislador   a   través  de  una  ley  y  la  declaración  por medio de una sentencia judicial, acá  lo  que  sucede  es  la  perdida  de  la  propiedad  por  determinación  de  un  particular.   

23.  Debe agregarse que la norma acusada,  esto  es  “A los poseedores de acciones inscritas en  el  Registro Nacional de Valores y en una o más bolsas de valores del país que  durante  un  término  de  veinte  (20)  años  no hayan ejercido ninguno de los  derechos  consagrados en la ley o en los estatutos sociales, la sociedad podrá,  previa  aprobación  de  la  asamblea  de  accionistas,  readquirir sus acciones  consignando  el  precio  que corresponda, de acuerdo con el valor patrimonial de  la  acción  al  último ejercicio contable anterior a la readquisición, en una  partida  a disposición del o los accionistas. “ hace  absolutamente   nugatorio   el   derecho  de  defensa  del  propietario  de  las  mencionadas acciones.   

En  efecto,  la norma demandada no señala en  que  eventos,  o  a través de que procedimiento puede el propietario accionario  defender   sus  intereses  ante  la  asamblea  de  accionistas  quien  emite  la  aprobación  para  la  perdida de la propiedad de las acciones;  igualmente  la  norma  acusada no señala mecanismo alguno por medio del cual el propietario  de  las  acciones  puede  refutar  el  precio que se establezca a sus acciones y  menos  aún  ,  especifica  la  norma,  los  recursos  con  que  debe  contar el  mencionado  propietario  accionario  para atacar las decisiones tomadas respecto  de alguna de las decisiones mencionadas.   

En  consecuencia,  la  norma  acá  estudiada  establece  una  serie  de  prerrogativas para  la sociedad y la asamblea de  accionistas  con  el  propósito  de decretar la perdida de la propiedad de unas  acciones,  es  decir  facultades  respecto  de  quienes pretenden despojar de la  propiedad;   pero  no  determina  ni  dice  nada en relación  con los  derechos  de  reconocimiento  constitucional en cabeza de quien no desea dar por  perdida su propiedad.   

24.  Por último, de  un  lado,  mal puede compararse como lo pretende hacer  uno  de  los intervinientes, los postulados de la norma sujeta a estudio con los  postulados   del   artículo  2512  del  código  civil  que  establece  que  la  prescripción  es  un  modo de adquirir las cosas ajenas o de extinguir las  acciones  o  derechos  ajenos  por  no  haberse ejercido las acciones y derechos  durante   un   lapso   de   tiempo   y   concurriendo   los   demás  requisitos  legales.   

Lo anterior, por cuanto la propia prescripción  establecida  por el Código  Civil    requiere    ser    declarada    por    vía  judicial.72  En  consecuencia,  dichos argumentos que  pretendían   defender   la   constitucionalidad   de  la  norma,  reafirman  su  contrariedad con el ordenamiento constitucional.   

De  otro  lado,  no  encuentra  esta  Corte  que  el  artículo  70  de  la ley 510 de 1999 haya sido  derogado  tácitamente  por  el  artículo  42  de  la  ley 964 de 2005, como lo  señala  uno  de los intervinientes; en primer lugar, por cuanto la disposición  posterior  (  art. 42 ley 964 de 2005 ) no abarca todo el contenido normativo de  la  disposición  anterior ni maneja los mismos presupuestos normativos( art. 70  de  la  ley  510  de  1999).   En segundo lugar, por cuanto la disposición  posterior  no  resulta  inconciliable  con  la  anterior  y en tercer lugar, por  cuanto  la  norma  posterior  no regula íntegramente la materia de que trata la  norma anterior.   

Ésto  se  puede observar de un simple cotejo  entre las dos normas:   

LEY 510 DE 1999.  

ARTICULO  70. A los  poseedores  de  acciones inscritas en el Registro Nacional de Valores y en una o  más  bolsas  de  valores del país que durante un término de veinte (20) años  no  hayan  ejercido  ninguno  de  los  derechos  consagrados  en la ley o en los  estatutos  sociales,  la  sociedad  podrá, previa aprobación de la asamblea de  accionistas,  readquirir  sus acciones consignando el precio que corresponda, de  acuerdo  con  el  valor  patrimonial de la acción al último ejercicio contable  anterior  a  la  readquisición,  en  una  partida  a  disposición  del  o  los  accionistas. “   

LEY 964 DE 2005.  

ARTÍCULO  42.  READQUISICIÓN  DE  ACCIONES  Y ENAJENACIÓN  POSTERIOR. Las sociedades inscritas podrán readquirir  sus   acciones   con   sujeción  a  lo  dispuesto  en  el  artículo  396  del  Código de Comercio, siempre que la readquisición se realice  mediante   mecanismos  que  garanticen  igualdad  de  condiciones  a  todos  los  accionistas.  En estos casos, el precio de readquisición se fijará con base en  un   estudio   realizado   de   conformidad   con   procedimientos   reconocidos  técnicamente.   

   

La  enajenación de las acciones readquiridas  por   las  sociedades  inscritas  deberá  realizarse  mediante  mecanismos  que  garanticen  igualdad  de  condiciones  a  todos  los accionistas sin que resulte  necesaria    la    elaboración    de   un   reglamento   de   suscripción   de  acciones.   

   

PARÁGRAFO.  Lo  dispuesto  en  el  presente  artículo  no  será  aplicable  a  las  entidades  sujetas  a  la inspección y  vigilancia de la Superintendencia Bancaria.   

25.  En este orden de ideas, y con base a  las   motivaciones   expresadas  en  esta  providencia,  esta  Corte  declarará  inexequible  el  artículo  70 de la ley 510 de 1999, por vulnerar el derecho de  propiedad   privada    y   el   derecho   de   defensa,   ambos  de  origen  constitucional.   

VII. DECISIÓN  

En mérito de lo expuesto, la Sala Plena de la  Corte  Constitucional, administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato  de la Constitución,   

RESUELVE   

1.       Declarar      INEXEQUIBLE  el artículo 70 de la Ley 510  de 1999.   

Notifíquese,  comuníquese, insértese en la  Gaceta    de    la    Corte    Constitucional,   cúmplase   y   archívese   el  expediente.   

NILSON PINILLA PINILLA  

Presidente  

JAIME ARAÚJO RENTERÍA  

Magistrado  

CLARA ELENA REALES GUTIÉRREZ  

Magistrado  

JAIME CORDOBA TRIVIÑO  

Magistrado  

GABRIEL EDUARDO MENDOZA MARTELO  

Magistrado  

MAURICIO GONZALEZ CUERVO  

Magistrado  

Magistrado  

HUMBERTO ANTONIO SIERRA PORTO  

Magistrado  

CLARA INES VARGAS HERNANDEZ  

Magistrado  

MARTHA     VICTORIA     SACHICA    DE  MONCALEANO   

Secretaria General  

    

1 Art.  2° Constitución Política.   

2 Art.  58 ibidem.   

3 Art.  34 Constitucional.   

4  Esta  Corporación  en  sentencia  C-595  de 1999, al  pronunciarse  sobre la exequibilidad del citado artículo 669 del Código Civil,  declaró          inexequible         la         expresión         “arbitrariamente”,  por entender que  la   misma  envuelve  un  marcado  interés  individualista  reconocido  por  el  legislador  en el año de 1887, que no resulta compatible al amparo de una nueva  Constitución,  que se cimienta sobre el principio del Estado Social de Derecho,  y  que,  por lo tanto, excluye una concepción absoluta, sagrada e inviolable de  la propiedad privada. Textualmente, este Tribunal manifestó:   

“La Constitución  de   1991   reconstituyó   a   Colombia   como   un  “Estado  social  de derecho  organizado  en  forma  de  República  unitaria…  fundada  en el respeto de la  dignidad  humana,  en  el  trabajo y la solidaridad de  las   personas   que   la   integran   y   en   la   prevalencia   del  interés  general”.    //    Como   lógico   corolario,   la  configuración  del  derecho  de  propiedad  (reiterativa  de  la inconsistencia  anotada  a  propósito  de  la Reforma de 1936), se hizo atenuando aún más las  connotaciones  individualistas  del  derecho  y  acentuando  su función social;  agregó  además  el  Constituyente  que al derecho de propiedad le es inherente  una  función  ecológica y  creó,  con  el  mandato  de  que  sean  protegidas,  y  promovidas formas    asociativas   y   solidarias   de   propiedad. (…)   

De todo lo que anteriormente se ha expuesto  se  desprende  con  meridiana  claridad  que  el  concepto  de  propiedad que se  consagra  en la Constitución colombiana de 1991, y las consecuencias que de él  hay  que  extraer (la doctrina de la Corte ejemplificada en las citas anteriores  así  lo  confirma),  es bien diferente del que se consignó en el Código Civil  adoptado  en  1887  y, por tanto, que el uso que allí se prescribe del concepto  de   propiedad,  dista  mucho  de  coincidir  con  el  que  ha propuesto el  Constituyente  del  91;  por  ende,  se deduce que el contenido del art. 669 del  Código  Civil  según  el  cual,  el  propietario  puede ejercer las potestades  implícitas  en su derecho arbitrariamente,  no da cuenta cabal de lo que es hoy la propiedad en Colombia. //  A  más  de lo anterior, es pertinente subrayar que ciertos conceptos jurídicos  definidos  por  el legislador, cumplen una importante función simbólica, v.gr:  libertad,   responsabilidad,       obligación,         facultad,          culpa,  y,  por  tanto,  suministran  la  clave  de  lo  que  el ordenamiento es, de la filosofía que lo informa; en este  caso,  queda claro que el artículo 669 no puede simbolizar de modo veraz lo que  es hoy el dominio en Colombia, por mandato del Estatuto soberano.   

La   Corte  ha  afirmado,  en  múltiples  ocasiones,  que  la  propiedad,  en  tanto  que  derecho  individual,  tiene  el  carácter  de  fundamental,  bajo las particulares condiciones que ella misma ha  señalado.  Justamente  los  atributos  de  goce  y  disposición constituyen el  núcleo  esencial  de  ese  derecho,  que  en  modo  alguno  se  afecta  por las  limitaciones   originadas   en   la   ley   y   el   derecho   ajeno   pues,   contrario  sensu,  ellas corroboran las posibilidades de restringirlo, derivadas de  su  misma naturaleza, pues todo derecho tiene que armonizarse con las demás que  con  él  coexisten,  o  del  derecho  objetivo que tiene en la Constitución su  instancia  suprema.  //  Por esas consideraciones, la Corte procederá a retirar  el  término arbitrariamente  (referido  a  los  atributos  del  derecho  real  de  propiedad en Colombia) del  artículo 669 del Código Civil, demandado”.   

5 Art.  670 Código Civil.   

6 Art.  673 ibidem.   

7  PETIT. Eugéne. Op.Cit. Pág. 230.   

8  Véase, sentencia T-427 de 1998.M.P. Alejandro Martínez Caballero.   

9  Sentencia C-189de 2006.   

10                     M.P. Alejandro Martínez Caballero.   

11                     M.P. Fabio Morón Díaz.   

12                     M.P. Alejandro Martínez Caballero.   

13                     M.P. Alfredo Beltrán Sierra.   

14                     M.P. Marco Gerardo Monroy Cabra.   

15                     M.P. Clara Inés Vargas Hernández.   

16                     M.P. Alejandro Martínez Caballero.   

17                     M.P. Fabio Morón Díaz.   

18                     M.P. Alejandro Martínez Caballero.   

19                     Subrayado por fuera del texto original.   

20                     M.P. Alfredo Beltrán Sierra.   

22                     En  cuanto  al  alcance  del  núcleo  esencial  del  derecho  a la  propiedad  privada,  se  sostuvo  que: “4.  Restricciones  al  derecho  de  propiedad  en  relación con la  propiedad   inmueble.   De   conformidad   con   los  razonamientos  anteriores,  el  derecho  de  dominio, que incluye la potestad de  usar,   gozar   y  disponer  de  un  bien  determinado,  puede  ser  sometido  a  restricciones  por  parte  del legislador. Aunque el ordenamiento constitucional  exige  que  tales  restricciones  sean razonadas y proporcionales de modo que no  afecten  el  núcleo  esencial  del  derecho  de  propiedad,  lo  cierto es que,  mientras  tales  limitantes  sean respetadas, la ley se encuentra habilitada por  la  Constitución  para aplicarlas cuando ello resulte necesario para satisfacer  los intereses sociales.(…)   

Precisamente sobre este particular, la Corte  Constitucional  señaló  que  el  carácter  social  del  derecho  de propiedad  autoriza  al legislador para obligar al propietario, ya no sólo a abstenerse de  realizar  conductas  que  limiten  el  ejercicio de su derecho, sino a desplegar  acciones  positivas  que tiendan a efectivizarlo. En este sentido, la Corte dijo  lo siguiente:   

“En ese orden de ideas y reivindicando el  concepto  de  la  función social, el legislador le puede imponer al propietario  una  serie  de restricciones a su derecho de dominio en aras de la preservación  de  los intereses sociales, respetando sin embargo, el  núcleo  del  derecho  en  sí  mismo,  relativo  al  nivel  mínimo  de  goce y  disposición  de un bien que permita a su titular obtener utilidad económica en  términos  de  valor de uso o de valor de cambio que justifiquen la presencia de  un   interés   privado   en   la   propiedad.  (…)   

Pues  bien, para esta Corte es claro que la  medida   que  se  demanda  está  acorde  con  la  segunda  de  las  situaciones  planteadas.  (…)  [El]  buen  estado  de  conservación de un bien inmueble es  factor  indispensable  para  el  normal desenvolvimiento de la vida comunitaria,  más  todavía  si  se habla de partes de inmuebles que podrían estar expuestas  al  público  o  que  son  aledañas  a  espacios  comúnmente  transitados  por  personas.  De  conformidad  con  el  artículo  2º  de  la Carta Política, las  autoridades  de  la  república  están  instituidas  para  proteger a todas las  personas  residentes  en  Colombia, en su vida, honra y bienes, función que -en  el  contexto  que  se  analiza-  se  ejercería  a  través  del  control  a  la  estabilidad  y  consistencia  de  las  edificaciones.   Desde este punto de  vista,  no  cabe  duda  que  a  la medida acusada le incumbe la seguridad de los  individuos  que  se  encuentran  en  cercanías  de  casas, edificios o muros de  antejardines  -aunque, en verdad de cualquier elevación arquitectónica- por lo  que  lo  perseguido  a  través  del  deber  asignado al alcalde local es que se  reparen,  mediante  construcción,  aquellas estructuras que puedan presentar un  riesgo ajeno de tipo personal o, incluso, patrimonial.   

[En efecto] la presentación exterior de las  edificaciones  corresponde  más  a  un  aspecto de la autonomía de la voluntad  vinculado  con  el  derecho de uso y goce de la propiedad privada, así como con  la  libertad de expresión y con el libre desarrollo de la personalidad, que con  la  seguridad  exterior.  En  este  sentido, no podría afirmarse que el alcalde  está  habilitado  para  ordenar  la  construcción  de  obra  por mal estado de  presentación  si  esta  presentación  no  constituye  factor de riesgo para la  comunidad. (…)   

En  definitiva,  podría  argüirse  que la  norma  que  autoriza  a  los  alcaldes  a  ordenar construcción de obra por mal  estado  de  presentación de muros y frentes de edificaciones es exequible en la  medida  en  que  se la entienda como una atribución que se ejerce, no   de   acuerdo   con   el   criterio  personal  del  funcionario  administrativo,  sino  conforme  las  disposiciones  legales  y  reglamentarias,  relativas  a  urbanismo  o  a conservación del patrimonio cultural o histórico  que  definen,  en  cada  caso concreto, cuáles son los requisitos, parámetros,  criterios   y   demás   condiciones   estéticas  que  deben  cumplirse  en  el  mantenimiento  de  las  construcciones”.   Subrayado por fuera del texto original.   

23                     M.P. Clara Inés Vargas Hernández.   

24                     Textualmente           se           señaló:          “Ciertamente,  el  contenido  esencial  del derecho de propiedad,  entendido  como  aquel  mínimo  subjetivo  o  espacio  de libertad para que las  personas  puedan  ejercer  y  disponer libremente de sus bienes dentro del marco  jurídico,  no  puede  ser  interferido  por el Estado so pretexto de regular su  función  social  y  ecológica,  ya  que  ante  todo  se  trata  de  un derecho  fundamental   que  permite el desarrollo de un ámbito de libertad personal  y   en   este   sentido  debe  protegerse  constitucionalmente.  Por  ello,  las  limitaciones  que  puedan imponerse al propietario por el legislador deben tener  en  cuenta  los  principios  de  razonabilidad y proporcionalidad, que exigen un  balance  equitativo  entre  los  intereses  individuales  y  los intereses de la  sociedad”.   

25                     Subrayado por fuera del texto original.   

26  M.P.  Jaime  Araújo Rentaría.  Sobre la función social de la propiedad y  sobre  su  función ecológica ver entre otras las sentencias C- 544 de 2007, C-  491 de 2002, C- 760 de 2007.   

27  Dicho  artículo  establece,  en  lo pertinente: “1.  Toda  persona tiene derecho al uso y goce de sus bienes. La ley puede subordinar  tal uso y goce al interés social.   

“2.  Ninguna  persona puede ser privada de  sus  bienes,  excepto  mediante  el pago de indemnización justa, por razones de  utilidad  pública  o  de  interés  social  y  en los casos y según las formas  establecidas por la ley”.   

28  Art.  34  Constitucional.  Se prohíben las penas  de        destierro,        prisión        perpetua        y       confiscación.   

No  obstante,  por  sentencia   judicial,   se  declarará  extinguido  el  dominio sobre los bienes  adquiridos  mediante  enriquecimiento ilícito, en perjuicio del tesoro público  o con grave deterioro de la moral social.   

29  Sentencia C- 740 de 2003.   

30  Ibidem. Del mismo modo ver la Sentencia C- 474 de 2005.   

31 Ver  las sentencia C-374 de 1997 y C-740 de 2003.   

32  Sentencia C- 677 de 1998.   

33                     Dispone   el   artículo   1519  del  Código  Civil:  “Hay  un  objeto  ilícito  en todo lo que contraviene al derecho  público  de  la  nación (…)”.  Por   su   parte,   el   artículo  1741,  determina:  “La  nulidad  producida  por  un  objeto  o  causa ilícita, y la  nulidad  producida  por  la  omisión  de  algún requisito o formalidad que las  leyes  prescriben para el valor de ciertos actos o contratos en consideración a  la  naturalaza  de  ellos,  y  no  a la calidad o estado de las personas que los  ejecutan o acuerdan, son nulidades absolutas”.   

34                     Al    respecto,    la   norma   en   cita   dispone:   “El  derecho  de  pedir alimentos no puede transmitirse por causa  de  muerte, ni venderse o cederse de modo alguno, ni renunciarse”.   

35                     Determina     el    precepto    legal    señalado:    “El  derecho de suceder por causa de muerte a una persona viva no  puede  ser  objeto  de  una  donación  o  contrato,  aun  cuando  intervenga el  consentimiento de la misma persona.(…)”.   

36                     Dispone  la  citada  norma: “El derecho  que  nace del pacto de retroventa no puede cederse”.   

37                     En  el  citado  precepto  normativo,  se  señala que: “Los  derechos  de  uso  y  habitación son intransmisibles a los  herederos,  y  no  pueden cederse a ningún título, prestarse no arrendarse. //  Ni  el  usuarios  ni  el  habitador  pueden  arrendar, prestar o enajenar objeto  alguno   de   aquellos   a   que   se   extiende  el  ejercicio  de  su  derecho  (…)”.   

38                     Código Civil, artículos 666, 669 y 670.   

39                     Al   respecto,  esta  Corporación  ha  señalado:  “El  derecho de alimentos es aquél que le asiste a una persona para  reclamar  de  quien  está  obligado  legalmente  a darlos, lo necesario para su  subsistencia  cuando  no  está  en  capacidad  de procurársela por sus propios  medios.  La  obligación alimentaria está entonces en cabeza de la persona que,  por  mandato  legal,  debe  sacrificar  parte  de  su  propiedad  con  el fin de  garantizar    la    supervivencia    y    desarrollo   del   acreedor   de   los  alimentos”.  (Sentencia C-153 de 2003. M.P. Eduardo  Montealegre Lynett).   

40                     Sobre  la  materia,  en  sentencia  T-912  de  2000 (M.P. Alejandro  Martínez    Caballero),    se   manifestó:   “La  Declaración  Universal  de  los  Derechos  Humanos,  el  Pacto Internacional de  Derechos  Civiles  y  Políticos,  y  la  Convención  Americana  sobre Derechos  Humanos,   han   considerado  que  las  personas  naturales  tienen  derecho  al  reconocimiento  de  su personalidad jurídica. Este reconocimiento como derecho,  surgió   en  nuestro  país,  y  más  especialmente  en  nuestra  legislación  reciente,  con  la entrada en vigencia de la Constitución Política de 1991, la  cual  en  su artículo 14 plantea como objeto del mismo, el que toda persona sea  protegida  jurídicamente.  Tal  protección  conlleva  una  serie de derechos y  obligaciones,  lo  que  eleva  a  nivel  constitucional el reconocimiento de las  personas     como     sujetos     de     derechos.     A     su    vez,    éste  concepto              -sujeto    de  derecho-,  abarca  elementos  tan importantes que identifican a la persona y que  siendo  conocidos jurídicamente, como atributos de la personalidad corresponden  al     nombre,     el    domicilio,    la    nacionalidad,    el    patrimonio,   el   estado  civil  y  la  capacidad”.   (Subrayado   por   fuera  del  texto  original).   

41                     Dispone   el   artículo   874   del  Código  Civil:  “El  uso y la habitación se limitan a las necesidades personales  del  usuario o del habitador. // En las necesidades personales del usuario o del  habitador  se  comprenden  las de su familia. // La familia comprende la mujer y  los  hijos;  tanto  lo  que  existen al momento de la constitución, como lo que  sobrevienen  después, y esto aun cuando el usuario o habitador no esté casado,  ni  haya  reconocido hijo alguno a la fecha de la constitución (…) Comprende,  además,  las  personas que a la misma fecha vivan con el habitador o usuario, y  a   costa  de  estos;  y  las  personas  a  quienes  estos  deben  alimentos”.   

42                     Determina  el  artículo  20 de la Ley 23 de 1982 que: “El  autor tendrá sobre su obra un derecho perpetuo, inalienable  e  irrenunciable,  para:  //  a)  Reivindicar en todo tiempo la paternidad de su  obra  y,  en  especial,  para  que  se  indique su nombre o seudónimo cuando se  realice  cualquiera  de los actos mencionados en el artículo 12 de esta ley; //  b)  Oponerse  a  toda deformación, mutilación u otra modificación de la obra,  cuando  tales  actos  puedan  causar  o  acusen  perjuicio  a  su  honor  o a su  reputación,  o  la  obra se demerite, y a pedir reparación por éstos; // c) A  conservar  su obra inédita o anónima hasta su fallecimiento, o después de él  cuando  así  lo  ordenase  por disposición testamentaria; // d) A modificarla,  antes  o  después  de  su  publicación; // e) A retirarla de la circulación o  suspender  cualquier  forma de utilización aunque ella hubiese sido previamente  autorizada.   

Parágrafo  1.-  Los  derechos anteriores no  pueden  ser  renunciados  ni  cedidos.  Los autores al transferir o autorizar el  ejercicio  de  sus  derechos  patrimoniales  no  conceden  sino  los  de  goce y  disposición  a  que se refiere el respectivo contrato, conservando los derechos  consagrados en el presente artículo.   

Parágrafo   2.  A  la  muerte  del  autor  corresponde  a  su  cónyuge  y  herederos  consanguíneos  el  ejercicio de los  derechos  indicados  en los apartes a) y b) del presente artículo.- A falta del  autor,  de  su  cónyuge  o  herederos  consanguíneos,  el  ejercicio  de estos  derechos  corresponderá a cualquier persona natural o jurídica que acredite su  carácter de titular sobre la obra respectiva.   

Parágrafo  4.-  Los derechos mencionados en  los   apartes  d)  y  e)  sólo  podrán  ejercitarse  a  cambio  de  indemnizar  previamente    a    terceros    los    perjuicios    que    se    les    pudiere  ocasionar.”   

43                     Artículo  11 de la Decisión 351 de 1993 de la Comunidad Andina de  Naciones,  mediante  la cual se estableció el régimen común sobre derechos de  autor   y   derechos   conexos.   Al  respecto,  determina  la  norma  en  cita:  “El   autor   tiene   el   derecho   inalienable,  inembargable,  imprescriptible e irrenunciable de: a) Conservar la obra inédita  o  divulgarla;  //   b)  Reivindicar  la paternidad de la obra en cualquier  momento;  y, // c) Oponerse a toda deformación, mutilación o modificación que  atente  contra  el  decoro  de la obra o la reputación del autor.// A la muerte  del   autor,   el  ejercicio  de  los  derechos  morales  corresponderá  a  sus  derechohabientes,  por  el plazo a que se refiere el Capítulo VI de la presente  Decisión.  Una  vez  extinguido  el  derecho  patrimonial,  el  Estado  u otras  instituciones  designadas,  asumirán la defensa de la paternidad del autor y de  la integridad de su obra.”   

44                     Artículo  6  bis  del Convenio de Berna para la protección de las  obras    artísticas    y    literarias,    conforme   al   cual:   “Artículo   6bis.  Derechos  morales:   

1. Derecho de reivindicar la paternidad de la  obra;  derecho  de  oponerse  a  algunas  modificaciones  de  la  obra y a otros  atentados a la misma;    

2.    Después    de   la   muerte   del  autor;   

3. Medios procesales  

1)  Independientemente  de  los  derechos  patrimoniales del  autor,  e incluso después de la cesión de estos derechos, el autor conservará  el  derecho  de  reivindicar  la paternidad de la obra y de oponerse a cualquier  deformación,  mutilación  u  otra  modificación  de  la  misma  o a cualquier  atentado   a   la   misma   que   cause   perjuicio   a   su   honor   o   a  su  reputación.   

2)  Los derechos reconocidos al autor en virtud del párrafo  1)  serán mantenidos después de su muerte, por lo menos hasta la extinción de  sus  derechos  patrimoniales, y ejercidos por las personas o instituciones a las  que  la  legislación  nacional  del  país  en  que  se  reclame la protección  reconozca  derechos.  Sin  embargo, los países cuya legislación en vigor en el  momento  de  la  ratificación de la presente Acta o de la adhesión a la misma,  no  contenga  disposiciones relativas a la protección después de la muerte del  autor  de  todos  los  derechos  reconocidos  en virtud del párrafo 1)     anterior,  tienen  la  facultad de establecer que alguno o  algunos  de  esos  derechos  no  serán  mantenidos  después  de  la muerte del  autor.   

3)  Los  medios  procesales  para la defensa de los derechos  reconocidos  en este artículo estarán regidos por la legislación del país en  el que se reclame la protección.”   

45                     En  sentencia  C-053  de 2001 (M.P. Cristina Pardo Schlesinger), la  Corte  señaló:  “Los derechos de autor comprenden  un  conjunto  de prerrogativas del autor respecto de la obra, que son divisibles  en  dos  grandes  clases,  los derechos morales y los patrimoniales. //  5.  Los  derechos  morales  son aquellos que nacen como consecuencia de la creación  misma    y    no   del   reconocimiento   administrativo,   son   de   carácter  extrapatrimonial,  inalienable,  imprescriptible  e  irrenunciable.   Estos  incluyen:  –  el derecho a divulgar la obra, – el derecho al reconocimiento  de  la  paternidad  intelectual, – el derecho al respeto y a la integridad de la  obra,  impidiendo las modificaciones no autorizadas sobre la misma, – el derecho  al retracto, que le permite al autor retirarla del comercio.   

Al   respecto,   esta   Corporación   ha  manifestado:“a.  El  contenido  moral  del derecho que tiene el autor sobre la  propiedad  intelectual  que  es  inalienable,  irrenunciable e imprescriptible e  independiente  del  contenido  patrimonial  del mismo, contrario a lo que ocurre  con  el  derecho  de propiedad común, que sólo tiene un contenido patrimonial,  alienable,  renunciable  y prescriptible.” Sentencia C-334 de  1993 (M.P.  Alejandro Martínez Caballero)   

Más  detalladamente,  en  otra oportunidad  sostuvo:   “El   derecho   de   autor,  en  los  países  de vieja tradición jurídica latina como es el  caso  colombiano,  es un concepto complejo y bien elaborado, en el que concurren  las  dos  dimensiones  que  hoy  por  hoy  se  le  reconocen como esenciales: la  primera,  la  que  se traduce en el derecho personal o  moral,  que nace con la obra misma, como consecuencia  del  acto  de  creación y no por el reconocimiento de autoridad administrativa;  ellos  son  extrapatrimoniales  inalienables, irrenunciables y, en principio, de  duración   ilimitada,   pues   están   destinados  a  proteger  los  intereses  intelectuales  del  autor  y  respecto  de  ellos el Estado concreta su acción,  garantizando  el  derecho  que  le  asiste  al  titular  de  divulgar  su obra o  mantenerla  en la esfera de su intimidad, de reivindicar el reconocimiento de su  paternidad  intelectual  sobre la misma, de exigir respeto a la integridad de su  obra  y  de  retractarse  o  arrepentirse de su contenido.” Sentencia C-276 de  1996 (M.P. Julio César Ortiz)   

6.  Así  mismo,  la  Corte ha afirmado que  estos  derechos  morales  de  autor  son fundamentales: “18. Antes de analizar  estas  acusaciones,  la  Corte  estima  pertinente  señalar  que,  los derechos  morales  de  autor  se consideran  derechos de rango fundamental, en cuanto  la  facultad  creadora  del  hombre,  la  posibilidad  de  expresar  las ideas o  sentimientos  de  forma  particular, su capacidad de invención, su ingenio y en  general   todas   las   formas   de   manifestación  del  espíritu,   son  prerrogativas  inherentes  a  la  condición  racional  propia  de la naturaleza  humana,  y  a la dimensión libre que de ella se deriva. Desconocer al hombre el  derecho  de  autoría sobre el fruto de su propia creatividad, la manifestación  exclusiva  de  su  espíritu  o  de  su  ingenio,  es  desconocer  al  hombre su  condición  de  individuo  que piensa y que crea,  y que  expresa esta  racionalidad  y creatividad como manifestación de su propia naturaleza. Por tal  razón,  los  derechos  morales de autor, deben ser protegidos como derechos que  emanan de la misma condición de hombre.”   

46                     Dispone,  al  respecto,  el  artículo  39  de  la Ley 160 de 1994:  “ Quienes  hubieren  adquirido del INCORA Unidades  Agrícolas  Familiares con anterioridad a la vigencia de la presente Ley, quedan  sometidos   al   régimen   de   propiedad   parcelaria   que   en   seguida  se  expresa:   

Por  el  solo  hecho de la adjudicación, se  obligan  a  sujetarse  a las reglamentaciones existentes sobre uso y protección  de  los  recursos  naturales  renovables,  así  como  a las disposiciones sobre  caminos  y  servidumbres  de  tránsito  y  de  aguas  que  al  efecto  dicte el  Instituto.   

Hasta  cuando  se  cumpla un plazo de quince  (15)  años,  contados  desde  la  primera  adjudicación  que  se hizo sobre la  respectiva  parcela, no podrán transferir el derecho de dominio, su posesión o  tenencia  sino  a  campesinos de escasos recursos sin tierra, o a minifundistas.  En  este  caso  el  adjudicatario  deberá  solicitar  autorización expresa del  INCORA  para  enajenar,  gravar o arrendar la Unidad Agrícola Familiar(…)”.   

A  su  vez, el artículo 25 del Acuerdo No.  023  de  1995,  dispone:  “De  conformidad  con  lo  previsto  en  el  artículo  39 de la Ley 160 de 1994, hasta cuando se cumpla un  plazo  de  quince  (15)  años,  contados  desde  la  primera  adjudicación  en  propiedad  que se hizo sobre la respectiva parcela o cuota parte del predio, los  adjudicatarios  de  que  se  trate  deberán  solicitar  autorización  previa y  expresa  de  la Junta Directiva del INCORA para transferir su dominio, posesión  o  tenencia,  o  la  cesión  total o parcial de los derechos que recaigan sobre  aquella,  y  en  todo  caso  la  enajenación o traspaso sólo podrá hacerse en  favor    de   los   campesinos   de   escasos   recursos   sin   tierra   o   de  minifundistas.   

Las  autorizaciones  relacionadas  con  el  gravamen  o  limitación  del  dominio serán autorizadas por el Gerente General  del INCORA.   

El Instituto dispone de un plazo de tres (3)  meses,  contados  a  partir  de  la  recepción de la petición, para expedir la  autorización  correspondiente,  transcurridos los cuales, si no se pronunciare,  se entenderá que consiente en la solicitud del adjudicatario.   

 PARAGRAFO.-  El adquirente o cesionario se  subrogará  en todas las obligaciones contraídas por el enajenante o cedente en  favor del Instituto”.   

          **   Es   importante   resaltar  que  de  acuerdo  al  Decreto  1292  del  21  de mayo de 2003, se ordenó la supresión y  liquidación  del  INCORA,  la  cual  se  amplió  mediante  el  Decreto 1492 de  2006.   

47                     Sobre  la  materia,  el  artículo  26 del Acuerdo No. 023 de 1995,  dispone:  “Quienes hayan adquirido el dominio sobre  una  parcela  cuya  primera  adjudicación  se  hubiere  efectuado  en  un lapso  superior  a  los  quince  (15) años, deberán informar expresa y previamente al  Instituto  respecto  de  cualquier  proyecto  de  enajenación  sobre la parcela  respectiva,  para  que  el INCORA haga uso de la primera opción de readquirirla  dentro  de los tres (3) meses siguientes a la fecha de recepción del aviso. Si  dentro  de  este  plazo no hubiere pronunciamiento expreso del Instituto, o este  rechazare  en igual forma la opción, el adjudicatario quedará en libertad para  disponer  de  la  parcela, sin sujeción al régimen de la propiedad parcelaria.  (…)”.   

48                     La  última  de  las  citadas  disposiciones  señala: “Es   deber  del  Estado  promover  el  acceso  progresivo  a  la  propiedad  de  la  tierra  de  los  trabajadores agrarios, en forma individual o  asociativa,  (…),  con  el  fin de mejorar el ingreso y calidad de vida de los  campesinos”.   

49                     “Por    el   cual   se   reglamentan  parcialmente  los Artículos 7º,17 y 19 de la Ley 387 de 1997, en lo relativo a  la  oportuna  atención a la población rural desplazada por la violencia, en el  marco  del  retorno  voluntario  a  su lugar de origen o de su reasentamiento en  otro    lugar    y    se    adoptan   medidas   tendientes   a   prevenir   esta  situación.”   

50                     Determinan       las       citadas       normas:       “Artículo       1°.  Declaratoria  de  la  inminencia de riesgo de desplazamiento o de  desplazamiento   forzado  en  una  zona  y  limitaciones  a  la  enajenación  o  transferencia  a  cualquier título de bienes rurales. //  Con el objeto de  proteger  la población de actos arbitrarios contra su vida, integridad y bienes  patrimoniales,  por  circunstancias  que  puedan  originar  o hayan originado un  desplazamiento  forzado;  el  Comité  Municipal,  Distrital  o Departamental de  Atención  Integral  a  la  Población  Desplazada  por la Violencia, declarará  mediante  acto  motivado,  la  inminencia  de  riesgo  de desplazamiento o de su  ocurrencia  por causa de la violencia, en una zona determinada del territorio de  su  jurisdicción,  procediendo a: (…) 2. Informar a la Oficina de Registro de  Instrumentos  Públicos correspondiente, sobre la declaratoria de zona de riesgo  inminente  de  desplazamiento  o  de  desplazamiento  forzado,  señalando a los  propietarios  o  poseedores  de  predios rurales que pudieren resultar afectados  por  tales  situaciones,  y  solicitándole  abstenerse  de  inscribir  actos de  enajenación   o  transferencia  a  cualquier  título  de  los  bienes  rurales  referidos,  mientras permanezca vigente esta declaratoria, salvo que se acredite  el  cumplimiento  previo  de  los  requisitos especiales que se establecen en el  artículo 4° del presente decreto.”   

“Artículo  4°.  Requisitos  especiales  para la enajenación de  bienes  rurales.  Los propietarios de los inmuebles ubicados dentro de las zonas  rurales   declaradas   como   de   riesgo   inminente  de  desplazamiento  o  de  desplazamiento  forzado  por  la  violencia, que deseen transferir el derecho de  dominio  sobre  los  mismos,  antes  de  que  cesen  los efectos de esta medida,  deberán  obtener  del Comité Municipal, Distrital o Departamental de Atención  Integral  a  la  Población  Desplazada  por  la  Violencia,  autorización para  enajenar  el  inmueble;  o  podrán transferirlo al INCORA, en aplicación de lo  señalado  en  el  inciso cuarto del numeral 1 del artículo 19 de la Ley 387 de  1997,  evento  en el cual, no se requiere de la autorización del Comité. // El  Registrador  de  Instrumentos  Públicos  sólo  podrá  inscribir  el  acto  de  enajenación  o  transferencia,  cuando  se  le  presente  la  autorización del  Comité,  la  cual  deberá incorporarse al contrato o acto de transferencia del  derecho  sobre  el  predio,  o  cuando  la  transferencia  se  haga  a favor del  INCORA.”   

51                     Véase,  entre  otras,  sentencia  T-025 de 2004. M.P. Manuel José  Cepeda Espinosa.   

52                     Dispone       la       norma       en       cita:      “Artículo  8.  Declaratoria  y manejo  del  patrimonio  cultural  de  la Nación. El Gobierno  Nacional,  a  través del Ministerio de Cultura y previo concepto del Consejo de  Monumentos  Nacionales, es el responsable de la declaratoria y del manejo de los  monumentos  nacionales  y  de  los  bienes  de  interés  cultural  de carácter  nacional.    (…)    PARAGRAFO   1o.   Se  reconoce el derecho de las iglesias y confesiones religiosas de  ser  propietarias  del  patrimonio  cultural  que  hayan  creado,  adquirido con  recursos  o  que  estén bajo su legítima posesión. Igualmente, se protegen la  naturaleza  y  finalidad  religiosa  de dichos bienes, las cuales no podrán ser  obstaculizadas  ni impedidas por su valor cultural. Al tenor del artículo 15 de  la  Ley  133  de  1994, el Estado celebrará con las correspondientes iglesias y  confesiones  religiosas,  convenios para establecer el régimen de estos bienes,  incluyendo  las  restricciones  a  su  enajenación y exportación y las medidas  para     su     inventario,     conservación,    restauración,    estudio    y  exposición.”   

53                     Los  artículos 9 y 16 de la Ley 56 de 1981, disponen: “ARTICULO        9o.  A  partir  de la fecha de la resolución ejecutiva que declare de  utilidad  pública  la  zona  de un proyecto, corresponderá a la entidad que en  ella  se  señale  como  propietaria,  la primera opción de compra de todos los  inmuebles  comprendidos en tal zona. //  Una vez ejecutoriada la mencionada  resolución  se  fijará  copia de ella junto con la lista que contenga el censo  de  las  propiedades  afectadas  en  las  notarías,  oficinas  de  registro  de  instrumentos  públicos, alcaldías e inspecciones de policía de los municipios  y  corregimientos  involucrados.  //  Las oficinas de registro se abstendrán de  registrar  las  escrituras que contengan transferencias entre vivos, del dominio  o  limitaciones del mismo de tales propiedades, si no se acredita que la entidad  propietaria  en  cuyo  favor se establece esta opción ha renunciado a ella o no  ha  hecho  uso  oportuno  de la misma. // Si la entidad propietaria no ejerce la  opción  de compra dentro del plazo que señale el Decreto reglamentario de esta  Ley,  que  no  podrá pasar de dos años (2), o lo hiciere en forma negativa, la  opción  caducará.”.  “ARTICULO  16.  Declárase  de  utilidad  pública  e interés social los planes,  proyectos   y   ejecución   de   obras   para   la  generación,  transmisión,  distribución  de energía eléctrica, acueductos, riego, regulación de ríos y  caudales, así como las zonas a ellos afectadas.”   

54                     Precisamente,  el  artículo  37  de  la  Ley  9  de  1989 señala:  “ARTICULO 37.  Toda  afectación  por  causa  de  una  obra pública tendrá una  duración  de  tres (3) años renovables, hasta un máximo de seis (6) y deberá  notificarse  personalmente  al  propietario e inscribirse en el respectivo Folio  de  Matrícula  Inmobiliaria,  so  pena de inexistencia. La afectación quedará  sin  efecto,  de pleno derecho, si el inmueble no fuere adquirido por la entidad  pública  que haya impuesto la afectación o en cuyo favor fue impuesta, durante  su    vigencia.     El   Registrador   deberá   cancelar   las   inscripciones  correspondientes,  a  solicitud  de  cualquier persona, previa constatación del  hecho.   

En  el  caso  de  las  vías  públicas, las  afectaciones  podrán  tener  una  duración  máxima  de  nueve  (9)  años.”   

55                     En   sus   propias  palabras,  la  Corte  manifestó:  “(…)  si bien se mira el precepto legal, su sentido consiste en  preservar  el  espíritu  auténtico  del  artículo 60 de la Constitución, que  lleva  a un traslado efectivo y real de la propiedad accionaria, de las empresas  estatales  que  se enajenen, a los trabajadores, a las organizaciones solidarias  y  de trabajadores y a las cooperativas, pues, al establecer un término mínimo  dentro  del  cual  la participación accionaria por ellos adquirida permanecerá  en  sus  manos,  evita  las  prácticas  encaminadas a obtener que beneficiarios  reales  ajenos  a  esos  sectores se valgan de las condiciones especiales que la  Constitución  les  otorga  para  utilizarlos  como  “testaferros” o adquirentes  transitorios  que, una vez surtido el proceso correspondiente, les traspasen las  acciones adquiridas.   

56  ART.  6º  Constitución  Política. Los particulares  sólo  son  responsables  ante  las autoridades por infringir la Constitución y  las  leyes.  Los servidores públicos lo son por la misma causa y por omisión o  extralimitación en el ejercicio de sus funciones   

57  Sentencia    C-    617    de    1996.    M.P.    José    Gregorio    Hernández  Galindo.           

58  Sentencia T- 1263 de 2001  M.P. Jaime Córdoba Triviño.   

59  Ibidem.   

60  Ley  964  de  2005  “Por  la  cual se dictan normas  generales  y  se  señalan  en ellas los objetivos y criterios a los cuales debe  sujetarse   el  Gobierno  Nacional  para  regular  las  actividades  de  manejo,  aprovechamiento  e inversión de recursos captados del público que se efectúen  mediante  valores  y  se dictan otras disposiciones.” , ley 795 de 2003 “Por  la  cual se ajustan algunas normas del Estatuto Orgánico del Sistema Financiero  y  se  dictan  otras  disposiciones”, ley 546 de 1999 “Por la cual se dictan  normas  en  materia de vivienda, se señalan los objetivos y criterios generales  a  los  cuales  debe  sujetarse  el  Gobierno  Nacional  para regular un sistema  especializado  para  su financiación, se crean instrumentos de ahorro destinado  a  dicha financiación, se dictan medidas relacionadas con los impuestos y otros  costos  vinculados  a  la  construcción y negociación de vivienda y se expiden  otras  disposiciones.”, ley 510 de 1999 “Por la cual se dictan disposiciones  en  relación  con  el  sistema  financiero y asegurador, el mercado público de  valores,  las  Superintendencias  Bancaria  y  de  Valores  y  se  conceden unas  facultades.”,  ley 226 de 1995 “Por la cual se desarrolla el artículo 60 de  la  Constitución  Política  en  cuanto  a  la  enajenación  de  la  propiedad  accionaria  estatal, se toman medidas para su democratización y se dictan otras  disposiciones”  ley  35 de 1993 “Por la cual se dictan normas generales y se  señalan  en  ellas  los  objetivos  y  criterios a los cuales debe sujetarse el  Gobierno   Nacional   para  regular  las  actividades  financiera,  bursátil  y  aseguradora  y  cualquier  otra  relacionada  con  el  manejo, aprovechamiento e  inversión  de recursos captados del público y se dictan otras disposiciones en  materia  financiera  y aseguradora.” ,ley 45 de 1990 “Por la cual se expiden  normas  en  materia  de  intermediación  financiera,  se  regula  la  actividad  aseguradora,  se  conceden unas facultades y se dictan otras disposiciones.” y  ley  27  de  1990 “Por la cual se dictan normas en relación con las bolsas de  valores,  el  mercado  público  de  valores,  los  depósitos  centralizados de  valores  y  las  acciones  con  dividendo preferencial y sin derecho de voto.”   

61 Las  acciones  son  títulos  nominativos  de carácter negociable que representan un  porcentaje  de  participación  en la propiedad emisora del título. Solo pueden  ser   negociadas   las   emitidas   por  sociedades  anónimas.   http://www.bvc.com.co/bvcweb/mostrarpagina.jsp?codpage=30. ( Bolsa de Valores de Colombia )   

62  Artículo 2 ley 964 de 2005.   

63  Art. 2 par. 5  ibidem.   

64  Art. 619 Código de Comercio   

65  Art. 3 ley 964 de 2005.   

66  Art. 38 ley 964 de 2005.   

67  Art. 373 Código de Comercio   

68  Art. 375 ibidem.   

69  Art. 379 Código de Comercio   

70  Art. 412 ibidem   

71  Art. 647 ibidem.   

72  Art. 2513 Código Civil.     

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